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BAJO LA PIEL por Lady_Calabria

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Notas del capitulo:



MAX.

Max se puso en pie y miró a David, desnudo y durmiendo tan profundamente como un bebé en su cama. Sonrió. No sabía que David podía llegar a ser tan apasionado. Poca gente era capaz de agotarlo de esa manera.
Y aunque él no se quejaba, y estaba más que encantado, no podía evitar alucinar cuando el chico le pedía más y más como un niño que recibe un juguete nuevo y no deja de jugar.

David parecía realmente dispuesto a recuperar el tiempo perdido probando cualquier práctica que Max le propusiese. 
Era un tiburón en una pecera.

Se duchó y vistió. No se preocupó en no hacer ruido, pero sin embargo David no se despertó.

Decidió ir a desayunar algo, dejaría dormir a David hasta que se despertase solito.

Encontró con Dante en una mesa, mirando como su hermano hablaba con un chico en una esquina del fondo.

Se sentó a su lado.

Dante se giró para observarle con cara de pocos amigos y después volvió a posar su mirada en su hermano.

—¿Crees que a David le gustaría que estuvieses tan cerca de mí? —Le dijo sin dejar de vigilar a su hermano en ningún momento. Max se encogió de hombros. Dante tomó un tenedor para pinchar su comida, pero el tenedor se quedó a medio camino.

—Mientras estemos en público...—le dijo mirando a Ryan también— Tu hermano se lleva muy bien con Greg, ¿No es así?

—Eso parece —le dijo Dante con tono envenenado. Max sonrió al oírlo. Él sabía muy bien el motivo.

—¿Estás celoso?— preguntó tranquilamente. Dante le miró un segundo.

—¿Por qué debería estarlo?

—Porque te follas a tu hermano... —soltó Max con una ceja enarcada. A Dante se le escapó el tenedor de entre los dedos y al chocar con el plato hizo mucho ruido, pero no les importó. Dante no se molestó en recogerlo, se quedó tan pasmado que Max se llegó a preguntar si se había roto de la impresión .

—¿Qué has dicho? ¿Cómo...? ¿Cómo coño sabes tú eso? —preguntó a galope entre el pasmo y el enfadado. Max se encogió de hombros. No había sido muy difícil deducir que Dante y Ryan no eran como otros hermanos. Al final lo había entendido, al principio pensó que aquello era solo invención suya, pero no lo era. Ryan a veces tenía marcas en su cuello, marcas que parecían aparecer después de estar en su habitación... también se había fijado en la forma de actuar del chico cuando veía a Dante con alguien. Celos. Y la forma de mirarle de Dante. Como si desease comérselo...

—Es verdad ¿No? —preguntó. Dante miró alrededor por si alguien estaba demasiado atento a su conversación. Asintió. Max sonrió de lado.

—Eso es... —le dijo. Dante apartó la mirada— Interesante.

Dante le observó incrédulo.

—Me olvidaba que hablo con Max —le dijo sonriendo también —Otra persona pensaría que es... sucio; como mínimo, pero tú....

—Que se jodan los demás —le dijo Max con un mohín— No diré que sea lo más normal del mundo, pero puestos a tener una parafilia, si a los dos os va bien así...

—A mí me va perfecto —susurró Dante.

Max comprendió. A él.

Pero no a Ryan. Por eso Dante estaba celoso, por eso Ryan hablaba con Greg cuando ese chico usualmente parecía mudo con la gente que no conocía. Ryan quería más que aquella secreta relación. Estaba harto. Y Dante temía que se fuese...

—Entiendo —murmuró.

—¿Qué cojones vas a entender tú? —le dijo enfadado Dante.

—El problema aquí, Dante, es que tú eres el que no entiende nada —le dijo Max levantándose— yo no quiero meterme en tu vida, porque casi no te conozco... y además no me importa. Pero creo que si Ryan se interesa por Greg, es porque él le da algo que tú no.

—Es cierto —le dijo Dante y volvió a mirar a su hermano enfurruñado—, tú no me conoces.

Max se encogió de hombros. Y se marchó sin decirle nada más. Antes de salir por la puerta se giró y vio a Dante bajando la mirada con expresión abatida.

*********************************************************************

Al final no había desayunado. Tenía hambre, pero se aguantó.

Pasó por un pasillo lleno de niñas de primero que planeaban las vacaciones de navidad. Cada vez faltaba menos para eso...
Odiaba tener que pasar las vacaciones en casa con sus padres.

Pensó en hacer un viaje. Podía ir a donde fuese, pero no quería estar solo como todos los años.
Normalmente lo que Max hacía era encerrarse en su habitación durante todas las vacaciones, allí tenía de todo y más.

