Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

BAJO LA PIEL por Lady_Calabria

[Reviews - 320]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

 


TODOS II

Lentamente Alex abrió los ojos.


 


Estaba nublado fuera y podía escuchar el reconfortante sonido del chocar de la lluvia contra el cristal de la ventana.


 


Entonces notó que no estaba solo. 


 


A su lado descansaba una espalda morena y tremendamente arañada. El chico roncaba durmiendo con la cara contra la almohada. 


 


Nick. 


 


Sí. ¡Nick!


 


Recordó todo lo que había pasado la noche anterior, abrió la boca sorprendido porque al despertar no se acordaba.


 


Miró debajo de las sábanas. Estaban desnudos. 


 


Se sonrojó hasta la punta de la nariz y bajó las sábanas bruscamente.


 


Había sucedido. Lo recordaba como en un sueño, pero había pasado. Y a medida que los recuerdos inundaban su memoria notó aquella reconfortante sensación en la base del estómago, un bonito calor parecido a la felicidad. 


 


Porque allí estaba Nick, con él. No se sentía tan feliz desde hacía bastante tiempo.


 


Se giró mirándole mientras dormía. 


 


Se dio cuenta de que Nick tenía también arañazos en el hombro. Ni siquiera recordaba habérselos hecho...


 


Deseó no olvidar nunca esa noche. No por el sexo. Porque no tenía intención de olvidar nada de ese tema... pensaba practicar muy a menudo para tenerlo bien fresco en su memoria.


 


Intentaría no olvidar jamás el glorioso momento en el que comprendió que Nick sentía algo por él.


 


Y se dio cuenta que al decidir no olvidar algo, había decidido inconscientemente vivir durante un período de tiempo lo suficientemente largo como para poder olvidar algo.


 


*********************************************************************


 


Dante miró el móvil como si él tuviese la culpa de que su hermano no hubiese aparecido en toda la noche y que no se hubiese dignado a llamar para avisar...


 


Después de que se fuese, él también había salido a ahogar sus penas en un bar, bebió sin tener sed. Y folló sin tener realmente ganas de follar.


 


Ni siquiera recordaba el nombre de esa chica... lo que si recordaba era el vaso de vodka.


 


Se encendió un cigarrillo. Y mientras fumaba analizó el paquete.


 


Rojo y blanco, de colores llamativos, el nombre de la marca de su padre en dorado y con letras elegantes. Y en una esquina, en blanco, un soso "Fumar puede matar".


 


Millones en marketing, meses de trabajo... en una puta caja. 


 


¿Por eso su padre siempre estaba trabajando? Tiró la caja vacía a la basura. 


 


Ryan siempre le regañaba por fumar. Decía lo mismo que la caja, que se estaba matando. Que se iba a morir igual que su madre, joven y con los pulmones hechos mierda. Pero a Dante se la soplaba eso, a él le gustaba la nicotina, incluso el alquitrán, que suponía se pegaba a sus pulmones.


 


Algún día toda esa enorme empresa sería de los dos.


 


Si es que su padre llegaba a morir algún día; porque su padre ya era casi tan viejo como Matusalén. Dante rogaba para que no fuese inmortal.


 


Justo en ese momento la puerta de la habitación se abrió. Ryan entró sin decirle nada.


 


Dante le ignoró. Pero no por mucho tiempo.


 


—¿Dónde has estado toda la puta noche? —le dijo de pronto. Ryan le miró como si esperase esa reacción.


 


—No tienes porqué saberlo —le dijo muy serio. Dante se enfadó.


 


—¡Podrías haber llamado! —le reprochó. Ryan negó.


 


—¿Por qué debería llamar cuando tú no lo haces nunca? —le dijo entrecerrando los ojos. Dante se acercó.


 


—¿Es eso lo que quieres? ¿Eh? ¿Quieres ser como yo? —le dijo lentamente, con algo de maldad, Ryan apartó la mirada un poco nervioso— Dime una cosa, ¿Te lo has tirado ya? Porque eso es lo que hubiese hecho yo....


 


—Cállate —dijo enfadado y le empujó— ¿Acaso tú no has estado follando mientras he estado fuera? Yo tengo el mismo derecho.


 


A Dante no le sorprendió que supiese lo que había estado haciendo, Ryan le conocía muy bien.


 


—¿Entonces... ha habido polvo o no? —le preguntó controlando sus celos para no salir corriendo y matar a Greg. Ryan le miró un segundo.


 


Y Ryan rememoró como Greg le había llevado an su habitación tímidamente. 


 


—Pues esta es la única cama de mi casa... —le había dicho Greg abriendo la puerta de su habitación muy colorado— Aunque tengo sofá... si quieres yo puedo....


 


Ryan negó y cerró la puerta tras él. Y pensó en como se había lanzado a por Greg, atrapó sus labios contra los suyos. El chico se había sorprendido al principio, pero no tardó en corresponder al beso. Por pura ley de la física, el empujón de Ryan hizo que ambos cayesen en la cama.


