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Fiebre por starsdust

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Milo.

Milo no tenía idea de que Dégel asistía al patriarca en la lectura de las estrellas, y la noción se le hacía de lo más extraña. Este patriarca era diferente del que regía su santuario, que se mostraba misterioso e inaccesible. Recordó su encuentro con Shion, intentando atar cabos y adivinar lo que pudo haberlo convertido en ese tipo de persona. Definitivamente, algo no parecía encajar.

El patriarca Sage se mostraba amable y severo al mismo tiempo, pero Dégel se encargaba de atajar las preguntas incómodas para cubrir la falta de conocimiento de Milo de la situación en la que habían terminado. Cada vez que Sage se acercaba peligrosamente a Milo, Dégel llevaba la conversación con inteligencia hacia áreas relacionadas con la astronomía y la filosofía.

Prestándole atención a las pistas de Dégel sobre el comportamiento de Kardia en los comentarios que de vez en cuando le hacía al patriarca, Milo se dio cuenta de que la actitud que debía tomar era de desinterés y aburrimiento, así que hizo lo posible por mostrarse de esa manera aunque en realidad estaba fascinado por lo que veía y escuchaba. De a poco pudo ver que Dégel se iba relajando cada vez más, y también el patriarca, que conversaba con él con confianza.

Cuando el patriarca se hubo retirado, Dégel dejó escapar un suspiro de alivio. Dijo que hubiera querido preguntarle sobre el contenido de la caja que habían ido a buscar a Viena, pero temía que aquello levantara sospechas, y que lo haría al día siguiente. También le contó más directamente sobre la molestia de Kardia cuando el patriarca lo obligaba a acompañarlos en alguna de sus lecciones teóricas.

A pesar de todo, Milo había disfrutado de la reunión, de tener la oportunidad de aprender de una persona que destilaba tanta sabiduría, y de observar la sonrisa que aparecía de tanto en tanto en el rostro de Dégel. Una vez más, esa época se mostraba mucho más luminosa que la suya propia.

-¿Crees que haya sospechado algo? -preguntó Milo.

-Es posible, pero lo más probable es que crea que estamos ocultando algo relacionado con la enfermedad de Kardia.

-¿Eh? Pero él sabe al respecto... ¿no fue él quien te envió con Kardia la primera vez?

-Sí, pero aún así... ha estado observando la evolución de Kardia con atención -dijo Dégel, sin esforzarse por ocultar su preocupación.

Milo se llevó una mano al pecho, para sentir el corazón de Kardia. Se había acostumbrado un poco más a ese cuerpo, pero lo sentía terriblemente limitado. Se preguntaba qué tipo de esfuerzo debía de hacer Kardia para manejar sus técnicas, cómo había llegado podido llegar a ser un santo dorado.

-¿Es Kardia fuerte...? -preguntó tímidamente. Era una duda que le incomodaba expresar, porque sentía estar preguntando algo sobre sí mismo. Dégel lo miró y sonrió, como si la pregunta no lo sorprendiera.

-Claro que sí -respondió, acercándose a Milo-. No dejó que una desventaja tan poderosa como esa se interpusiera en su camino para lograr lo que quería... ¿qué te parece?

-Puedo entender por qué -dijo Milo, sintiendo que las palabras de Dégel encendían su orgullo.

-Pero -susurró Dégel, poniendo él mismo una mano sobre su pecho-, me alegro de que no la tengas en el futuro.

-Sin embargo, no estoy seguro de que el futuro sea un mejor lugar -confesó Milo en un susurro, mordiéndose la lengua para no continuar. Sabía que no debía hablar acerca de eso. Se lo había prometido a Asmita, pero una parte de sí quería contarle todo a Dégel y escuchar lo que él tenía para decir.

Dégel comprendió que lo mejor era no hacer demasiadas preguntas, y desvió el tema para comenzar a contarle historias de su tierra natal. Milo no recordaba que hubiera habido una oferta concreta para que pasara la noche en Acuario, fue un acuerdo al que llegaron sin darse cuenta.

La noche había avanzado, y los dos habían tomado conciencia de que no había mucho que pudieran hacer por ahora; estaban sometidos a las acciones de quienes estaban en el futuro. Todo podía cambiar de un momento a otro, y cualquier instante podía ser el último que compartieran.

