Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sunion Break por Agus y Moony

[Reviews - 114]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola!! ¡Tanto tiempo sin actualizar! Por fin las vacaciones (anticipadas por la gripe!) nos dieron el tiempa para poder dedicarnos a escribir.

Ya teniamos bastante hecho esta capitulo pero faltaban algunas correcciones y terminarlo.

Prometemos subir uno nuevo en poco tiempo.

Muchisimas gracias a todos los que lo leyeron, el capitulo pasado tuvimos record de reviews y nos hizo muy felices!!

Espero que todavia les resulte interesante esta historia.

Garan golpeó la puerta con fuerza esa mañana. Me sorprendí, nunca era brusco en sus movimientos, quizás era algo importante.
Me desperecé como pude, chocando la mano izquierda contra la pared a la cual estaba pegada la pequeña cama, me revolví un poco los rulos, sacándomelos de la cara y me acerqué a la ventanuca por la que me pasaban la comida.
Grande fue mi impresión cuando sentí la llave la puerta.

-Alejate Aioros, voy a entrar. –me dijo con voz calmada.

Me volví a la cama, y me senté, esperando. ¿Qué habría pasado para tanta formalidad? ¿Tendría que ver con Aioria? Rogué para mis adentros que no fuera así. No pensé en Seiya, imaginándome que si le hubiera pasado algo grave hubiera venido Shion en persona a decírmelo.

-Tu abogado te manda esto. –Me entregó un gran sobre papel madera. Tenés que firmar que lo revisé solo para constatar que no tuviera ningún arma ni nada que…-y seguía dándome una charla de legalidad, pero desde que había escuchado la palabra abogado había quedado en una especie de trance al pensar lo que Saga querría comunicarme.
Firmé rápidamente el papel que me ofrecía y cuando se fue me acomodé para abrir el sobre.
Eran un montón de hojas impresas con información del juicio que ya habíamos recontra hablado y habíamos decidido pasar por alto. ¿Por qué Saga me enviaba esto?
No me dí por vencido sabiendo que habría algo oculto, así que pasé hoja por hoja.
Como en la número 25 estaba pegado un papel amarillo de esos pequeños para escribir notas que decía Excalibur.
Sonreí. Esa palabra había desencadenado una discusión que habíamos tenido sobre mitología inglesa en la que prácticamente habíamos terminado a los golpes y después, para reconciliarnos habíamos hecho el amor por primera vez.
Qué lindos recuerdos. ¿Pero que tendría que ver ahora y porqué estaba dentro de un montón de hojas? ¿Por qué justo en esa?
De un vistazo reconocí el nombre de Saga al final de una oración, y leí el párrafo entero para ver de que se trataba.
Pero no tenía ningún sentido, era como si lo hubieran escrito al final de la frase apropósito. Como también parecía que habían escrito Sei Ya unos renglones más arriba igualmente junto al márgen. Con que era eso. Emocionado por haber descubierto la pista leí:
Soy
Sei
Ya,
estoy
con
Saga.
Estoy
bien.
Te
amo.

* * *

Tenía que hacer algo con Afrodita. Tenía que hacer algo y lo iba a hacer ahora mismo. No podía seguir soportando la idea de que el pobre chico se hubiera ahorcado por que no lo había querido ayudar, prácticamente no había podido dormir de la culpa. Y ahora iba a por el nuevo. No lo iba a dejar.
Cuando entró al almacén, no lo dudé y agarrando un caño que había tirado en el piso, le dí un fuerte golpe en la pierna. No gritó, ni siquiera parpadeó, pero supe que le dolió por la mirada de odio que me dirigió.

-No vas a tocar a Cisne, ¿escuchaste?

-¿Al Pato? –preguntó haciéndose el tonto. Lo sostuve para que no cayera.

-Exactamente. No lo vas a molestar ni vas a hacer nada con él.

Milo me miraba en silencio desde la pared pero en sus facciones se veía una especie de orgullo y admiración.
Afrodita se había soltado de mi agarre y ahora me tomaba del brazo con fuerza.

-Me parece que no te acordás de todas las veces que tuvimos esta conversación. Si te metes en mis cosas, voy a contarle todo a tu amiguito Radamanthys.

