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UNA SEMANA ENTRE FOTOS Y UN CORAZÓN ROTO por CheerioFan

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Notas del capitulo:

Wow!!!!!! Estoy de fiesta 101 Reviews!!!!!! wow...

 

Todo esto es posible gracias a ustedes que leen mis locuras (aún no lo puedo creer) Romina Verónica tú eres la que me diste ese 100!!!!! y por eso me he apurado con la actualización. Uhm... Afrodita, no te angusties tu me diste el 101 (wow qué bonito se ve). Pero una vez más, tod@s ustedes son los que hacen que siga escribiendo... Se los agradezco.

 

En fin, Aquí el capítulo XIII. Espero lo disfruten y sigan comentando.

 

Brittany sentía su cuerpo muy ligero, como si estuviera flotando, no estaba pensando en nada en particular, pero había mucha claridad en su mente. Sabía que todo terminaría bien… “Britt,” la voz de la persona que pronunciaba su nombre se escuchaba distante, pero inundaba su cuerpo de una calidez familiar, su tono era dulce y lleno de seguridad. “Britt,” esa voz hacía un eco en ese extraño espacio y se iba acercando.

La rubia despertó poco a poco, sus párpados aún se sentían pesados por lo que decidió mantenerlos cerrados y su cuerpo hacía un esfuerzo por volver a dormir. Esa sensación de calidez no había desaparecido, es más, estaba totalmente envuelta en ella. Su sentido del olfato podía percibir un aroma que ya había memorizado a la perfección y deseaba que ya estuviera impregnado en todo su ser. Sintió unos suaves labios rozar su mejilla y unos brazos apretar el abrazo que al parecer no se desató en toda la noche. Brittany escondió su rostro en el cuello de la mujer que estaba a su lado cuando la luz matutina se filtró por sus párpados que acababan de hacer un intento por abrirse; no le sorprendió que la piel de esa zona fuera tan tersa. No se pudo resistir a besarla, provocando que la morena dejara salir una leve risa.

“Britt ¿qué haces?”

La rubia aspiró el aroma de Santana y sonrió por esa cercanía que ambas compartían, “dándote los buenos días.”

La latina se alejó de su compañera con el único objetivo de poder admirar su rostro; su mano derecha se enredó en el cabello de Brittany y ésta pudo ver en Santana una sonrisa soñadora. La morena no dijo nada, simplemente se acercó a los labios de la rubia y depositó un pequeño beso. Por más pequeña que resultara esa caricia, la sensación que producía era muy placentera. “Me gusta esto,” Santana se perdió en la mirada azul de la mujer entre sus brazos, “me gusta despertar a tu lado.”

Brittany sonrió por la declaración, podía ver en esos ojos oscuros la sinceridad de esas palabras. “A mí también.”

Santana plantó otro beso en la frente de la rubia, provocando que ésta cerrara los ojos, tratando de sentir al máximo la sensación de esos sensuales labios sobre su propia piel.

“¿Britt?” La chica se había perdido en ese placentero estremecimiento por un instante. Despertar de esta manera era algo totalmente nuevo. Con Caroline nunca tuvo una mañana así, ni nada que se le pareciera, con ella todo era físico y nada más. Con Santana, sí, también era físico, pero evolucionaba o se transformaba de inmediato, apenas se tocaran. Era como si su mente estuviera muy bien conectada con cada una de sus terminales nerviosas, con su corazón y con su espíritu; una simple caricia de esta sexy fotógrafa sobre cualquier parte de su cuerpo, era mil veces más fuerte que cualquier otra.

“¿Britt?” Santana miraba con curiosidad a la rubia.

Brittany se sintió un tanto desorientada por su súbita epifanía. “Lo siento ¿qué?”

“Debo irme.”

“¿Por qué?” La rubia frunció el ceño en señal de claro desacuerdo.

La morena acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja de la chica, “hoy debo terminar con la sesión de fotos que vine hacer ¿recuerdas? Y de verdad debo irme,” Santana besó la punta de la nariz de Brittany. “Además quiero volver temprano para poder hablar con Noah.”

La rubia sonrió, mostrando una blanca hilera de dientes, “¿hablas en serio?”

La morena se vio confundida por un instante, “uhm, ayer te dije que hoy pienso terminar mi relación con él ¿no?” Santana transformó su confusión por una expresión más seria, “un minuto ¿Acaso piensas que no lo haré?”

