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Fiebre por starsdust

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En el capítulo anterior:

En el pasado, la conciencia de Kardia está dando vueltas por el santuario, pero no tiene cómo volver a entrar a su cuerpo. Manigoldo, que puede ver fantasmas, lo ve pero no sabe si escuchar su mensaje. Además, a raíz de la descarga de energía provocada por el intento de intercambio, el santuario se puso en plan de emergencia.

En el siglo XX, Shaka explica que la transferencia falló, y que de momento el cuerpo de Milo está vacío. A pesar de que tiene la intención de permanecer en el mismo lugar por el caso de que Mu consiga al menos traer a Kardia de vuelta, surge un inconveniente: aparece Shura.

Mini aclaración: La interpretación de Shura que usaré en este fic será la del manga Episodio G. Shura es una buena persona y fiel a Atena, que fue manipulado por Saga para ir tras Aioros, y cree estar haciendo lo correcto.

 


 

El pasado.

 Cuando Dégel llegó a Cabo Sunion, lo encontró tranquilo y silencioso. Poco después, Asmita apareció a cierta distancia. Dégel no se sorprendió de verlo allí. Al atravesar el templo de Virgo para descender hasta ese lugar, Asmita le había hecho saber que lo esperaría abajo, en espíritu.

Se veía real, aunque Dégel sabía que era una imagen proyectada. El cuerpo verdadero de Asmita estaba en su propio templo, como tantas otras veces en que lo dejaba allí para ocuparse de otros asuntos, a veces incluso sin solicitar permiso, como era el caso.

-El lugar está limpio -dijo Asmita, continuando con la conversación que habían iniciado en su templo poco antes-. Pero algo me preocupa.

-¿Entonces, crees que esto pueda haber tenido relación con el tema de Kardia y Milo? -preguntó Dégel, acercándose al borde del precipicio que daba al mar.

-Es posible. Pienso que Shaka intentó enviarme una señal. El mensaje llegó de manera distorsionada, pero tengo la certeza de que él quería que viniera aquí.

Dégel guardó silencio. Durante la noche había soñado también con ese lugar. Cuando el caos estalló estaba lejos de Milo, y apenas había podido hablar a solas con él unos momentos al atravesar Escorpio. Se veía distraído. Le preocupaba.

-¿Qué sugieres que hagamos a continuación?

-El estado de alerta no nos conviene... limita nuestros movimientos dentro del territorio del santuario porque cada uno debe permanecer en su propio templo. Tenemos que deshacernos de él lo más pronto posible.

-Temo que Sage sospeche de todo esto... -dijo Dégel en voz baja. Asmita suspiró y se acercó a él, apoyando sobre su espalda una mano que sintió cálida, aunque no fuera más que una ilusión.

-Cuando vuelvas dile que no encontraste nada fuera de lo normal. Que Poseidón sigue donde está, pero que pudo haber habido un brote sorpresivo de energía, aunque eso no significa que haya despertado... como se da a veces con los volcanes durmientes.

Dégel meneó la cabeza. Sabía que Sage tenía la experiencia y la inteligencia suficiente como para desbaratar su red de mentiras en un abrir y cerrar de ojos si se lo proponía.

-No sé cuánto tiempo más podamos sostener esta situación.

-La verdad es que nosotros tampoco sabemos lo que ocurrió, así que si le dices eso no será una mentira -susurró Asmita, adivinando sus pensamientos. Dégel lo miró de reojo. Asmita estaba de cara hacia el mar-. Ve con Milo, pregúntale si sintió algo. Estaré vigilando este lugar e intentando establecer un contacto con el futuro. Quizás el mensaje tenía que ver con que este era un lugar propicio.

-Y tu templo...

-Ah, sí -dijo Asmita con una sonrisa, su imagen elevándose y tomando la posición de loto-. También estoy allí. De hecho, parece que tengo un visitante, tendré que atenderlo antes de que se impaciente.

-Ten cuidado, Asmita... no es necesario que hagas tantas cosas a la vez.

Asmita no necesitaba ver ni tocar a Dégel para percibir que su rostro estaba contraído por la pesadumbre.

