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BAJO LA PIEL por Lady_Calabria

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Notas del capitulo:

CAPÍTULO FINAL. TODOS.

 

MUCHAS GRACIAS POR LEER HASTA AQUÍ.

El año escolar había acabado y bajo el sol de Junio el calor lo llenaba todo.


El tiempo había pasado muy lento para algunos... y demasiado rápido para otros.


Pero había pasado. 


Nick bajó de su coche. Tenía dieciocho años, y era técnicamente un adulto, aunque él no se sentía diferente en absoluto a cómo se sentía meses atrás abrazado a Alex en una noche de Navidad.


Meditó, sin embargo, mientras se apoyaba en el capó de su coche con los brazos cruzados y la mirada clavada en la puerta de entrada de la Clínica, en como sí había cambiado desde que comenzó aquel año. En Enero solo era una niñato irresponsable, alguien que no sabía lo que quería ni sabía como conseguirlo.


Ahora podía decidir por sí mismo según la ley.


Ya había terminado el tercer trimestre de su último curso en el Saint Mayor College, no había sacado unas notas demasiado buenas, de hecho, había aprobado por los pelos. Pero lo había hecho gracias a la inestimable ayuda de Max y Alex. Cada día que había sido posible se habían reunido para, machaconamente, ayudarle a entender el temario.


Y con la sensación de no ser tan estúpido como creía estaba decidido a sacarse los títulos necesarios para poder tener un empleo estable, mostrándole a su padre que podía cumplir sus expectativas y dirigir aquella vasta red hotelera que iba a heredar algún día.


Como adulto, tenía derecho a independizarse, y eso hizo rápidamente. Se compró un piso en el centro de la ciudad con sus ahorros, un ático enorme para que Alex pudiese dormir bajo las estrellas en la terraza los días de verano.


Alex...


Alex no había pasado un buen año. Tras meses limpio había tenido una enorme incidencia en su trastorno. Primero pasó una fase maníaca en la que dejó de tomar su medicación creyéndose inmune a todo, volvió a ser el chico sonriente tremendamente hiperactivo que conoció y tras eso llegó la depresión.


Tuvo alguna que otra recaída... y se había pasado la mayor parte de ese tiempo encerrado en su clínica.


Pero él tampoco era el mismo joven que había comenzado el año. Alex a menudo le sorprendía sobreponiéndose a todo, levantándose sin importar cuantas veces cayese y tomando su dolor con filosófica objetividad. Incluso con humor.


Ya estaba infinitamente mejor. Y en la clínica habían considerado que ya estable y rehabilitado para poder volver a su vida , y que podían darle el alta clínica aquella misma tarde.


Por eso estaba allí. Tenía que recoger a su pequeño para llevarle a su casa. Su ático. La casa de ambos.


Porque tras mucho hablar con la madre de Alex, tras muchas palabras gastadas del rubio. Amy DeLoop había cedido. No sabía si por agotamiento, por indiferencia o por evitar un escándalo en la prensa si la disputa llegaba al juzgado.


Tras una discreta visita a un juez, que comprendió la situación con más empatía de la que Nick esperaba, todo había quedado solucionado.


Alex podía vivir con Nick, Nick tenía su custodia...era su tutor legal, ya que el muchacho estaría incapacitado legalmente por su trastorno incluso después de ser mayor de edad.


Así fue mucho más sencillo. Nick se ocupaba de ir regularmente a las reuniones con sus doctores, de preocuparse de que el muchacho  recibiese el mejor tratamiento que pudiera encontrar. Porque juntos iban a superar aquello, juntos iban a vivir y a envejecer. Y ni una enfermedad ni la adicción podrían evitarlo. Nick estaba propuesto a alcanzar ese objetivo, y nunca en su vida había tenido tan fijas sus metas.


Había quedado con los demás en la puerta de la clínica. Todos tenían muchas ganas de ver al chico y celebrar su "liberación".