Brittany sonrió traviesamente, antes de besar a la latina, “sólo quería que me lo dijeras otra vez.” Respondió la chica sin separar sus labios de los de su amante, “¿quieres que te acompañe?”

“Eso me encantaría. Pero creo que debes pasar este día con tus amigos. Mañana no tendrán tanto tiempo y de seguro Rachel querrá dar un discurso de tres horas acerca de lo que aprendimos en esta semana,” Santana hizo una mueca de disgusto, al parecer se había imaginado el momento, “como sea. Técnicamente, hoy es su último día para relajarse, así que pásate un buen rato.”

Brittany suspiró profundamente, para luego apretar el abrazo que las unía, “eso no va a pasar porque no vas a estar ahí.”

Santana adquirió en sus ojos un halo de ternura – Brittany sin duda se podía acostumbrar a esa mirada. “Eso es muy dulce, pero trata de no extrañarme mucho y diviértete con ellos. Lo merecen.”

Ambas mujeres se incorporaron en el sofá, sintiendo una desagradable ráfaga de viento frío; ninguna de las dos estaba preparada para el abrupto alejamiento, “voy a tomar una ducha ¿ok?” Santana tomó la barbilla de la rubia, levantando delicadamente su rostro y finalmente besó a la mujer que aún yacía sentada, “no tardo.”

Brittany sonrió para sí misma cuando recordó el beso de la noche anterior y solamente tenía una palabra para describirlo: INCREÍBLE. No sabía que un simple beso era capaz de producir las más increíbles sensaciones. Brittany había besado a cientos de personas – ok, tal vez eso era algo exagerado, pero sí había besado a decenas de personas – y con ninguno o ninguna de ellas había experimentado tanta excitación y – oh por Dios – si Santana López era capaz de provocar eso con un solo beso, la rubia no se quería – o no se podría – imaginar cómo era en el sexo.

La chica estaba agitando su taza de café cuando escuchó unos dinámicos pies bajar las escaleras y en menos de tres segundos, Santana estaba en la puerta de la cocina, vestida con unos ceñidos jeans, una playera blanca de cuello ‘V’ un poco holgada y una delgada chaqueta negra con las mangas dobladas hasta un poco más debajo de los codos. La rubia se percató del abrupto freno de la morena, sus ojos cafés miraron a la chica que estaba en la isla terminando de preparar café. Brittany no pudo evitar sonreír al ver que la mirada de Santana se había oscurecido por algo llamado lujuria y la miraba de arriba abajo; era como si apenas se hubiese percatado que la mujer en ropa interior frente a ella había pasado toda la noche abrazada a su cuerpo… sólo así… en bragas y top de color rosa.

“Te preparé café,” dijo la rubia mientras se acercaba a la latina con taza en mano, ofreciéndosela a una Santana que parecía perdida en un par de largas y bien tonificadas piernas. “Aún está caliente,” advirtió Brittany cuando la morena pareció adquirir algo de consciencia.

“Gracias,” balbuceó Santana al mismo tiempo que tomaba la bebida entre sus manos. Brittany caminó de nueva cuenta hacia la isla seguida muy de cerca por la latina, podía sentir su mirada y, debía admitirlo, sentirse deseada por esa mujer, era algo que la estaba volviendo loca. “Entonces,” Santana le sopló a su café, “¿ya saben que van a hacer hoy?”

“No,” Brittany miró hacia la ventana, “pero es un lindo día. Tal vez salgamos de nuevo al lago.”

Ambas mantuvieron una animada conversación los siguientes minutos, hablaron de nada en particular y se robaron sonrisas que expresaban la comodidad que sentían por la mutua compañía. Santana miró su reloj de pulso. “Oh,” expresó la chica antes de darle un último sorbo a su bebida, “debo irme.”

Brittany colocó su taza en la isla cuando la morena se acercó para despedirse. Sin pensarlo, la rubia se aferró a las pretinas del pantalón de Santana, acercándola hacia sí con algo de fuerza. Instintivamente, la morena posó ambas manos en la cintura de la otra chica, logrando evadir la tela del top y llegando a acariciar la piel que se escondía debajo de dicha prenda. “No tardes ¿quieres?” Susurró Brittany a milímetros de los labios de Santana.

“Intentaré apresurarme,” la morena se lamió los labios, “lo prometo,” añadió la chica antes de besar a la rubia.

