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BAJO LA PIEL por Lady_Calabria

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Notas del capitulo:


DAVID.

David decidió ir a visitar a Alex mientras Max se duchaba.

Todavía no se creía que hubiese intentado suicidarse de nuevo. Le daba mucha pena ese chico. El pobre estaba tan solo... 
Él conocía bien, por su madre, los estragos que podía hacer un trastorno mental en una persona. 

Cuando llegó a la habitación de Nick golpeó a la puerta flojito, para no molestar. 
Se lo encontró durmiendo. Nick le dejó pasar y se sentó en la cama del mayor.

—¿Cómo está?— le preguntó a Nick. Miró al rubio. Estaba totalmente relajado, durmiendo como un niño.

Nick suspiró. Nick no se había separado del rubio desde que le llevaron al instituto. Había perdido muchas clases y algún que otro entrenamiento de natación.

Pero Nick no podía dejarle solo.

David pensó que eso era muy bonito. Y que estaba claro que para Nick Alex debía ser muy importante.

—Sigue convencido en que se quiere morir —le dijo Nick en voz baja— pero al menos me ha sonreído unas cuantas veces.

—Eso está muy bien —le dijo intentando darle ánimos torpemente.
¿Qué se dice en una situación así? 
David sentía que nada de lo que pudiera decir sería suficiente para liberar su carga.
De todas formas decidió decir algo.

—Ya verás que va a estar bien muy pronto.

—Eso espero —le dijo Nick con una sonrisita.

**********************************************************************

David llegó a su habitación. Max estaba leyendo un libro de psicología en su cama. Tenía el cabello mojado.

—¿Cómo está el suicida? —preguntó Max.

—Mejor —le dijo David sentándose a su lado—Pobre crío.

—Sí —le dijo él. Aunque su tono parecía burlón solo era su forma de querer parecer fuerte y no admitir que el suceso le había provocado pesadillas.

—¿Por qué querría alguien morir?

—Supongo que porque piensa que eso es mejor que vivir —le dijo Max. David se quedó mirándole. Max comprendía al chico— Yo no sé mucho de él ¿Y tú?

—No.

Max asintió pensativo y tiró de su camisa hasta hacerle caer a su lado. David sonrió acomodándose.

—Siempre he pensado que ese chico no encaja —le dijo Max pensativo— lucha y lucha, pero no es tan sencillo...

—¿Por qué?

—Es demasiado inocente, para vivir en este mundo —le dijo distraídamente.

—Quizá no sea tan inocente —dijo David— quizá solo se lo haga.

Max se encogió de hombros.

Se quedaron mucho rato en silencio. Mirando al techo. David llevaba dándole vueltas a algo en su cabecita desde hacía unos días. Y decidió contárselo en ese momento.

—Cuando me pusiste los cuernos con Dante —le dijo David de pronto— Y con toda esa gente que yo no quiero saber...

—Ya te dije que lo siento —le interrumpió Max— Sabes que yo pienso con la polla, no con el celebro.

—Eso ya lo sé —le dijo David— pero te he perdonado. No sé porqué. Porque debería partirte la cara y castrarte.

Max puso cara de dolor y se llevó las manos a su entrepierna.

—Eso sería muy...

—Justo —completó la frase David— Así no tendrás más remedio que pensar con la cabeza.

Max asintió aceptando sus palabras.
A veces David meditaba sobre por qué no le había molestado tanto que Max estuviera con otra gente, él siempre había pensado que si eso llegase a pasar se enfadaría porque eso era lo que debía hacer. Pero cuando pasó...

Le dio igual.
Y lo que más le llegó a molestar no fue que Max estuviera teniendo sexo, si no... Que él no.

—Sabes que desde que hicimos el trato no he tocado a nadie —dijo el pelinegro como defendiéndose—, solo a ti.

David le sonrió. Sí que le había tocado. Y mucho. Nunca pensó que compartir habitación con Max fuese tan agotador, tan interesante.

Llevaba sin dormir toda una noche entera desde hacía bastante tiempo, y sin embargo no tenía sueño ni intención de dormir por las noches.

—Lo sé —le dijo sonriendo—Y eso me gusta ¿sabes? Porque aunque no te des cuenta, eso demuestra que no quieres hacerme daño.