 


Ryan sintió las manos de Greg recorrer su cuerpo lentamente sin dejar de besarle. No fue como cuando lo hacía su hermano, había sido dulce, había sido... suave. Él no solo quería follárselo... por eso no tuvo prisa.


 


Ryan recordó como se había enfadado consigo mismo por pensar en su hermano y comparar al chico con él...


 


Dentro de él hubo una batalla. Una auténtica pelea a gritos entre el diablo y el angelito que se escondían en su cabeza. Uno dijo que olvidase a Dante y que disfrutase del polvo, y que así Dante aprendería que no era suyo. El angelito dijo que no estaba bien aquello... porque no era correcto acostarse con alguien solo por rabia y despecho, para engañarse y olvidar a Dante.


 


Esa gran batalla duró apenas unos segundos, el demonio dejó inconsciente al ángel con un pensamiento sobre lo maravillosamente bien que besaba Greg. Ryan pensó que si lo hacía todo igual de bien...


 


O al menos tan bien como Dante... Joder, no se lo podía sacar de sus pensamientos.


 


Pero Greg se separó del él frunciendo el ceño.


 


—¿Qué pasa? —preguntó apartándole el pelo de la cara.


 


—¿En quién estás pensando? —había preguntado el chico. Ryan se puso colorado.


—E-en n-nadie —dijo muy nervioso. Greg negó y le sonrió.


 


—No es lo que parece... —le dijo. Ryan apartó la mirada.


 


—L-Lo s-s-siento...


 


—No te disculpes —le había dicho Greg—No pasa nada... pero.... creo que lo mejor sería dejar esto para la segunda cita... a ver si me lo trabajo y solamente puedes pensar en mí.


 


Ryan había sonreído y asentido lentamente. Y pasaron el resto de la noche riendo por tonterías mientras charlaban en la cama. 


 


De modo que no. No se había acostado con él. 


 


Pero, por supuesto, Ryan no iba a decir aquello. 


 


—No voy a contestar— le dijo con voz fría a su hermano— No puedes echármelo en cara... tuviste tu oportunidad. Yo te lo di todo, te di lo que me pediste y más...


 


Dante lo sabía, pero oírle decirlo era muy diferente a pensarlo. Bajó la mirada apenado.


 


—Si quieres acostarte con más gente... —le susurró— yo no puedo reprochártelo, pero no me dejes... no te alejes de mí ...


 


—Dante, yo no soy como tú —le dijo sentándose en la cama. Dante se sentó a su lado— No puedo ir follando por el mundo sin saber ni el nombre de la persona...sabiendo que solo es un polvo y que no le volveré a ver. Y si sigo contigo eso es lo único que tendré, porque no puedo estar con nadie si estoy contigo también.


 


Dante suspiró.


 


—Voy a darme una ducha —le dijo con voz casi inexpresiva y se marchó. Ryan bajó la mirada. Se sentía como si estuviese cortando con él. 


 


¿Pero qué había que cortar? No eran nada, solo dos hermanos que de vez en cuando follaban... solo eso, Dante se había encargado de eso.


 


Oyó el grifo de la ducha. Pero también escuchó un sollozo. Lentamente se fue para allá, la puerta estaba abierta, no había ningún motivo para cerrar puertas entre ellos.


 


Dante estaba bajo del agua. Tenía los ojos cerrados y respiraba con dificultad. Ryan sabía que estaba luchando para no llorar, siempre hacía eso. Se pegaba una ducha de agua fría cuando estaba triste, o enfadado.


 


—Dante... —suspiró. Dante le dio la espalda, odiaba que le viesen llorar. Pero él se acercó.


 


—Has roto tu promesa, Ryan —le dijo.


 


—¿Qué?


 


—Me prometiste que siempre estaríamos juntos...—le dijo Dante al ver que su hermano si siquiera recordaba eso.


 


Ryan recordó de golpe. Tenían catorce años.... Era el aniversario de la muerte de su madre, por lo que Dante estaba triste. Sí, se lo prometió. Pero es que en aquel momento le parecía algo fácil de hacer. Vivir con él hasta la muerte era algo que le parecía genial, aún se lo parecía. 


 


Pero no así.


 


Ya no le bastaba con eso...


 


—Yo... —empezó— no quiero dejar de ser tu hermano...


 


Dante suspiró.


 


—Déjame solo, Por favor, Ryan, no me digas nada más y vete —le dijo apretando el puño. Ryan asintió y obedeció.


 


********************************************************************


 


—¿Estás loco? —preguntó David obstruyendo la puerta. Max bufó e intentó apartarle.


 


—Déjame salir —le dijo Max muy serio. David negó— No quiero hacerte daño, pero si tengo que hacerlo para salir, lo haré...


 


—Inténtalo —le dijo David divertido. El muy bruto de Max quería salir aunque aun no se había curado del resfriado y todavía tenía fiebre— No voy a dejar que vayas a clase, túmbate ahora mismo y cierra esa bocaza tuya. Menos para tomarte la pastilla.