Esta vez no habían compartido más que un abrazo, pero había estado bien así. Milo terminó quedándose dormido sobre el pecho de Dégel cuando éste relataba una vieja leyenda celta sobre un rey que guardaba un secreto. No necesitaba escucharla completa, recordaba que una vez de Camus se la había contado cuando eran más pequeños. Sabía que al final, el secreto que el rey había guardado con tanto cuidado era descubierto de todos modos, y que las consecuencias no eran tan graves como él creía que serían.

El amanecer encontró a Milo enroscado en un soberbio revoltijo de sábanas. Dégel, que ya estaba levantado, le dio los buenos días. Milo desenredó torpemente la maraña de telas y aprovechó un momento en que Dégel pasó junto a la cama para tirar de su brazo y obligarlo a acercarse. Buscó su boca y le dio un beso adormilado sin mediar palabra.

-¿Milo...? ¿Kardia...? -preguntó Dégel en cuanto Milo lo dejó respirar. De repente no sabía qué pensar.

Esta vez Milo pareció despertar de verdad. Sacudió la cabeza, confundido. La situación se le había hecho tan natural que no la había cuestionado, pero en realidad no estaba seguro de quién era él. Poco a poco recordó que no su nombre no era Kardia, y que aquel no era su tiempo. Retrocedió un poco, bajando la cabeza. No sabía si reírse o pedir perdón.

-Milo... -dijo en voz baja.

-Está bien -murmuró Dégel, acomodándose los lentes que llevaba puestos, y poniendo un poco de orden en el pelo de Milo.

-¿Y eso? -preguntó Milo, al percatarse de que Dégel tenía un libro en sus manos.

-Ah... ¿esto? -Dégel extendió el libro hacia Milo, que lo tomó en sus manos-. Es que tuve un sueño acerca del lugar donde están las ruinas del templo de Poseidón... Quería verificar algunos datos al respecto. También tengo que hablar con Asmita... anoche después de que te dormiste fui a asegurarme de que estuviera descansando, pero me preocupa su evolución.

-Quiero ayudar. Tiene que haber algo que pueda hacer.

-De momento tenemos que esperar por Asmita y averiguar lo que había en la caja, pero para eso hablaré con el patriarca. Lo mejor que puedes hacer es no despertar sospechas. Lo conveniente sería que hoy fuéramos a entrenar como un día cualquiera.

Aunque no del todo convencido, Milo asintió, intentando resignarse a la idea de que no había nada que hacer más que esperar.



Kardia.

A la mañana siguiente, Kardia despertó con un sonido extraño colándose en sus oídos. Le costó identificar que se trataba del movimiento de las hojas de un libro. Cuando consiguió abrir los ojos, vio que Camus estaba en el suelo rodeado por una montaña de documentos, ensimismado en la lectura. La imagen le resultó familiar. Le parecía ya haber vivido aquello.

Pensó en preguntar algo, pero en lugar de eso hizo a un lado el montón de sábanas, se refregó un poco los ojos, se bajó de la cama y se abalanzó sobre Camus por detrás, tomándolo por sorpresa.

-¡¿Qué haces?! -exclamó Camus, que estaba tan absorto en su tarea que no había notado que Kardia se le acercaba. Kardia intentó ver por encima de su hombro.

-¿Qué haces tú? -preguntó Kardia con voz todavía adormecida. Camus apartó de inmediato lo que tenía en las manos del campo visual de Kardia-. Ah... ¿es algo que no debo ver?

Camus se dio la vuelta hacia él, y su mirada lo dijo todo. Lo que fuera que había estado leyendo no era agradable. Kardia intentó evitar que sus ojos se fueran hacia la carpeta que el acuariano acababa de dejar a un lado.

-Mu de Aries se comunicó con nosotros... dice que intentará ayudarnos -susurró.

Kardia se sentó frente a Camus en el suelo, escudriñando la expresión de su rostro en busca de pistas.

-Entiendo... ¿y a qué viene esa cara? ¿No confías en él?

-No es que no confíe... es que Shaka ha tenido problemas para entrar en contacto con el pasado, y...

-¿Problemas? -interrumpió Kardia. Esta vez sintió un escalofrío. Camus notó el cambio de actitud y se maldijo por no haber cuidado sus palabras. No era beneficioso dejar entrever sus dudas ante la persona que resultaría más afectada en el caso de que algo fuera mal.

-De todas maneras, dice tener un plan. Sería muy peligroso realizarlo dentro de las Doce Casas, donde podríamos tener dificultades para manejar adecuadamente las energías sin interferencias, o podríamos despertar sospechas. Para llevarlo a cabo necesitamos ir adonde se erigen las ruinas del templo de Poseidón, junto a la costa...