—Quiero hacerte feliz —le dijo Max.

—¡Eh, ya me he perdido! —le dijo el rubio apartando la mirada— ¿Qué te decía?

—Cuando te puse los cuernos con todo dios...— le dijo Max dándole pie.

—Eso, pues que me enfadé mucho porque creí que solo me habías engañado para follarme y que luego te olvidarías de mí, que solo me querías para follar de vez en cuando, como Nick y Hillary

Max alzó una ceja.

—¿Y eso por qué? ¿No me creíste cuando dije que te quería un poco?

—Joder, Max. Te follabas a hasta a las piedras ¿Cómo iba a creerte? Pero ahora sí.

—¿Y por qué me crees ahora?

—Porque te dije que o follar o yo. Y me elegiste a mí —le dijo

Sonriendo y acercándose.

—Exacto. Te elijo a ti —le susurró abrazándole— Siempre a ti..

David puso los ojos en blanco por el pasteloso comentario antes de achucharlo.

**********************************************************************

David se sentó junto a Ryan en la mesa del comedor.

Estaba enfadado con Dante, pero no así con Ryan.
El pobre chico no tenía la culpa de que su hermano fuese un...

¿Qué era Dante?

Sabía que si Max se proponía seducir lo hacía, y conociendo a Dante el chico era igual y se habían seducido mutuamente.

Pero por algún motivo, aunque estaba seguro que Max no había puesto ninguna objeción en follárselo y a pesar de saber que no hay polvo si dos no quieren, paradójicamente le guardaba rencor al pelirrojo.

David se fijó en algo en el cuello de Ryan. Una pequeña marca rosada. Un chupetón.

Ryan notó su mirada y se subió el cuello de la camisa muy nervioso.

—Lo siento —se disculpó David— no quería meterme donde no me llaman...

—Tr-tranquilo —tartamudeó Ryan apartando la mirada— No me molesta.

David le examinó meditabundo.

—Pareces algo triste —le dijo David al notar que el chico no había tocado su comida. Simplemente la movía de un lado al otro sin más. Puede que lo ocurrido con Alex le hiciese preocuparse más por los sentimientos de sus amigos.

—¿Cr-Cres que está mal amar a a-alguien que solo te folla? —le dijo sin más. David se quedó un momento pasmado.

—Pues. Bueno, depende.

—¿D-de qué?

—Depende... de si así eres feliz —le dijo— Si te parece bien y te basta con eso o si no... Mira, si algo he aprendido es que tienes que hacer lo que realmente deseas hacer. Si eres feliz con esa relación sigue con ella, pero si quieres algo más que follar quizá es que no amas a la persona adecuada... Es una putada, pero a veces pasa.

—¿Y s-si te gustan más p-personas? —le preguntó bajando la voz— n-no sé qué hacer...

—A ver, Ryan —le dijo David apartando su plato— Explícamelo porque así no me entero. Quieres a alguien que solo te quiere para follar, ¿y también te gusta otra persona es eso?

—Es que —susurró Ryan más bajito todavía para que nadie pudiera oírles— N-no sé si le amo de verdad. Amo follar, e-es eso, c-cuando me toca. M-me vuelvo loco. p-pero no hay más.

David suspiró. No se imaginaba que el tímido Ryan pudiese decir alguna vez algo así.

—¿Y esa otra persona?

—M-me ha pedido u-una cita —le dijo sonriente.

—¡Pues ve a la cita! —le dijo David sonriendo también— Olvídate del que no te quiere, mereces mucho más.

Ryan sonrió de manera entre pícara y divertida. Como si pensase que si se lo mereciera.

—T-tú no te has acostado con él —le dijo en un susurro. David rió.

********************************************************************

Los sábados eran muy aburridos. La mitad de los alumnos se marchaban y no había mucho que hacer allí.

Max estaba ocupado en un trabajo y le haba dicho que necesitaba concentrarse, así que salió de la habitación.

Se encontró con Nick.

—Oye, David —le llamó el chico acercándose— ¿Puedes ir a con Alex? Es que tengo que ir a hablar con la directora... Pero no quiero dejarle solo.