Pero esta vez no me iba a correr con la parada. Mi mamá no había criado a un egoísta del que no le importaba nadie mas que si mismo, ni mi hermano había criado a un cobarde.

-Te estás equivocando, pecesito. –le susurré. –Me amenazas con eso, pero me parece que tenés tantas ganas de irte como nosotros, y no vas a decirle nada a nadie…

Me soltó, enojándose. Me miró aún con más odio pero no dijo nada. Y supe que había ganado. No sonreí, todavía no.

-Aunque estemos en el mismo equipo, yo sigo siendo el rey. –le dije un poco mas alto esta vez.

-El rey de la selva. –acotó Milo.

Piscis finalmente se paró y cojeando se fue por la puerta-para ponerse en el papel de campana-sin decir nada. Mi amigo me miró con una sonrisa, y yo se la devolví. Bien, un problema menos.

* * *

El rubio insoportable salía del almacén así que era el momento oportuno para que yo entrara. Estaba completamente hastiado de él y de sus miradas alevosas. ¿Quién se creía que era? O peor, ¿quién se creía que era yo para que pudiera desearme con su insignificante persona? Moví la cabeza de lado a lado, entrando al lugar.
El gato y el otro rubio no habían siquiera empezado, a ese ritmo no íbamos a terminar nunca. Al parecer el hermano mayor todavía no había podido salir de su celda especial. Sonreí, como había dicho, el momento oportuno para que yo entrara. Iba a hacer un comentario acerca de lo haraganes que se habían vuelto, pero no tuve tiempo ni de abrir la boca, puesto que Radamanthys entró como alma que lleva el diablo y los tres nos quedamos helados, deshice mentalmente mis replicas por la tardanza. ¿Qué se supone que hacía ese tonto pez en la puerta?
El oficial pasó delante de nuestros ojos y camino raudo hacia el centro del pequeño cuarto, justo donde estaba nuestro hoyo.
Dejé de respirar para esperar el golpe. Mi mente recorrió el lugar pensando en las posibles armas para silenciar al policía. No iba a servir de mucho, ya que notarían su ausencia inmediatamente y—

-¡Pero que lento van!-

La voz gruesa de Radamanthys y su comentario despectivo me sacó de mis pensamientos asesinos. ¿Qué demonios? ¡El inglés estaba parado tranquilamente donde centímetros mas abajo estaba el agujero!
Miré al Gato y lo noté tan asombrado como yo.

-Si viene cada dos segundos a decirnos eso nunca vamos a poder avanzar, señor- replicó
Milo con un falso respeto.

El policía hizo una mueca.

-No se haga el vivo Escorpio, puedo venir a vigilarlos tantas veces como quiera-

-Entonces no espere que hagamos grandes logros en tan poco tiempo- comenté haciéndole la segunda al rubio.

Miré fijamente los ojos dorados del inglés que apartó rápidamente la vista.

-¡Pónganse a trabajar!-ladró antes de salir caminando.

-¿Cómo es posible que no se cayera? Pregunté una vez que sus pasos se alejaron.

Aioria negó con la cabeza, desorientado. Ambos miramos a Milo, que sonreía pícaramente.
Corrió la alfombra dejando al descubierto el famoso hoyo, casi oculto por el cuadro donde estaban las fotos de los oficiales y sus diferentes jerarquías, en la cual Radamanthys se destacaba.
El gato sonrió de una manera que nunca le había visto. Con verdadera alegría.

* * *

Hypnos hablaba con Athena a la vez que se iba poniendo mas y mas palido. No entendia que pasaba, para ella todo estaba bien, los abogados y el niño estaban muertos y no había señales de que nos fueran a descubrir. Con suerte los gemelos se quedarían donde estaban y no volveríamos a tener problemas. Error.
Cuando mi hermano cortó la comunicación en su cara se leía la frustación y el enojo. ¿Qué lo podría haber puesto así?

-Metió a alguien. –informó sin mas explicaciones, miándome con su cara fastidiada.

No podía creerlo. ¿Acaso no confiaba en nosotros? ¿Acaso necesitaba que alguien hiciera el trabajo por mi? Me sentí tan rebajado que tuve la necesidad de inhalar aire profundamente para no echarme a llorar.

