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BAJO LA PIEL por Lady_Calabria

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Notas del capitulo:


Capítulo TODOS.

Alex abrió la puerta de su casa. Se giró hacia ellos y les hizo un gesto para que guardasen silencio.

—¿Esperad aquí vale? —susurró— Voy a deshacerme de Tom.

Entró en la casa y todos se asomaron para ver qué hacía.

El chico iba agarrándose a las paredes para no caerse. Un hombre alto y joven se acercó bajando la escalera.

Alex llevaba desde que se había ido su madre evitándole, solo yendo a dormir y a comer.

Había tenido algunos momentos en que había sentido miedo de su cercanía, pero sabía que ese hombre no le haría nada sin su consentimiento porque si se lo decía a Amy ella le dejaría, y si le dejaba se llevaba su dinero.

—¡HOLA! —saludó Alex con alegría.

—Alex —susurró él. Nick notó la mirada llena de lujuria de aquel hombre y no le gustó nada de nada.
Sin embargo, Alex le sonrió con picardía.
El moreno alzó una ceja. 
Nunca había visto así a Alex, tan provocador.

—Tom, tú sabes que a mí no me interesaba el sexo —le dijo despojándose de su camiseta negra lentamente—. Pero desde que estas aquí pienso en esas cosas.

Tom frunció el ceño, sorprendido y receloso. Alex se la quitó completamente y la dejó caer al suelo.

Nick tragó saliva. El cuerpo del rubio era delgado pero fibroso, no era el completo saco de huesos que parecía debajo de toda esa ropa ancha.

La verdad es que Alex estaba bueno.

Y para los asombrados ojos de Nick, muy pero que muy bueno, eso y su aspecto angelical lo hacía irresistible.

Tom debía coincidir con él porque se acercó al chico impulsivamente.
Alex suspiró de manera que incitaba al pecado cuando el mayor le empujó contra una pared.

—Oh, Tom —le susurró acercándose rodeando su cintura con una pierna.

—Me estoy poniendo cachondo —susurró Max, que también alucinaba. Le hicieron "Shhhh" para que se callase.

El hombre tomó un mechón de su cabello rubio entre sus dedos y Alex sonrió y le empujó suavemente hasta la escalera.
Tiró de su camisa hasta obligarle a subir sin girarse hacia la puerta para que no viese al resto de muchachos.

—Tom —le dijo cerca de su oído, pero igualmente Nick pudo oírlo— Sé que te mueres por follarme...

Nick estaba alucinando por lo que acababa de ver y escuchar...Pero mucho más por lo que habían sentido al oír a Alex pronunciar así esas palabras, de verle sonreír de esa manera y de ver su maldito cuerpo.

Miró de reojo a los demás. Max estaba como con la boca abierta. Sin duda estaba tan sorprendido como él.

Antes de desaparecer escalera arriba, Alex les hizo una seña con la mano para que entrasen rápido.

*********************************************************************

—Pues parece que no es un angelito —opinó Dante. Max rio. En cambio Nick parecía preocupado.

—¿Qué estarán haciendo? —preguntó el moreno.

—¿Quieres que te lo explique? —le dijo Max con algo de malicia— Se mete el...

—¡Cállate! —le cortó David. Miró alrededor, era la primera vez que estaba en aquella casa. Todo estaba tan ordenado que daba miedo. Era muy extraño.

Max curioseó por allí y por allá. No había mucho que curiosear, la verdad. El hogar del rubio tenía grandes zonas con pocos muebles. 
Quizá lo más extraño era la decoración minimalista que casi no contenía detalles. Era impersonal, como si fuese el escenario de una tienda de muebles.

Nadie pasaba mucho tiempo dentro de esa casa.

**********************************************************************

Alex le quitó la camisa a Tom y con cuidado de que no se diese cuenta le quitó el móvil. Le empujó y cerró la puerta rápidamente.

—¡Maldito niño! —gritó Tom aporreando la puerta. Alex rió sonoramente— ¡SABÍA QUE ERA UNA PUTA TRAMPA! ¡ÁBREME!¡TE MATARÉ!

—¡Te he dicho mil veces que no voy a acostarme contigo! —le dijo a través de la puerta. Cerró con llave.

Miró un mueble de roble que había en el pasillo.

—¡Nick! —gritó con todas sus fuerzas.

El moreno saltó y se dirigió hacia donde venía la voz. Se encontró con Alex en el pasillo, despeinado y todavía sin camiseta.

—¿Qué pasa?

—Ayúdame a mover esto —le dijo señalando con el dedo un mueble. Tom seguía aporreando la puerta, le oyó maldecir y amenazarle.

—¿Qué le has hecho? —le preguntó Nick entre asustado y sorprendido.

—Le he encerrado en mi habitación —le dijo él, el rubio se acercó a la puerta y con la mejilla pegada a la madera y le gritó al hombre que se tranquilizase porque le abriría por la mañana.

Intentó empujar el mueble. Nick se apresuró a ayudarle. Con la ayuda de Nick el mueble fue trasladado hasta la puerta con facilidad.

Alex le miró de arriba abajo.

—¡Vaya! Me parece que necesitáis ropa limpia.

Nick se sonrojó.

********************************************************************

—¡A mí me gusta más ese pantalón! —le dijo Dante a su hermano. Ryan le empujó para apartarlo, poniéndole la mano en la cara.

David miraba la escena mientras Max elegía otra ropa.

Alex les había traído ropa de Tom, la verdad es que excepto a Nick y tal vez Max, a todos les iba un poco grande.

