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UNA SEMANA ENTRE FOTOS Y UN CORAZÓN ROTO por CheerioFan

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Notas del capitulo:

Lamento la tardanza, he tenido unos días estresantes y exámenes y creo que esta semana tengo más... en fin. Pasemos a lo importante: la continuación de esta historia.

 

Bien, este es el capítulo XIII y ya sólo quedan tres más antes de llegar al final - el cual ya está planeado.

 

Antes de pasar a eso debo decir que estoy feliz de haber visto el cuarto capítulo de la segunda temporada de Glee ¿por qué? Pues solamante porque Brittana al fin tuvo una escena "romántica" en la cama de Britt (si no lo han visto ¿QUÉ ESPERAN?)

 

OK, una vez más, sé que este fic es para mayores de 13 años así que diré:

 

ESTE CAPÍTULO CONTIENE SEXO EXPLÍCITO - EL CUAL NO SÉ POR QUÉ SIGO ESCRIBIENDO, ES MUY DIFÍCIL - ASÍ QUE SI TÚ NO TE SIENTES CÓMODO (A) LEYENDO ESTO, ES MOMENTO DE SALIR. LOS QUE NO TIENEN PROBLEMA ALGUNO, DISFRUTEN LA CONTINUACIÓN.

 

Ese beso era el más desesperado que hubieran podido compartir, gritaba necesidad, deseo, lujuria y sobre todo cariño. Santana se había aferrado al rostro de la rubia, cambiando de ángulo de vez en cuando, como si tratara de encontrar la perfecta posición, pero esos movimientos sólo lograban aumentar la excitación de la otra chica. Esa morena mujer hacía maravillas con su lengua y Brittany estaba segurísima que podría tener su primer orgasmo justo ahí ahora, con esa simple caricia, sus pálidas manos viajaron de la cadera aún cubierta por la mezclilla húmeda hacia la cintura desnuda de Santana, su par de manos parecían pertenecer a esas perfectas curvas.

Brittany sintió que las manos que yacían en su rostro, se dirigían a su cuello, bajaron a sus hombros y con mucha delicadeza, sus uñas recorrieron la longitud de sus brazos descubiertos, provocando que la piel se le erizara y sin desearlo, Brittany dejó escapar un primer suspiro de placer, el cual se perdió en los labios de su atractiva amante. La latina tomó las manos de la rubia y las alejó de su cuerpo, con el objetivo de tomar el filo del tank top azul cielo de Brittany y deslizarlo hacia arriba con firmeza, descubriendo un top de bikini verde esmeralda.

Aprovechando ese primer movimiento, ambas mujeres se dieron la oportunidad de recuperar el aliento, sus frentes descansaban una en la otra y era fácil percibir el aliento cálido que emanaba de ellas. Brittany rodeó la cintura de la morena con ambos brazos una vez más, entrelazando sus dedos en la espalda baja de Santana para evitar cualquier intento de escape, vio con hambre cómo la mujer frente ella se lamía los labios mientras su mirada café se enfocaba en el top de su bikini.

“Creo que…” la voz de Santana era un susurro rasposo que ponía en evidencia su propia excitación. Sus dedos empezaban a recorrer la piel recién expuesta, su mano derecha encontró el nudo que yacía en su cuello, mientras que la izquierda encontraba el que se amarraba en su espalda, ambos fueron deshechos al mismo tiempo. Los ojos de la morena no prestaron atención a la prenda que caía a sus pies, estaban fijos en la mirada celeste, “creo que me he enamorado de ti.”

Brittany sonrió ampliamente ante esa confesión. No estuvo consciente hasta ese momento de la urgencia que tenía de escuchar esas palabras, las cuales provocaron emoción, felicidad y euforia y sus deseos por Santana aumentaron, debía hacerla suya ya, debía marcar a Santana López como su mujer, como la mujer de Brittany Pierce.

La rubia se irguió orgullosa y fácilmente besó la frente de la latina, “yo estoy enamorada de ti desde que te conocí,” dijo la chica sin alejar sus labios de esa tibia frente, “quiero que seas sólo mía. Necesito que me lo digas.” Brittany estaba casi rogándole a Santana y sí, sabía que era algo patético, pero aún había una secuela traumática, aún había algo de miedo de que todo esto fuera un juego y que todo lo vivido esta semana se lo llevara el viento. Necesitaba escuchar que Santana estaba dispuesta a comprometerse con ella.

La latina se alejó un poco de Brittany, “seré tuya hasta que me digas lo contrario.” Los ojos cafés de Santana eran sinceros y sus palabras habían sido pronunciadas con tanta claridad que Brittany se permitió creerle al instante. La chica sonrió y se inclinó para sellar esa promesa con un beso casto.