Pero se aburría estando tan solo. Pensó en David. ¿Él también estaría solo? No. Seguro que iba a visitar a sus abuelos...

Pensó en ir a ver a Nick, porque seguro que David seguía el séptimo sueño.

Cuando llegó Nick estaba duchándose, así que fue Alex quien le abrió la puerta. Le dejó entrar sin decirle palabra. El chico rubio se sentó en el suelo, estaba rodeado de envoltorio de dulces y golosinas, Max fijó su mirada en una magdalena con muy buena pinta.

—Come lo que quieras, chico duro —le dijo Alex recogiéndola del suelo y ofreciéndosela. Max se sentó en la cama y Alex se la lanzó. Max sonrió.

Chico duro. Así le había llamado Alex antes de proponerle eso de chupársela...

Sabía que eso era en respuesta a que le llamase Flipy.

Mientras quitaba el envoltorio le miró. Parecía estar mejor que la última vez que lo vio. Sus ojos no estaban tan tristes. Pero estaba serio y pensativo. Tenía unas marcadas ojeras como de no haber cerrado los ojos en toda la noche.

Cuando aquel día lo vio en el suelo parecía estar más muerto que vivo. Recordó que estaba en el pasillo cuando vio a Nick corriendo como si la vida le fuese en ello hacia la habitación.

Le dijo a gritos que Alex se moría. Y él no pudo evitar correr con él para evitarlo. Porque no estaba bien que Alex desapareciese del mundo. Aunque no podía culparle por intentarlo.

Max comprendía al chico, por increíble que fuese, sabía lo que se sentía al ser ignorado por completo por unos padres, intentar llamar su atención de alguna manera y solo conseguir la nada, y finalmente rendirse a la soledad. Solo que la forma de rendirse del chico era mucho más radical que la suya.

—¿Cómo te encuentras? —le preguntó sin mirarle. Alex en cambio se giró y se le quedó de frente.

—Estoy un poco enfadado con el mundo —le dijo el chico con el ceño fruncido en un profundo gesto de irritación— Nick... no me deja si a sol ni a sombra, no me deja tener drogas, ni me deja tener cosas peligrosas con las que hacerme daño -Max se fijó en que el chico estaba apunto de llorar de pronto, sus enormes ojos humedecidos parecían océanos. Parecía muy nervioso— ha llamado a mi médico y le ha preguntado la dosis exacta de mi medicación. Y no me da una puta pastilla de más.

—Lo hace por tu bien —le dijo Max. Alex se sentó de espaldas a él—Intenta desengancharte de toda esa mierda.

—¡Vaya! Pero es que yo no quiero desengancharme de nada —le dijo girándose enfadado— Si me obligan a vivir no pueden dejarme así, hecho una puta mierda. Necesito, lo necesito...—A Max por una vez en mucho tiempo se le hizo un nudo en el estomago, realmente parecía desesperado—Yo... yo no estoy tan enganchado como pensáis, puedo dejarlo cuando quiera, pero es que no quiero.

—No digas tonterías —le dijo Max intentando parecer tranquilo y frío. Era evidente que ese eran el lema habitual de cualquier yonki. "Yo controlo" , "yo sé lo que hago" , lo dejo cuando quiera. Mentiras. Era tal la adicción de Alex que seguía drogándose a escondidas, porque si no...se notaría, pero el chico seguía igual que antes— Estás enganchado hasta los huesos. Si Nick hace eso es solo porque... porque le importas demasiado como para ver como te destrozas....

—¡Vaya! ¿Eso crees? —le preguntó Alex acercándose un poco.

—Joder, Alex. Solo una persona a la que le importases mucho estaría dispuesta a aguantar tus rabietas, a llamar a tu doctor para saber tu medicación... y a hacerte la reanimación cadiopulmonar con la cara llena de vómito, ¿No te has dado cuenta? Pensaba que eras más listo...

Alex le miró ofendido.

—Soy listo —le dijo entrecerrando los ojos— Mi materia gris puede darle tres palizas a la tuya, egocéntrico arrogante, farsante de mierda....

—¿farsante? —inquirió Max extrañado, le gustaba cuando Flipy sacaba su carácter.

Alex le sonrió como nunca lo había hecho. De manera parecida a como solía hacerlo él mismo, con arrogancia. Se puso en pie y se acercó.

—Todos somos farsantes a nuestra manera, tenemos máscaras. Yo sonrío aunque tenga ganas de llorar, Ryan se sonroja y tartamudea... Y tú, Max, Te ocultas con tu sarcasmo y tus pintas de chico duro, para que nadie sepa como eres —le dijo. Max tragó saliva y permaneció muy quieto. Él no hacía eso... ¿o si? Sí. Lo hacía, era cierto—, Y haces como si lo único que te importase fuese el sexo... Porque admitir que lo demás es importante sería como dejar que realmente te importase, y no quieres eso.... ¿Verdad, Max? Follas para olvidar, para no pensar. Pero deja ya de pensar que no pensar es bueno.