David vio como Max se quitaba la camisa empapada allí mismo y se dio la vuelta para que no notase que se ponía nervioso.

Alex le sonrió con frialdad a David.

—Chiconuevo, Si te da vergüenza enseñarnos el culo, puedes subir a alguna habitación de arriba —le soltó sin mirarle y con algo de acritud.

David se tragó su mal genio y aceptó ese trato. No sabía qué tenía Alex contra él, pero fuese lo que fuese, de todas formas el chico le estaba dando un techo y ropa limpia.

Cuando subía por la escalera los gemelos casi se estaban peleando a puño limpio.

No sabía exactamente cual era la habitación de Alex y no le parecía bien ir abriendo todas las puertas. Así que entró en el baño que venía a ser igual para cambiarse de ropa.

Se quitó la camisa. Y justo cuando la dejaba caer al suelo la puerta se abrió. Era Max.

Se puso muy nervioso.

—Hay una cosa que se llama intimidad, no sé si la conoces —le espetó— Me estaba cambiando...

—¿Necesitas ayuda? —le dijo sonriéndole altanero.

—Creo que sabré hacerlo solo —repuso refunfuñando.

—Pues por mí puedes seguir —le dijo— yo solo vengo a mojar un trapo o algo así. Dante y Ryan se han peleado. Necesito algo para cortar la sangre.

—¿Ryan esta sangrando?

Max soltó una carcajada.

—¿Ryan? —dijo muy divertido mientras mojaba una toalla— Oh, no. Ese chaval es tímido y callado, pero pega unos derechazos de la hostia.

David alzó una ceja sorprendido. Le costaba imaginarse a Ryan pegando derechazos.

—¿En serio?— le preguntó para cerciorarse.

—Parecía un puto boxeador, te lo juro —le dijo Max riendo— ¡Bum! Y un puñetazo flipante. Ahora está disculpándose en portugués o algo así, no para de hablar y no entiendo una palabra. Lo bueno es que Dante no está enfadado. Está ahí abajo partiéndose de risa con la nariz soltándole sangre como un grifo.

—Son raros —dijo David suspirando, se acordó de Ryan retorciendo el papel con furia.

Max se acercó a él. Y se le olvidó lo que estaba pensando.
Su corazón actuó solo y se puso colorado. Intentó apartarse pero su cuerpo no se movió.

—Tú también das buenos golpes —le dijo Max. David se encogió de hombros, demasiado nervioso como para hablar.

Tragó saliva.

—¿Ah, sí? —le dijo dándose la vuelta para no mirarle a la cara.

Sintió a Max muy cerca tras él, demasiado como para no suspirar.

—Sí ¿Recuerdas la primera vez que te besé? —le preguntó acariciando con un dedo su hombro y dibujando circulitos en él.

¿Cómo iba a olvidar aquella noche?

—Antes de eso me diste un puñetazo que casi me partiste en dos mi jodida preciosa cara, hubiese sido una gran pérdida.

—Tú también me pegaste —le corrigió David divertido por las palabras narcisistas de Max. Max rio.

Le besó cerca de la oreja, lo que hizo que David sintiese unas extrañas cosquillas en la boca del estómago. Se puso tenso.

—No te entiendo, David. Antes me besaste —le susurró Max contra su piel— ¿Por qué ahora huyes de mí?

—No quiero hacer esto —le dijo David muy bajito. Sin mover un milímetro de su cuerpo. Sí quería, quería mucho.

Max frunció el ceño y se separó de él.

A Max le parecía increíble que alguien pudiese ser tan terco.

Lo peor de todo es que no entendía qué era lo que le pasaba a él mismo.

Antes solo quería acabar en la cama con el chico de ojos de miel, como un trofeo.
Pero desde hacía un tiempo realmente quería más, no le bastaba con eso y ni siquiera había llegado a pasar.

Max quería hacerle feliz, verle sonreír, incluso le gustaba pasar tiempo con él. 
Discutan, sí, claro que discutían porque ambos tenían un genio de mil demonios. Pero a pesar de eso, Max nunca había tenido una relación como la que tenía con su compañero.

—Creo que ya habíamos dejado claro que te gustan los tíos —le dijo con tono cansado. David se sonrojó.

—No es eso.

—¿No te gusto? —preguntó como si eso fuese imposible.

—Me gustas —le confesó el joven, algo molesto por su desmesurado ego— Pero no me gustaría acabar como a la gente a la que te tiras normalmente. Olvidados.

—¿Qué?

—Que no voy a dejar que...yo...yo no me voy a acostar contigo para que luego solo sea un compañero más al que te has tirado.

Max frunció el ceño. Así que eso era, el niño tenía miedo que solo lo quisiera para follar.

¿Es que no había prestado atención a nada?
¿Es que no se había fijado que le prestaba más cariño que a nadie? ¿Que le ayudaba y protegía?

Joder ¿Es que no se había fijado que para él no era como el resto? Max se giró un poco enfadado.

¿Es que no se daba cuanta que él no sabía de sentimientos, que le costaba expresarlos?

—Tú no eres un compañero más —le dijo muy bajito. David le miró sorprendido.

—¿Cómo? —preguntó dudando si había oído bien. Max le miró a los ojos.

—Puede que tú seas diferente

—¿En qué sentido?

—Joder —soltó Max desesperado, perdiendo la paciencia— ¿Tengo que hacerte un croquis? ¿Un puto dibujo? ¡Coño David! ¿Es que no ves que te quiero?

