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Idol. por KeikoHikari

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Notas del capitulo:

Vale, leer esto, es importante. 

Antes de publicar este capítulo revisé el anterior (Capítulo 7, segunda parte) y me di cuenta de que me quedé corta, así que seguí escibiendo, LEERLOS, POR FAVOR, es muy importante para la continuación de este capítulo, es decir para que lo entendáis, gracias por la espera.

Como me comprometí con Nekamii, Jajajajaj, Aquí está el ansioso capítulo 8.

(Es más corto, lo siento) -.-'

Una noche, después de estar tanto tiempo sumido en un sueño que protagonizaba Lyoner, sentí agua, soñaba que llovía, pero cuando esas gotas llegaban a mi boca estaban saladas, no era agua de lluvia, ni tampoco era como el agua salada del mar, era distinta. Mi pelo se movía, o alguien lo hacía moverse, pensé en el viento, pero no era él. Y de repente todo paró y se concentró algo cálido en mi frente y después pasó ami boca. Las gotas que caían en mi rostro iban desapareciendo, en aquel sueño, alguien me cogía de la mano, pero era una sombra negra, no parecía nadie, pensé que esa sombra también sería el causante de esas gotas en mi rostro, de ese viento inexistente.

Me sorprendí cuando me di cuenta de que podía sentir, en mi sueño también hablaba, podía articular palabras, podía moverme y correr cuando esa sombra se alejaba de mí.

Así que soñé que dormía y despertaba, y para mi asombro, en lo que parecía ser mi sueño, despertaba tumbado en la camilla del hospital, y cuando abría los ojos me topé con el rostro de Lyoner, aquello cálido que se posaba en mis labios era la boca de Lyoner, sí, me estaba besando, me agarraba con fuerza una mano, y las gotas de agua en mi rostro, no eran ni nada más ni nada menos, las lágrimas de Lyo, al estar inclinado sobre mí, caían en mi cara. Yo hice un esfuerzo por apretar mi mano, que supiera que estaba despierto. Dejó de besarme cuando vio que le estaba apretando la mano, acto seguido miró su mano, estábamos agarrados de la mano, como las típicas parejas que pasean a orillas del mar. Y al instante me miró a mí, tenía los ojos abiertos de par en par, Lyoner, se quedó mirándome perplejo, al ver que podía pestañear después de todo el tiempo que pasé dormido. Por ese momento sus lágrimas se estancaron, no se podía creer que había despertado, allí con él, de la manera más romántica posible.

Se quedó mirándome un rato, yo le sonreí, y él de nuevo siguió llorando, y me abrazó. Intenté hablar y pude soltar alguna que otra palabra.

-         Todo es culpa mía, estás así por mi culpa, yo no sé como hacer las cosas bien, ¡quiero que me perdones! – susurró sollozando. Yo le di un pellizco en el brazo.

-         N-No digas eso estúpido. Tendría que habértelo dicho antes, es mi culpa – dije forzando la voz.

-         No hables, tan solo escúchame, quiero que escuches todo lo que ha pasado y que lo entiendas – rogó nervioso.

-         No, escúchame tú. No es tu culpa mi estado físico, es mía, yo tuve la culpa de que lloraras en el escenario, yo tuve la culpa de tu depresión, quiero explicarte lo que pasó el día de tu concierto – y justo cuando me fui a explicar me rugió el estómago, que hambre tenía. Y Lyo sin decir ni madia se fue, dejándome allí; no tardó en volver con algo de comida que, según él, había cogido de la cocina que había cerca de la habitación. Después de comerme el pequeño bocadillo que me trajo pudimos hablar. – Lyo, he de decirte que estabas muy sexy el día del concierto, me pusiste – dije burlonamente.

-         ¡Q-Qué estás diciendo! – exclamó más rojo que el tomate que había en el bocadillo.

-         Es broma, es broma – rectifiqué riéndome. – Este renacer ha sido espléndido, que por cierto..., eso del beso..., ¿a qué se debe?

-         E-Eso..., nada, nada, no le des importancia. Ha sido un desliz, se me fue la cabeza, es que verte así, me dio mucha pena, y tal...

-         Que mal mientes. Estabas muy tierno cuando lloraste, me dieron ganas de abrazarte y todo, que esto es nuevo para mi... – expliqué. Él no dijo nada, estaba completamente en blanco así que continué yo. Le expliqué lo de mi novela, al principio se lo tomó muy mal, y parecía que iba a llorar otra vez, y yo no quería eso. – He de decirte, que el encargo ya da igual, si no tiene tu aprobación, no lo publicaré, ni lo daré a conocer...

-         Yo..., no sé, es tu trabajo...

-         Es nuestra historia, contada por dos personajes como nosotros, pero el final es trágico y el nuestro parece sacado de un cuento. Está escrito tal y como pasaban los hechos en la realidad, a lo mejor he modelado alguna frase y tal, pero por lo general sigue bien. Por ejemplo, si tú me besas, yo lo escribo tal cual, pero claro..., eso no va a pasar porque, aquí el señorito Lyo, es un niño, y los besos de película son de mayores...

-         ¿Ya empezamos? ¿A que me voy y te dejo aquí sin hacer nada? No es propio de mí, pero como me tientes, te vas a enterar, sabelotodo.

-         Es broma, no te enfades... – dije riéndome, levanté el brazo derecho poco a poco, y justo cuando pude cogerle de la camisa, lo acerqué hacia mí con un movimiento tan rápido que no pudo apartarse, eso sí, me costó mucho realizar el gesto, pero el beso que le dí, no fue normal, no eran los típicos besitos de las películas cursis y cutres, aquel fue uno de los de mi cosecha, de los míos, de mis libros. Mi lengua recorrió toda la boca de Lyo y viceversa, aquel fue el mejor beso que podría haber dado en mi vida, lo único que tenía que decirle era: Te quiero, mi pequeño ídolo, pero eso ya sería más tarde.

Notas finales:

(Gracias a mis comentaristas diarios) Jajajaja 

¿Os ha gustado, o qué?

Continuará, aún no ha terminado, eh ;)


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