Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

BAJO LA PIEL por Lady_Calabria

[Reviews - 320]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:


NICK.

—¿SE PUEDE SABER QUÉ ESTABA PASANDO ALLÍ? —le gritó la directora dando un golpe sobre su escritorio. Nick se quedó mirando una vena de su cuello. Daba miedo...

—Estaba nervioso... —mintió él— No me salían las palabras... me atraganté.

Alex le había metido en un buen lío, la directora se le había echado encima como un lobo en cuanto lo había encontrado. Gracias a dios, mucho después de desfogar todas esas ganas que le tenía a su pequeño rubio.

Es que Alex era... era lo mejor. No tenía más palabras.

Tal vez era el amor, porque Nick nunca había amado a nadie en su vida, y tal vez eso intensificaba más sus sensaciones. Pero le parecía que el chico era algo así como un dios de sexo. Como si alguien hubiese repartido superpoderes por la ciudad y el del rubio fuese saber moverse como lo hacía.

Recordó la forma de bailar del chico y pensó que tendría que haberlo visto venir.

Y eso que él era el único que había estado en su interior.

Eso tal vez era lo que más le gustaba. Alex era suyo. Podía sonar mal, egoísta. Pero Alex le amaba a él, y solo él podía tocarle. Y Nick  también era del chico, porque nunca se había enamorado en serio. Una cosa es que le guste alguien, interesarse, incluso enrollarse... y otra cosa es... amar.

Nick iba sonriendo como un bobo por todas partes. Siempre en una nube de serotonina.

La directora dio un golpe en la mesa y volvió a la tierra de golpe. Pero claro, el rubio se divertía poniéndole cachondo en los momentos más inoportunos...

—¡No eran ruidos de atraganto lo que se escuchaban! —le gritó.

Esperaba que al chico se le ocurriese algo para salvarle el culo... porque estaba bien jodido.

La puerta se abrió lentamente. Para su alivio era Alex.

—Señora, ¿Puedo pasar? —le preguntó. Regina asintió. Nick ya sabía que el carácter de la mujer se ablandaba cuando se trataba del chico. Pensó que debía ser el instinto maternal, o la codicia por el dinero que recibía de él.

—Sí —le dijo.

Alex se acercó y apoyó las manos en la mesa, para inclinarse hacia adelante y mirarle a los ojos.

Nick pasó un momento la mirada por ese monumento que era su trasero.

—Nick no tiene la culpa —le dijo el rubio.

—Alex no te metas en esto porque.... —le dijo ella de mal humor.

—Fue culpa mía —le interrumpió él. Los otros dos le miraron. Antes de que Nick fuese a replicar el chico habló de nuevo—. Yo le pedí que lo hiciese, para hacerme feliz, y él lo hizo porque quería contentarme. No lo hacía para ofender a nadie. Como usted le dijo que debía mantenerme contento.... Le dije que si no lo hacía volvería a intentar morir, él solo quería mantenerme vivo. ¿Qué otra cosa podía hacer?

Ella frunció el ceño.

—¿Es verdad eso? —le preguntó a Nick. Dudó, porque no quería ser expulsado o castigado, pero tampoco que el chico cargase con la culpa.

—¡Claro que lo es! —le dijo Alex hablando por Nick. El moreno pudo ver en su cara una sonrisita de superioridad— Yo nunca miento.

Nick intentó no reír a carcajadas.

¿Que nunca mentía? Puede que no se notase que mentía, pero lo hacía muy a menudo. Y se le daba muy bien.

Regina lo pensó un segundo.

—Teniendo en cuenta eso... —suspiró— Nick puedes marcharte. Alex, quédate aquí para hablar conmigo un rato.

—¿De qué quiere hablar? —le preguntó él sentándose en el escritorio, como si fuese su casa— ¿De economía? ¿Cuánto ha cobrado este mes por tenerme aquí? Seguro que más de lo que podría gastar en mi mantenimiento. ¿Qué hace con el resto del dinero? ¿Se lo embolsa para su disfrute personal?

Nick se dirigió a la puerta con una sonrisita al ver la cara de Regina, una mezcla de bochorno y arrepentimiento. Seguro que después de ese comentario la conversación no sería tan dura como ella había esperado.

Antes de salir por la puerta le hizo una seña a Alex para que supiese que le esperaba en el pasillo. El rubio asintió con expresión alegre.

*********************************************************************

Cuando Alex salió de allí tenía una sonrisa de oreja a oreja en los labios.

—¿Qué te ha dicho? —le preguntó Nick acercándose.

—Te ha prohibido acercarte a la megafonía de por vida —le dijo. ¿Ese era el castigo? Nick pensó que más que un castigo era un regalo- Y le he dicho que quiero volver a hacerlo yo.

—Genial  —dijo Nick de corazón— las noticias nunca fueron tan divertidas hasta que las contaste tú.

—¡Vaya! ¿De verdad piensas eso?

—Sí —le dijo sonriendo— Todavía recuerdo cuando felicitaste a la directora por su cumpleaños... me morí de risa. Cada vez que dices algo la gente escucha, y eso nunca pasaba antes, Se te da bien.

Alex le sonrió y se encogió de hombros.

—Tengo que ir a clase —le dijo el rubio dejando atrás el tema. Por la cara del chico al decir eso, la sola idea de volver a clase le aburría— Se supone que he ido a la enfermería... pero tengo que volver ya.