-¿Por qué ese lugar?

-Tiene que ver con el tipo de poder que reside allí. Shaka te lo explicará mejor.

-¿Y tú crees que funcionará? -preguntó Kardia, poniéndolo entre la espada y la pared. En lugar de contestar de inmediato, Camus le dio la espalda. No la mejor de las señales.

-No sé.

No quería pensar en lo que pasaría si no funcionaba. A estas alturas, Kardia y Milo eran para él igual de importantes, habiendo comprendido que se trataba de dos caras de una misma moneda.



Asmita.

En sueños, Asmita se ahogaba en un denso océano. Algo lo arrastraba hacia abajo, y desde la superficie llegaba un eco difuso que no podía escuchar por más que lo intentara. Sabía que se trataba de un mensaje importante, pero no había manera de alcanzarlo.

Lo que lo liberó del remolino fue el cantar a los pájaros de la mañana cuando finalmente despertó. El sonido lo hizo incorporarse de inmediato. Había dormido más de lo que había planeado, más que en mucho tiempo, pero no había sido un sueño reparador. Recordaba sensaciones confusas, retazos de mensajes inconexos que se agolpaban y que no lograba descifrar.

Todavía sintiéndose desorientado, palpó su propio cuerpo y apoyó los pies sobre el suelo. Algo estaba mal. Su pelo chorreaba agua, y su piel estaba empapada como si lo hubiera sorprendido una tormenta furiosa. Lamió sus labios y reconoció el inconfundible sabor salado del mar Egeo.

Tuvo la certeza de que aquello era un mensaje, aunque no entendiera la manera en que había llegado a él. Dos palabras se repetían en su mente: "Cabo Sunion".



Kardia.

Cabo Sunion era donde se encontraban los restos del antiguo templo de Poseidón del que hablaba Camus. El lugar se conservaba tal como Kardia lo recordaba, quizás un poco más castigado por el tiempo. Shaka estaba sentado en posición de loto en el medio de las ruinas. Al mirar de reojo hacia Camus, Kardia notó que su tensión crecía a medida que se acercaban. Llevaba un largo rato sin hablar, pero cuando llegaron ante Shaka, fue él quien rompió el silencio.

-¿Qué es lo que pasará exactamente? -preguntó, como formalismo. …l ya lo había escuchado, pero quería que Kardia lo supiera.

-Separaré el alma del cuerpo físico a través del Rikudou Rinne. De esa manera podré alivianar el peso que cae sobre los hombros de Mu. En ese momento, Mu intervendrá intentando transportar esa alma de vuelta a su cuerpo original en el siglo XVIII.

Kardia esperó a que Shaka continuara, pero aquello parecía ser todo lo que había por explicar. La sensación que venía teniendo sobre que aquel plan tenía huecos y había cambiado con respecto al original se acentuó. Algo no estaba bien.

-Pero... ¿solamente ustedes dos? ¿Esto no debería ser balanceado? ¿Quién intervendrá del otro lado? ¿Asmita...?

Camus, que había hecho las mismas preguntas cuando Shaka le había explicado cómo funcionaría el intento, desvió la vista.

-Eso sería lo ideal -dijo Shaka-. Que desde el otro lado se hiciera lo mismo que desde aquí. Alguien que separara el alma de Milo y alguien que la transportara hacia este tiempo y este cuerpo al mismo tiempo que nosotros lo hacemos desde aquí hacia allí. Eso es lo que intenté decirle a Asmita... Sin embargo, no estoy seguro de haber podido transmitirle el mensaje con claridad.

-Pero en ese caso... ¿deberíamos intentarlo ahora de todas maneras? -intervino Camus.

-Cuanto más tiempo dejemos pasar, más difícil de sostener se volverá esto. Para compensar lo que nos falta es por lo que Mu sugirió realizar esto en un lugar que estuviera dotado de una energía divina. Aquí está contenido parte del poder de Poseidón, que podría servir como potenciador de nuestro propio poder, para elevarlo y lograr el nivel que nos hace falta. Apoyándonos en la energía de este lugar sagrado, intentaremos enviar a Kardia allí y traer a Milo hasta aquí de vuelta al mismo tiempo.

A Kardia no le sorprendió descubrir a Camus meneando suavemente la cabeza mientras Shaka hablaba. No estaba convencido de que fuera a resultar. Apenas notó que estaba siendo observado, Camus detuvo su gesto. Pero la expresión amarga de su rostro seguía dejando en evidencia sus dudas.