El sofá no estaba muy lejos y poco a poco la rubia guió a su amante hasta él, empujándola levemente para que se sentara. Sus rostros estaban separados por unos cuantos centímetros, compartiendo un momento íntimo, tratando de asimilar lo que estaba a punto de suceder. Santana atrajo a Brittany para capturar sus labios una vez más provocando que la rubia tuviera la sensación de perder el equilibrio, de manera que se apoyó en el respaldo del sillón. Las manos de la morena encontraron ciegamente el trasero de la rubia y lentamente fue escalando por su cuerpo hasta encontrar un par de desnudos pechos que fueron cubiertos por ambas palmas con el afán de ser explorados, de ser acariciados con devoción y con cierta curiosidad, las yemas apenas y rozaron las puntas excitadas, provocando un suspiro audible de placer.

Habían pasado poco más de dos años desde que Brittany tuvo intimidad con otra mujer – de quien ya no recordaba su nombre –, dos años sin tener a nadie que saciara sus necesidades sexuales y ahora, luego de dos largos años de sed, esta morena, con un solo beso y un par de caricias estaban induciendo a la rubia a la locura.

Brittany se arrodilló y colocó en medio de las piernas de la latina, su propio orgasmo podía esperar, primero quería recorrer esa piel, quería besarla, recorrerla con su lengua y fundirse en ese esbelto cuerpo. La rubia abandonó un pequeño beso en los sensuales labios de la morena, otro en la barbilla y otros más en el cuello; su tierna intención evolucionó y momentos más tarde, su lengua recorría la longitud de ese mismo cuello reconociendo cierto sabor a sudor mezclado con algo más dulce, sus dientes mordieron suavemente la zona del pulso el cual ya estaba más que acelerado. Sus manos inquietas acariciaron los senos de Santana, aún cubiertos por el sostén de encaje; era momento de deshacerse de esa molesta prenda. Su mano derecha se perdió en la espalda de la morena y con agilidad lo desabrochó; la rubia se alejó para poder observar con adoración como el sostén se deslizaba por los brazos de Santana, descubriendo un par de pequeños pero perfectos senos.

“Eres hermosa,” susurró Brittany al mismo tiempo que acariciaba con su dedo índice el valle que se formaba en medio de esos pechos, dibujando la línea que dividía su abdomen y encontraba su fin en el ombligo. La rubia tomó con firmeza el torso de Santana a la altura de las costillas y se acercó al pecho de la latina. Santana enredó sus dedos en el cabello rubio de su amante, invitándola a consumar cada sentimiento y sensación que nació desde que se vieron por primera vez en la autopista y que fueron evolucionando en los últimos seis días. La morena dejó salir un sonido gutural cuando los labios de Brittany atraparon su pezón izquierdo, de manera involuntaria arqueó su espalda, tratando de reducir el espacio que aún existía entre ellas.

La lengua de Brittany jugaba con la punta, la mordía, la lamía con avidez, para finalmente besarla con ternura y prestarle la misma atención al otro pecho. Su mano izquierda encontró su camino dentro de los jeans y ropa interior, descubriendo con placer que su amante estaba lista para recibirla en cualquier instante. Sin embargo, resultaba incómodo empezar con su labor en ese escaso espacio y entre esos ajustados pantalones que se adherían al cuerpo de la latina por toda la humedad de la lluvia. De mala gana se separó del firme pecho de Santana, sus dedos se prensaron a las prendas que estorbaban y se deshizo de ellas, dejando a una totalmente desnuda Santana.

Brittany recorrió la piel de esas tonificadas piernas, besó las rodillas y se dirigió a los labios semi-abiertos de la latina. Sus pechos se reconocían al tacto por primera vez y la sensación era indescriptible. Las piernas bronceadas recién liberadas se abrazaron a la cintura de la rubia y sus manos se entrelazaron al mismo tiempo que la cadera de Santana iniciaba movimientos sugestivos, mostrando sin vergüenza sus deseos de querer ser satisfecha. “Necesito que…” la latina susurró sin aliento en los labios de su amante.

“Dime qué necesitas.” Las palabras de Brittany poseían un poco de malicia juguetona. Sus labios se alejaron de los labios de la morena, para dirigirse a su lóbulo izquierdo, lo mordió y luego susurró, “dímelo y no dudes que lo haré.”

Santana se estremeció, “necesito que me hagas el amor.”

