Se abrazó a mi cuerpo con desesperación cuando consiguió alcanzarme. Faltó poco para caerme de espaldas, pero pude pararle. Me agarraba con fuerza la chaqueta del traje. Todos miraban expectantes. No tenía palabras, me dedicaba a escucharle llorar y verle temblar por el miedo. Sabía lo que tenía que hacer, no podía dejar que se humillara de aquella forma, así que lo cogí como si de una novia se tratara y lo saqué de la iglesia. Al salir de allí lo dejé en el suelo y corrí con él, agarrado de la mano, a escondernos para que nadie nos viera. Pasaron varias personas buscándonos, por no hablar de la prensa y los paparazzi.
- Parece que ya han pasado todos... – dije irrumpiendo el silencio. Lyoner seguía llorando y temblando.
- Yuuto... Yuuto... – repetía.
- No llores más pequeño. – respondí secándole las lágrimas. – No me voy a ir de aquí. – Sí, era Lyoner, había interrumpido la ceremonia de matrimonio y ahora estaba intentando calmar sus nervios.
- Tenía miedo, Yuuto... No sabía qué hacer... ¿Y si me equivocaba? – tartamudeó.
- Tienes muchas cosas que explicarme. Desapareciste de un día para otro cuando yo creía que el asunto de Roxy ya estaba solucionado. Encontré la pulsera que te regalé en mi bolsillo. Te busqué como un loco, no me faltó ningún rincón. Acabé rindiéndome ante la desesperación de no encontrar. Días más tarde encuentro una noticia sobre ti en el periódico, en ella comentaba que tenías una relación con una chica a escondidas...
- ¡Eso es mentira! – interrumpió de repente. – Esa chica era mi psicóloga, ¡solo estaba haciendo su trabajo!
- ¡Pero yo no sabía quién era ella! No sabes cómo me sentí al ver ese artículo. Entonces empecé a pensar que realmente habías encontrado a alguien mejor que yo, porque ambos sabemos que nuestra relación es muy difícil, y decidí aceptar el compromiso con Roxy, ya que de ello no podía escapar. Pero justo cuando le iba a dar el ‘sí’ definitivo interrumpes la celebración. ¡Te creía por perdido hasta ahora Lyoner! ¿¡Por qué apareces ahora!?
- ¡Yo nunca me olvidé de ti! Siempre le preguntaba a Allen por ti, todos los días, no había un día que no lo llamara, pero le pedía que no te contara nada. Creía que estando a tu lado iba a ser una carga.
- ¿Una carga? Lyoner, yo siempre te he dicho que iba a luchar por nosotros todo lo que hiciera falta, ¿y cuál crees que es tu respuesta? Por si no lo sabes, ¡tu respuesta es desaparecer de mi vista por días e incluso semanas, porque no tienes claros tus sentimientos!
- ¡Sí los tengo claros! Yuuto, yo te...
- No te contradigas. Te aviso que yo no soy un juguete de esos con los que puedes jugar cuando quieras, tengo sentimientos y estás destruyéndolos a tu paso. He perdido la ilusión de la idea de enamorarme. Creo que con 30 años no tengo tiempo que perder con estas tonterías.
- Yuuto... ¡Eso no es así! No estoy jugando, todo es serio, yo siempre te he querido y expresado lo que verdaderamente sentía. Nunca te he mentido, sobre mis desapariciones era porque necesitaba un tiempo a solas, solamente eso.
- Creo que has dejado de quererme como el primer día Lyoner, eso es lo que pasa.
- ¡En absoluto! Te quiero incluso más. Todavía recuerdo la magia de nuestro primer beso.
- ¿Ese sentimiento también lo dudaste?
- Yuuto... ¿Por qué no me crees? – sollozó.
- Las palabras son simplemente eso, palabras...
- Bésame. Vamos, hazlo. Cógeme como solías hacerlo, quítame la ropa si así lo quieres, te doy mi cuerpo... – Yo me acerqué a él, paseé mi mano por su cara, sus lágrimas las empapaban. No había dejado de llorar en todo aquel tiempo, sus ojos ya estaban rojos. Quería besarle, y mi futuro amoroso dependía de él.