 


—David —le dijo con el ceño fruncido— no me dejes aquí ¿Sabes cuánto me aburro?


 


—Mira películas porno en el ordenador... —le propuso David. Max lo meditó.


 


No sonaba mal... no ver películas porno, porque no le gustaba calentarse y estar solo para desahogar su pasión. Pero podía ver una película normal...con actores vestidos. 


 


Decidió ver alguna en la que no tuviera que pensar absolutamente nada, con robots gigantes a poder ser. 


 


Le dio un ataque de tos. Y David le empujó hasta la cama.


 


—¿Cómo se llamaba esa película nueva de tu padre. La del robot del espacio? —le preguntó Max. David ni se molestó en intentar recordar.


 


—No lo sé.


 


—La buscaré... —le dijo sonriendo— te pareces a él, ¿Sabes?


 


David se lo quedó mirando sorprendido.


 


—¿Sí? —le preguntó con el ceño fruncido.


 


—Sí —le dijo Max analizando sus fracciones —Él tiene los ojos azules.... Pero cuando seas más mayor serás casi como él...


 


David sonrió.


 


—¿Y eso es bueno o malo? —le dijo entregándole el ordenador portátil. Max lo tomó y lo dejó sobre la cama.


 


—Bueno, es el hombre más guapo del mundo según esa revista que me dejó Ellen —le dijo señalándola. David la recogió y buscó la parte de su padre.


 


En efecto, según el ranking que salía en la revista, su padre era el hombre más sexy de la gran pantalla...


 


David debía reconocer que era atractivo, pero no veía nada especial. Y tampoco veía sus similitudes. Pero Max no solía inventarse cosas...si lo decía sería por algo.


 


—Pues si me parezco a él de mayor voy a ligar más que tú ¿eh? —le dijo bromeando. Max asintió.


 


—Habrá un momento en el que tú y yo entraremos en un sitio y tenga que apartar a la gente a hostias para que no intenten ligar contigo —le dijo el de cabello negro.


 


—Eres demasiado exagerado... —le dijo David tirándole un cojín— a demás tú no los apartarías, les pedirías el teléfono para hacer un trío...


 


Max rio a carcajadas, pero eso le hizo toser.


 


*********************************************************************


 


Nick se despertó sintiendo una extraña presión en los labios y cuando abrió los ojos lo primero que vio fue un par de ojos celestes brillando frente a él.


 


—Hola —saludó sonriendo embobado. Alex también le sonrió.


 


—Hola —le dijo. Alex estaba a cuatro patas sobre él, pero sin tocarle en absoluto, por lo que no lo había notado.


 


Nick pensó que despertar con un beso de Alex era una muy buena forma de despertar.


 


El chico se apartó de él, tumbándose a su lado.


 


Se hizo el silencio, porque ninguno sabía qué decir en una situación como aquella.


 


Pero Nick se empezó a sentir incómodo y decidió romper el hielo.


 


—¿Cómo te sientes? —le preguntó suavemente. Alex le miró contento. 


 


—Bien, genial —le dijo lleno de energía— ¡Vaya! No sabía que el sexo fuese tan alucinante... ¿Y si lo hacemos otra vez?


 


Nick rio.


 


—Sabes que tenemos que ir a clase... —le dijo aunque la idea no le disgustaba, quería revivir lo de la noche, follar con Alex hasta desmayarse...Pero no había tiempo, y él no quería tener prisa, porque quería estar horas enteras con él y sabía que si empezaba ya no podría parar. Alex puso cara de no gustarle nada eso de tener que ir a clase.


 


—¡Vaya! Es verdad... —susurró y se abrazó a su brazo —Bueno, pero no te vayas todavía, no hasta que no quede más remedio...


 


Nick asintió. Eso le parecía una maravillosa idea.


 


Se pasó una mano por el hombro porque notaba algo raro, le escocía. Alex le había clavado las uñas en la noche sin ni siquiera darse cuenta.


 


Se sonrojó recordando ese momento exacto. Cuando el chico escondió la cara en el hueco de su cuello jadeando más fuerte y se había agarrado a su hombro tan fuerte que le había dejado marcado. 


 


Le miró, el chico tenía dos círculos violáceos en su cuello. Los dos se habían marcado el uno al otro.


 


—Alex —le susurró— De verdad... ¿Estás bien? ¿Te duele algo? Quizá no fui todo lo delicado que pude haber sido....


 


Alex sonrió negando. Le cerró la boca contra la suya para que dejase de hablar.


 


—Fuiste muy amable —le dijo con un susurro— pero si que me duele un poco el...


 


—Se te pasará —le dijo sintiéndose culpable—, ya sabía yo que fui un poco bruto.


 


—Bruto y apasionado son cosas diferentes... me gustó —le dijo Alex sin mirarle. Nick se puso un poco colorado.


 


—A mí también. Pero nos hemos saltado toda la parte de ir al cine cogidos de la mano, eh. 


 


—Podemos ir luego al cine, si quieres. 