El primero en llegar fue Max, montado en aquel Mercedes que se había comprado antes de independizarse también.


Nick se reía de él diciéndole que si iba a ser padre debería comprarse un monovolumen familiar. Max que estaba a la espera de las pruebas de paternidad se lo tomaba a broma por no meterle un puñetazo.


Tras su pequeño problema con la supuesta paternidad del hijo de esa chica, las cosas no habían ido igual con David.


No porque a David le molestase que Max fuese a ser padre, cosa que a Nick le alucinaba. David siempre le había parecido un chico raro pero no se esperaba que, bajo esas circunstancias, lo que rompiese su relación fuese los trapos sucios que habían sacado discutiendo y no ese hecho. 


Nick no tenía ni idea qué se habían dicho el uno al otro para acabar separándose.


Aunque estaba claro que se querían, se necesitaban. Por eso siempre acababan volviendo. Nick creía que esa era la pareja que se había separado y reconciliado más veces en la historia de la humanidad. Pero incluso peleados se llevaban bien. Con cordial amistad.


Nick, que había renunciado a entenderles, se había acostumbrado a su extraña relación.


En ese momento estaban separados. Nick había apostado con Alex y Ryan contra Dante a que no tardarían más de una semana en volver a comerse mutuamente a besos, solo había que notar la tensión sexual entre ellos.


Ryan llegó después, con un chico nuevo. Se preguntaron si era su nuevo novio o si solo era un rollo pasajero.


Lo suyo con Greg no había durado mucho, como había estado vaticinando Max cada vez que habían hablado del tema.


Ryan había estado unos días bastante hundido... pero Dante le dijo "Hay muchos peces en el mar" y se lo había llevado a pescar un fin de semana a la costa portuguesa.


Le cuidó y le consoló, le levantó los ánimos comportándose como un verdadero hermano. Y Ryan fue conociendo a gente, saliendo con algunos o mandándolos al cuerno. Parecía realmente feliz.


Dante, por su parte, llegó minutos después. El seguía siendo el mismo, seguía siendo un ligón, un malhablado y un fumador empedernido... era demasiado terco para cambiar.


Dante miró al chico que se mantenía en silencio tras su hermano de arriba abajo, como avaluando su valor y si era suficiente para Ryan.


E intercambió una mirada con Max que decía "Este tampoco le va a durar".


Pensó que ese chico no era la gran cosa, aunque si a Ryan le gustaba... y aunque a él le matase no poder estar con él como antes, quería que fuese feliz.


El último fue David. Max y él se miraron durante un segundo y después ambos apartaron la mirada.


—¿Qué haréis estas vacaciones? —les preguntó Nick acercándose a Max para conocer los detalles de su amorío intermitente.


—¡Nick!- oyeron la voz de Alex desde el interior de la clínica. Todos miraron. Estaba esperando en la entrada, junto a un doctor.


Se despidió con un rápido abrazo de los amigos que había hecho allí dentro.


El chico no había cambiado casi nada en ese año.


Las verjas se abrieron otorgándole la libertad. Y Alex no aguantó más, salió corriendo dejando atrás al doctor y la clínica. Nick sintió un cosquilleo en el estómago cuando vio a Alex corriendo por el césped del jardín, hacia él.


Al correr el viento hacía que su cabello, que había crecido un poco, se fuese hacía atrás.


Al llegar Alex casi se tiró sobre él.


Seguía sin pesar casi nada para Nick, le agarró del trasero, porque era el mejor sitio donde agarrarle, y le levantó sin mucho esfuerzo. Alex apretó las piernas en su cintura para mantener el equilibrio, colgándose de su cuerpo mientras le besaba.


Simplemente Alex le comió. Le besó con tanta intensidad que el mundo desapareció.


Se habían echado tanto de menos...


Los demás se quedaron un momento mirando aquella escena tan pasional. Incómodos porque parecía que se habían olvidado completamente de que no estaban solos.