—Suerte —le dijo Nick. Alex asintió y antes de marcharse le regaló un beso a Nick que el moreno se quedó con ganas de más.

Se dirigió a clase. El profesor sustituto no estaba porque según le contó Max necesitaba un café por culpa de una resaca monumental.

—¿Qué te ha dicho la directora? —le preguntó Max. Nick se encogió de hombros.

—Me ha prohibido acercarme a cualquier micrófono —le dijo. Max abrió la boca.

—¿Te has librado? —le preguntó sin creérselo— ¿Y encima no te ocupas más de la megafonía?

David puso los ojos en blanco por la indignación de Max.

—Pues sí —le dijo Nick.

—David, ¿Quieres librarte tu también? —le preguntó— ¿Follamos en directo a ver que tal?

El chico le palmeó el muslo.

—Me parece que no, semental —le dijo Max se encogió de hombros fingiendo tristeza.

Nick debía reconocer que esos dos hacían buena pareja. Se llevaban irritantemente bien incluso sin dejar de pelearse.

David fue a hablar con Ellen, que le llamaba desde la otra punta de la clase.

Max miró a Nick con una sonrisa.

—¿Qué pasa? —le preguntó porque sabía que cuando Max sonreía de esa manera es que algo pasaba en su mente y eso no solía ser bueno.

—¿Quién lo hizo? —le preguntó su amigo. Nick se puso colorado y bajó la mirada para que no notase que sus mejillas ardían.

—Nadie... no sé de qué hablas —le dijo. Max rio entre dientes y se acercó para hablar más bajo y que nadie les oyera.

—Te conozco, Nick —le dijo— Tú no eres de los que se jugaría una expulsión por meneártela en el micrófono. Es más, sé que a ti no te gusta meneártela siquiera.

—Pues lo hice.

—No te creo —le dijo— No me jodas, Nick, tu no tienes cojones para hacerlo. Tuvo que se ser alguien... Alguien que te gusta, por el que estarías dispuesto a dejarte cortar la polla. Y creo que sé quien sí tiene cojones de sobra para hacerlo.

—¿Si?, dime quién —dijo sin mirarle— Listo...

Max se acercó hasta susurrar frente a él.

—Te daré una pista. Es rubio, ojos azules, le gustan los dulces y decir "¡Vaya!" —dijo con una sonrisita. Nick se quedó quieto y le miró un poco enfadado. ¿Por qué Max siempre se enteraba de todo?

—Vale, fue Alex —le dijo muy bajito para que solo él pudiese oírle. No había nadie a su alrededor porque todos estaban al final de la clase charlando de algún cotilleo.

Max sonrió como si estuviese muy orgulloso de él.

—¿Verdad que es un jodido artista?¿Cómo hará eso con la lengua? —le preguntó. Nick asintió no muy entusiasta. Bien recordaba que Alex ya se la había mamado antes a Max que a él. Pero intentó apartar los celos de sus sentimientos, porque Alex le quería solo a él. Lo demás no importaba.

—Sí que lo es... —susurró.

—¿Y te lo has follado ya? —le preguntó tranquilamente como si nada. Nick asintió lentamente.

Sabía que Alex no quería que la gente hablase de lo suyo. No por lo que pudieran decir sobre él, sino para proteger a Nick.

Pero confiaba en Max porque era su mejor amigo y sabía que se callaría como una tumba. Jamás iría con el chisme por ahí.

—Tenías razón —le dijo sin poder aguantar una sonrisa— Me gusta mucho, Max. Más que gustarme... es que le quiero.

Max rio y aplaudió con júbilo.

—Eso ya lo sabía yo —dijo suspirando como exasperado— y él te quiere a ti.

—Sí —sonrió Nick muy feliz.

—Pues os ha costado daros cuenta, joder —bromeó él— Alex entre lo de que tú no quieres... tú que si me rechaza.... ¡Hasta que no me la mamó no te diste cuenta de lo mucho que te gustaba!

—¿Insinúas que te la dejaste chupar para abrirme los ojos? ¿Así de generoso eres? —le preguntó con una ceja alzada.

—No —le dijo— Me la dejé chupar porque ese chico me la pone dura como una viga de obra, pero como efecto colateral te diste cuenta.

Nick respiró hondo. No le gustaba oír hablar de Alex de esa forma. Sabía que el chico había pasado una temporada yendo de mano en mano como una moneda, o mejor dicho, de polla en polla... Pero ya no era así.

—¿Y ahora qué? —le preguntó Max— ¿Salís o algo así?¿Tengo que comprar un traje de boda?

—Creo que... Somos novios o algo así —sonrió el moreno recuperando la sonrisa.

Max asintió como si la noticia le gustase mucho.

—Hablad de ese "o algo así", que luego me vienes llorando porque te han partido el corazón. Oye, ¿y quién lo hace mejor? —le dijo de repente con voz de diablo— ¿Él o yo?

Nick lo pensó un segundo. Porque era difícil elegir, aquello era un claro empate.

Max era la experiencia; Alex era, simple y llanamente, talento natural. Max era bruto, a saco como si cada polvo fuese el último que fuese a echar. Alex era tan... tan Alex. Max daba placer, pero las sensaciones de cuando era con el rubio no se las había dado nunca nadie.