—Oh, claro —respondió, observando preocupado las ojeras que enmarcaban los ojos de Nick— Tranquilo, que yo me ocupo de él.

Nick le sonrió y David se marchó hacia la habitación del chico.

Alex estaba en la cama. Con gafas de sol y leyendo un libro al revés.

Cuando le vio se lo quedó mirando.

—¿Te ha mandado a ti para vigilarme y que no me intente matar? —Le preguntó sorprendido. David asintió, ¿para qué iba a mentirle?— ¿No han encontrado a nadie más? ¿Te ha sobornado o amenazado?

—No —le dijo sentándose a su lado. Se dio cuenta de que lo que estaba viendo el chico era una ilustración, no estaba leyendo mal, el dibujo estaba al revés—. No hizo falta, me apetece estar contigo.

Alex le miró con el ceño fruncido.

—No te he tratado muy bien, ¿Verdad? —le dijo Alex sin dejar de mirarle, las gafas le iba demasiado grandes— Creía que después de eso no querrías acercarte a mí...

—No te guardo rencor, aunque sigo sin entender por qué te enfadaste conmigo —le dijo David. Alex se encogió de hombros.

—Tú perdonas a mucha gente, a mí, a Max —le dijo Alex— pero a veces, Pareces despistado...

—¿Por?

—No me hagas caso, es cosa de locos —le dijo volviendo a su libro.

David suspiró. Loco, Alex siempre decía que estaba loco. Loco como estaba su madre.

¿Pero por qué?

—Alex...

—¿emh?

—Siempre dices que tú estás loco, pero ¿Qué es lo que te pasa exactamente?

Alex dejó el libro sobre la cama.

—Mi mente es como una brújula cerca de un imán, ¿Sabes? Apunta a todos lados... menos a donde tiene que apuntar —le dijo a media voz— Tengo una ristra de trastornos mentales y por eso soy... Soy inestable.

David se dio cuenta de que se estaba poniendo triste. Se arrepintió de haber sacado el tema y se apresuró a intentar arreglarlo.

—Pero, pero no...

—En realidad, David —le dijo Alex interrumpiéndole— Todos estamos un poco locos. Lo que pasa es que solo os dais cuenta cuando es una persona diferente a vosotros. Porque tenéis miedo a ser diferentes y no encajar, como en una manada y por eso todos sois tan buenos actores. La gente no me llama loco por mis ciclos maníacos, o por la depresión y la ansiedad... Me llama loco por lo que visto, por lo que digo y por lo que me gusta.

David sonrió divertido por su reflexión, aunque fuese una conclusión realmente triste. Siempre había admirado como Alex analizaba su mundo.

—Pues creo que tienes razón —David pensaba que ese chico solía decir muchas verdades. Si las personas actuase tal y como era, sin pensar en los demás. Todos pensarían que estaba loca por no ser igual.

—Los únicos sinceros están encerrados entre los muros de un manicomio —dijo Alex tumbándose.

—Mi madre está loca —dijo. Alex le miró sorprendido e interesado.

—Debe ser una mujer muy interesante —le dijo y luego miró al techo.

—Dicen que la esquizofrenia es hereditaria- susurró David —Puede que yo también acabe allí.

David nunca había compartido ese temor con nadie, ni siquiera con sus abuelos, ni con Max. No le gustaba nada la idea de acabar con una camisa de fuerza en un manicomio.

Alex se encogió de hombros.

—Solo es una forma diferente de ver el mundo —le dijo el rubio suspirando— En su locura, ellos son los cuerdos. De todas formas, chiconuevo, no tiene por qué ser así.

David se sintió un poco mejor, al menos que solo había algunas posibilidades de acabar como ella.

—¿Por qué ha ido Nick a hablar con la directora? —le preguntó después de un rato de incómodo silencio, para David, porque a Alex se le veía muy concentrado en su libro.

Alex sacó un porro del bolsillo, lo encendió y empezó a fumar. Nick le había advertido que lo único que podía hacer era eso.

No podía ni acercarse a ninguna pastilla y menos a otra clase de droga más fuerte. En eso consistía gran parte de su trabajo como vigilante.

Pero sí le dejaba fumar porque así estaba más tranquilo aunque, por supuesto. Intentaba que fuesen pocas veces, y cada vez menos.