Justo después de esa frase ambos se quedaron parados y muy sorprendidos.
David por aquellas palabras.
Max por haberlas dicho.

David se acercó todavía atónito.

—¿Qué has dicho? —le dijo para obligarle a decírselo de nuevo.

Max apartó la mirada nervioso.

—Yo... yo no creo en el amor —le dijo rápidamente.

-Lo sé.

—Pero pienso que en el terreno emocional tú estarás es un nivel más alto de cariño...

—¿Y eso traducido significa? —le dijo con malicia, quería oirlo de nuevo.

—Que... que te...  —dijo como si le costase decir la frase— Que te quiero... un poquito.

David sonrió, el orgulloso y arrogante Max le estaba abriendo su corazón, y la verdad es que no podía pedir más.

Se acercó lentamente y juntó sus labios. Suavemente los rozó inocente. 
Max reaccionó casi al instante, adueñándose de su boca como si lo hubiese estado soñando.

Es que Max besaba demasiado bien. David sentía que era un novato en eso, que iba a hacer el ridículo. Pero el certero roce de su lengua no le dejaba pensar de más.

Max se separó de su boca para empujarle hasta un mueble pegado a la pared, los botes de crema se tambalearon peligrosamente.

—Te veo nervioso —le dijo Max. David sonrió.

—Estoy nervioso...

—Yo también ¿Te lo puedes creer?

—¿Tienes remedio para eso?

—Oh, sí —le dijo sonriendo con picardía.

David se estremeció al sentir las manos de Max acariciar su cuerpo. Lentamente, como explorando lo desconocido. Sintió su piel por su pecho y sus abdominales.

Y su cuerpo se calentó hasta límites insospechados bajo sus caricias. Se estaba endureciendo por momentos. Había soñado muchas veces aquel momento, de mil maneras diferentes, pero ninguna de aquella forma.

Max era tan suave... le tocaba como si fuese frágil cristal, y eso le gustó mucho. Porque no se habría imaginado nunca que el duro e insensible Max pudiese ser así de dulce. David sabía que esa máscara de frialdad y sarcasmo contra el mundo solo era un disfraz, pero le sorprendió saber que el Max tras esa fachada era tan tierno como un corderito. 

Esa mezcla de arrogancia y ternura era, tal vez, lo que más le gustaba de Max.

Y no le pareció tan mala idea acostarse con Max en aquel baño ajeno.
Ya ni siquiera recordaba donde estaban. 
Porque no podía pensar en nadie más, porque él era el único que podía llegar hasta el interior del chico de cabello negro.
Max se quitó la camisa rápidamente. Y volvieron a besarse con avidez.
Cada vez estaban más excitados.

David pasó las manos por su espalda fuerte. Oh, menudo cuerpo tenía Max.
Sintió los labios de Max en su cuello, haciendo que en su interior miles de sensaciones se despertasen.

—¿Y el trapo para Dante? —le preguntó el chico con voz entrecortada. Max sonrió.

—A la mierda con Dante —le dijo centrándose en su pecho. David se agarró con fuerza al mueble porque le temblaban un poco las rodillas al sentir la lengua del chico contra su piel.

—Ah —suspiró. Max sonrió.

—¿Sabes lo mejor? —dijo Max metiendo una mano bajo los pantalones del chico. David se sonrojó mucho y se estremeció con el contacto de su piel, se agarró con más fuerza al mueble— Que nunca han sabido complacerte como te mereces... porque nadie te ha hecho las cosas que yo voy a hacerte yo. Y vas a flipar.

Dicho eso se puso de rodillas bajándole los pantalones. Y David jadeó sintiendo su lengua.

**********************************************************************

Nick subió la escalera de mal humor, de seguro Max se había entretenido con cualquier tontería y se había olvidado de Dante y de su nariz ensangrentada.

Se dirigió al baño, y se sorprendió cuando escuchó esos sonidos que conocía muy bien. Gemidos. Oh, no, Eran gemidos bajos de David y alguno que otro de Max.

—¡Maldita sea! —exclamó pegándole un puñetazo a la pared.

********************************************************************

David se agarró a Max con fuerza. No había pensado que eso doliese tanto.

Le había metido unos dedos mojados en saliva y ya había dolido al principio, y cuando los movió después de acostumbrarse le había gustado tanto...

Pero esta vez no esperaba ese dolor, fue sorprendente. Quizá hacerlo por primera vez de pie contra el mueble de un baño no había sido tan buena idea, de pronto echó de menos la comodidad de una cama. 
Aunque hubiese dolido en cualquier otro sitio porque Max la tenía bastante grande, como ya sabía.

—Joder —gruñó apretando los dientes. Max le acarició el cabello lentamente.

—Estas tenso...

—¿Cómo no voy a estar tenso?  —le dijo él jadeando— Joder, me duele.

Max tragó saliva y se mordió el labio inferior. Evitó el impulso de decirle que apretando el cuerpo de aquella manera iba a estallarle la polla de placer, porque no quería ser maleducado.

Le gustaba ese carácter de David. Podía ser que al muchacho le doliera, pero sentía su miembro aprisionado en su cuerpo y esa sensación le encantó. Necesitaba moverse para sentir la fricción en su pene, y aliviar toda la energía contenida que se le acumulaba estando metido en aquel culo. 
No la de simplemente estar dentro de él. Estaba cerca, unido a él no solo en cuerpo, se fusionaron y en aquel momento fueron solamente uno.