Abrió la boca pero no supo que contestar.

Max comenzó a reír y negó con la mano.

—Mejor no lo digas, no quiero saberlo por el bien de mi ego —le dijo de buen humor. Nick sonrió— Hazme un favor, fóllatelo hasta quedarte seco por mí, ¿Vale? Hazlo por todos.

El profesor llegó con una taza de café humeante en la mano.

—Chicos, por favor, orden en la sala y leed el  libro ese tranquilamente... me duele la cabeza.... —les dijo sin muchas ganas. David se fue junto a ellos de nuevo.

—¿Y qué tal este? —le preguntó Max a David. El chico abrió la boca sorprendido. Al profesor se le fue un papel al suelo y se agacho a recogerlo. Los tres chicos se quedaron mirándole.

—¡Max! —exclamó David— ¡Es nuestro profesor!

—¿Y qué? —le dijo Max— ¿Es que al acceder al trabajo se te cae la picha?

—No sabemos si le gustan los tíos...

—David, si empiezas a poner pegas a todos no vamos a encontrar a nadie nunca —le dijo Max indignado. David se indignó también.

—Perdón, ¿Eh? —le dijo con el más puro de los sarcasmos.

—¿Por qué no quieres a Dante? —preguntó Max.

—¿Qué pasa conmigo? —dijo Dante desde su mesa al escuchar que decían su nombre. David le miró con cara de pocos amigos.

—Contigo no va nada —le espetó David. Dante levantó las manos en señal de paz. Ryan rio, sentado junto a Greg. Últimamente siempre estaban juntos.

—Pues si ni Nick, ni Dante, ni Ryan, ni Greg, ni Marc, ni el puto profesor ¿Me puedes decir que tipo de persona se le antoja al señor?

—Mira Max, mientras no se parezca a ti me encantará.

Max soltó una carcajada.

Nick no entendía de qué iba todo eso, así que los dejó a ellos discutir en voz baja.

*********************************************************************

Alex estaba sentado encima de su cama. Nick estaba en la suya. Ambos leyendo sendos libros que les habían mandado para poder aprobar.

Alex suspiró apartando el libro a un lado.

—¿Qué se meterá Don Quijote para flipar así con las ovejas y los molinos? —le preguntó divertido.

—Tú sabrás, tú eres el experto en drogas- le espetó de buen humor, aunque con un claro reproche. No le gustaba eso. Alex se quedó pensativo unos segundos.

—PCP —dijo llegando a esa conclusión. Nick ni siquiera sabía que era eso. Alex suspiró— Es una droga que te hace ver cosas. Un alucinógeno que te hace pensar diferente. Seguro que el hidalgo tuvo un mal viaje... Lo malo de esa droga es que te deja los ojos como cuando el Coyote se daba cuenta que el precipicio se había acabado y estaba flotando en el aire... ¿Sabes cómo digo?

Nick no pudo evitar sonreír por la explicación del chico. Claro que le entendía, de pequeño le gustaba ver al Coyote corriendo tras el Correcaminos, siempre en cada capítulo acababa flotando en algún acantilado.

—¿Tú te has metido de eso alguna vez? —le preguntó.

—No —le dijo Alex— ya tengo bastante con mis idas de mente, lo que me faltaba cuando estoy maníaco perdido creyendo que puedo volar es tener alucinaciones. No me hace falta polvo de ángel para estar loco.

Nick se lo quedó mirando ceñudo.

—¿Y lo que te metes tú es mejor?

—Sí —espetó Alex muy convencido— muchísimo mejor.

Nick suspiró y se levantó de la cama para buscar en su mochila el bote de pastillas de Alex.

—Toma —le dijo dándole dos de color azul— te toca la pastilla. Te doy el Lithobid, y luego la Olanzapina.

Hacía apenas un mes no sabía ni qué le pasaba al chico, y ahora parecía un experto en su medicación, conocía las dosis y sus efectos. Nadie podría reprocharle que no fuese un buen enfermero.

Alex las tomó con sus delicadas manos y le miró suplicante. Nick sabía lo que le iba a pedir antes de que lo hiciese.

—Dame una más...—le rogó— Solo una más...

—No —le dijo Nick muy serio.

—Solo es una pastilla —le dijo Alex tomándose las dos que le había dado.

Nick guardó el bote junto a los demás medicamentos.

—Sabes perfectamente que no solo tomas una pastilla de más —le dejó caer. Alex se quedó muy quieto sobre la cama y bajó la mirada avergonzado. Nick se fue a duchar.

********************************************************************

Nick se preparó y cuando estaba a punto de abrir la puerta para que ambos saliesen...

De repente.... sin avisar...

"¡Hip!"

Nick se giró rápidamente y le miró sorprendido. Alex se tapaba la boca con una de sus manos y la otra sujetaba su vientre como si quisiese impedir que algo saliese de él.

El extraño sonido hizo acto de presencia de nuevo. El rubio no pudo aguantar una risa.

—¡Tengo hipo! —exclamó muy divertido— ¡hip!

Dio otro bote. Nick también rio porque era divertido ver a Alex con la risa entrecortada por el hipo.

Su Hipo no era normal.

Nick pensó que era el hipo más gracioso que había podido escuchar en la vida. Una mezcla de hip y hop. Difícil de terminar de ubicar.