- He pasado dos años de mi vida, dándotelo todo y no recibiendo nada a cambio. Creo que en esta relación he sido yo el que se ha dejado la piel luchando por lo que sería un ‘nosotros’. Interrumpir mi boda con mi futura esposa no ha sido la mejor opción para explicarme todo esto.
- No puedo darle el amor de mi vida a otra persona. ¡Me niego! – Le miré con cara de asombro ante aquella respuesta tan egoísta. Sonreí levemente.
- Solo fue necesario un día para robarme el corazón. – dije antes de cogerle por la cintura y empezar a besarle con suavidad y delicadeza. Como la primera vez, pensé. Él me agarraba por detrás de la chaqueta y poco a poco subía las manos hacia arriba, acariciando mi espalda. No quería dejar sus labios, ¿qué iba a ser de mí si me separaba de ellos? Fui tomando confianza e hice del beso, una unión entre nuestras almas.
- ¿¡Q-Qué es esto!? – tartamudeó con un hilo de voz, la que parecía ser Roxy. Me giré y afirmé que era ella, también estaba llorando. Lyoner me agarró la mano, nervioso. - ¿P-Por qué, Yuuto? Pensé que me querías...
- Roxy, sabes que lo nuestro era un matrimonio forzado. Una persona no puede ser obligada a amar a alguien por la cual no siente ningún tipo de amor. Esto fue un error desde el principio, – expliqué acercándome a ella y dejando a Lyoner atrás – debí haber huido, pero aun así, me quedé. Lo siento mucho, no merezco esta alianza. – Antes de que me quitara el anillo, Roxy me dio un guantazo y me lanzó el suyo a la cara. El anillo corría por el suelo como si de una pelota se tratase. Después, Roxy huyó corriendo, con la cola del vestido en sus manos. – Parece que con esto termina todo...
- ¡Yuuto! – gritó alguien desde el fondo. Mi padre.
- Quizá hablé demasiado pronto... – murmuré. – Papá...
- ¿Qué significa esto? ¿Quién es él? ¿Dónde está Roxy?
- Se ha ido – respondí fríamente.
- ¿¡Cómo que se ha ido!? ¿Por qué no has ido por ella?
- Papá, ¡no me gusta Roxy! ¿No lo entiendes? ¡No puedes obligarme a estar con una mujer a la que no amo!
- ¡Yuuto, esto no tiene nada que ver con que tú quieras o no! Lo decidimos así y así será. – exclamó mi padre. – Es lo mejor para la familia.
- ¿Familia? ¡Al cuerno la familia! Desde este momento dejo de ser miembro de la familia Takashi, puedes quedarte tu estúpida herencia, tu apellido y todo lo que tenga que ver con vosotros. Estoy harto. Yo decido como administrar mi amor, viviré sin saber que soy uno de tu familia. Ah, y ya estoy enamorado, y no precisamente de una mujer. Adiós, papá.
- ¿Cómo que estás enamorado? ¡Yuuto, mírame cuando te estoy hablando! Eres una deshonra para la familia. – Al pronunciar aquellas palabras, me giré a los segundos.
- Tú has deshonrado mi apellido. – corregí. Hasta el momento Lyoner había estado mirando y escuchando sin decir nada, aunque a veces quisiera intervenir.
Íbamos caminando por la calle, quería coger a Lyoner de la mano, pero los paparazzi estaban al acecho. Lo único que se me ocurrió fue entrar de nuevo a la iglesia, allí ya no había nadie después de la intromisión de Lyoner a mitad de la ceremonia. Lo único que había era silencio, un silencio que parecía que se podía tocar. Cerré la puerta, miré hacia los dos lados, no había nadie, cogí a Lyoner de la barbilla y lo besé apasionadamente.
- Y-Yuuto... E-Estamos es una iglesia... – decía mientras mi boca se paseaba por su nuca.