No fue un beso inocente, pero sí fue romántico. Brittany pudo identificar el sabor a café en esos labios que sabían muy bien como tocarla, y no sólo estaba ese sabor, de hecho, había algo más, algo que le estaba robando por completo el aliento. En esos labios identificó el deseo sexual.

“Oh por Dios,” la voz de Quinn hizo un eco en la cocina y logró captar la atención de las otras dos, “B, por una vez en tu vida ¿quisieras usar un par de pantalones?”

*****

El día se prestaba para hacer actividades al aire libre. Era un poco extraño disfrutar de un día tan despejado y caluroso a finales de Septiembre, pero ninguno de los chicos se quejaba por este perfecto día.

Acordaron ir nuevamente al lago, esta vez para hacer water skiing. Era divertido ir en el bote a toda velocidad, sentir el cálido aire en el rostro y, lo mejor de todo, reírse de sí mismos al no durar más de 5 minutos sobre los skis.

Brittany miraba divertida el esfuerzo de Finn. Sin embargo, él corrió la misma suerte que los demás y ahora esperaba a que el bote lo rescatara y Kurt tomara su lugar.

“Oh Dios,” murmuró Mercedes, cubriéndose la boca con la mano derecha.

Los ojos de la rubia miraron hacia la misma dirección que su amiga. A unos metros de la orilla, estaban Quinn y Rachel besándose, sin importarles el hecho de que estaban a la vista de todos.

“Uhg, qué desagradable,” dijo entre dientes Kurt. “¿Qué es esto? ¿El campamento lésbico?” Sus ojos verdes ahora miraban a Brittany, quien veía la escena complacidamente.

“Okay, es hora de aclarar ciertas cosas,” dijo Kurt en voz alta, mientras todos empezaban a disfrutar de su almuerzo. Su vista se posó sobre Rachel y luego pasó a Quinn, “¿qué pasa entre ustedes dos?”

La castaña miró a la mujer que estaba a su lado. “No sé a qué te refieres,” la voz de Rachel parecía que se quebraría en cualquier momento, su mano izquierda empezó a pasearse a lo largo de su cabello de manera nerviosa.

“Rachel, no somos tontos,” dijo Mercedes con una voz tranquila, “las vimos besarse hace un rato y ayer, la forma en cómo cantaron y cómo se miraban, bueno… es bastante obvio que hay algo entre ustedes dos.” La morena le dio un sorbo a su soda. “La pregunta aquí es ¿desde cuándo ustedes dos son tan… cercanas?”

“Es obvio que tuvo que pasar algo esta semana,” respondió Puck, mirando detenidamente a Quinn y negándose a que esto que estas mujeres tenían fuera algo más antiguo. Las palabras de Santana seguían en su mente ‘desde preparatoria’, “no pudo haber sucedido antes ¿verdad?” Noah trataba de esconder la ira de su voz.

Entre las once personas surgió el momento de silencio más largo que pudieran experimentar. Quinn miró a todo sus amigos y pudo ver que esperaban una explicación; su mirada finalmente enfrentó la de Puck y sintió algo de culpabilidad. Estaba segura que las siguientes palabras que abandonaran sus labios, no iban a ser bien recibidas por el chico.

“Eh,” la rubia trató de encontrar la manera más apropiada de expresar sus sentimientos por Rachel.  “Estoy enamorada de Rach desde,” declaró Quinn, sintiendo que el aire se le escapaba de sus pulmones, “desde que…” por un momento pensó en mentir, “desde que la conocí.” Aún cuando mentir resultaba ser más sencillo, eso no era justo para la castaña. Qué más daba si los otros lo aceptaban o no, lo único que en este momento le importaba a Quinn era Rachel.

“¡¿QUÉ?!” Finn casi había escupido su bebida. Su rostro estaba ruborizado por la falta de oxígeno. El chico frunció el ceño, “eso es imposible. Tú Quinn Fabray, la que fue capitana de las animadoras, eras TÜ la que atormentabas cruelmente a Rachel Berry, reina de los perdedores. Esto no tiene sentido.” Finn se detuvo a pensar por un instante, repasando los hechos de su historia con Quinn y con Rachel. “¿Estás diciendo que fuiste mi novia, estando enamorada de ella,” el hombre señaló a Rachel, “luego me engañaste con mi mejor amigo y, no sólo eso, te embarazaste de él, estando enamorada de ELLA?” Finn apuntaba incrédulo e incesantemente a la castaña.