—¿Se puede saber qué ese ruido? —le preguntó Nick sorprendido.

—Es la rana que me cené anoche —le dijo bromeando. Alex sonrió.

Un nuevo hip y una nueva carcajada porque era muy gracioso, demasiado, verle botar al hipar.

—¿Qué hora es? —le preguntó Nick a Alex.

El rubio se encogió de hombros porque estaba muy ocupado contando los segundos que había entre hipo e hipo.

Nick buscó su móvil y lo miró en la pantalla.

—¡Que llegas tarde! —exclamó— ¡faltan cinco minutos para el himno!

Nick tomó a Alex del brazo y tiró de él por los pasillos.

Ya había pasado demasiado tiempo y el himno debía ponerse en exactamente 5 minutos... si llegaba tarde, puede que a Alex no le hiciese nada, pero a él le descabezaba. No había que enfurecer a la víbora, Regina ya estaba furiosa con él por el pequeño show que dio el día anterior...

Al pasar por un pasillo, Marc se quedó mirando a Alex, que le saludó con la mano.

Nick no pudo evitar lanzarle una mirada llena de desprecio.

—¿Tú qué miras? —dijo de malos modos. Aquel chico se había aprovechado de Alex cuando peor estaba. En vez de darle consejos o ayudarle, se bajaba la bragueta y le emborrachaba.

Le parecía un mamarracho. Y eso no eran celos, sino la pura verdad.

El chico se encogió de hombros bajo su mirada y apartó la vista.

**********************************************************************

Escucharon el sonido de la megafonía al conectarse. Normalmente ese sonido era bastante irritante, pero como sabía que era Alex quien estaba al otro lado... no le pareció tan malo.

—Buenos días, ¡hip! —dijo la voz de Alex todavía con hipo. Ya no parecía tan contento— Aquí de vuelta Dj Alex. ¡hip! Perdón, tengo hi-¡hip!-po...

Nick rio sin poderlo evitar. Estaba en el jardín y escuchó como dos chicas que fumaban cerca de allí reían y hablaban del rubio.

—Bueno chicos, ¿Me habéis echado de menos? —preguntó Alex— ¿Os aburríais sin mi voz? ¡hip! Pues tranquilos, porque mala hierba nunca muere y os dejo el himno de nuestra amada escuela. Regina, this is for you.

El micrófono fue apagado y se escuchó el himno.

Nick decidió esperarle en la cafetería.

Cuando llegó Dante ya estaba allí desayunando solo, decidió hacerle compañía. Y pronto llegó Max.

En unos minutos Max estaba discutiendo con Dante quién era más peligroso en una pelea imaginaria. ¿Gozilla o King Kong?

Max insistía en que eran retrasado por siquiera imaginarse que King Kong tenía una posibilidad contra un reptil mutante que escupía rayos.

Nick les escuchaba preguntándose de dónde había sacado a esos amigos.

Llegó Alex después de un buen rato. No parecía de muy buen humor. El chico dejó sobre la mesa todas sus cosas haciendo mucho ruido. Parecía enfadado.

—¿Qué te pasa, Flipy? —le preguntó Max mirándole de reojo.

—¡Me pasa! —exclamó Alex— ¡Que me duele el costado de tanto jodido hipo!, !Dios sabe que habré hecho para merecer esto!¡Pero yo creo que no es justo!

—Bebe agua y se pasará —le dijo Dante sin mirarle siquiera.

—¡Oh! Muchas gracias, no se me había ocurrido la maldita solución más obvia —espetó el rubio—. Me he pasado meando toda la mañana, ¡Soy un aspersor, una fuente!

Nick sonrió porque la desesperación de novio por eliminar su hipo era divertida, pero intentó disimular tosiendo para que no se enfadase.

—Agárrate la oreja izquierda con la mano derecha mientras saltas a la pata coja —le dijo Max como quien lo deja caer.

Alex se lo quedó mirando con el ceño fruncido y cara de pocos amigos, como si pensase que estaba loco o que se burlaba de él.

—¿Eso me ayudará? —preguntó incrédulo.

—¿Pierdes algo por probar? —le dijo Max encogiéndose de hombros.

—Pues sí, mi tiempo —le dijo Alex enfadado.

—Haz lo que quieras, Flipy, pero si no se te va nunca el hipo por no tirarte de la oreja te arrepentirás...

Alex suspiró y lo hizo. Max empezó a reírse de aquella ridícula escena frente a él.

Todos rieron, incluso los alumnos ajenos a la conversación.

Y Alex dejó de saltar siendo consciente de que le estaban tomando el pelo.

—Podría haber pagado por ver este show— riendo.

—¿Tú eres tonto?

Alex se enfadó y le dio un manotazo al vaso de Max para que su contenido cayese en su regazo, manchándose el pantalón de bebida.

—El niño se ha meado los pantaloncillos —reía Dante. Max le asesinó con los ojos—Nick tendrás que lavarle los calzoncillos...

Max estaba a punto de contestar a Dante, cuando llegó David.

—¿Te has meado Max? —le preguntó en tono burlón.

—Que te follen —le gruñó el pelinegro.

—Todas las noches —espetó David sentándose a su lado tranquilamente— ¿Qué ha pasado?

—Ese maldito loco me ha tirado...—dijo muy mosqueado. Alex apartó la mirada dolido por el comentario.