-No hace falta que te preocupes por mí -respondió, mientras su figura se diluía en el aire-. Aunque es interesante...

Dégel lo vio desaparecer y se volvió, dispuesto a emprender su camino de regreso con lentitud.

En Escorpio y a la espera de algo que no tenía idea de qué era, Milo se sentía intranquilo. Todo había ocurrido demasiado rápido, y su cuerpo se sentía más extraño que de costumbre. Un cosquilleo constante venía recorriéndolo desde el momento en que se había desatado el incidente que pusiera al santuario patas arriba. Ahora tenía la impresión de estar caminando sobre una nube. Y cuando Dégel le había preguntado cómo estaba al pasar por su templo, Milo había balbuceado una respuesta que ahora no estaba seguro de recordar.

Lo peor era que no podía afirmar que algo fuera de lo común estuviera ocurriendo. Quizás se trataba de algo normal para ese cuerpo que funcionaba de manera diferente al suyo, no podía afirmarlo. Le preguntaría a Dégel cuando lo viera.

Se acercó a la puerta del templo que daba hacia abajo, y observó el templo anterior, Libra. Era la casa del viejo maestro de Cinco Picos, que era en esta época un joven menor que Kardia. Se preguntó qué clase de persona sería. Apenas lo había visto en la reunión.

Su sucesión de pensamientos se vio interrumpida por algo que hizo que se le pusiera la piel de gallina. Otra vez volvía a sentirlo. Había un intruso en los alrededores. Se dio la vuelta de inmediato, aprontándose para atacar. No podía tratarse de Manigoldo, que estaba ahora en su propio templo. Tenía que ser alguien más. Y lo que era peor, tenía el atrevimiento de introducirse en su templo sin permiso, algo imperdonable.

Milo avanzó a través del laberinto de columnas. Quien fuera que fuera esa persona, parecía estar esforzándose por hacer notar su presencia, y Milo estaba dispuesto a responder a la provocación sin ningún tipo de piedad.

La pista lo llevó a la parte residencial, y terminó en una pequeña habitación con lavatorio en la que había también un antiguo espejo de cuerpo entero. Estaba roto. Observó su reflejo cortado a la mitad por la fisura de la superficie, y sonrió al encontrar la imagen que le devolvía tristemente adecuada a su situación. Pero no se entretuvo demasiado con aquello. Tenía cosas más importantes que atender.

-Sé que estás en alguna parte, idiota. ¿Tienes miedo de enfrentarte a mí cara a cara? -preguntó Milo, dirigiéndose a quien fuera que lo venía siguiendo, y atento a cualquier movimiento en las cercanías.

-Estoy aquí -respondió una voz rasposa. Milo se dio vuelta, miró hacia arriba, hacia abajo, sin entender de donde provenía. Nada.

-Sal de ahí entonces -dijo Milo a modo de desafío.

-Tú eres quien tiene salir, imbécil. -Fue la respuesta que recibió, haciéndolo enfurecerse.

-¿Qué demonios te crees que eres?

-Mira dónde estás, y mírate bien -dijo la voz, ganando en fuerza. Escuchar eso hizo que Milo se volviera más consciente de lo que tenía frente a sí: el espejo. Avanzó hacia él, y no notó nada diferente. Pero la voz continuó hablando, y ahora sonaba como si estuviera justo a su lado-. Ese es mi cuerpo, devuélvemelo.

-¿Kardia...? -preguntó Milo.

Estaba confundido por lo que escuchaba, pero al acercarse más al espejo vio algo extraño en el reflejo. Había alguien en el lugar donde él mismo había estado parado hacía unos momentos. Tal como si se hubiera desprendido de su propia imagen. Un doble de sí mismo. Su mirada llegaba con intensidad a través del reflejo. Definitivamente, era Kardia.

-¿Así que me ves? -preguntó Kardia, con una extraña sonrisa.

-Si tú estás aquí, ¿quién está mi cuerpo? -preguntó Milo. Miró hacia atrás con disimulo, pero no vio nada. La imagen de Kardia estaba presente únicamente en el espejo. Cuando volvió a mirar hacia adelante, vio que Kardia se había acercado más a él, y le hablaba ahora al oído.