Alex se separó de él y se miraron un segundo. Nick le bajó, y en cuanto Alex puso los pies en el suelo se fue a por los demás, como si no hubiese pasado nada. Nick se quedó un poco acalorado, más apartado con un sofocón de mil demonios.


—¡Chicos! —les dijo con una amplia sonrisa, Alex no podía estar más feliz— ¡Me alegro de veros! ¡Miradme! ¡Estoy fuera! ¡Estoy limpio! Limpio del todo en todo...


—Me alegro mucho, Flipy —dijo Max revolviéndole el cabello. Alex le abrazó impulsivamente.


Después de hablar un rato con el chico, cada uno se puso a hablar de sus cosas. Alex se acercó a Nick, que se había quedado apartado mirando a sus amigos.


—Me debes una noche de fiesta —le dijo como un niño que sabe que va a jugar.


—¿Qué? —le preguntó sorprendido.


—Recuerda que me prometiste —le dijo mirando las nubes— hace mucho tiempo, que si conseguía desengancharme me darías una noche de diversión. Sin drogas ¿Te acuerdas? Cuando lo intentamos sin ir a la clínica, me lo dijiste.


—Es cierto... —dijo Nick recordando, era cierto que se lo había dicho para hacerle sentir mejor y darle ánimos para seguir— no me acordaba.


—Quiero ir a un sitio —Alex parecía serio pero con ojos de emoción.


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—Pero que pasada de sitio... —susurró Dante mirando ese lugar. Escondido en una boca de metro cerrada, con la palabra Underworld pintada en la puerta, habían entrado en una fiesta bajo tierra.


Dentro había gente muy rara. Dante no había visto gente tan extravagante en su vida.


Gente disfrazada, gente casi desnuda, rozando sus cuerpos. En las esquinas había bañeras con chocolate fundido, y los chicos vieron pistolas de nata montada.


A Alex casi le dio un orgasmo allí mismo al ver mesas con comida, tartas de chocolate y de limón, patatas fritas y chucherías.


—¡La fiesta de la comida! —exclamó muy contento.


Era la fiesta de Cio, la chica había pasado una temporada en su clínica por trastornos alimenticios... Romano le había dicho que por su cumpleaños la rodearía de comida y todos sus amigos. Ella y Alex habían planeado aquella fiesta desde su encerramiento para que cuando él saliese todo estuviese preparado.


Alex tenía ganas de abrazar a Romano, aunque ya no fuese su cliente era su amigo.


Y a Cio tenía planeado matarla a besos.


—Aquí es donde Tom intentó violarme— le dijo Alex a los chicos. El dolor que sentía al recordarlo había dado paso, con mucha terapia, a la aceptación—. Creí que tendría su gracia filosófica si volviera aquí para pasarlo bien.


Ninguno de ellos supo muy bien qué contestar, aunque no hizo falta porque Alex vio a Romano apoyado en una columna y salió corriendo entre la gente.


Nick fue tras él sin correr, con toda la tranquilidad del mundo mientras su rubio y el camello se abrazaban. Llegó Cio corriendo como lo había hecho Alex y se tiró sobre los dos.


David se fue hacia la izquierda y Max hacia la derecha. Dante se quedó quieto viendo marchar a su hermano con el chico.


El chico era follable, pero no le daba más de un mes con su gemelo. Se le veía demasiado manso... y Ryan no podía ser el que tirase siempre de la relación. Ryan necesitaba un bruto, un egoísta que le quisiera.


Se perdió entre la gente con ganas de fumarse un cigarrillo.


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Max se aburría.


Por extraño que pareciese.


Aquel lugar era una locura pero Max se aburría...


Buscó con la mirada algo para divertirse. Había mucha gente extraña allí.


Estaba rodeado de muchas chicas y muchos chicos... incluso había personas difíciles de clasificar, y gente de la que no se atrevía a adivinar su género sin una conversación previa.