—Quiere pedirle permiso para llevarme a mi manicomio —le dijo Alex pasando la página— solo de visita, le prometí a un chico de allí que iría cada fin de semana si se tomaba la medicación... y si dejo de ir caerá en picado como un avión sin motores ¡Pluf! Y Jimmy acabado.

*******************************************************************

David se dejó caer en la cama.

Después de la conversación con Alex había llegado Nick. Alex y él se habían puesto a discutir porque Alex quería sus pastillas y él no le había dejado.

Nick le había dicho que estaba seguro de que Alex escondía droga en algún sitio. Porque aunque casi no le dejaba tomar nada de eso, el chico ya no tenía el síndrome de abstinencia, y si eso era así no debía ser por otro motivo que porque no había dejado de consumir.

Max se acercó a él.

—¿Ya has acabado tu trabajo? —le preguntó David. Max negó, pero igualmente se tumbó junto a él.

—Que le den al trabajo —suspiró Max, parecía cansado— lo terminaré mañana, ¿Y qué has estado haciendo que tienes esa cara?

—He cuidado del loco.

—¿Y se ha portado bien Flipy? —le preguntó acariciándole la nariz. David le sonrió y le asintió.

Max le besó. A David le encantaba cuando hacía eso; Besarle de pronto y pillarlo desprevenido juntando sus labios con los suyos. Max se separó y se quedó mirándole.

—Oye, David —le dijo. David le escuchó atentamente, porque le notó serio, aunque también tenía un brillo de picardía en sus ojos— ¿Cómo fue tu primera vez?

—Sabes muy bien como fue, en un baño con un gilipollas—le dijo bromeando. Max rio.

—Sabes a qué me refiero, a la vez de la chica.

—Buf, fue un desastre —rio David recordando. Max sonrió apoyando la cabeza en su hombro. David no se acordaba mucho de aquella noche porque estaba un poco borracho. Fue en una fiesta de un amigo en su casa. La chica se llamaba Carla. Llamaba mucho la atención con sus grandes pechos, era guapa, morena y simpática. Sus amigos no paraban de decirle que se la follase cuando coqueteó con él— Estaba tan nervioso.... ¡Yo no sabía qué hacer! Cuando se la intenté meter se me dobló la picha porque no estaba muy dura y ella me miraba con cara de "¿Qué haces?"¡Qué vergüenza! Fue muy decepcionante- suspiró David.

Max le sonrió divertido.

—Pero llegué yo —le dijo solamente. No hizo falta más porque se entendieron. Max llegó para enseñarle lo que era el verdadero placer. David no podía creer lo que se haba estado perdiendo todo ese tiempo.

Y ahora estaba ávido de sentir, ávido de saber.

—¿Y tú? —le preguntó David acercándose expectante. Max exhibio su sonrisa más enigmática— ¡Oh, venga! ¡Cuéntamelo! ¡Alguna vez tuviste que ser virgen e inocente!

—Virgen, sí —le dijo Max— ¿Inocente? ¡Claro que no!

David rio. Le costaba imaginarse a un Max puro ruborizándose con inocencia frente a un pene.

—Yo, al contrario de ti, David, entré de lleno en el mundo del sexo por la gran carretera de la homosexualidad, por el puto arco del triunfo —le dijo sonriendo el pelinegro.

—Venga, cuéntamelo.

—Está bien —accedió Max haciéndose de rogar con una sonrisa— Fue como a los catorce con nuestro jardinero.

—No —rio David— ¿Cómo en una mala porno? Seguro que te lo estas inventando.

—Te juro que así fue.

—¿Cómo? ¿Qué pasó?

—Era joven que los otros, debía tener de veinte a treinta. Era guapo y me gustaba sus músculos, supongo que de tanto menear la manguera, no pienses mal por la frase —David sonrió—, uno se pone fuerte. Sabía que yo le gustaba. ¿Cada vez que me veía salir de la piscina se empalmaba sabes?

David sonrió imaginándose la historia.

—Conociéndote te pasarías el día saliendo y entrando de la piscina —dijo. Max asintió divertido.