Max se apartó del chico, ahora era él quien estaba nervioso. Le molestaba mucho que todo eso que decía el rubio fuese verdad.

—¿Qué pasa? —le dijo enfadado socarronamente para ocultar su turbación— ¿Se te ha pegado lo de psiquiatra de dando estar en el manicomio?

—¿Ves? —le dijo sonriendo triunfante.

Max le empujó y cayó sobre la cama. De un rápido movimiento Max quedó sobre él. Alex estaba nervioso, pero no asustado. Para su sorpresa el chico le sonrió.

—Tengo razón... —le canturreó. Max le tapó la boca.

Le gustaba verlo así en la cama, a su completa merced, bajo él. Le gustaba que Alex le enfadase, no el hecho de enfadarse, sino el que el chico PUDIESE enfadarle.

—Ese es el Alex que me gusta ver a mí —le dijo acercándose, sin apartar la mano. Alex estaba muy quieto— el que lucha... no te rindas Alex, tu puedes vencer a la vida, puedes cerrarle la boca a todos esos que dicen que no lo conseguirás. Igual que me has puesto en mi sitio en un momento... lucha y sobrevive.

Max apartó la mano lentamente.

—Yo no quiero sobrevivir- le dijo en un murmullo— Yo quiero vivir.

—Pues muriéndote no lo vas a conseguir —le replicó Max mordazmente.

Alex pestañeó. Sus ojos le miraban con fijeza, esperando que se levantase, pero Max no que quitó de encima suya.

Entonces fue Alex quien se acercó a su oreja, pegando más su cuerpo al suyo. Max tragó saliva.

—Somos iguales, Max —le dijo en un susurro, acariciando con su aliento su oreja— Solo que ambos vamos en direcciones distintas.

Max comprendió. Ambos tenían unos padres casi inexistentes, se sentían casi igual, pero Alex era inocente, amable y sonriente y se esforzaba para que nadie notase que no era realmente feliz. Y él se volvía un gruñón y atacaba con sarcasmo antes de que viesen que estaba triste. Él se había refugiado en el sexo esporádico y Alex en esperar un amor verdadero a quien entregarle su virginidad.

—Max...

—¿Sí?

—Fóllame —le pidió— yo también quiero ser como tú...quiero dejar de pensar...

Max le miró. No era fácil no dejarse llevar por su petición. Pero no quiso hacerlo.

Porque sabía que en realidad no era lo que Alex deseaba, porque sabía que solo le gustaba Nick, y si solo podía excitarse con él... no quería ni siquiera intentarlo.

Y pensó en David. En su promesa. No podía romperla porque no quería decepcionar al chico. Por una vez en la vida, alguien confiaba en él, y no iba a perder eso por un polvo.

—Aunque la propuesta no me disgusta para nada... —le dijo apartándose— No voy a follar contigo cuando sé que no quieres hacerlo.

—¿Por qué?

—Porque eso sería como... como violarte, joder. Y le hice una promesa a David —le miró. Alex parecía triste de nuevo—. Lo que tú quieres realmente es que lo haga Nick —Alex asintió. De manera un poco infantil— Pues díselo.

El chico negó nerviosamente.

—Alex, él te quiere. Y tú le quieres a él. Habladlo de una puta vez, por dios.

Alex abrió mucho los ojos. Y bajó la mirada. Max se acercó a la puerta.

—Max —le llamó Alex pensativo. El chico se giró— Nunca nos hemos llevado demasiado bien... pero gracias por hablar conmigo.

—De nada, Flipy —le dijo antes de salir por la puerta.

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Fue a su habitación. Y descubrió que David seguía durmiendo.

Suspiró y decidió despertarle de una vez por todas. Le agarró de los pies y tiró de él con fuerza. David se despertó e intentó agarrarse a las sábanas pana no caer, pero aún así cayó al suelo arrastrando las sábanas con él.

—¡No! —exclamó. Max rio y se tiro encima suya en el suelo— ¡Max! ¡Imbécil! ¡Yo quiero dormir!

Max rio y le inmovilizó, sujetándole las muñecas contra el suelo.

—Llevas durmiendo toda la puta mañana —le dijo— parece que estás hibernando.

David frunció el ceño.

—¿Qué hora es? —preguntó.

—Tarde —le dijo Max porque no sabía la hora exacta. Tampoco quería facilitársela y así provocar que el chico se fuese.

David suspiró.