-Ese no es mi problema. Mi problema es que tú estás en el mío, y que quiero que salgas ahora. Mi tiempo se acaba.

-¿Cómo podría...? Si fuera tan fácil, ¿no te parece que ya lo habría hecho? ¡Además, esto fue tu culpa! -exclamó Milo, sin hacer ningún esfuerzo por ocultar su irritación. Kardia rió, y Milo terminó desahogando su furia contra el espejo, provocándole una nueva rajadura.

-Si somos la misma persona es tu culpa también, ¿no te parece? -preguntó Kardia.

-¡¿Cómo puedes reírte en una situación como...?! -Milo se detuvo en seco al ver que Kardia había acercado su mano, o mejor dicho el reflejo de ella, a su mejilla-. ¿Qué diablos haces ahora?

-¿Sientes esto? -preguntó Kardia, acariciando su piel con suavidad. Milo lo sentía, aunque seguía sin poder ver a Kardia si no era a través del espejo.

-¿Por qué lo preguntas? -replicó Milo, indignado e intrigado al mismo tiempo.

Kardia no contestó, y simplemente continuó con lo que había empezado, deslizando luego los dedos por el cuello de Milo, que se estremeció por el contacto.

-Lo sientes, ¿verdad? -insistió Kardia. Finalmente Milo dio su respuesta, asintiendo en silencio. Kardia sonrió.

Le había costado orientarse para llegar hasta Escorpio. Varias veces había creído que su conciencia se perdería en la nada, y que se olvidaría de sí mismo. Pero ahora estaba finalmente encontrando la manera de manifestarse y de controlar su espíritu a voluntad. El espejo lo ayudaba a enfocar su energía. Se maravilló al ver que cuando se concentraba en que su imagen reflejada acariciara la melena de Milo, su propia melena, ésta realmente se movía, empujada por una fuerza que hubiera parecido una brisa invisible a los ojos de otros.

-¿Qué había en la caja? -preguntó Milo, devolviendo a Kardia a la realidad.

-Un objeto relacionado con la armadura de Cronos -respondió Kardia, continuando con su experimento, poniendo hacia atrás con cuidado los mechones de pelo que caían desordenadamente sobre los hombros de Milo, dejando libre el cuello.

-¿Lo tocaste...? -exclamó Milo, alarmado.

-Créeme... tú hubieras hecho lo mismo.

-¿Cómo está Camus?

Escuchar esta pregunta hizo que Kardia se detuviera, y se sintiera casi avergonzado por la mirada llena de expectación de Milo.

-Se preocupa demasiado -respondió Kardia, sonriendo con melancolía-. Es una buena persona. Pero ahora lo que necesito es que confíes en mí para que volvamos a la normalidad. ¿Lo harás?

-¿A qué te refieres? -preguntó Milo con cierta suspicacia.

-Cierra los ojos -Kardia habló con voz firme. Milo vio en la imagen del espejo la determinación de su mirada. Evidentemente tenía un plan.

-Dégel se preocupa también -dijo Milo, cerrando los ojos-. Por ti.

Lo que siguió fue un silencio tan profundo que Milo pensó que volvía a estar solo, pero justo antes de que abriera los ojos para comprobarlo, sintió que Kardia volvía a acercarse a él. Primero creyó sentir un beso en la frente, pero luego, de un momento a otro todo cambió.

Una fuerza imponente lo empujó contra el suelo, y poco después descubrió que no podía moverse. Era lo mismo que había ocurrido en las escaleras un tiempo antes. Pero esta vez era peor. Tampoco podía respirar. Entreabrió los ojos y consiguió ver en el reflejo del espejo que Kardia estaba sobre él, cerrando los dedos sobre su garganta.

Incrédulo, Milo intentó resistir el ataque, pero al entregarse a sí mismo con tanta docilidad había terminado poniéndose en una posición demasiado vulnerable. Quiso articular el nombre de Kardia, pero no consiguió más que acelerar el proceso de asfixia. Kardia procedió entonces a dar una explicación, en un tono de voz apagado.