Lentamente se movió. David se agarró a él y sintió como clavaba sus uñas en su espalda. Max pasó un brazo por su cintura para acercarlo a él, la otra mano la dirigió a su pene para que se relajase.

—Ah —se quejó David, aunque parecía gustarle.

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—Lo siento, Dante —le dijo Ryan en portugués para que Alex no les entendiera— No quería... pero es que me has sacado de mis casillas.

Dante reía y parecía muy orgulloso de él.

—¡Me alegro de que por fin me hayas pegado un buen golpe! —le dijo en el mismo idioma sonriendo— tienes que canalizar tu ira o te sale toda la rabia de golpe, lo sabes.

—Perdona la próxima vez romperé algo.

—Tranquilo, estoy orgulloso de ti —le dijo presionándose la nariz— Sabes que me lo merecía.

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Alex dejó a Ryan al cuidado de Dante, Dante parecía muy contento de que su gemelo le hubiese pegado un buen puñetazo. Se preguntó si el chico estaba tan loco como él. 
Quizá necesitaba ayuda, ¿Quién en su sano juicio se alegraría de que le pegasen?

Subió la escalera preguntándose qué pasaba allí arriba que todo el que subía no volvía.

Se encontró a Nick frente a la puerta de baño. Nick estaba sentado en el suelo, parecía furioso y a la vez muy triste.

Entendió el motivo. Podía oír los gemidos.

—Nick —le dijo como si le costase pronunciar su nombre. Y así era, Alex sentía un nudo en la garganta. El moreno le miró— ¿Estás celoso?

Nick no contestó.
Alex se enfadó. Se acercó y se arrodilló a su lado. Le temblaban las manos.

—Óyeles. Eh, Nick ¿les oyes gemir? —le dijo con maldad. Señaló la puerta frente a ellos—Quieres ser Max en este momento ¿Verdad? Desearías poder follártelo. Pero él no se da cuenta de nada. No te ve, Nick, eres invisible para él, como puto un cristal ¿Y aún así te pones celoso porque tocan algo que nunca ha sido tuyo?

Alex bajó la mirada porque ni siquiera sabía si se lo estaba diciendo a Nick o si se hablaba a sí mismo. Esas palabras bien se podían aplicar a lo que él sentía. Era tan invisible para Nick como el viento y sin embargo... estaba celoso de David.

—¿Por qué me dices esas cosas? —preguntó el moreno dolido por sus palabras. Y consciente de que se estaba comportando como un gilipollas Alex se puso en pie.

—¡Vaya! ¡Nick! ¿Tan ciego estás que no eres capaz de ver más allá de lo que David hace o deja de hacer contigo? —le dijo bastante enfadado. Nick nunca había visto al chico tan furioso. Y de pronto Alex bajó la mirada y se quedó quieto— No lo entiendes.

—Pues no —le dijo Nick poniéndose en pie también— No entiendo nada ¿Qué te pasa?

—Nada —le dijo el rubio dando media vuelta para que no viese que se le empañaban los ojos- Cosas de locos.

********************************************************************

David debía reconocer que eso era muchísimo mejor que cuando lo había hecho con la chica. Nunca había sentido tanto placer.

No podía comparar a Max con ningún otro, pero el chico era bueno.
David notaba la experiencia, la seguridad de quien sabe lo que hace y donde tocar, notaba su forma de mover las caderas y como empujaba despacio cuando la metía entera hasta arrancarle un gemido.

Le gustaba dejarse llevar por él, abandonarse al placer.

Como le haba dicho antes... Estaban yendo lento, muy lento.

Tomándose su tiempo. Max se concentró en amar a ese cuerpo, mimándole con cariño, por una vez en su vida no solo buscaba sexo, quería hacer sentir realmente bien a David.

Y al parecer lo estaba consiguiendo por los ruiditos que David hacía. Y eso era mejor que el placer mismo.

Sintió las manos de David agarrándose con fuerza a su espalda.
Sus jadeos se aceleraron.

Sabía lo que eso significaba por que él sentía lo mismo.

Como una descarga eléctrica recorriendo su cuerpo cálidamente.

—Aah Max...

*********************************************************************

Alex llegó a la cocina. Se sentía tan mal, tan invisible...

¿Por qué amar cuando no puede ser correspondido ese amor?

¿En qué demonios estaba pensando su corazón para hacerle esa grandísima putada?

Abrió la nevera. Y encontró helado de chocolate.
Sonrió a pesar de sentirse mal, el helado de chocolate sí poda ser su
verdadero amor, siempre estaba ahí en los tiempos difíciles.

Antes de cerrar la nevera, puso en orden unos botes de conservas.
No le gustaban las cosas desordenadas, era casi doloroso dejarlo así.

Se sentó en el suelo con su cuchara en la mano. Tenía la mano temblorosa. Y se sentía un poco mal. Por un momento se acordó de sus pastillas, no le quedaban en los bolsillos y las que tenía estaban guardadas en su
habitación.

No podía ir allí porque no tenía ganas de ver a Tom.
Suspiró. La vida sin pastillas no era tan divertida, es más, se convertía en algo doloroso algo demasiado difícil para él.

Quizá lo mejor era seguir fingiendo que todo iba bien y soportar hasta el día siguiente.
Sentía su ansiedad elevándose por segundos, su mano se cerraba rígida sobre la cuchara.

Se esforzó en respirar de forma constante, y prestó atención a como el aire movía las aletas de su nariz para distraerse e intentar evitar el ataque de ansiedad que comenzaba a robarle el aire.

Intentó ver la parte positiva.