“Finn, era una adolescente ¿ok? Una adolescente con padres cristianos extremistas ¿qué querías? Me negaba a ser gay y creí estúpidamente, que si hacía algo por odiar a Rachel los otros sentimientos desaparecerían. Hice todo lo que pude para no ser lesbiana, cometí muchas idioteces, lo sé y nada de lo que hice, ni todos estos años cambiaron mis sentimientos por ella,” Quinn tomó la mano de la castaña, “fui una tonta al no admitir que…” los ojos de la rubia miraron a Rachel con adoración, “te amo, te amo demasiado.”

La castaña sonrió incrédula, pero al mismo tiempo, feliz por lo que acababa de escuchar. Era como si el mundo a su alrededor dejara de existir.

Brittany miró a Noah, quien miraba a su bebida detenidamente, su rostro era inexpresivo y esa era clara señal de que en su interior se acumulaba el enojo y lo entendía, porque la rubia acompañó a Puck en esos momentos de dolorosa depresión e incontenible frustración por no ser capaz de conquistar a Quinn, la chica de quien estuvo enamorado durante casi toda la preparatoria, de quien recibió rechazo tras rechazo sin obtener un solo por qué, hasta ahora.

Brittany no tenía un buen presentimiento. Su amor de adolescente había resultado ser gay y su actual novia, obviamente prefería a la rubia de ojos azules. Tal vez esta conversación no había llegado en buen momento.

“¿Qué hay de ti?” Finn le preguntó a Rachel, “¿es por ella que terminaste conmigo?”

La castaña se puso nerviosa nuevamente, trataba de evitar las miradas de todos, “Y-yo...” no era buena señal que Rachel Berry tartamudeara. La estrella de Broadway respiró hondo, “terminé contigo porque estaba confundida y, siendo honesta, estaba tan confundida porque no podía dejar de pensar en Quinn. No puedo dejar de pensar en ella. No sé cómo ni cuándo pasó, créeme, sólo sé que en algún momento me di cuenta que ella era la indicada para mí.”

Sin duda, fue un momento sumamente incómodo. En menos de 20 minutos se habían revelado sentimientos ocultos y tan antiguos como su amistad, ahora, diez años después los compartían.

“¿Y ahora qué?” Preguntó Tina, atreviéndose a romper con el momento de silencio. Una vez más, Quinn y Rachel eran asediadas por diez pares de ojos. “Me refiero a que ustedes dos están enamoradas, pero seamos realistas. Ustedes ya han hecho una vida, Rachel está en Nueva York cumpliendo su sueño y sinceramente todos sabemos lo egoísta que es y no dejará su carrera y Quinn, tú no lo permitirías, pero tú estás en Ohio. ¿Cómo van a hacer que esta relación funcione?”

Quinn y Rachel se miraron directamente a los ojos, tratando de encontrar una solución.

La rubia sonrió y sujetó la mano de la castaña con fuerza, “ya pensaremos en algo.”

*****

“No me siento muy bien,” Brittany entrecerró los ojos, sensible a la luz del sol. Sentía que la cabeza le punzaba pero el dolor no era muy fuerte, pero esa estúpida luz era molesta, “me duele la cabeza.”

“Es probable que sea insolación,” dijo Artie, acomodando sus anteojos de manera profesional, “te has expuesto al sol todo el día.”

“¿Te duele mucho?” Quinn se veía algo consternada.

“No. Ya se me pasará.”

“No lo creo. Lo mejor es que reposes en algún lugar lejos del Sol, sino la jaqueca puede empeorar.” Artie miró a su alrededor, buscando el lugar propicio, pero estaban al aire libre y los autos no eran una opción, el calor estaba encerrado y el resultado sería el mismo, “lo mejor es que regreses a la cabaña.”

Brittany miró a su amigo pero le fue algo difícil enfocar su visión. La idea de regresar no le agradaba, pero el dolor empezaba a incrementar.

“Vamos Britt, yo te llevo.” Quinn se puso de pie, para luego ayudar a su amiga, “no tardo.”

Las dos rubias se dirigían al Chevrolet de Quinn cuando Rachel las detuvo, “¿a dónde van?”

“B no se siente bien. La voy a llevar a la cabaña.”

“Voy con ustedes.”