-"En situaciones cercanas a la muerte, muchas veces las personas abandonan su cuerpo". Eso dijo Shaka. Además de que es algo de conocimiento común, ¿verdad? Entonces, si llevo este cuerpo al borde de la muerte, tú saldrás de allí y yo podré entrar. ¿Entiendes? Yo ocuparé mi lugar y tú podrás volver a tu época, donde tienes un futuro, donde tienes una oportunidad...

Milo escuchó las palabras mientras que su alrededor todo se volvía oscuro. En realidad, pensaba, la idea de Kardia tenía bastante sentido, por más extremista que sonara. Una parte de sí se preguntaba qué pasaría si el plan de Kardia funcionaba, pero su cuerpo no era encontrado a tiempo. ¿Se quedaría el pasado sin Escorpio? ¿Qué diría Dégel?

De todas maneras, ya era tarde para estar con ese tipo de consideraciones. Milo tomó la decisión de dejarse llevar por la corriente. Kardia era parte de él mismo. No tenía sentido resistirse.


 

El presente.

 Aún sin terminar de digerir el desarrollo inesperado de los hechos, Shaka intentó reaccionar a la llegada del santo de Capricornio con naturalidad.

-Shura, no sabía que hubieras vuelto -dijo por lo bajo.

Shura no creyó necesario dedicarle tiempo a explicar que estaba efectivamente de vuelta, ni las razones tras su regreso. Acababa de volver. Aquello era bastante obvio de por sí, y ahondar en eso no era una prioridad.

-De camino a las doce casas pude sentir algo extraño en esta zona. ¿Qué ocurrió? -preguntó Shura, con toda la intención de acercarse a Camus. Había notado que estaba sosteniendo a alguien en los brazos.

-Estábamos entrenando -explicó Shaka, interponiéndose en su camino para detenerlo por unos segundos-. Sentimos una energía proveniente de este lugar y vinimos a asegurarnos de que todo estuviera bien.

-Continúa -urgió Shura al ver que Shaka se callaba, y se abrió paso hasta quedar frente a Camus, que no había dicho ni una palabra-. Escorpio -dijo al ver cuál era la tercera persona. Sin perder un momento se dio la vuelta, haciendo una rápida revisión visual del área, en busca de lo que fuera que había causado el problema-. ¿Está herido? ¿A qué nos enfrentamos?

Obedeciendo a un gesto de Shura, Camus se puso de pie sin soltar el cuerpo de Milo, pero continuó callado, y Shaka se apresuró a contestar.

-Cuando llegamos aquí, Milo colapsó... pero no parece haber nada fuera de lo común en este lugar, pienso que quizás fuera el resultado de algún remanente de energía que puede haberse activado. Como se da a veces con los volcanes durmientes.

La mirada aguda de Shura dejaba en claro que la teoría de Shaka no lo convencía del todo, y Shaka no necesitaba abrir los ojos para saber que tenía todos los ojos posados sobre él. Shura se acercó a continuación a Camus, para hacer un examen superficial de la situación de Milo y dar su veredicto.

-Milo es un caballero dorado, esto no puede ser consecuencia de un evento ordinario y no debería ser tomado a la ligera. Será necesario que todos vuelvan a sus puestos y estén listos para defender el santuario en el peor de los casos.

Haciendo lo posible por no parecer sospechoso, Shaka intentó negociar. No estaba de acuerdo con la idea de dejar Cabo Sunion vacío, no justamente en un momento como ese.

-¿No sería conveniente que alguien se quedara aquí a vigilar? -preguntó con cautela.

Shura pareció considerar la propuesta durante unos segundos, pero para decepción de Shaka, se mostró firme en su decisión anterior.

-Nuestra obligación primera es defender las Doce Casas, no sabemos lo que podría pasar aquí. No hay tiempo que perder. ¿Están todos en sus lugares correspondientes? -preguntó, poniéndose en marcha e instando a los otros dos a que lo siguieran.

-Aldebarán está de momento fuera del santuario -respondió Shaka, que comenzó a caminar a paso lento, intentando no mostrar su descontento.