Brittany sonrió por diversas razones. La primera porque la morena había usado el término hacer el amor; la segunda porque ese término fue pronunciado con una voz que parecía rogarle; y tercera porque Brittany también necesitaba hacerle el amor. Así que la rubia besó brevemente esos labios que la enloquecían, lamió el labio inferior coquetamente para luego bajar lentamente hacia su cuello, besó la línea de la clavícula, sus senos, su tenso abdomen que presumía unos estéticos músculos, su lengua jugó con el ombligo y por fin llegó a su destino, en donde percibió un aroma de excitación que agudizó cada uno de sus sentidos. Lamió la parte interna de los muslos lo que provocó un gemido ahogado. “No juegues conmigo,” escuchó Brittany a Santana y decidió concederle esa petición.

Su pulgar recorrió el húmedo sexo de su amante, provocando un sobresalto que obligó a la rubia a acercar su boca a esa zona, acariciando con sus labios la suave piel y degustando el peculiar y dulce sabor del lugar. Brittany lamió el mismo camino que recorrió su pulgar, provocando que la morena levantara la pelvis para sentir mejor cada caricia de esa cálida y húmeda lengua, la cual ya había encontrado el punto del placer y desataba los más sensuales gemidos que la rubia había escuchado. Los movimientos que ejercía sobre ese órgano eran erráticos, un instante eran circulares, al siguiente de arriba abajo o de un lado hacia otro, privando a Santana de un ritmo, pero eso era lo mejor, el no predecir los movimientos y descubrir que cada lugar poseía el mismo potencial de hacerla explotar.

La velocidad que empleaba fue aumentando con cada minuto que pasaba. La rubia se apoderó del seno izquierdo de Santana y al hacer eso, descubrió que su palpitar estaba acelerado y eso era una respuesta a lo que hacía. Su mano fue cubierta por la mano de la latina obligando a Brittany a subir la mirada y vio en Santana  una sonrisa que oscilaba entre la ternura y la seducción.

La respiración de la morena era entrecortada y sonora y su humedad aumentaba, indicándole a la rubia que estaba lista para la siguiente etapa. Brittany se detuvo sin aviso provocando que la latina abriera los ojos en señal de confusión. La rubia sonrió de manera lasciva y con su dedo índice rozó el punto que previamente fue estimulado con su lengua; el resultado fue un gemido de placer que se asemejaba a un grito y un nuevo sobresalto. “¿Britt?” Esa palabra fue dicha sin aliento pero la rubia quería escuchar su nombre fuerte y claro, quería que Santana gritara su nombre.

Con lentitud introdujo un dedo en la intimidad de la morena, quien sólo atinó a cerrar los ojos con fuerza. “Otro,” rogó la chica casi con llanto y Brittany con la misma torturante velocidad lo extrajo, llevando su boca al pequeño monte de nervios, jugó con él con su lengua y dientes alternadamente por un par de minutos más y sin previo aviso introdujo sus dedos índice y medio a gran velocidad, girándolos mientras entraban. Santana ahogó su grito de placer en la garganta.

Brittany inició su labor tanto con su boca como con su mano. En un principio la velocidad era lenta, con el firme propósito de encontrar el ritmo perfecto, pero la morena tenía otras intenciones, “más rápido,” dijo la chica mientras sus caderas se movían con agresividad. La velocidad fue creciendo con cada embestida y con ella los gemidos que le hacían competencia a la tormenta. Brittany empezaba a experimentar un cosquilleo en su vientre que parecía estar conectado a las fuertes contracciones de los músculos que rodeaban a sus dedos.

Santana se incorporó con dificultad en el sofá, su mano derecha se aferró a la nuca de Brittany, enredó sus dedos en los mechones de cabello rubio, asegurando que su amante terminara su exquisito trabajo. “Ya… ya no puedo…” esa oración no tuvo final, los sensuales gemidos que emanaban de ella se lo impedían y Brittany sabía que ya no faltaba mucho. Miró una vez más a Santana, pudo apreciar la tensión en su abdomen y en su cuello, su ceño estaba fruncido pero sus labios esbozaban una hermosa sonrisa de placer.

Las contracciones y la humedad parecían no tener fin, la morena dejó salir pequeños gritos de placer entrecortados y fue cuando la rubia empujó sus dedos hacia arriba y mordió levemente el pequeño órgano sexual, “¡Brittany!” gritó Santana cuando su orgasmo la invadió por completo, aprisionando en el acto los dedos pálidos de su amante.

Pasó mucho tiempo antes de que Santana recuperara el aliento y su cuerpo se relajara. Brittany besó por última vez el sensible sexo, recibiendo un perezoso movimiento involuntario. Emprendió su camino hacia arriba y notó con satisfacción que la piel morena bajo ella poseía una delgada capa de sudor, sonrió orgullosa y miró con idolatría el semblante satisfecho de su morena.