Nick vio el dolor en sus ojos y la sangre le hirvió completamente en las venas. Le empujó bruscamente.

—¡Eh! —le gruñó del peor humor. Había sido su culpa, se había burlado del chico y encima le insultaba— ¡No le insultes!

—¿Qué harías si le insulto? ¿Qué pasa, ahora le proteges porque te lo follas? —le dijo Max gritando. Todos a su alrededor de quedaron mirando sorprendidos, gracias a dios, solo había unas cuantas personas, pero las suficientes para que en una horas todos lo supiesen.

Alex abrió los ojos azules y se tapó la boca por la sorpresa. Se puso colorado.

Nick empujó a Max y lo tiró de la silla.

Y le propinó un puñetazo en el suelo.

¿Cómo se atrevía a gritar eso de esa manera? ¡Era un secreto!

Empezaron a pelearse, recibiendo y dando golpes. Todos miraban. David se apresuró a intentar separarlos. Y Alex se puso en medio, tirando de Nick para que no volviesen a pegarse y mirando a Max de manera que hacía pensar que si se acercaba al moreno le mataba.

Dante se quedó sentado, mirándolo todo como quien va a ver un combate de Boxeo.

Nick se limpió el labio que sangraba. David apartó a Max, que estaba igual que él.

*********************************************************************

Nick sentía como las delicadas manos de Alex tanteaban su pómulo.

—No deberías haber hecho eso —le dijo Alex como el que regaña a un niño.

—Me sacó de mis casillas...!Au! —le dijo y apartó la cara al sentir la presión de sus dedos donde dolía— No debió decir eso...

Alex bajó la mirada. Estaban en su habitación. Y Alex había cerrado las ventanas de manera que parecía de noche. Nick le miró, el chico estaba sentado sobre él, como solía hacer.

—Ahora todos lo saben... —susurró Alex. Nick le obligó a levantar la mirada.

—¿Por qué no quieres que se enteren? —le preguntó— ¿Te avergüenzas?

—No me importa lo que la gente piense de mí —le dijo Alex delineando con la llena de sus dedos el rostro del chico— Pero yo sé que a ti sí te importa.... Y no quiero que hablen de ti. Que te digan las cosas... que he hecho...

—Eso me da igual —le dijo Nick muy bajito, que estaba más pendiente en cómo le gustaba sentir sus manos en su piel— Me da igual lo que digan. Y me da igual lo que hayas hecho.

—¿Y por eso te has pegado con Max? —le inquirió Alex. Nick suspiró— ¿Vas a pelear con todos los que digan algo malo sobre mí? Porque eso es justo lo que quiero evitar.

—No ha sido tan grave, siempre nos pegamos... —le dijo exagerando tres pueblos. Alex alzó una ceja— Pero es solo el enfado del momento, mañana los dos haremos como que nada ha sucedido y todo arreglado.

—Cuanto vi que te pegaba me dieron ganas de matarlo. Pensé en clavarle un tenedor en el ojo —le dijo Alex muy serio— Y eso no es bueno... porque en la clínica me esforcé mucho en controlar esos arrebatos y no quiero volver... Pero si vuelve a pasar, al que tendrán que a separar será a mí. Le estamparé una jarra de cristal en la cabeza.

Nick le besó suavemente.

*********************************************************************

—Lo siento, tío —se disculpó por quinta vez el de cabello negro. Nick rio.

—Que te perdono, chaval —le dijo Nick dándole una palmada en la espalda pero Max se quejó de dolor y se apartó.

—Fui un cabronazo al soltarlo así...

Nick asintió y Alex también.

Habían pasado dos días.

Y se había enterado de lo suyo hasta el jardinero. Alex tenía razón, algunos se burlaban de él por estar con el chico loco, le preguntaban cochinadas sobre él. Había perdido la cuenta de las veces que le habían preguntado si Alex follaba tan bien como la chupaba. Y a demás parecían divertirse contándole a quien se la había mamado y cuantas veces. Nick estaba harto de eso.

Pero había algo bueno... ahora podía besar a Alex en donde le apeteciese, y podía ser cariñoso, y Alex podía darle sorpresas.

Max y él hicieron las paces, como siempre. Porque no estaban realmente enfadados. Y porque no podían estar separados, siempre habían sido amigos y no podían dejarlo de ser por una simple pelea.

Después de dejar a Max en su habitación, y con el permiso de Regina, salieron del centro, donde esperaba el coche de Alex, y su conductor llamado Freddie.

Durante todo el camino hasta la clínica mental, Alex le contó a Freddie que ya no estaba solo. El hombre miraba a Nick con ojo crítico como un padre que juzga al primer novio de su hijo.

A Nick no le gustaba ese lugar. Porque aunque parecía un hospital normal. Se notaba en el ambiente algo extraño.

Alex, en cambio, parecía encontrarse como en su casa.

Fueron a recepción y cuando les dejaron pasar Nick se quedó junto a la puerta porque Alex decía que Jimmy se volvía violento con los desconocidos.

Se sentó el uno de los múltiples sofás que había a lo largo de ese pasillo, justo a la puerta de la habitación de Jimmy.

Un doctor hizo ademán de entrar en la habitación, pero al ver a Nick allí esperando suspiró.