Se quedó mirando a un tipo disfrazado de extraterrestre verde sobre unos zancos con un tutú rosa. La gente estaba loca.


Una chica totalmente desnuda pasó frente a él arrastrando con una correa de perro a un muchacho también desnudo, que se agazapaba tras ella excitado por la sumisión.


Luego pasó un chico disfrazado de payaso. Ese estaría loco, pero también estaba bueno...


Le siguió con la mirada, pero no con los pies.


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Nick miró a Alex. Que parecía disfrutar con la sola visión de la comida frente a él.


—¿Te lo estás pasando bien? —preguntó al oído, con la excusa de que la música estaba alta para acercarse.


—¿Bromeas? —le dijo sonriendo señalando la comida— ¿No es esto el paraíso?


—No... No lo es... Esto sí lo es —le dijo Nick bromeando agarrándole el trasero. Alex rio y le apartó de un empujón juguetón.


Alex se acercó con peligrosa lentitud. Nick bajó la guardia... y ese fue su error, porque si hubiese estado en guardia el empujón de Alex no le hubiese hecho perder el equilibrio y caer hacia atrás. Dicho de otra manera, caer dentro de la bañera de chocolate que salpicó por todas partes.


Alex rio.


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Dante se cruzó de nuevo con Ryan y el chico, iban hacia el baño. Ryan le lanzó una mirada llena de significado gesticulando con las manos dejando una gran separación entre sus manos en cuanto su ligue le dio la espalda.


"Es E-NOR-ME" le dijo moviendo mucho los labios.


Dante soltó una carcajada y le replicó con un gesto obsceno con la mano.


Estaba claro que no iban al aseo para vaciar la vejiga precisamente...


Dante siguió caminando entre los empujones de la gente... Cuando de repente... la vio. A ella. Otra vez.


La chica del bar. En la primera cita de Ryan con Greg había salido a buscar sexo por los bares. Y había encontrado a una chica rara. Uno de los mejores polvos de su vida.


—Tú —le dijo. Ella sonrió.


—Yo.


Cio se acercó.


—¿Qué haces aquí?- le preguntó Dante colocando sus manos en la cadera de la chica. Ella se pegó contra él.


—Estoy de celebración. Esta es mi fiesta ¿Sabes cuánto peso? Peso lo suficiente- le dijo. Dante asintió y se acercó para decirle cerca de su cuello.


—Estás preciosa.


Ella le tomó de la mano y tiró de él entre la gente. Dante se dejó llevar manso como un cordero por primera vez en su vida.


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Max vio a David. Ese chico...


Le necesitaba como el hielo al frío.


Vio como David empujaba al chico vestido de payaso contra una pared, como le acorralaba y como le comía la boca allí mismo sin titubear.


Se puso celoso. Sintió envidia y rabia.


¿Por qué?


Porque él quería eso. Él era el que debería estar ahí, besando, y sin embargo estaba solo y aburrido. Quería acción, quería al chico payaso y a su David...


Sí, le quería a él. Aunque tuviese que ceder y pedirle perdón por lo que había dicho en su última pelea.


Lo cierto es que había sido un gilipollas, y David también.


El chico le estaba besando tan apasionadamente, que el payaso cedió y se dejó llevar.


—He creado a un monstruo —susurró para sí mismo.


David era atractivo, inteligente, simpático, le había enseñado el verdadero sexo... y encima él le había quitado su vergüenza y su culpabilidad. Le había liberado de sus prejuicios.


Era injusto que el alumno se divirtiera más que el profesor.


Se acercó.


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Nick se tiró hacia Alex y lo apretó entre sus brazos, manchándole de chocolate. Alex rio y se escurrió hacia abajo, liberándose de esa prisión de músculo y chocolate, y se fue gateando hasta detrás de la mesa de la comida. Nick quedó a un lado y Alex a otro... y jugaron a dar vueltas alrededor intentando pillarse.