 


Los chicos rieron con ganas y luego  quedaron un ratito más en silencio. A cada minuto la idea de tener que levantarse de la cama, ducharse, vestirse para ir a clase le parecía más lejana y absurda.


 


—¿Sabes una cosa? —empezó Nick.


 


—Muchas cosas —le interrumpió Alex para fastidiarle. Nick puso los ojos en blanco.


 


—¿Pero esta en concreto? Me encantaría estar dentro de ti...—le dijo abrazándole. Alex se puso colorado. Le gustaba eso de tener los brazos de Nick alrededor de su cintura.


 


—Ya lo has estado —le dijo Alex.


 


—No me refiero a eso, tonto. Que sí, que me gustaría. Pero me refería a... estar dentro de tu cabeza.


 


Alex frunció el ceño.


 


—¿Por qué ibas a querer eso? Es un lugar horrible. 


 


—Porque yo sé que tú piensas distinto... —le dijo Nick meditándolo en voz alta— Y me gustaría saber cómo es tu forma de ver el mundo y entenderte...


 


Alex se encogió de hombros. Esos eran motivos que no esperaba. Y no dijo nada. Porque no sabía qué decir a eso... Nick se quedó pensativo también, mirando su muñeca.


 


Había visto señales de intentos de suicidio antes, era algo común entre los niños malcriados de aquel instituto. 


 


Se tomaban un bote de pastillas y llamaban al doctor antes de desmayarse, o esperaban a cortarse cuando toda la casa estaba llena de gente... lo hacían para llamar la atención.


 


Pero Alex no. Alex quería morir de verdad. Y no solo se había cortado las venas, por la cicatrices, se había cortado hasta casi arrancarse la piel... 


 


Para no fallar... pero ahí estaba, gracias al cielo, vivo junto a él.


 


Alex notó su mirada pero no dijo nada. La mirada de Nick se dirigió entonces a las marcas de pinchazos de su brazo.


 


—¿Por qué tienes cicatrices de pinchazos? —le preguntó suavemente. Alex apartó la mirada reticente a contestar— ¿Es por tus drogas?


 


—No... —le dijo— Me dan miedo las agujas, nunca me inyectaría nada porque... bueno, es ver una jeringuilla y me mareo


 


—¿Entonces? —insistió, parecían marcas relativamente antiguas. 


 


—Es... de cuando.... Estaba en clínica —le dijo Alex avergonzado, no se sentía orgulloso de las cosas que habían pasado— Hubo una época en la que me costaba un poco controlar mi rabia. Me inyectaban tranquilizantes para dejarme k.o.


 


Nick recordó algo que había dicho el chico cuando le conoció. Dijo que en la clínica le enseñaron a no hacer daño a los demás... ni a él mismo.


 


Asintió intentando que pareciese que la noticia no le había afectado.


 


Alex le miró un segundo.


 


—Nick —le llamó Alex— ¿Me dejas fumar? Por favor, solo uno.


 


—No sé....


 


—Venga, Por favor, no es tan malo —le dijo el rubio— Tú seguro que te has metido en el cuerpo miles de litros de cafeína... yo tengo totalmente prohibida la cafeína ¿Sabes? me acelero demasiado. Porfa... Un porrito chiquitín. 


 


Nick intentó no dar su brazo a torcer. Pero era difícil, porque pensaba que comparado con otras cosas, eso era lo que menos daño le hacía y además Alex le miraba con ojos suplicantes. Acabó asintiendo porque no podía resistirse a la mirada del chico.


 


—¿No se te notará en clase? —le preguntó y al momento se dio cuenta de lo estúpido de la pregunta, Alex siempre fumaba y no se daban cuenta. 


 


—A nadie le importa —le dijo Alex encogiéndose de hombros. Pasó por encima y sacó de debajo de su cama una pequeña bolsa.


 


—Todo lo sacas de bajo la cama... —le dijo Nick divertido. Alex rio y asintió.


 


—Es como el bolsillo mágico de Doraemon —le dijo sonriendo. Alex se sentó sobre el estomago de Nick. Utilizándole de mesa.


 


Sacó un papel de cigarrillo y lo dejó sobre su pecho. Nick se lo quedó mirando mientras, muy concentrado, dejaba unos trocitos de hierba seca de dentro de la bolsa en el papel. Le había visto fumar un millón de veces, y hacérselos otros tantos. 


 


Pero, por algún motivo esa situación le gustó. Tener a Alex sobre él, liándose un porro en su abdomen era excitante.


 


El himno sonó. Ya no lo ponía Alex, Regina había vuelto a asignar esa tarea un día a cada alumno, hasta que Alex se recuperase anímicamente. 


 


—Deberíamos irnos —comentó Nick muy quieto. Sin intención alguna de moverse. Alex asintió con una sonrisa y siguió a lo suyo ignorando el himno soberanamente. Nick hubiese dado un brazo para que el tiempo se parase... y que Alex no se bajase de su cuerpo jamás.


 


—¡Vaya!¿Y si no vamos? —le dijo Alex buscando un mechero.