—¿Está Alex dentro? —preguntó. Nick asintió. El doctor Ruiz y él ya habían hablado antes. Nick se había personado en su despacho pidiéndole instrucciones para medicar a Alex de la manera correcta y habían mantenido una larga charla.  El hombre se sentó junto a él— Es mejor no molestar a Jimmy cuando Alex anda cerca, mejor espero contigo para que no se altere.

Nick se quedó sin saber que decir, hasta que se decidió a preguntar más cosas sobre Alex.

—Doctor —le llamó la atención. El hombre frente a él aguardó educadamente— ¿La enfermedad de Alex tiene cura? Si se toma las pastillas bien... Algún día...

—Me temo que no —dijo el hombre— Su trastorno puede ser controlado y mejorado muy eficazmente con medicación, pero nunca ser eliminada por completo —Nick bajó la mirada un poco apenado. El doctor le miró severamente. De nuevo, Nick sintió esa sensación de estar frente al padre de su novio— Chico, le tengo mucho aprecio a ese niño, y no me gustaría que se le hiciese daño. Las cosas con él pueden ser muy complicadas así que si ves que la situación te sobrepasa no le des falsas ilusiones...

—Yo nunca le haría daño.

—Sé que es complicado —siguió el hombre pasando por alto su réplica— y debes tener mucha paciencia con él... aguantar sus recaídas, sus crisis, y los ataques de rabia; te advierto que eso puede ser lo peor, se pone muy violento.

Nick le miró apenado, el hombre también lo parecía.

—Eso me dijo él —le dijo.

—Después de ellos llega la culpa por no ser capaz de controlarse... —le dijo el doctor— Pero él no es culpable, no controla sus actos en ese estado.

Nick frunció el ceño.

*********************************************************************

Ya había pasado casi una semana desde la visita a la clínica. Y las vacaciones estaban a la vuelta de la esquina. Nick se preguntaba qué hacer. Porque no quería separarse de Alex. Hacía mucho que no veía a su familia, y echaba de menos a su hermana. Pero quería quedarse. El cómo se lo diría a su familia no lo sabía, pero no quería ni pisar Londres.

Nick miró de reojo a Alex porque estaba muy serio, y muy callado. Y eso no era nada normal en él.

Parecía demasiado pensativo.

Alex se tumbó en la cama y él se acercó a ver si se encontraba bien. Para su sorpresa el chico se apartó de él. Dándole la espalda.

—¿Alex?¿Qué te pa...? —no terminó la pregunta. Porque algo le llamó la atención a medio camino. En la manga de la camisa del chico, una mancha de color escarlata resaltaba llamativa sobre el color del uniforme.

Sangre.

Nick solo había visto sangrar a Alex una vez, y fue después de meterse aquellos polvos por la nariz.

Le dio la vuelta y le sujetó la cara para que no la apartase.

El pequeño muchacho no tenía nada que hacer contra la fuerza bruta de Nick.

Tenía rastros de sangre en la nariz. Alex no hizo ni dijo nada. Se quedó mirándole con ojos cargados de culpa en sus pupilas desenfocadas.

—Sabía que te seguías metiendo —dijo dolido. Alex abrió la boca pero la cerró sin decir nada.

—No he podido parar... —le dijo muy bajito. Nick se enfadó. Alex se estaba matando. Y no podía creer que a él le diese igual. Nick se levantó. Rebuscó entre las cosas del rubio hasta que encontró lo que sabía que encontraría. En el armario, bien escondida, una caja con tubitos y pastillas.

—Alex esto tiene que cambiar —le dijo con un bote en la mano.

—¿Qué? —le dijo el chico sin entender.

—¿De verdad me quieres? —le preguntó acercándose.

—Sí, yo... —le dijo el chico sentándose.

—No puedo ver como te destrozas por dentro metiéndote de todo, no puedo dejar que hagas eso...Déjalo, Alex —le dijo, más bien le rogó.

—Sabes que necesito mis pastillas.

—¡Y UNA MIERDA! —gritó enfadado tirando el bote al suelo— Sabes que esto no tiene nada que ver con tus medicinas. No te pido que dejes la medicación, te pido que dejes de dro-gar-te.

—No puedes pedirme eso... —dijo Alex con lágrimas en los ojos. Parecía muy nervioso— Yo lo dejaré, puedo dejarlo cuando quiera, pero no ahora, ¿Vale?

—Alex mírame —le dijo arrodillándose para estar frente a él, le acarició la mejilla con el dorso de la mano— Hazlo por mí, ¿Vale? Si no quieres hacerlo por ti, hazlo por mí...

—No puedo, las necesito, Nick —dijo él en un tono desesperado, suplicante, como Nick nunca le había escuchado— No me pidas eso...

—Por favor. Alex, si me quieres, demuéstramelo. Déjalo por mí —le dijo suavemente— Eres muy fuerte, y muy valiente, yo lo sé. Y no lo harás solo, lo haremos los dos juntos...

—No... —le musitó— No es tan malo, Tú llevas en el cuerpo miles de cosas, yo solo tomo lo que necesito, nunca más.

—Venga ya —le dijo Nick exasperado.

—¡Tú nunca me has visto realmente drogado!- le gritó Alex— ¡Nunca sin poder controlar lo que hacía!