Algunas personas se quedaban mirándoles. Entonces, cuando Nick casi iba a pillar a Alex... cuando solo tenía que estirar un brazo para agarrarle...


Sintió un trozo de tarta en pleno pecho. Alex tenía buenos reflejos... y le había tirado tanta tarta como pudo coger con una mano. Se quitó la camisa manchada y la tiró al suelo. Alex reía con aquella risa tan musical, tan contagiosa. Le había echado tanto de menos que la fuerte música parecía un murmullo lejano, demasiado concentrado en aquella risa para prestarle atención.


Cogió un trozo del mismo pastel y se lo estampó a Alex en toda la cara.


Alex se limpió, se llevó a la boca el pegote de nata que tenía en la mejilla y después le tiró el que tenía en la mano a Nick, que se apartó a tiempo y cayó justo en la nuca de un chico que estaba detrás.


Todo sucedió muy rápido. El chico se había vengado, pero con mala puntería, y pronto todos a su alrededor estaban inmersos en una divertida venganza comestible.


La comida volaba, era una guerra de comida, y se fue extendiendo hasta que todo el mundo en aquella gran sala estaba tirándose comida a diestro y siniestro.


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Max llegó hasta donde estaban los chicos. Tuvo que esquivar un trozo de algo comestible que volaba.


Le puso al chico payaso la mano en el pecho, empujándole, apartándole y ocupando su lugar. David le miró a los ojos con esa mirada parda de tigre que le volvía loco.


David no podía negar que Max era capaz de ponerle a cien con solo una sonrisa.


Una como la que lucían sus labios en ese momento. Tan arrogante... tan seductor...


Le tiró de la camisa para acercarle a él y besarle.


Y vaya si le besó, Max dejó que se apoderase de su boca como quiso, porque debía admitir que de vez en cuando sentaba bien ser manso, pero solamente un rato. Pronto fue él quien tomó el control.


El chico payaso se quedó allí al lado, mirando. Suspiró. Bajó la mirada y se fue a dar media vuelta para marcharse.


Dos manos le agarraron de la corbata multicolor de su disfraz sin dejar de besarse. Ambos chicos le atrajeron hacia ellos al mismo tiempo.


En esa fiesta privada bien podían ser tres.


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Nick resbaló y cayó al suelo lleno de nata, tarta y chocolate. Alex se le tiró encima.


El rubio se lo estaba pasando genial. Era su sueño hecho vida; Nick sin camisa, chocolate, música y nata...


Antes hubiese añadido a la lista pastillas y porros, pero ya no. Se podía divertir si eso.


Nick le miró fijamente porque los ojos de Alex mostraban que había tenido una idea.


Alex le pegó un lametón en el pecho para recoger con su lengua el chocolate, la nata y la tarta.


Alex miró a su alrededor. Por lo visto unas cuantas personas estaban llevando a práctica lo que él había pensado. Casi desnudos, se devoraban mutuamente, de restregaban y disfrutaban.


Alex sonrió y bajó de nuevo hasta la piel de Nick.


Dulce tentación.


Nick cerró los ojos y suspiró.


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Romano frunció el ceño.


Desde donde estaba sentado, en uno de esos grandes altavoces del piso superior podía ver perfectamente casi toda la sala a sus pies.


Veía a la gente besarse, restregarse... y se preguntó si todo acabaría en una masiva orgía como en la fiesta de Añonuevo en ese mismo lugar.


Vio como Ryan se fue con un chico al baño.


Vio como Dante se escapaba con Cio a un lugar solitario y oscuro,  el lugar elegido había sido el almacén que usaba él para guardar la mercancía. Ya se ocuparía de hablar con Cio y de obligarle a dejarlo todo como estaba.


Vio como David miraba a Max de reojo y como sedujo a ese chico disfrazado de payaso llamado Booby (le conocía porque estaba enganchado a las anfetaminas).