-No debimos mentirle. –continuó mi hermano, en lo suyo.

Me enojé. ¿Otra vez con el miedo, con la culpa? ¿Qué le pasaba a este?

-Esto se está volviendo más y más complicado. –siguió en un murmullo. –Si hubiera sabido me habría quedado detrás de un escritorio, haciendo papeles.

Eso me sacó de quicio. Le agarré el borde del tapado con rabia y lo empujé contra la pared fría. No se inmutó. Se me quedó mirando con los mismos ojos contrariados.
Volví a respirar hondo, no quería pelearme con él, no realmente. Me calmé, aún sosteniendolo contra la pared. Lo miré fijamente.

-Escucha, vamos tratar bien al nuevo, y vamos a ocuparnos de todo. Todo va a salir bien.

* * *

Ahí estaba otra vez. Ahí estaba haciendo algo totalmente común y corriente como era sacar y poner una venda pero me parecía que me estuvieran haciendo masajes con aceite sobre la espalda. Era una sensación tan placentera. Le terminé de curar los dedos de los pies, le alcancé la media y lo miré a los ojos.
Como siempre parecía que estaba pensando en otra cosa. O que me estaba evitando.
Su mirada se desviaba hacia la flor de Lotto que descansaba en la mesada junto a la canilla. Aún envuelta en papel celofán.
Con entusiasmo noté que sus ojos se achinaban un poco al verla, quizás con celos.
En efecto:

-¿Un admirador? –preguntó, moviendo la cabeza para señalarme la flor.

-Me las regaló mi padre. –le contesté con sinceridad. –por mi cumpleaños. –dije en un susurro.

Abrió sus grandes ojos verdes y parpadeó, confundido. Se veía adorable, o sería que yo estaba mas susceptible que lo usual.

-Los cumpleaños generalmente no traen tristeza a la gente. –comentó, sin felicitarme. –A menos que estes preocupado por la edad. –Sonrió, intentando hacer un chiste.

-De todos mis cumpleaños, mi padre solo pudo estar en cuatro. –le contesté, sin creerme lo sincero que estaba siendo.

No dijo nada, frunció los labios comprendiendo la situación.

-Así que envía flores para parecer que está cerca. Flores que terminan en el tacho de basura –sentí que algo me había estado atenazando el cuerpo durante todo el día hasta que había pronunciado esa frase. Aioria siguió callado, como siempre.

Después del arrebato de desahogo que había tenido yo tambien me callé. Le dí la mano para que se bajara de la camilla y con un gesto de la cabeza le indiqué que habiamos terminado.

-Te veo mañana. –agregué para no ser tan descortés.

-Lamento que te sientas así. –dijo con la honestidad grabada en sus facciones.

Me dio ternura, pero no alcanzó para que me sintiera mejor. Lo que había sentido al tocar su piel se había desvanecido en el mismo instante en que me había separado y otra vez volvía a la angustia de mi consultorio y de las flores de Lotto.

* * *

Aioros Sagitario no era un condenado a muerte más. Lo cierto es que nunca había sido así. Desde el primer momento que el jefe me había ordenado encargarme de él, todos los días descubría algo nuevo y confirmaba mi teoría.
Era educado, era amable, era solidario, incluso algunas veces reía. Hacía todo lo que le ordenaba y nunca discutía ni se revelaba a sus órdenes. Me hacía sentir importante.
Siempre escuchaba mis historias con tranquilidad y una expresión de verdadero interés.
Y además, era una de las personas más lindas que conocía, ¿para que mentirse?
Tenía que llevarle una nota relacionada a su último día de vida, y la verdad no me hacía ninguna gracia. Ojalá hubiera podido ayudarlo de alguna manera. Pero era imposible. Suspiré y le toqué la puerta por segunda vez en el día.

-¿Qué pasa, Garan? –preguntó con voz ronca. Posiblemente estaba dormido y lo había despertado.

-Ehm…acá el Director te envía una planilla para que completes. –dije de un tirón, intentando sonar neutral.

-¿Otra más? –dijo con la voz impregnada de hastío.