—Claro, porque cuando te encontré en el suelo ahogado en tu propio vómito sabías perfectamente lo que hacías —la voz fría de Nick congeló el ambiente de la habitación y el chico rubio se quedó paralizado. Nick apretó los labios en una mueca obstinada y tomó de la caja un tubito con polvos blancos. Alex le miró fijamente.

—¿Qué va a hacer? —le preguntó alerta.

Nick destapó el tubo y se lo acercó a la nariz. Olía a productos químicos y su primer pensamiento fue que parecía bicarbonato.

—O los dos yonkis o los dos limpios —le dijo. Alex abrió mucho los ojos y negó. Le quitó el tubo de las manos y lo tiró por la ventana.

—No, no, no, no —repetía. Nick le apartó de él y le miró con expresión triste.

—¿No dices que no es tan malo? —le dijo lentamente, pero con satisfacción de ver como el mismo Alex le había dado argumentos. Alex bajó la mirada.

—Es malo, Nick. Es malo. Si empiezas, no podrás parar. Porque nada se parece a esto, nada es igual —le dijo mientras una lágrima bajaba por su mejilla— Serás como yo... tú no, Nick, Tú no te mereces esto.

Nick le acarició el cabello lentamente.

—Tú tampoco lo mereces —le susurró.

—Pero...Pero... —El rubio parecía realmente asustado—. No puedo dejarlo de golpe, yo... necesito....

—Por favor —le rogó Nick.

—¿Te quedarás conmigo?

—Sí.

—No quiero tener el mono Nick —le dijo abrazándose a él muy fuerte— Es horrible...

—Yo te cuidaré.

—Te quiero tanto... —le dijo. Nick le apretó entre sus brazos. Claro que le quería también. El rubio iba a hacer un enorme sacrificio.

********************************************************************

Alex dejó las pastillas en la cama, dos botes. Resulta que el rubio tenía cajas como las del armario escondidas en varios lugares del centro. Alex le había intentado explicar que eso era por si encontraban alguna, tener "provisiones".

—¿Eso es todo? —le preguntó Nick suavemente. Alex asintió— Sabes que si me mientes no servirá de nada pasarlo mal...

—Bajo mi cama —le susurró mirando al suelo— Hay un estuche....

Nick miró, y en efecto. Sacó el estuche, y descubrió más de esos tubitos.

—Sabes que no puedo aguantar el mono de todo esto —le dijo Alex— Sabes que es peligroso, no puedo suspender la dosis de pronto...

—Yo te he pedido que lo dejes — dijo Nick sentándose en la cama justo a él— Pero no te he dicho la forma. Creo que lo mejor es llamar a la clínica, allí pueden cuidarte mejor que yo... pueden...

—¡No! —le dijo Alex con miedo— No te alejes, si voy a la clínica estaré solo...Quédate conmigo, por favor. No me dejes solo.

Nick asintió con el corazón encogido. Le tendió la mano al chico, que pasó por encima de las pastillas para abrazarle.

—¿Pero y si te pasa algo? —susurró más para él que para Alex. Ni siquiera sabía qué era lo que se metía el chico.

—Tengo miedo de morirme —le dijo Alex y Nick se sorprendió al ver una triste sonrisa en sus labios— Nunca había querido vivir lo suficiente como para tener miedo de eso.

—¿Cómo te vas a morir, Alex? No seas exagerado. Mira, he visto Trainspotting y va a ser una putada, pero nadie se muere de esto —dijo Nick tomando la decisión. Quería que lo dejase, pero... no hacerle sufrir. Se guardó un tubo de polvos en el bolsillo.

—¿Esas son tus referencias, Trainspotting?

—Mira, el resto hay que tirarlo.

—Hazlo tú —le dijo Alex— yo no puedo.

—Sí que puedes —Nick tomó la mano de Alex y tiró de hasta el baño. Recogió todo lo que había "encontrado". Alex tomó uno de los tubos y lo destapó. Dudó antes de tirarlo por el inodoro. Nick le miraba hacerlo poco a poco con carita de pena. Como si estuviese tirando lo que más quería en el mundo. Luego tiró de la cadena. Nick se dio cuenta de que estaba llorando.

Alex se acercó a gatas y se abrazó a su cuerpo.

—Estoy MUY orgulloso de ti —le susurró al oído al rubio. Alex le miró y le besó.

Nick nunca había besado a nadie mientras esa persona lloraba. Alex se pegó a él como si quisiese fusionarse con su cuerpo. Y no dejó de besarle en ningún momento.

Nick no era de piedra.

—La tienes dura —le susurró Alex al oído. Nick le limpió las lágrimas de las mejillas con la mano.

—Claro que la tengo dura.

¿Cómo no reaccionar cuando Alex se proponía calentarlo? Alex sonrió débilmente y se abrazó con fuerza, con desesperación.

—Fóllame —le dijo Alex en una súplica. Nick tragó saliva.

—Ahora estas triste...—le dijo intentando apartarle— Esto no te ayudará...

Alex se acercó a su cuello.

—Quiero olvidarlo, quiero follar...—susurró con voz quebrada, apunto de llorar de nuevo.

Nick no tuvo fuerzas para negarse cuando la mano de Alex se metió en su ropa interior.

Rozándose, cachondos, en el suelo del baño, buscando placer... Ni siquiera se desnudaron del todo, una urgencia apremiante guiaba sus acciones y a la vez, sus movimientos eran tan lentos... tan suaves. Le gustaba rendir homenaje a ese cuerpo, como a su nuevo dios. Y hacerle cambiar sollozos por jadeos. ¿Cuánto amor cabía en una sola caricia? Estaban dispuestos a descubrirlo.