Max se había acercado un rato después de observar sus perversiones. Y más perversión se sumó cuando en el juego fueron tres. Se fueron a una esquina, pero no se escondieron, igualmente... en esa esquina no eran los unidos pervertidos.


Al fondo Alex se divertía en la guerra de comida con Nick, y más tarde se divirtió de igual manera usándolo de mesa humana...


Allí parecía follar y ligar hasta el gato. Menos él. Romano permanecía solo e impasible sentado en su tranquilo escondite. Prefería no mezclar los negocios con la diversión.


—¿Qué haces aquí tan solo? —le dijo una voz tras él. Se sobresaltó y le miró.


Era su hermano. Juan, apodado "El Niño" aunque ya rondase los quince y no fuese tan niño.


—Miro —dijo escuetamente. Volviendo la mirada hacia las personas.


—¿Puedo ayudarte a vender? —le preguntó por vigésima octava vez. Romano suspiró. Demasiado entusiasmado con la idea de seguir la tradición familia y de sentirse importante ante sus amigos... se olvidaba de que ese oficio era muy peligroso, y bastante cruel. Solo era un niñato insensato. Un pobre iluso que pensaba que así se comería el mundo.


—No —le dijo en tono rotundo. El chico bajó la cabeza y se sentó junto a él.


Romano seguía el único oficio que le había enseñado en su familia, el único que sabía... aunque no le gustaba. Él no obligaba nunca a nadie a drogase, ni era de los que abordaban a transeuntes ingenuos para que le comprasen. Todos lo que le compraban... iban a buscarle, así curaba su dañada conciencia.


Aunque en el fondo él sabía que eso no le hacía mejor. Él vendía. Pura rutina, cobrar y vender.


No le gustaba entablar amistad con nadie, porque se sentía culpable. Se alejaba de todo el mundo para protegerse envuelto a su soledad. Así que pocos amigos tenía. Alex...


Alex había sido diferente.


Darle mercancía para drogarse había sido como envenenar el sol.


Su único amigo... su mejor cliente.


Si su tío Mikel pudiese oír lo que pensaba le abofetearía por alegrarse de que el chico se hubiese rehabilitado...


—Cio se ha ido con un chico... la he visto —le dijo El Niño. Romano se encogió de hombros.


—Creía que te gustaba...


—Me gusta.


—¿Y no te pones celoso? —le preguntó mirándole con sus grandes ojos negros.


—Solo es sexo —le dijo Romano. Juan frunció el ceño.


—No sé qué le ves a esa chica... No me parece guapa. Tu has estado con mujeres mucho mejores. Antes estaba gorda, luego se puso flaca y ahora vuelve a estar gorda.


Romano suspiró. Juan era un niño estúpido y veía todo con una visión tan simple que a Romano le costaba creer que pudiera hacerle entender que el amor tiene caminos mucho más inescrutables que Dios.


—Si todos nos fuéramos solo con quien vemos guapo por fuera el mundo sería un caos —le dijo a media voz. Con la música a Juan le costó escucharle, pero él no levantó la voz. Romano siempre hablaba en voz baja y pausada— En todas partes hay gente preciosa... tanto que se olvidan de ser bellos por dentro. Hay gente que tienen guapas las dos cosas... y gente que parece que se han reservado toda la hermosura para su interior. Ella me parece guapa por fuera, pero todavía más bella por dentro. Enamórate de una buena persona, Juan. Porque, al fin y al cabo, lo que cuenta en una persona es lo que esconde bajo la piel ¿No?


Juan frunció el ceño pensativo y bajó la mirada.


—Bajo la piel...—murmuró tan bajito que nadie pudo oírle.

Notas finales:

EL SIGUIENTE CAPÍTULO ES EL EPÍLOGO. 

¿QUÉ FUE DE LOS CHICOS 10 AÑOS DESPUÉS?


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