Se había recorrido casi medio camino cuando Brittany se sintió un poco mejor. El dolor había disminuido pero la luz aún le molestaba. Rachel se volvió hacia el asiento trasero para poder ver a su amiga, “¿cómo te sientes?”

“Un poco mejor, creo.”

“Pronto llegaremos,” añadió Quinn.

Los ojos de la castaña no dejaban de ver a Brittany, “¿cómo van las cosas con Santana?” Preguntó al fin la diva.

La rubia sonrió al escuchar ese nombre, que por alguna razón, le hizo sentir mucho mejor.

“Bien. Muy bien.”

Rachel esbozó una sonrisa, “me alegro.” Sus ojos cafés miraron hacia el frente, “¿ya saben qué van a hacer con Noah?”

“Va a terminar con él.” Dijo Brittany con algo de resignación en su voz. No podía evitar sentirse mal por su amigo.

“Eso va a ser lo mejor.”

“¿Qué?” La vista de Quinn se desvió del camino por un momento para poder ver a su castaña. “¿Estás hablando en serio?” Preguntó la conductora algo incrédula.

“Por supuesto que estoy hablando en serio Quinn. No es justo que Noah esté en una relación en donde claramente Santana está enamorada de Brittany. ¿Acaso no la viste ayer cuando Britt estaba cantando?”

“Ella no estaba prestando atención,” intervino de pronto la rubia que estaba en el asiento trasero, “San estaba hablando con Mercedes.”

Rachel dejó salir una leve risa, “Britt, Mercedes estaba diciéndole que de ninguna manera cantarían algo que respondiera a tu canción. Que si tenía algo que decirte, te lo dijera de frente y a solas. Sobre todo porque Noah estaba ahí y se podía percatar de todo. Pero debiste verla, te miraba como si fueras lo más perfecto del universo. Su mirada era dulce y…” La castaña suspiró satisfactoriamente, “y ella está muy enamorada de ti.”

Brittany sonrió ante esa revelación, era tierno que su amiga por fin aceptara lo que sucedía entre Santana y ella y tampoco podía creer que estuviera feliz por ellas.

Las tres chicas llegaron sin contratiempo alguno a la cabaña. Brittany en seguida se dirigió al sillón y se acostó en él, relajando su cuerpo y sintiendo un alivio instantáneo.

“¿Necesitas algo?” Preguntó Rachel acercándose a su amiga y recibiendo una respuesta negativa, “¿quieres que nos quedemos contigo?”

“Creo que deben regresar. Sobre todo porque no creo que la camioneta de Artie pueda con todos. Los chicos ocupan mucho espacio. Además,” Brittany dejó escapar un bostezo, “ustedes dos tienen mucho de qué hablar y pueden hacer un buen uso del camino de regreso.” Rachel y Quinn se miraron, reflejando aún preocupación, “estaré bien. Ya me siento mucho mejor.”

“Me llamarás si te sientes mal de nuevo ¿verdad?” Dijo Quinn antes de besar la frente de su amiga,

“Lo prometo.”

Las dos chicas se marcharon sin argumentar más, dejando a una exhausta Brittany que ya se había quedado dormida en el sofá, no sin antes percibir un sutil aroma a vainilla que se había logrado impregnar en la manta y en su almohada.

*****

La cabaña se estremeció por un sonoro relámpago. Brittany despertó en seguida al sentir la vibración de la construcción. El lugar estaba sombrío y la lluvia claramente se podía escuchar. La rubia miró en su celular la hora, 5:30pm, era relativamente temprano.

Se despabiló para luego acercarse a la ventana. El vidrio estaba empañado y no le permitía ver con claridad. Lo limpió con la palma de la mano y la visión no fue muy diferente. La lluvia era torrencial y el viento soplaba muy fuerte, era imposible ver más allá de un par de metros. Brittany al ver el clima, esperó que sus amigos fueran prudentes y no se hubieran atrevido a conducir en estas circunstancias.

Brittany notó que la cabaña se había enfriado considerablemente mientras caminaba hacia el interruptor y, para su mala fortuna, descubrió que no había luz eléctrica. La rubia odiaba la oscuridad y más si había tormentas de por medio – era un miedo infantil que no había logrado superar. Se dirigió a la cocina en busca de alguna linterna o velas, pero no encontró nada, sintió algo de frustración y fue cuando vio la chimenea. Brittany nunca había encendido una, pero había visto a su padre y a sus amigos hacerlo, sin embargo, ¿qué tal si no podía? O peor ¿qué tal si terminaba incendiando todo el lugar?