Y cuando ya no podía aguantar más, y Alex estaba preparado, Nick sujetó las caderas del chico bajándolas lentamente. Enfundándose en su cuerpo. Alex se agarró a sus hombros y escondió la cara contra el hueco de su cuello.

Sintió la irregular respiración del chico contra su piel.

—Esta...—le susurró la sonrisita del rubio mordiéndose el labio— es lo único que quiero meterme a partir de ahora.

Nick bajó la mano por su vientre plano, lentamente, y acarició su miembro con suavidad. Eso provocó un dulce gemido de los labios de Alex que comenzó a moverse.

Nick nunca lo había hecho de esa manera. Tan lento, tan dulce. Y por algún motivo le pareció el polvo más melancólico de su vida. Alex estaba triste, y él intentó demostrarle que no estaba solo... Reconfortarle en lo que él quisiera. Dejarse hacer para hacerle feliz.

Era increíble el vínculo que tenía con Alex. Parecía conocerle de toda la vida. Sabía a qué ritmo subir y bajar, cuando ir acelerando los movimientos, sabía cuando besarle, cuando morderle, cuando tocarle...

Y cuando simplemente abrazarle.

Cuando Alex se corrió estaba así, abrazado a él como un niño asustado. Nick le siguió.

Alex le miró con el pecho subiendo y bajando por su respiración acelerada.

Nick apartó mechones de su cabello que no le dejaban ver bien sus ojos.

—Te quiero —le dijo. No solía decir esas dos palabras juntas muchas veces. Pero ese momento le pareció perfecto.

*******************************************************************

Alex le explicó lo mejor que pudo lo que pasaría en los días siguientes, y si lo que el rubio decía era verdad iba a ser bastante desagradable.

Tras un día sin meterse absolutamente nada (pues Nick se quedó con él y lo comprobó) el chico empezó a sufrir la primera fase del síndrome de abstinencia.

Lo primero que notó fue su nerviosismo. El muchacho estaba realmente ansioso paseando por la habitación de pared a pared como una bestia enjaulada.

Luego, para su "suerte" tenía las características típicas de una gripe. Ojos llorosos, mocos, dolor de músculos... Así que el chico fue a enfermería y la enfermera no se molestó mucho en su visita y le mandó a la cama, lo que les daba la cuartada perfecta para faltar a las clases.

Nick le dijo a Regina que le importaba poco si suspendía todo por ser la semana de exámenes, pero que se quedaría con Alex.

Y se atrincheraron en su habitación.

Y pasaron las horas. Nick vio poco a poco como Alex se iba poniendo peor. Estaba muy ansioso, nerviosísimo y a veces bastante irritable, por no decir borde.

Alex se quitó la camisa, porque con el sudor frío se le pegaba y le molestaba. Nick se fijó en que le temblaba la mano. El chico se tumbó en su cama. Y luego se puso en pie gruñendo por lo bajo

Nick le miró.

Tenía las pupilas algo dilatadas. Le puso la mano en el pecho, el corazón del chico iba a mil.

—Tienes que comer algo —el susurró.

—No tengo hambre —dijo el chico.

—Pero...

—¡He dicho que no! —le bufó enfadado repentinamente. Nick asintió y se fue a levantar. Pero Alex le agarró de la muñeca. Le miró muy fijamente— No te vayas, perdóname, siento ser así... es que tengo ganas de vomitar... no quiero comer nada.

Nick le sonrió, fingiendo tranquilidad. Nunca había podido pensar que llegaría un día en que Alex perdería el apetito.

—No pasa nada...—le dijo.

—Nick —le dijo llevándose las manos a la cabeza, despeinándose— abrázame ahora.

Nick se apresuró a obedecer. Caminó a su lado, pegado a su espalda y le rodeó con sus brazos. Sentía el tiritar del cuerpo del chico contra él.

—Me siento muy mal.

—Lo sé, pequeño —le dijo Nick con voz ahogada por el nudo de su garganta.

—No lo sabes...No puedes saberlo —le dijo él. Nick asintió porque tenía razón, no sabía que se sentía al tener el mono, pero viendo su estado y su aspecto se adivinaba que eso no era precisamente placentero.

Se quedaron en silencio casi todo el día. Abrazados en la cama, sin moverse.

—Háblame —le pidió el rubio de pronto. Nick estaba preocupado porque los temblores nerviosos se hacían más fuertes a medida que iba pasando el tiempo— Distráeme.

Nick buscó un tema rápidamente.

—Cuando lo dejes —le susurró muy bajito al oído, meciéndolo entre sus brazos— Tú y yo lo celebraremos por todo lo alto, ¿Qué te parece?

—Genial —dijo él.

—Podemos pasarnos toda la noche haciendo lo que tú quieras, ese día vas a ser el rey.

—Suena bien —le dijo Alex— ¿Me lo prometes?

Nick asintió.

De Pronto Alex se incorporó y salió corriendo al baño tapándose la boca con las manos. Nick fue detrás.

 

Notas finales:

Bueno, como siempre me encantaría saber vuestra oponión.
Al siguiente capitulo----> ALEX.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).