Estaba en su casa.
Le gustaba estar en su casa por Ana, era la única persona que se preocupaba por él. Y su madre... bueno, le gustaba tenerla en casa.

********************************************************************

Nick se había ido escalera abajo cuando Alex se marchó porque no quería oír más. Max siempre hacía igual.

Le quitaba todo lo que le gustaba, se lo dejaba frente a la cara y luego se lo arrebataba de la manera más cruel que se le ocurriese.
No entendía como no le había pegado ya un buen puñetazo, pero estaba claro que merecerlo, se lo merecía.

¿O no?

Después de todo, Alex tenía razón, ¿Cómo podía ponerse así por perder lo que nunca fue suyo?

Quizá porque realmente deseaba poder tener la oportunidad.
Deseó ser como Max, tan seguro y tan tan egoísta. Siempre conseguía lo que quería.

Bajó al salón y vio a Dante y Ryan, que se habían dormido sobre el sofá.

Oyó ruidos en la cocina y se dirigió hacia allí.

Vio a Alex sentado en el suelo muy ocupado comiéndose su helado con los ojos cerrados. El chico parecía disfrutar con cada lametón a la cuchara.

—Alex —le dijo. El chico rubio no se giró para mirarle, siguió a lo suyo— Lo que ha pasado antes... yo...

—Olvídalo —le dijo Alex y le sonrió. Nick se sentó junto a él en el suelo frío— ¿Quieres helado de chocolate?

—Vale —le dijo Nick agradecido. Alex era la persona más generosa que había conocido, Nick nunca le había visto un solo ademán egoísta. Y eso se agradecía cuando uno estaba de ánimos bajos— Alex, gracias por ser tan amable. Nos has prestado tu casa esta noche y siempre ofreces todo lo que tienes...

El rubio se sonrojó un poco y apartó la mirada.

—Nick —le susurró mirando hacia la ventana— Yo no tengo muchos amigos... conozco a mucha gente, pero no le importo a nadie. Y tú me hiciste pasar el mejor cumpleaños de mi vida. Y no entiendo por qué lo hiciste. Pero me encantaría recompensarte, me hace feliz ayudarte en lo que pueda.

Nick frunció el ceño.

—Somos amigos —le recordó Nick— Y los amigos se ayudan. Si estuve a tu lado en tu cumpleaños fue porque quería, no tienes que recompensarme nada.

Amigos. Amigos. Alex sabía que eso era mejor que nada... 
¡Pero es que él no quería ser su amigo!

Bueno, se conformaba con ser algo para él. Quizá no era tan invisible después de todo.

En el parque, antes de verles, había estado pensando que no valía para nada intentar que el moreno se fijase en él porque estaba ciego.
Había ido a esa fiesta, y cuando esos chicos le habían dicho que bailase con ellos había aceptado, y solo para que Nick le mirase había dejado que le tocasen ¿Y para qué?

Para nada. Porque Nick solo quería ser su amigo. 
Que no era poco. Ser amigo era infinitamente mejor que ser el loco al que una vez se conoció.

—¡Vaya! —exclamó con una verdadera sonrisa— ¿De verdad te gusta estar conmigo?

—Claro.

Alex sonrió como si eso le gustase mucho. Nick sentía un cosquilleo extraño al pensar en eso.

—¿Han acabado ya Max y David? —preguntó de pronto Alex.

—No lo sé —le dijo de repentino mal humor.

—Tú te has acostado con Max —le dijo Alex mirándole con ojos suspicaces. Nick asintió pensativo— Todos dicen que Max lo hace muy bien ¿Es verdad?

—¿No decías que a ti eso te daba igual? —inquirió de pronto Nick molesto por esas preguntas de Alex sobre Max ¿Es que Max era el ombligo del mundo?

Alex no se inmutó y se encogió de hombros.

—Es pura curiosidad —le dijo— Te digo que a mí no me interesa Max para nada, pero me pregunto si es tan bueno como dicen.

El mayor miró fijamente a Alex. ¿Curiosidad había dicho?

Después de haberle visto bailar con aquellos chicos y manipular a Tom ya no estaba tan seguro de que el chico fuese tan inocente como decía ser.
Si era así su amigo era un grandísimo actor.
Nick recordó como se mordía el labio cuando bailaba ¿Eso también era una actuación?
Pensó en todas las veces que el chico sonreía aunque estuviese triste.

Suspiró intentando centrarse en lo que le había preguntado.

—Es bueno —dijo con tristeza, Nick sabía que si David lo hacía con Max, este dejaba el listón muy alto. Alex frunció el ceño— Demasiado.

—Crees que si David se acuesta con Max ya no lo hará contigo, o que si lo llega a hacer... no le gustará tanto —le dijo Alex a media voz. Nick se sorprendió de que supiese lo que pensaba. Asintió.

—Con lo fácil que podrían ser las cosas —se quejó Nick— ¡Joder! ¿Por qué todo es tan jodidamente complicado? Mi vida es como una bola de mierda que se hace cada vez más y más grande y no puedo hacer nada para evitarlo.

Alex tragó saliva. Conocía bien esa sensación, era su forma de vida.

—¿Qué hacer cuando tu vida nunca va a mejor? —le preguntó Nick mirándole fijamente.

—Me encerré en mi habitación con todos los cuchillos de la casa —le dijo Alex sin mirarle— Puse la música a todo volumen y me hice cortes hasta que me desmayé. Y luego desperté en un hospital, porque ni morirme sé hacer bien.