 


—Sabes que nos podrían castigar por hacer novillos, y la verdad, no me apetece estar castigado con Regina.


 


Alex rio, todo el mundo odiaba a Regina, pero él sabía que era buena persona.


 


Tenía un instinto maternal escondido que él sabía encontrar.


 


—Max está enfermo ¿No? —le dijo encontrando su mechero— Pues le dices que yo he pillado el resfriado, y que quieres cuidarme... porque no te fías de dejarme solo. Ya sabes porque...Cú-cú. 


 


El chico hizo circulitos con el dedo índice cerca de su sien. 


 


Nick rio por el brillante plan que acababa de trazar el rubio. Como si no le costase nada.


 


—¿Y aceptará?


 


—Regina me tiene entre algodones porque mi madre paga el tripe que la tuya para tenerme aquí vivo, sin contar la mala reputación que le acarrearía un cadáver suicida —le dijo Alex encendiéndolo.


 


Miró un segundo como el humo se disipaba. Nick le miraba, y eso le gustaba.


 


Sonrió y se inclinó lentamente. Quería compartir lo que más le gustaba con la persona que más quería. El día de su cumpleaños ya había fumado con él, pero no era lo mismo, ya no era hacerlo con él, era hacerlo juntos.


 


Le echó el humo a Nick sobre los labios. Nick lo aspiró mirándole a los ojos.


 


Como si se tratase de un niño al que se le hace creer que la cuchara es un avión, el porro voló hacia los labios de Nick. Y el moreno le pegó una calada sin dejar de mirarle, y después... Se besaron.


 


En ese momento sí había tiempo.


 


*********************************************************************


 


Ryan suspiró. No le gustaba comer solo, pero no podía hacerlo con Dante y tampoco con Greg.


 


Max y David estaban encerrados en su habitación y no se conocía el paradero de Nick y de Alex...


 


Terminó de comer rápido, así que como le quedaba tiempo libre se fue al jardín, Alex solía estar en el césped y pensó que quizá se lo encontraría allí. 


 


Había llovido por la mañana, pero ya estaba seco.


 


Se sentó y sacó de su mochila un libro que debía leer. Pero no tuvo tiempo de leer dos palabras seguidas cuando Alex se sentó frente a él muy sonriente.


 


—¡Ryan! —la saludó tan acelerado que parecía que se había bebido un litro de cafeína—¿A que no sabes qué ha pasado?


 


Ryan negó levantando la mirada de su libro. Pero abrió mucho los ojos al ver la marca rosada en el cuello del chico.


 


¿ERA ESO UN CHUPETÓN? 


 


Sí, lo era.


 


Alex vio la sorpresa en su cara y rio muy divertido. Que rápido lo había adivinado...


 


Ryan tiró de su brazo para que se acercase con ademán cómplice.


 


—¿Nick? —le preguntó, Alex asintió.


 


—Sí, esta noche. 


 


—C-cuéntamelo TODO —le dijo bajando la voz porque un grupo de chicos pasaba por allí.


 


—Te hice caso —le dijo sonriendo— Se lo dije... y resulta que él me quiere, ¿No es lo más maravilloso que podría pasar?


 


Ryan rio por el tono entusiasta del chico.


 


—P-pero... ¿Lo habéis hecho? —le preguntó Ryan, Alex disfrutó del tono expectante del otro. Sus ojos inquisitivos mostraban una profunda curiosidad. 


 


—Sí —le dijo apartando un poco la camisa para que viese sus marcas. Ryan palmeó al aire haciendo gestos de victoria. 


 


Unos alumnos que pasaban se quedaron mirando con mala cara. 


 


—¿Y...q-qué tal? —le preguntó con picardía y alegría a partes iguales. 


 


Alex se tiró sobre la hierba.


 


—Vi estrellas... —le dijo feliz— Nick es tan...


 


Ryan se tumbó al lado del muchacho.


 


—P-pues me alegro —le dijo suavemente, y se lo dijo de corazón, no como mero formalismo.


 


—¿Dante cómo es? —preguntó Alex. Ryan le miró atónito. Nunca le había hablado de lo suyo con Dante a NADIE. Sí era cierto que a veces se había desahogado con el chico rubio, pero siempre hablando de Dante como si fuese otra persona.


 


—¿A-a qué t-te refieres? —preguntó muy nervioso. Alex le miró y suspiró.


 


Alex había sabido siempre lo de Dante y Ryan. Desde el día del puente, cuando se encontró a Ryan triste, el chico le había hablado de un amor imposible; de alguien que pensaba con la entrepierna y que se olvidaba de sus sentimientos... alguien a quien él amaba. 


 


Solo bastaba con ver como se comportaban. Por eso nunca le propuso a Dante nada indecente.


 


Dante era de Ryan, y él no quería poner triste al chico.


 


—Si no quieres contarme lo entiendo —le dijo— Pero sé que tú y Dante...


 


—¿C-Cómo?


 


—Esas cosas se notan, ¿Tú no ves como te mira? —le dijo riendo. Ryan se relajó un poco— Tranquilo que no le diré a nadie... Pero tengo curiosidad. 


