- Eso es, ¡yo puedo! ¡Bien, acepta ese encargo! Voy a hacerlo, y voy a empezar ahora mismo – dije poniéndome en pie y dirigiéndome hacia al sofá donde estaba el portátil.
- Oye Yuuto, he pensado que... ¡¿Qué crees que estás haciendo?! – preguntó alertado cuando me vio echarme nata por todo el cuerpo. - ¡Vas a poner el suelo perdido! ¡Estate quieto!
- ¿Te parezco dulce? – expresé con una voz sexy.
- Me pareces un idiota que se le ha ido la cabeza. ¿Me puedes explicar lo de la nata? Porque no lo entiendo...
- He visto un anuncio en la tele, dice que así llamamos más la atención, y que puedo encontrar pareja - justifiqué.
- ¡Sabelotodo, tengo algo muy importante que decirte, así que voy a entrar! – dijo abriendo la puerta con la llave que aún tenía él.
- ¿Y ahora que hago con la nata? ¡Toma, cógelo! – susurré dándole el bote de nata a Allen. Cuando entró Lyo se quedó mirándome muy sonrojado.
- ¿P-Por qué llevas nata por el pecho y el estómago? – preguntó riéndose.
- Esto... Bueno... Ya sabes... Es que, ¡se ha explotado el bote de la nata!, y claro pues se me a pegado al cuerpo. Iba a ducharme pero has llegado en el momento clave, así que después entraré a la ducha. – Cogí un paño mojado para quitarme la nata del cuerpo.
- Te has olvidado de un poquito aquí detrás en la nuca, espera yo te lo quito – advirtió Lyo, me cogió de los hombros, se puso de puntillas, y lamió la nata que llevaba en la nuca. Un escalofrío recorrió mi espalda, el tacto húmedo de la lengua me hizo sofocarme tanto que no sabía que decir. – Me encanta la nata, es una de mis locuras...
- Yo os dejo solos – dijo Allen alejándose. Se acercó a mi oído y me susurró que ya sabía de quién podría sacar ideas para mi Boy’s Love y así se fue.
- Tengo una idea, ¿Qué te parece si te llevo al mejor restaurante de por aquí? Así en plan cita.
- Ni en broma, yo no soy homosexual, yo soy un hombre, a mi me gustan las mujeres, olvídate de mi – se negó, pero al principio parecía que le había gustado la idea.
- Vamos, no seas así, invito yo. Y he dicho en plan cita por decir algo, pero está claro que a los dos nos gustan las chicas. ¿Qué me dices en plan amigos? – intenté convencerlo. – Piénsalo, un restaurante de lujo, y no tienes que pagar nada, venga no te niegues.
- Está bien, acepto la invitación. Pero que conste que lo hago por no dejarte mal.
- Te recojo mañana a las 9, no te retrases e intenta ponerte un traje bien bonito, no vamos a un restaurante vulgar – sugerí mirando la ropa que llevaba.
- P-Pues claro, por quién me tomas... ¡Ah! Tengo una buena noticia para ti, ¿quieres saber cuál es?
- Creo que no quiero saber lo que es... Dan miedo tus ideas...
- Idiota, me da igual que no lo quieras saber si te la voy a decir igual – rió. – Bien pues la noticia es... ¡Ya puedes escribir letras para nuestras canciones! Yo te autorizo - le corté.
- ¿Eh? – reí como un loco. – Pero, ¿quién te has pensado que soy? No me hagas reír enano. Además tengo trabajo... – justifiqué.- Estúpido boy’s love – susurré cogiendo una revista de la mesa y tumbándome en el sofá para leerla.
- Pues tú te lo pierdes...
- ¿Y que se supone que pierdo según tú? Porque a mi me parece que sigo con las mismas o incluso quedaría en peor lugar. Sois unos niños...
- ¿Unos niños? ¡Ya te dije que tengo 21 años! Soy el más pequeño del grupo, Hiro y Suichi son más mayores que yo...
- ¿21 años? Pensaba que tenías dieciocho... En fin, sigues siendo un niño para mí... – añadí.
- ¿Cuántos años tienes tú? – preguntó curioso.
- Tengo 28 años de pura belleza y sensualidad. ¿No ves mi figura, mi mirada fulminante, mi cuerpo seductor y mis abdominales llamativos?
- ¿A eso llamas abdominales? – dijo quitándose la camiseta. - ¡Estos son abdominales! – exclamó mirándome con una risa pícara en su cara.
- ¡Já! No me hagas reír... Tan solo eres un débil, que a penas se nota esa pequeña tableta que tienes ahí – expresé pinchando con el dedo su estómago. Para mi sorpresa noté que su abdomen estaba tan duro como las piedras, se notaba que había hecho ejercicio mas no quise decir nada al respecto. - ¿Quieres comprobarlo? Lo chicos débiles tienen cosquillas, se sonrojan con facilidad y se hacen los fuertes.
- Yo no tengo cosquillas, y no me hago el fuerte, lo soy, y si parece que me sonrojo es porque estoy un poco resfriado – argumentó.
- ¿Resfriado en pleno mes de mayo? Bien, ya me has cansado – advertí. Lo cogí de la muñeca y lo lancé contra el sofá, él cayó tumbado boca arriba, seguidamente, me puse encima, sin llegar a acostarme sobre él, se puso muy nervioso.
- ¡¿Qué estás haciendo?! ¡Suéltame! – gritó ruborizado.
- Vamos relájate, no te voy a hacer daño... Vaya... Esta cicatriz que tienes aquí, en el oblicuo izquierdo, ¿cómo te la has hecho? – curioseé acariciándola.
- E-Eso fue de pequeño... Estaba intentando cortar la etiqueta del pantalón cuando se me resbaló el dedo, y las tijeras se me clavaron y bueno, me dieron cuatro puntos. – tartamudeó mirando hacia el sofá contrario que estaba en frente de la mesa.
- V-Vaya... No sé que decir...
- No digas nada, no quiero hablar de eso... – susurró.
- Si fueras una chica, te habría besado, porque me estás provocando. Y hay una gran posibilidad de que acabara desnudándote... – dije acariciándole el abdomen.
- Yo no soy una chica, jamás dejaré que me desnudes y mucho menos que me beses. Solo doy besos a las chicas. No me gustan los chicos, no sé cuantas veces te lo he dicho – susurró.
- ¿Y si te lo robo? Soy experto en eso. – advertí acercándome poco a poco a su boca. Y justo cuando parecía que iba a besarle, paré. – Parece que mis cosquillas te gustan, en ningún momento me has dicho que pare. Bien pues ya te he demostrado que eres un débil... Te has sonrojado, te gustan mis cosquillas y te haces el fuerte... Ya estoy contento – justifiqué quitándome de encima y sentándome en el otro sofá.
- Ryu, me tengo que ir ha habido un... P-Pero, ¿qué hacéis sin camiseta? ¿Te has duchado? ¿A qué estás esperando? – expresó Allen.
- Allen, ¿por qué apareces en los momentos clave? – pregunté levantándome del sofá. – Y no me llames Ryu. Además estoy ocupado, tengo que hacer algo esta tarde – justifiqué abrazando a Lyoner por detrás.
- Está bien, como decía ha habido un problema con unos papeles, así que me voy, prepárate la comida porque no estaré aquí, lo siento, ya nos veremos. – Y cerró la puerta, se montó en el coche y se fue.
. V-Vale... Qué hombre este... Bueno, voy a ducharme por segunda vez ahora vengo, puedes quedarte no hace falta que te vayas, no suelo tardar, espérame... – dije subiendo las escaleras.