Nick tragó saliva, no esperaba una respuesta tan sincera del chico. Pero así era el rubio, brutalmente sincero.

Alex omitió que aparte de eso, se drogó hasta que le costó ver con claridad. Aunque ese estado fue crucial en la decisión que tomó.

—¿y funcionó? —le preguntó el moreno suavemente— ¿Mejoró algo?

—No —contestó Alex.

*********************************************************************

Se quedaron un momento quietos, jadeantes y sudorosos intentando asimilar lo que acababa de pasar.

Max se separó de él lentamente para no hacerle daño. Y se quedaron mirándose a una distancia prudencial. David estaba tan sonrojado que sentía un calor terrible en las mejillas.

Acababa de follar con Max en el cuarto de baño del chico loco.
Desde luego no había sido como había esperado. Se apartó el pelo de la cara un poco nervioso.

—David —suspiró Max. El pelinegro estaba todavía pensativo por lo que acababa de ocurrir. Nunca en su vida se había sentido así con nadie, tan unido, tan bien. Se acercó lentamente— ¿Cómo estás?

—Bien, creo —le dijo David con voz temblorosa por los nervios.

—Creo que a Flipy no le importará que nos duchemos ¿verdad? —le dijo Max abriendo el grifo de la ducha. Ayudó a entrar a David casi sin darse cuenta de lo que hacía y luego se metió él.

Ambos estaban sentados con las piernas encogidas a un lado de la bañera, frente a frente pero alejados.

—Max —susurró David mirando fijamente hacia la ventana— Lo que acaba de pasar...

Max se apresuró a adelantarse al chico antes de que dijese algo que no le gustaría oír.

—Sal conmigo —le dijo guiado por un impulso.

David le miró perplejo.

—¿Lo dices en serio? —le preguntó sin créerselo, convencido de que solo era una broma. Max no saldría con nadie. A no ser... que fuese especial.

—Lo digo muy en serio, David —le dijo— Y no me obligues a repetírtelo porque sabes que no lo haré.

—Oh, ¿el orgulloso Max tiene su corazón? —le dijo sonriendo.

Max frunció el ceño.

—¿Qué te hace pensar eso? —le dijo en tono burlón. David rió y se acercó a él para besarle— bien, creo que esto es que aceptas.

David le mordió en el labio.

**********************************************************************

Alex se quedó mirando como todos se marchaban cuando pudieron volver a la residencia. 
Observó con especial interés las miradas cómplices que compartían Max y David, y las furtivas miradas que les lanzaba Nick.

Tener a aquellos en su casa había sido peor que un huracán, todo estaba desordenado y sentía la apremiante necesidad de limpiar con lejía el baño superior. 
Se puso a ordenar rápidamente, y no paró hasta que no estuvo todo tan ordenado como siempre.

El ama de llaves comenzó su turno de trabajo y llegaron más trabajadores.

Se apoyó tembloroso en la pared del pasillo. Su corazón latía rápido y le faltaba el aire. Las paredes parecían cerrarse entorno a él.

"Contrólate"

Alex se sentía muy mal, necesitaba sus pastillas, su medicación, necesitaba algo que le ayudase a sentirse bien.

Las ansiaba y se sentía nervioso, como cuando estaba demasiado tiempo sin ellas.

Subió las escaleras y con mucho esfuerzo retiró el mueble. Abrió la puerta y se encontró a Tom fumando en su cama.

Su habitación estaba patas arriba. Y el cajón donde guardaba sus pastillas estaba abierto.

—Hola —le saludó el mayor con la mano donde tenía una bolsa.

La reconoció enseguida.
¡Eran sus pastillas!
A su lado tenía otras bolsas. 
¡Su hierba! ¡La misma hierba que se estaba fumando Tom!

—Dámelas —le rogó acercándose. Tom rió con maldad.

—Creo que no voy a hacer eso —dijo zarandeando la bolsa— ¿Tienes el mono Alex? ¿El síndrome de abstinencia es por estas pastillitas o por esta hierba?— le dijo enseñándole el porro.

El chico se esforzó en concentrarse y no dejar que el pánico le cegase convirtiéndolo en un inútil. Notaba su respiración agitada.

"céntrate, céntrate"

—¡Quédate con eso pero dame las pastillas! —le exigió el chico. Tom comprendió.

—No es por eso... Es tu enfermedad... Necesitas tu medicación....

Alex corrió hacia él, Tom le esquivó y Alex saltó sobre la cama. Se puso en pie, estaba muy furioso

—¡Dámelas!

Tom sonrió con sorna.

—No —le dijo.

Entonces Alex puso cara de superioridad, acababa de tener una idea. Y comenzó a saltar en la cama. Tom frunció el ceño sin comprender nada. Hacía un rítmico bum, bum, bum.

Y gritó. Gritó a todo pulmón dejándose la garganta en ello.

—Cállate —le ordenó Tom acercándose entre sorprendido y asustado.

—Dámelas —exigió el rubio extendiendo su mano. Tom vaciló— Sabes como es mi madre, si alguien le dice que su nuevo maridito le está haciendo algo a su hijito no creo que le guste ¿Dónde dormirás si te echa de esta casa? —el mayor siguió sin moverse— ¿Quieres saber lo alto que soy capaz de gritar?

El hombre dudó, pero le fulminó con la mirada.

Alex gritó más fuerte "¡ TOM!¡OH, NO! ¡TOM!"

El hombre le agarró de la muñeca y atrajo hacia sí con mucha fuerza para taparle la boca con la mano.