Camus lo siguió, sin hacer comentarios. Aferraba el cuerpo de Milo con fuerza mientras su cerebro trabajaba analizando cuál sería el más adecuado curso de acción, sin llegar nunca a ninguna conclusión.  Shaka temió por un momento que terminara decidiendo congelar a Shura para librarse de él.

-Hay que hacerle saber que tiene que volver sin demoras -continuó Shura-. Y Shaka, dadas las circunstancias será conveniente que te quedes en Aries.

-¿Aries...? -repitió Shaka, creyendo que había escuchado mal. La idea no lo sorprendía, pero de todas maneras lo sintió como un baldazo de agua fría.

-Como te darás cuenta, no podemos permitir que el primer templo con defensa sea recién el cuarto de las Doce Casas. Tenemos que usar los recursos que tenemos de manera inteligente.

Shaka asintió, aunque sabía que todas esas medidas eran inútiles. No había ninguna amenaza. Mientras caminaban notó que la lluvia había dejado ahora paso a una delicada cortina de nieve. Sospechando que era una consecuencia de la incomodidad de Camus, Shaka entreabrió los ojos para dirigirle una mirada furtiva.

-En ese caso, creo que Camus debería permanecer en Escorpio con Milo, o de lo contrario ese templo quedará desprotegido -dijo Shaka con calma-. Incluso si Milo despierta, no sabemos en qué condiciones está... no me parece conveniente dejarlo solo en su templo, una falla en la defensa podría suponer un peligro para el santuario si la seguridad se ve amenazada. ¿No te parece, Camus?

-Sí, es cierto... -susurró Camus después de un largo silencio.

Shaka esperó con impaciencia la respuesta de Shura, que durante un buen trecho se mantuvo callado, hasta que llegaron por fin a las puertas del primer templo.

-Está bien -dijo Shura, sin querer detenerse demasiado tiempo.

-Esperaré instrucciones -murmuró Shaka-. Camus, cuídalo... -agregó antes de que se alejaran demasiado, rogando por que Camus tuviera el criterio para manejarse adecuadamente con Shura.

En el camino al siguiente templo habitado, Shura aprovechó para hacerle algunas preguntas a Camus, que respondía escuetamente sin querer ampliar demasiado lo que Shaka había dicho, porque no tenía la seguridad de haber escuchado bien. No quería contradecirlo. Atravesaron Cáncer, donde Shura le informó a Death Mask del estado de alerta, y cuando más adelante llegaron a Leo, Aiolia apareció en la puerta para recibirlos.

-Shura, estás de vuelta... -dijo Aiolia, acercándose a ellos. Al hacerlo reparó en Camus, y su expresión se tiñó de preocupación-. ¿Qué pasó con Milo...?

-Estamos en estado de alerta, hubo una situación inesperada en Cabo Sunion -respondió Shura.

-¿Está él bien? -preguntó Aiolia, mirando fijamente a Camus, que asintió suavemente con la cabeza.

-Quédate donde estás y mantente atento -dijo Shura, apoyando su mano sobre uno de los hombros de Aiolia antes de alejarse.

Poco después, Leo quedó atrás, y Shura y Camus continuaron su camino hacia arriba. Para Camus, la caminata estaba volviéndose eterna. Para cuando llegaron a Escorpio, el camino estaba cubierto por una fina capa de nieve. Shura lideraba la marcha y Camus lo seguía por inercia, desconectado del mundo real y perdido en el de sus pensamientos. Hasta que de repente, Shura se detuvo.

Algo había cambiado. Camus también lo sintió. Había durado apenas un segundo. Miró a su alrededor, pero el camino estaba desierto. Entonces miró hacia abajo, y vio que Milo tenía los ojos entreabiertos. No tuvo tiempo de reaccionar, porque Shura se acercó de inmediato. Camus buscó una respuesta en la mirada de Milo, pero no vio más que confusión. Su corazón se aceleró. ¿A quién tenía allí? ¿Milo, Kardia...? 

Continúa =P

Notas finales:

¿Es Kardia o Milo...? 

Agradecimiento a mi amiga Circe por sus consejos para manejar a Shura y a quienes comentaron por el apoyo =)


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