-¿Qué es lo peor que puede pasar? -preguntó Kardia.

-¿Lo peor...? Que no tengas adónde regresar -respondió Shaka con sinceridad-. Que tu conciencia se pierda.

-Está bien. Porque sé que eso no pasará -dijo Kardia, mirando Camus-. Sé que no nací para morir de esa manera... lo presiento, ¿sabes, Camus? Así que no pongas esa cara -agregó con una sonrisa.

-¿Estás listo, entonces? -preguntó Shaka, poniéndose de pie. Antes de que pudiera responder, Kardia sintió la inconfundible mano de Camus tomar la suya, atrayéndolo con contra sí para abrazarlo con ternura.

-De una manera u otra volveremos a vernos -murmuró Camus antes de dejarlo ir.

Kardia asintió, aprovechando para robarle un beso sin prestarle atención a la presencia de Shaka. Al principio sintió la resistencia de Camus, que no creía que aquel fuera el momento ni el lugar adecuado para ese tipo de demostraciones. Pero a través de ese beso Camus comprendió que Kardia no estaba tan seguro como decía estarlo sobre el éxito del plan, y él mismo se vio obligado a enfrentar sus propias dudas, luchando por no dejarse abrumar por ellas.

Ese beso tenía sabor a despedida, no solamente de él mismo sino también de Dégel, que era parte de él. Camus se sintió a un paso de pedirle a Shaka que no siguiera adelante. Quizás terminarían por empeorar aún más las cosas. Había leído en los registros que había habido un Escorpio luchando en la Guerra Santa anterior, pero las incertidumbres volvían a asaltarlo. ¿De quién se trataba? ¿Era Milo tomando el nombre de Kardia? ¿O era Kardia que había regresado a su propia época? De ser así, ¿dónde estaría Milo?

-Perdón... -susurró Kardia, interrumpiendo su cascada de pensamientos. Camus no supo responder. Shaka esperó pacientemente el momento en que Kardia se apartó de Camus y contestó finalmente a la pregunta que le había hecho anteriormente-. Estoy listo.

-Acuéstate, será más conveniente -dijo Shaka. Kardia obedeció de mala gana, y Camus se arrodilló junto a él.

Shaka se concentró. El puente entre Jamir y Grecia estaba tendido a través de la comunicación telepática con Mu, y no era el momento de dudar. Su voz fue suave pero firme cuando susurró el nombre de la técnica que abriría la primera puerta: "Rikudou Rinne".

Pudo sentir la conciencia de Kardia despegarse del cuerpo de Milo, y la energía de Mu interviniendo para capturarla y transportarla más allá del tiempo y el espacio.


Continuará =P
Notas finales: Estoy al día con Amor Yaoi... aunque realmente creo que no hay nadie que me lea aquí diferente de quien me ha leído en otras partes... XD

"Rikudou Rinne" es la técnica que utiliza Virgo para separar el alma de un cuerpo y luego enviarlo de paseo a diferentes tipos de infiernos, para que se quede en uno de ellos. Para este proceso me pareció adecuado para usar como "primer paso", y que de allí Mu pudiera transportar el alma hacia otra parte, porque sus técnicas de teletransporte son mucho más amplias que las de Virgo.

Técnicamente me hubiera servido también Cáncer para ese primer paso, porque tiene el Sekishiki Meikai Ha, que separa también el alma del cuerpo, pero por su falta de fiabilidad Cáncer no era la persona adecuada para colaborar XD

La idea de que fueran a Cabo Sunion se la debo a Fran... ella es quien recibió el spoiler en esta ocasión, algo que a veces pasa cuando me voy a hablar con una amiga porque necesito inspirashion XD

Cabo Sunion/Sunión/Sounion (es llamado por diferentes nombres) existe en la vida real (www.guiadegrecia.com/atenas/cabosunion.html), allí están realmente las ruinas del templo de Poseidón.

Fotos:

http://img195.imageshack.us/i/sunioncabotemploposeido.jpg/

http://img195.imageshack.us/img195/7055/sunioncabotemploposeido.jpg


En el universo de Saint Seiya, también es un lugar donde hay una serie de prisiones, en una de las cuales Saga encerró a Kanon. Alli Kanon encontró el tridente de Poseidón, símbolo de su poder, sellado por Atenea... ¿pero qué fue lo que pasó entonces? Si lo recuerdan pueden tener una pista sobre el resultado de este intento.

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