Lo miro ahí parado con una sonrisa, lo estaba esperando, también sonrío.

— ¿Sabes que esto está mal cierto? —le dijo mientras se sentaba en su regazo, y recibía esas grandes manos tan varoniles en su cintura, que le quitaban la respiración.

—Lo sé, pero…—le mordió la oreja provocando un gemido en el menor. —Me encanta

— ¿Y qué tal si nos divertimos? —desabrochaba su camisa, dejando al aire ese increíble pectoral

— ¿Aquí en mi cama?

— ¿Tu qué crees? —río a lo bajo

—Me encantaría—lo beso, con deseo, con pasión y desesperación, sus ropas iban desapareciendo, los sonidos de los besos eran eco en la habitación.

Eso estaba mal, era prohibido, pero ellos amaban lo prohibido, todo había comenzado hace unos cuantos meses ¿Qué pasaría cuando los descubran?

Porque solo era una simple atracción ¿cierto?...