 


—Dante es...—empezó a decir buscando un adjetivo que calificase bien a su hermano.


 


Alex hizo un mohín con la mano interrumpiéndole sonriente. 


 


—Seguro que no como Nick —le dijo sintiéndose muy feliz— Porque mi Nick es lo puto más. 


 


**********************************************************************


 


Los días pasaron. Cada día hacía más frío y quedaba menos para Navidad.


 


Max se preguntó que diría el abuelo de David de él. Nunca había estado en un barrio como del que le hablaba el joven...


 


Pero suspiró y pensó que eso daba igual porque David estaría allí junto a él.


 


Max siempre estaría donde estuviese David. No porque le hubiese domesticado... es que él realmente quería estar con él. 


 


Se había curado del resfriado y se sentía en plena forma. Y para ganar el tiempo perdido lo primero que hizo cuando vio a David fue estamparlo contra el escritorio, besarle y arrancarle el uniforme. 


 


Desde luego, David había reaccionado como solía hacerlo y casi rompieron el escritorio. Los polvos estelares solían sucederse uno detrás de otro con este chico.


 


Y es que le encantaba. No podía evitar que todo su mundo girase alrededor de él...


 


Todas sus ganas estaban concentradas bajo el ombligo de David, y ya no le apetecía nada salir a follar con cualquiera. Aunque... Una idea rondaba la cabeza de Max desde hacía bastante.


 


Recorrió con un dedo la espalda desnuda del chico, repasando toda su columna vertebral. Sintió como se estremecía por el contacto. Estaban desnudos en la cama de David, el chico miraba adormilado a la pared, dándole la espalda.


 


—David... —le susurró al oído. El chico no se movió— Sé que estás despierto...


 


—Por ahora —masculló entre dientes. 


 


—¿Puedo preguntarte algo?


 


—Claro — dijo David preguntándose qué demonios estaría pensando. 


 


La verdad es que la idea se ha había dado el propio David en una conversación superflua, como las que siempre mantenían. 


 


—¿Tú no sientes curiosidad por hacer un trío? —le dijo de golpe, David se giró y le miró con mirada indescifrable.


 


—Hombre, Curiosidad... —le dijo pensando que curiosidad precisamente no tenía. Aunque no era algo que le pareciese mal—, ¿Tú lo has hecho?


 


Max asintió.


 


—¿Con chicas o con chicos? — preguntó con curiosidad. Max sonrió.


 


—Con dos chicos, con dos chicas, y con chicos y chicas —le dijo. David alzó una ceja. En ocasiones se olvidaba de toda esa experiencia sexual que a él le faltaba.


 


—¿Y para ti qué es mejor? —preguntó. Max lo pensó un segundo.


 


—David, cariño, a mí me gusta todo, ya lo sabes— le dijo sonriendo. Vio como el chico se ponía colorado y le hizo mucha gracia. Decidió enfadarle para divertirse—¿De verdad que a ti no te gustan nada las chicas?


 


—¿Otra vez volvemos a eso? —le dijo David cayendo en su juego— Pues yo no sé...


 


—No pasa nada —le dijo Max— ¿Y no te gustaría hacer un trío con un chico?


 


David se quedó pensándolo, disgustarle no, pero era como si de 0 subiese dado marcha rápida. De no saber mucho del sexo a un trío... había un gran camino.


 


Pero la idea sonaba interesante, como poco. Se mordió el labio imaginando el abanico de posibilidades que se le ofrecía. 


 


—Me gustaría —le dijo—¿Pero quién... ?


 


—Debería ser o alguien de confianza o un completo desconocido —le dijo Max pensándolo— Estas cosas no van bien con conocidos de vista...


 


David sopesó los pros y los contras de las dos alternativas.


 


—¿Quién de confianza estaría dispuesto a...? —le preguntó. 


 


—Dante —dijo casi sin pensar.


 


David frunció el ceño. Era cierto que el chico era el más dispuesto, pero se puso celoso solo de escuchar como Max le proponía justamente a él tan rápido.


Sabía a que a Max le había encantado ese fugaz polvo con el pelirrojo, y solo de recordar las marcas que decoraron su piel durante los días siguientes se puso de mal humor.


—No me parece buena idea —le dijo algo cortante. Y le dio la espalda de nuevo. 


 


Max desechó la idea de Nick, si fuese el mismo Nick de unos meses atrás... Pero el Nick de ahora estaba detrás de Alex. 


 


Y Ryan simplemente no era una opción, porque si le tocaba, Dante le arrancaría las pelotas, y le gustaban como estaban.


 


Max se encogió de hombros.


 


********************************************************************


 


Nadie sabía lo suyo. 


 


No porque Nick así no lo quisiera, pero Alex había insistido que no tenía porqué meterse nadie en su vida para dar nuevos cotilleos. 


 


Nick intuía que era porque quería protegerle de comentarios sobre las cosas que el rubio había hecho... lo loco que estaba y esas cosas hirientes que la gente convertía en un notición de pasillo.