Otro relámpago se escuchó, este fue mucho más fuerte que el anterior, provocando que Brittany cerrara los ojos y que su piel se erizara. “Tú puedes B,” se dijo la chica.

La rubia tardó en lograr que el fuego avivara, pero vio con satisfacción que lo había logrado por sí sola. Se sentó cerca del fuego, percibiendo la calidez y escuchando como las brazas se quemaban. El dolor de cabeza había desaparecido por completo, gracias a la siesta, ahora sólo esperaba a que la lluvia cesara para que su soledad terminara.

No pasó mucho tiempo antes de que se escuchara un auto. Brittany no estaba muy segura de haber oído bien, pero la puerta de ese mismo auto se cerró de golpe y 30 segundos más tarde, apareció Santana en la puerta de entrada.

“¿Qué estás haciendo aquí?” Preguntó la rubia preocupada.

Santana estaba completamente empapada y temblaba de frío. “Hola a ti también,” saludó la morena con sarcasmo en la voz y en su rostro se dibujó su clásica sonrisa pretenciosa.

Brittany tomó la maleta que la latina llevaba en el hombro y acercó a la recién llegada a la chimenea. “¿Acaso estás loca? ¿Cómo te atreves a conducir con este clima? Es peligroso.”

La respiración de Santana expresaba la hipotermia de su cuerpo, “ya estaba cerca de la cabaña cuando empezó a llover. No me iba a esperar a que terminara, es obvio que no sucederá en un buen rato.” La rubia la miró con algo de fastidio antes de ir escaleras arriba por una toalla, “¿tú qué haces aquí?” preguntó la morena en voz alta.

“Quinn y Rachel me trajeron de vuelta. Me sentí un poco mal,” respondió Brittany una vez que había regresado.

La expresión de Santana se transfiguró, su semblante se notaba preocupado. Su mano derecha cubrió la mejilla de la mujer frente a ella, “pero ya te sientes mejor ¿verdad?”

Brittany asintió con la cabeza mientras sentía la sensación que le producía la mano helada de la latina, “hay que sacarte. Te puedes enfermar.”

Santana se quitó la chaqueta que parecía ser pesada por el agua de la lluvia y fue ahí en donde la rubia perdió la capacidad de respirar. La playera blanca estaba completamente adherida al cuerpo de la morena, dejando entre ver la piel que cubría y los ojos azules de Brittany miraron extasiados como esa estorbosa playera subía con dificultad, permitiéndole admirar la piel morena de Santana. Después de eso, el tiempo parecía ir con dolorosa lentitud.

Los dedos de Santana estaban desabotonando sus jeans, mientras que la mirada de Brittany hacía un pequeño viaje por la parte superior de ese cuerpo semi-desnudo, ahí sólo había un coqueto sostén de encaje blanco que contrastaba con su piel. Su cabello negro desprendía numerosas gotas que viajaban por sus hombros y su pecho.

La luz de la chimenea se reflejaba en la piel húmeda de la morena, dándole un halo de sensualidad y la mente de Brittany no veía agua en esa morena piel, sino sudor, sudor provocado por la rubia, sudor de sexo con ella… sexo salvaje.

‘Recuerda la regla’ pensó Brittany desesperadamente, ‘no sexo en la cabaña’.

“¿Britt?” La voz de Santana la distrajo de sus pensamientos. Se miraron directamente a los ojos, ¿me podrías prestar la toalla?”

Al diablo con la toalla y con las reglas.

La toalla blanca cayó al suelo sin producir sonido alguno. Brittany tomó la cadera de Santana con firmeza atrayéndola hacia su persona y conectando sus labios inmediatamente en un beso desesperado, urgente y erótico e importándole poco que su ropa se humedeciera con el contacto.

 

Notas finales:

Me veo obligada a preguntar... sólo por diversión.

¿Qué les pareció esta capítulo?

¿Qué creen ustedes que sucederá en el siguiente? (aparte de lo que es obvio que pasará)

¿Qué debo hacer con la pareja de Rachel y Quinn?

Y eso es todo por ahora. Gracias por hacer mi sueño realidad y llegar a tantos comentarios... Soy tan feliz.

Saludos, no leemos pronto!!!!


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