—Pues yo tengo sueño... —le dijo el chico rubio frunciendo el ceño.

—Es que anoche no dormiste mucho —le susurró Max al oído como si fuese un secreto entre los dos. David se sonrojó un poco.

—Joder —murmuró solamente y sonrió. Max comprendió a la perfección. Cada cierto tiempo en la vida de toda persona había una ocasión de sexo especial, algo que Max llamaba un Polvo Estelar.

Un Polvo Estelar es cuando te encuentras con un señor polvazo, de esos que hacen temblar la tierra, y ver estrellas... y parece que todo el puto universo gira en torno a ti.

Eso es un Polvo Estelar; y Max y David sabían que lo que hicieron la noche anterior había sido un maravilloso Polvo Estelar.

—David —le dijo Max apartándole un mechón de cabello de la cara— ¿Te apetece dar una vuelta por ahí?

—¿A dónde? —le preguntó extrañado. Max le sonrió.

—A donde sea, no has salido muchas veces de este sitio, ¿Verdad? —le preguntó. David negó.

—¿Me harás de guía turístico?

—Sí —le dijo sonriendo— te voy a enseñar todo lo que vale la pena aprender de esta ciudad. Conozco un par de restaurantes.

David puso cara de ilusión.

—¡Genial! —exclamó apartándole de encima suya. Max se echó a un lado. Permaneció estático en la misma posición mientras David se duchaba y vestía. Solo moviendo de vez en cuando los dedos de los pies bajo la zapatilla, porque se le dormían. Se puso a pensar en su vida, en como había cambiado de principio a fin en poco tiempo. En lo enamorado que estaba— ¿Max...estás bien?

Max volvió desde el mundo de sus pensamientos súbitamente. Se dio cuenta de que David estaba a su lado mirándole.

-Sí, sí- le dijo incorporándose- solo pensaba.

-Muy raro... tú pensando- dijo para meterse con él. Max le hizo un gesto obsceno con la mano.

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—Este es el río Rake —le dijo Max sentándose en el banco. David se asomó por la barandilla para ver la altura a la que estaban. Max le veía sonreír sintiendo calidez en la base del estómago. Sabía que le iba a gustar. Y se alegraba de haber acertado.

Le apretó la mano para llamar su atención.

—Dime.

—¿Qué harás estas navidades? —preguntó intentando no mostrar su curiosidad, como si fuese un pensamiento repentino, que no sospechase que estaba cruzando los dedos mentalmente y que llevaba horas planeando cómo preguntarle.

David se acercó y se sentó con él.

—No lo sé... —le dijo mientras se ataba los cordones de los zapatos sin prestarle atención— No he vuelto a hablar con mi padre desde que entré a estudiar aquí, pero supongo que no le molestará que pase la Navidad con mis abuelos... ¿Por qué?

—Es que... —dijo él sin saber empezar, tanto tiempo planeando en su mente y se quedaba en blanco en aquel momento.Respiró hondo— Como el yate no te pareció una buena idea... pensé que quizá... te gustaría... no sé, un viaje a algún sitio o algo así... pero si tienes planes no pasa nada, da igual, solo era una idea...

—Me encantaría —le dijo— Pero es que....hace mucho que no les veo.

—Lo entiendo, es normal.

—¿Y si vienes?

Max se quedó un segundo perplejo. Su cerebro no procesó.

—¿Qué? —No estaba seguro de haber comprendido bien— ¿Con... tus abuelos?

—Sé que allí no hay lujos, la casa es pequeña... y la televisión tiene más años que yo —le dijo— Y claro, no estoy seguro de querer que mi abuelo sepa que...ya sabes...Que tú y que yo...— le dijo poniéndose nervioso, Max asintió comprendiendo. Sabía lo que pensaba el abuelo de David de la homosexualidad. Algo a su parecer estúpido y digno del pensamiento de un neandertal. Pero eran personas mayores, y a los viejos es difícil cambiarles, dada su educación.

Max sonrió.

—Allí no podría decirte cosas para hacerte sonrojar —le dijo. David negó— Ni podría tocarte...

—Desde luego que no.

—¡Y no hablemos de follar!

—Nada de nada —le dijo David con una mueca, como si eso tampoco le gustase nada a él.

Valía la pena estar a dos velas durante un tiempo para estar con él en vez de pasarse en soledad de su habitación toda la navidad, escuchando las discusiones de sus padres...

—¿Y si es tan pequeña la casa... no les molestaré? —le dijo un poco indeciso.

David chasqueó la lengua con un mohín de su mano, quitándole importancia.

—Puedes dormir en mi cama...—le dijo de manera pícara.

—Entonces la cosa se pone interesante —le sonrió.

 

Notas finales:



Al siguiente cap-----> TODOS.


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