-Esta es una sobre la comida…la que vayas a querer antes de— no pude seguir, me sentí lleno de angustia.

-Quiero el menú que haya en el día. –contestó con desgano, ignorándome.

-Es tu última comida, -insistí. –no vas a querer comer lo que se haga acá.

Le tiré el formulario a través de la puerta. Pero no había terminado de darme vuelta cuando me lo arrojó nuevamente. Cerré los ojos, con lástima e impotencia.

* * *

Algo estaba haciendo el gato. Algo que yo sabía, algo que tenía que ver con el cemento, que tenía que ver seguramente con un escape, y que se estaba cocinando –obviamente- en el almacén de los polis. Ese que supuestamente se había incendiado y que, oportunamente, la IP tenía que arreglar sin vigilancia de los guardias.
Tenía que encontrar la forma de de apretar al Gato y entrar en el plan. No me agradaba nada la idea de meterme en ese nido de víboras europeas, como Piscis y Death Mask, pero estaba dispuesto a hacer el sacrificio.
Busqué con la mirada a Aioria y no pude encontrarlo, eso quería decir que estaban allí, abriendo una ruta hacia la libertad.

-¡Hey Mu!-escuche que alguien me llamaba. Me metí apresuradamente las pequeñas piedritas que había levantado del suelo en el bolsillo.

No tenía problemas con los gemelos, pero si tenía alguna posibilidad de entrar en el grupo, era solo. Les sonreí y me acerqué hacia ellos. ‘Lo siento chicos’ dije mentalmente al llegar a su lado.

* * *

Era un día esplendido, y ese lugar era paradisiaco. O lo hubiera sido si no nos estuvieran buscando para asesinarnos. Miré a Saga que estaba mirando hacia fuera por la ventana que daba al mar. Me acerqué hasta el y miré también.
Seiya se encontraba a unos metros de la cabaña sentado en la arena mirando al mar perdidamente.

-¿Crees que está bien?-le pregunté a mi hermano que dió un respingo, al parecer no se había percatado de mi presencia.

-Acaba de perder a su madre y en diez días perderá a su padre.-me respondió con voz lúgubre.

-Hablá con el- dije como toda solución.

-No puedo Kanon, porque no se que decirle, porque no puedo hablarle de Aioros sin ponerme a llorar de la angustia que tengo, y no creo sea lo que él necesite.

Puse mi mano sobre el hombro de Saga en un gesto de cariño. A veces olvidaba lo que él se estaba jugando. Pensé en Sorrento y un escalofrío me recorrió la espalda.

-Voy a hablar yo entonces- dije decidido a hacer algo para ayudar. Mi hermano me miró con agradecimiento.

Seiya no se dió cuenta que estaba junto a él hasta que me dejé caer, al parecer me estaba volviendo muy sigiloso.

-Hola-lo saludé.

El chico me hizo un gesto con la cabeza. No apartó la vista del mar.

-Sé como es sentirse solo, cuando tenía tu edad no tenía a nadie con quien contar, no sé si era cierto, pero creía que mis padres preferían a mi hermano, y yo no les importaba. Sé que no es lo mismo que te está pasando ahora, sé que lo tuyo es mil veces peor, pero aun así te entiendo.

Ahora si me miró, tenía lágrimas en sus grandes ojos marrones.

-Estamos cerca Seiya, vamos a ayudar a tu padre. Estamos luchando, vamos a ganar.

-¿En serio?-preguntó inocentemente. Me recordó a Aioros en su juventud.

-En serio, Saga y yo estamos descubriendo muchas cosas y las posibilidades son muy altas.

El chico esbozo una sonrisa de esperanza mientras más lágrimas caían por sus mejillas.

-Tranquilo chiquito, no estás solo- le susurré mientras lo abrazaba.

Se acurrucó mansamente y no se soltó el agarre como yo pensé que haría.

-No estas solo- repetí.
Notas finales:

Ains, que bueno es Kanon, jaja.

En el capi que viene los gemelitos buenos (y los malos tambien) tienen mucho protagonismo

¿Logrará Mu lo que se propone? Tambien en el proximo cap.

Gracias por leer. Besotes.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).