—¡Por el amor de dios! ¿QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ? —exclamó Ana que llegaba a todo correr.

Tom le soltó de inmediato, y fingió una sonrisa tranquilizadora.

—Nada. Nada, estábamos jugando ¿Verdad niño?

Tom le tendió disimuladamente la bolsa y Alex la sujetó rápidamente.

Ana no parecía muy convencida pero asintió lentamente y se marchó dejando la puerta bien abierta.

Alex se fue antes de quedarse a solas con él y que Tom se olvidase el patrimonio millonario de su madre y le hiciese algo que no quería.

Salió fuera al jardín, alejándose del hombre.
Se tumbó en la hierba fresca.

Primero se tomó las que el doctor le recetaba.
Notaba que algo no iba como debía ir desde hacía unos días y eso, por paradójico que fuese le parecía buena señal. Porque cuando su mente errática alcanzaba los picos de su trastorno no era capaz de pensar en su estado mental. O se sentía el amo invencible del mundo, o se sentía tan triste que no era capaz de pensar que algo iba mal, porque no recordaba que había otra forma de sentirse.

Pasó un rato tumbado tranquilamente sin hacer nada. 
y después pensó que tampoco le sentaría mal un porro de los suyos.

Llevaba demasiado tiempo sin tomar nada... 
¿y todo para qué?

Por tener a Nick en su casa, por encerrar a su padrastro, por intentar impresionar al chico alto.

Y él ni siquiera se había dado cuenta.

Parecía no entender...

Desde que sentía aquello nuevo dentro de él había estado yendo a todas las fiestas de ricos que había con la esperanza de verle. También había hablado con ellos, había bailado y se había dejado coquetear para que el moreno le mirase con otros ojos...

Pero era transparente.

Rio entre dientes. No era invisible para todos. Sabía que le gustaba a muchos chicos, más a chicos que a chicas, pero eso le daba igual a él.

Desgraciadamente, era tan translúcido para Nick como él lo era para David, que ironías de la vida.

La gente solía decir que a veces las personas están tan ocupadas mirando la ventana que se cierra frente a ellos que no son capaces de ver la puerta que se abre a su espalda.

Y Alex era una puerta. Abierta de par en par, con señales luminosas y con un cartelito que ponía "AQUÍ, ABIERTO 24 HORAS" y sin embargo, era invisible.

Quizá el problema era que Nick solo se interesaba por las ventanas cerradas a cal y canto.

Sacó una de sus ansiadas pastillas. Una de color blanco, redonda y pequeña. La miró un segundo y luego se la tomó.

Se preguntó si sería por su total falta de experiencia en ese tema. Pensó en la gente que sí le veía. 
¿Se sentían ellos como él cuando les rechazaba?

Recordó la sensación excitante que le recorrió cuando engañaba a Tom para seducirlo y el tacto de aquellos chicos con los que había bailado. 
Ella olía dulce y su piel era tan suave... Rememoró la sensación de sentirse deseado cuando alguien le preguntaba si podían invitarle a algo, aunque sabía que la verdadera pregunta era si podían follar un rato.

Le gustaba.

Quizá más que el chocolate. Quizá más que la hierba, solo quizás.

Tomó una decisión mientras sentía que las nubes en el cielo bailaban sobre él y que la tierra giraba de manera que el lo notaba.

No volvería a ser transparente nunca más.

******************************************************************

David estaba demasiado callado para que fuese algo bueno.

Estaba metido en sus cavilaciones desde que habían salido de la casa del rubio.

Max bajó la mirada sintiéndose inseguro por primera vez en mucho tiempo.
Quizá no había salido tan bien como esperaba eso de pedirle salir...o quizá era que tras tanta resistencia el chico se haba rendido de una manera que no esperaba.

—¿Estás bien?

—Sí, es solo que... —dijo muy bajito.

—¿Te duele el trasero?

—¡No! —exclamó entre ofendido y alarmado, pero luego bajó la mirada ruborizándose como un tomate— Bueno, un poco...

Max rio. Pero no era eso lo que preocupaba al muchacho, porque en seguida se giró hacia él.

—¿Max, De verdad quieres salir conmigo? —preguntó bajando la voz. Max se le quedó mirando.

—¿Me vas a rechazar otra vez?¿Ahora? —inquirió con tono burlón.

David apartó la mirada. El rubio pensó que aunque quisiese no iba a perderlo, aunque se le hacía raro que Max hubiese propuesto tan rápido eso de salir con él. Nunca nadie había conseguido atar a Max en una relación.

—No, no te quiero rechazar pero... —le dijo.

—Pues entonces, joder, deja de comerte la cabeza —le dijo. David suspiró. Si su abuelo supiese que se acababa de acostar con un chico, que le había gustado (y mucho), Y a demás... estaba saliendo con él...

No se acostumbraba a pensar eso de que estaba saliendo con alguien
¿En qué consistía exactamente eso?

—Oye tengo que pasar por mi casa, me acompañas o prefieres ir al...?

—Te acompaño —le dijo sin darle tiempo a acabar la segunda opción.

Llegaron en taxi. La casa de Max era enorme, como ya supuso David. 
Tenía un gigantesco jardín con una piscina.

Max habló con un hombre con uniforme de seguridad y les abrieron las puertas. Por dentro la casa de Max era tan lujosa como por fuera.

—¿Para qué necesitas venir? —le preguntó David con curiosidad.

—El abogado de la familia quiere que escuche en persona algo relacionado con mi custodia —le dijo como si fuese una molesta tontería.