—Una vez se estaba duchando en el baño de la piscina. De duchaban allí después del trabajo. Yo entré —dijo sonriendo. David escuchaba atentamente— Deberías haber visto su cara. Es más, deberías haber visto su polla. De verdad que le gustaba. De modo que me arrodillé y se la chupé.

David se quedó con la boca abierta un segundo.

—Así, sin más —le dijo riendo— Pues que lanzado tú.¿No estabas nervioso? ¿No tenías miedo?

—Estaba acojonado —le dijo—¿Pero qué querías, una ceremonia?, ¿Acaso tengo pinta de que me guste perder el tiempo? Alguien tenía que hacer algo...porque él no hacía nada. Así que si Mahoma no va a la montaña...

—Sí, claro. Conozco ese refrán. Si Mahoma no va a la montaña se la chupas a tu jardinero —completó la frase con una ceja alzada. Max le empujó y se montó sobre su vientre a horcajadas— ¿Y luego qué?

—Tres veces, lo hicimos una detrás de otra —le dijo Max— no fue delicado conmigo aunque tampoco lo esperaba. Fue una experiencia, solo sexo, ¿En realidad.... te puedes creer que nunca hablamos? No hablábamos el mismo idioma y como no nos entendíamos era mejor utilizar la lengua para otras cosas. Ni siquiera recuerdo su nombre si es que lo supe algún día. Para mí era y será el tío de la manguera.

David le agarró de la camisa y tiró con fuerza para poder besarle en un impulso apasionado. No entendía por qué oír a hablar así a Max le ponía como un toro, pero lo hacía.

Pero el móvil sonó y tuvo que separarse de él para poder mirar quién llamaba.

Su madre.

Descolgó.

—Hola mamá —le saludó un poco triste, ella empezó a contarle historias de aliens y conspiraciones del gobierno, a decirle que le estaban robando las cosas que pensaba. Alucinaciones.

—¿Mamá, está el doctor contigo? No, no, tranquila... no llores —decía David mientras Max se bajaba de su cuerpo con expresión preocupada— Llama a las enfermeras, ellas te ayudarán.

Su madre colgó. Se quedó con la mirada clavada en el teléfono. Max estaba a su lado, mirándole. Le acarició la mejilla con los dedos y se dio cuenta de que estaba llorando.

—No quiero verte llorar —le susurró su novio suavemente. David se encogió de hombros—  Nadie debería cargar con algo así a su hombro, David. Está bien que eso le ayude pero piensa en ti. Es una carga demasiado pesada...

—Si ella está bien yo estoy bien —le dijo simplemente.

—Eres muy buena persona —suspiró Max como si eso fuese malo— Bueno, ya sabes, en navidad te recompensarán por ser un buen niño.

—Espero, que Santa Claus me traiga un regalo decente —le dejó caer con una sonrisita. Max asintió.

—Pues sí, del tamaño de un puto elefante por ser tan jodidamente bueno —susurró pensativo— ¿Un yate? Tú nunca has tendido un yate ¿Te gustaría uno?

David rio divertido. Joder, un yate.
No se esperaba esa respuesta. 
David se mareaba hasta autobús, así que rehusó la idea de navegar. Lo que le gustó fue el detalle de que Max le quisiese regalar algo.

—¿Me comprarías un yate? —le preguntó mordiéndose el labio. Max se encogió de hombros.

—Últimamente me he superado a mí mismo siendo cabrón —le dijo como si quisiese excusarse— creo que mereces una recompensa.

—No quiero un yate —le dijo David suavemente— ¿Qué hago yo con un yate? Tú pórtate bien y ya está.

Max se separó de él y le miró fijamente.

—Si alguna vez te doy motivos, si rompo el trato, o si soy más gilipollas de la cuenta quiero que me des un puñetazo.

—¿Qué? —exclamó divertido.

—Que quiero que me hosties —le dijo con una sonrisita— a ver si se me bajan los humos.

—Tomaré tu petición al pie de la letra, pero luego no te quejes si que duele. No quiero llantos.

Max asintió sonriendo.

—¿Por qué no volvemos a lo que hacíamos antes? —le preguntó antes de volver a juntar sus labios.

 

Notas finales:


Al siguiente cap-----> MAX.


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