 


A él le daba igual eso.


 


Pero aceptó que Alex no quisiese que nadie lo supiese, estaba en su derecho. 


 


A Nick le tocaba ocuparse de la megafonía durante ese día. Un muy, muy largo día. Nick odiaba eso, era como ser jurado de un juicio, nadie quería y era casi un castigo cuando te tocaba a ti.


 


En realidad era sencillo. Darle al botón de play para que sonase el himno a la hora. Después del desayuno decir el menú del día en la cafetería y, si había algo especial, comunicar mensajes de la dirección o informar de reuniones.


 


Era aburrido.


 


Alex entró tras él. Llevaba un Chupa-chups sin abrir en la mano. Alex solía escaparse de clase para ir a verle cuando sabía que estaba fuera.


 


Nick sabía que el chico manejaba a los profesores y a la directora como quería, y haría lo que le salía de...lo que le venía en gana.


 


—Odio esto —le dijo como saludo. Alex rio y se fue a sentar frente a él, en la mesa donde estaba el micrófono.


 


—Por eso estoy aquí —le dijo sonriente—, Para hacerte esto más divertido.


 


Nick se sentó en la silla y encendió el micrófono. Comenzó a leer lo que le habían dicho que debía decir con voz de puro aburrimiento. Alex abrió su Chupa-chups y comenzó a lamerlo.


 


La mirada de Nick se dirigió a su boca de inmediato. El muchacho introducía el caramelo en su boca con deliberada parsimonia, rozándolo con sus rosados labios antes de abrirla para lamerlo bien. Mostrando un abanico de habilidades que Nick, ni su pene, pasaron por alto. 


 


—De... de segundo plato... —estaba diciendo Nick más puesto en los movimientos de la lengua y los labios de Alex que en lo que decía sobre la comida. Le encantaba cuando Alex ponía (intencionalmente) carita de niño bueno con aquel brillo pícaro en la mirada- hay....


 


Perdió totalmente el hilo de lo que tenía que decir. Dejándose llevar por un puñado de pensamientos depravados en los que esa boca no chupaba un chupa-chups, precisamente. 


 


Alex le sonrió y siguió provocándole mientras él intentaba concentrarse en las frases que debía recitar.


 


Es que el chico sabía despertar su lujuria...


 


Alex se acercó lentamente y se arrodilló frente a él. Nick apenas se dio cuenta de que había dejado el Chupa-chups sobre la mesa.


 


—Sigue leyendo —le dijo vocalizando mucho y hablando en apenas un susurro para que el micrófono no captase su voz.


 


—La reunión del equipo de animadoras es.... —dijo nervioso mientras Alex le quitaba el cinturón— Ah, a las siete, sí, a las siete y... y cuarto.


 


Alex sonrió divertido.


 


Porque si le acariciaba Nick daba un bote y se quedaba en blanco.


 


Le abrió la bragueta dejando visible aquel bran bulto en sus bóxers y se la sacó.


Se inclinó dispuesto a enseñarle a Nick su único talento. Alex sabía bien lo que debía hacer. 


 


Su mano se cerró entorno a su polla caliente masajeando rítmicamente, primero despacio. Y escupió sobre la punta para humedecer la fricción antes de acercar sus labios a su piel.


 


—La del equipo de...¡Ah! De natación es... ¡Ah —se esforzó en terminar la frase el moreno. Pero no podía acordarse de lo que había estado a punto de decir.


La lengua de Alex recorría ESA parte de su cuerpo, joder, desde la base hasta la punta y, ¿A quién demonios le importaba la hora de la reunión esa? Alex se la estaba chupando, y entendió porqué el rubio se había hecho tan famoso. Porque primero se la había envuelto con la lengua antes de metérsela en la boca cerrando sus labios entorno a su carne.


 


El único pensamiento que supo albergar su mente fue que esa fama estaba más que merecida, nunca se lo habían hecho tan jodidamente bien.


"¿Cómo hace eso con la lengua?" 


 


Su respiración se descontroló, sabía que la pared que daba al pasillo era de cristal, así que si alguien pasaba... Pero cuando Alex decidió que ya había subido y bajado bastante y que quería enseñarle que podía metérsela por completo en la garganta Nick se olvidó completamente de ese minúsculo detalle. A tientas buscó el botón que apagaba el micrófono y lo presionó mientras echaba la cabeza hacia atrás disfrutando de la mamada de su vida. 


 


**********************************************************************


 


Los altavoces dejaron de sonar.


 


Habían apagado el micrófono. Ryan frunció el ceño, ¿Es que la locura era contagiosa?


 


Miró a David que se había quedado muy sorprendido.


 


¿Qué demonios le pasaba a Nick?


 


Toda la gente de la clase estaba igual que ellos. La respiración entrecortada por jadeos y suaves gemidos....


 


Max negó muy divertido.


 


¡A Nick se la estaban chupando en pleno directo! Si señor, con un buen par de cojones aunque Regina le oyese.