—¿De verdad te da igual con quién quedarte?—inquirió David sorprendido, sabía la respuesta, pero aún así quería escucharla.

—Por el amor de dios, casi soy mayor de edad. Es un trámite absurdo —le dijo él subiendo por una escalera— Odio a mi madre y también odio a mi supuesto padre. Y ellos me odian a mí.

David rió ante los de "supuesto" , recordaba las sospechas de ser hijo de otro hombre de Max.

—¿Por qué les odias tanto?  —preguntó. Max se encogió de hombros.

—Supongo que si me hubiesen dado un poco de cariño de pequeño no sería un cabrón insensible ahora —le dijo— Me jode ser el resultado de su desliz. Si no querían un hijo no deberían haber dejado que yo llegase a este mundo. Pero tener un hijo solo para tratarlo con desprecio es lo más cruel que se me ocurre.

David bajó la cabeza. Al principio haba creído que Max era engreído y prepotente por su dinero, pero ahora comprendía que era por estar tan solo.

Max había construido una muralla de sarcasmo y frialdad contra el mundo para protegerse de la pura indiferencia.

Se sintió fatal por haber pensado así del chico.

—¿Qué haces aquí? —dijo de pronto una voz ronca de mujer.

Era la madre de Max. Se parecía a él en el pelo negro, pero el de ella era rizado. La mujer se acercó con una copa medio llena en la mano, se tambaleaba porque estaba un poco borracha.

Max se giró hacia ella.

—Oh, hijo ¿Cómo estás? ¡Cuánto tiempo sin verte! —le dijo el chico entrecerrando los ojos— ¿No se te ocurre decir ninguna de estas cosas? Es mi casa, puedo venir cuando quiera ¿o no?

Ella se encogió de hombros.

—Me importa una mierda lo que hagas o dejes de hacer o... —dijo ella perdiéndose en sus propias palabras ebrias. Luego miró a David— ¿Y éste quién es?

—Es el chico al que me follo —le dijo Max de mal humor— Así que aléjate de él.

David se sonrojó sin poderlo evitar, se ofendió un poco por esas palabras.

La mujer rio y bajó como pudo la escalera.

Un hombre mayor apareció tras la mujer y al ver a Max su rostro se volvió bastante frío.

—¿Qué haces tú aquí?

—Hola, papá.

—Tan mal padre como amante- dijo la mujer a David. El chico no sabía ni dónde meterse para escapar de aquella situación tan incómoda.

—Sí, porque tú, la dama de hielo, eres una madre magnífica y una amante fiel. Eres una zorra manipuladora, y una...

—¡Y tú un gilipollas inútil! ¡POLLA ESPAGUETI!

—¡MALDITA VÍBORA!

Max bajó la mirada avergonzado.

—¡Dejad de gritar de una puta vez! —les gritó Max.

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Alex miró la maleta en el suelo. Era Domingo y su madre había vuelto aquella misma tarde, estaba en casa desde hacía media hora y de nuevo estaba con las maletas en la puerta.

—¿Mamá, Qué pasa? —le preguntó entrecerrando los ojos. Se quedó mirando la sonrisa triunfante de Tom.

—Tom y yo vamos a una fiesta en Mónaco —dijo Amy alegremente.

Alex miró las bolsas y las maletas que traía Ana con cara de pena.

—¡Vaya! Pero si me dijiste... que... me dijiste que te ibas a quedar conmigo un tiempo... —susurró Alex. Ana negó a punto de romper en llanto.

—Lo sé, cielo. Cambio de planes...—dijo ella sin darle mucha importancia.

—Pero... esa ropa no es vuestra —apuntó Alex. Ana se marchó a paso rápido para no llorar allí mismo. Alex la vio limpiarse las lágrimas.

—Pues sí, cielo, es tuya —le dijo Amy— Tom me ha convencido de que no es bueno que pases tanto tiempo solo en esta casa. Así que te hemos internado en la residencia del instituto.

Alex se quedó como si le hubiesen arrojado un cubo de agua helada.

—¿Qué? —preguntó sin creérselo en un susurró de voz. Casi no podía hablar de la impresión. Se quedaba sin aire. 
¿Dónde estaba el aire?

Le iban a sacar de su casa.

El único lugar donde se sentía bien y cómodo, donde podía estar tranquilo. Su madre se iba a marchar y no iba a tener ni a Ana allí para consolarlo.

¿DÓNDE ESTABA EL MALDITO AIRE?

Sabía que todo aquello era la venganza de Tom por lo sucedido aquella noche.

Se iba a quedar solo.
Completamente solo.

—Os vais a deshacer de mí —musitó él bajando la mirada. Se llevó las manos al pecho sintiendo que se ahogaba. Frunció el ceño— Pues no vais a poder.

—Cielo —suspiró Amy.

—¡De cielo nada! —gritó Alex— ¡No voy a quedarme mucho tiempo allí! ¡Por las buenas o por las malas, pero volveré a casa!

Alex subió a su habitación sin decir nada más. Ana estaba allí con lágrimas en los ojos, empaquetando sus cosas.

—Esto que te están haciendo es horrible —dijo la mujer. Alex se sentó en su cama.

—Déjame a solas, por favor —le dijo sintiendo ganas de llorar. Ana vaciló— Vete, por favor. No voy a hacerme daño, te lo prometo.

Ana asintió y Alex se hizo pequeñito sintiéndose desgraciado.

Solo quería cerrar los ojos y desaparecer del mundo.

Notas finales:

Un beso. Gracias por leer.


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