 


De hecho, que todo el puto centro le oyese. Se preguntó qué cara deberían tener los de la clase de religión católica. Se estarían santiguando seguramente.


 


—Bueno chicos —suspiró el profesor sustituto— al menos parece que alguien se divierte aquí...


 


Dante pensó que a ese chico había que dedicarle un aplauso. Y que también se la iba a cargar, porque esa puta directora no paparía hasta castigarle por semejante obra de arte.


 


*********************************************************************


 


Nick cerró los ojos y se agarró al reposabrazos de la silla con fuerza. La sala de la megafonía estaba insonorizada así que no podían oírles el ruido que hacía.


 


A Alex le gustaba saber que Nick disfrutaba, saber que lo hacía bien... quería enseñarle todas esas cosas que había aprendido.


 


Pero se separó y Nick le miró.


 


—Regina, y más gente, llegarán pronto —le dijo.


 


—Alex... —le susurró con voz jadeante— no vayas a dejarme así...


 


El rubio sonrió como recién salido del infierno. Se la metió entera un par de veces en su boca antes de guardársela de nuevo en la ropa interior y apartarse de él con un saltito. 


 


—Vamos a otro sitio —le dijo con un tono totalmente pícaro— Y así tu también me ayudas a mí...porque te necesito.


 


Nick asintió. Nada en este mundo le apetecía más que un buen polvo con Alex.


 


**********************************************************************


 


Así que allí follaba todo el mundo menos él. ! Fantástico! ¡PUES VAYA PUTA MIERDA! 


 


Ryan bajó la mirada. Su hermano con multitud de anónimos, Alex con Nick, Max con David...


 


—¿Y él?


 


Miró a Greg de reojo, él había echado a perder la oportunidad con Greg por no ser capaz de sacarse de la cabeza a su hermano. No podía estar con Dante, pero sin él tampoco...


 


Suspiró.


 


El problema (o la suerte) era que le gustaba también Greg, mucho. 


 


Se acercó lentamente al chico. Estaba hablando con sus compañeros, así que se quedó a esperar a que dejase de hablar con ellos, le daba vergüenza interrumpir de pronto.


 


Greg le vio y se despidió de sus amigos para ir con él rápidamente.


 


—P-podemos hablar —le preguntó Ryan. Greg asintió y ambos se fueron a hablar a un lugar más apartado, en la habitación de Ryan, que era la que estaba más cerca de ellos. Pero no llegaron a entrar porque cuando Ryan estaba abriendo la puerta, Greg le preguntó:


 


—¿Que querías decirme?


 


—Y-yo... —le dijo él colorado— M-me gustas mucho. P-pero no sé que es exactamente... q-que esperas de mi...


 


Greg se acercó.


 


—Pues yo quiero tener algo contigo —le dijo. Ryan le miró fijamente intentando descifrar lo que eso significaba— Lo que tú estés dispuesto a darme...


 


Ryan se acercó.


 


—¿M-me darías una segunda oportunidad? —le preguntó acercándose como se acerca un gato. Greg asintió.


 


—Todas las que quieras.


 


Ryan le besó con algo de timidez, aunque ya se hubiesen besado, ese era de cierta forma su primer beso... Porque solo quería besarle a él, Dante quedó a un lado.


 


Entraron a trompicones en la habitación y de una patada Ryan cerró la puerta.


 


********************************************************************


 


Dante intentó controlar su rabia. Se había quedado tras esa esquina, viendo como ese y su hermano se besaban...


 


Por un momento barajó la idea de entrar en la habitación y matar a Greg, pero Ryan se enfadaría mucho y desechó cualquier cosa relacionada con el homicidio.


 


Se dio la vuelta y se fue por el pasillo. Hizo lo que solía hacer cuando su corazón latía con pena. Se lo llevaba de fiesta.


 


Una ducha no le ayudaría en esos momentos, necesitaba desahogarse....


 


Salió del centro, y tomó un taxi. Entró en un local al azar. Y allí la vio.


 


Había una chica que le llamó la atención.


 


Estaba bailando con los ojos cerrados completamente sola en medio de ese sitio oscuro. 


 


La suave música mecía sus movimientos. 


 


Y como un león que acecha a su presa, la observó. Y por unos segundos se olvidó de su hermano. La chica tenía una botella de Whisky en la mano y un cigarro en la otra, y tenía los labios ligeramente abiertos en una expresión de placer, como si disfrutase. Vestía de manera rara, y se comportaba también de manera rara. Ella sonrió antes de abrir los ojos. Y le miró.


 


Le hizo una señal para que se acercase y él obedeció. Le extrañó que le saludase como si le conociese de toda la vida.


 


—¿Nos conocemos? —le preguntó susurrando cerca de su oído para que le oyese. 


 


Ella rio y se pegó a él.


 


—No —le dijo— Pero voy a enmendar ese error.


 


Dante sonrió, ella se puso una pastilla de color blanco en la lengua.


 


Y se la pasó a él besándole.

Notas finales:



Siguiente cap-----> NICK


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).