El aroma a vainilla de Santana se potencializó y se mezcló con el olor a sexo, esa fusión era tentadora. Brittany sintió como sus hombros eran conquistados por un par de húmedas manos, la rubia acarició la nariz de la morena con la suya propia y por fin besó a Santana, fue un beso sensual y cansado. Ambas lenguas se reconocían y compartían ese sabor erótico. Se alejaron cuando sintieron la necesidad de respirar con propiedad, se miraron por un tiempo que parecía interminable.

Santana miró de arriba abajo a su amante y en su rostro se dibujó una sonrisa traviesa, “me parece que no estamos en igualdad de condiciones.”

Brittany arqueó una ceja, “y ¿qué vas a hacer al respecto?” La morena entrecerró los ojos de manera suspicaz. Con agilidad obligó a la rubia a acostarse en el sofá.

“Primero debo deshacerme de esta estorbosa cosa,” sus delgados dedos desabrocharon los jeans, para luego deslizarlos por las largas y blancas piernas, seguidos por la parte inferior del bikini. Santana miró con adoración el cuerpo que yacía recostado, acarició los muslos, la cadera, las curvas de la cintura, los costados de los senos y ahí se detuvo. La latina reposaba entre las piernas de Brittany, besó el largo cuello con devoción, encontrando una zona erógena justo detrás del lóbulo derecho.

Brittany sentía esa húmeda piel en la suya, la sensación era única y se fue multiplicando por la manera en cómo Santana tocaba sus pechos, en cómo los apretaba para luego acariciarlos. Tenía la necesidad de besarla ya, así que con ambas manos tomó el cuello de la morena y la obligó a besarla con pasión, desenfreno y desvergüenza; era un beso íntimo pero no dejaba de ser sexual. Fue en ese momento que sintió un par de dedos jugando con su intimidad, jugando con su clítoris con un ritmo casi doloroso que ya la estaba poniendo al límite de la cordura.

Era un poco vergonzoso – no, de hecho era muy vergonzoso – para Brittany saber que no duraría mucho antes de que su orgasmo la invadiera, ¡habían sido dos años sin sexo! Era comprensible ¿no? Sus caderas se empezaron a mover por inercia en contra de la mano de la latina que apenas iniciaba su parte; se aferró a su espalda, hundiendo las uñas en la delicada piel, provocando un siseante sonido de dolor.

“Te necesito…” Brittany tragó saliva con dificultad, “dentro de mí, ya.”

“Pero…” la rubia casi pudo escuchar como su amante fruncía el ceño en señal de confusión.

“Por favor, San…” rogó la chica avergonzada. La latina besó a la mujer bajo ella, al mismo tiempo que posicionaba su pulgar en el clítoris e introducía dos dedos con firmeza. Sin duda fue un fuerte y vergonzoso orgasmo, porque sólo fueron necesarias unas cuantas envestidas y un par de movimientos circulares en su excitado órgano. Brittany ahogó su grito de placer en los labios de Santana.

La rubia no se percató que sus mejillas eran recorridas por una par de lágrimas hasta que su cuerpo se relajó por completo. Dejó salir un sollozo para luego esconder su rostro en el cuello de la morena al mismo tiempo que apretaba su abrazo.

“Shh, aquí estoy Britt,” susurró Santana a manera de consuelo. Brittany no sabía que sucedía con ella, pero sentía que debía desahogarse, sentía que debía sacar este llanto que parecía haber sido reprimido por tantos años. Sin embargo, aún se sentía avergonzada por su patético intento de intimar con esta mujer que la trataba como reina.

“Lo siento,” musitó la chica.

Santana se alejó y besó su frente, “no tienes por qué,” la morena borró cada lágrima con sus labios, para finalmente besar los temblorosos labios de la rubia. Brittany saboreó sus propias lágrimas y por alguna razón se sintió tan segura permitiendo que su cuerpo de despreocupara de todo lo que sucedía a su alrededor y en su vida.

Ninguna de las dos dijo algo por un largo rato. Santana se acomodó en el pecho de Brittany y ésta estaba segura que la morena podía escuchar su desbocado corazón. Los dedos de la morena trazaban cada línea de la palma, acariciaban cada huella digital, exploraban cada espacio entre los dedos de la rubia, para finalmente entrelazarlos.

“¿Lista?” Preguntó la latina con una sonrisa.

“¿Lista para qué?”

Santana se incorporó y sin dar una respuesta clara, se dirigió a besar los pechos de la rubia con extrema dedicación, preparándolos para lo que claramente era una prometedora continuación. Su mano emprendió, por segunda vez, su viaje hacia el sur de la anatomía de Brittany.

“Santy, espera,” aunque ya había pasado un buen rato desde su primer orgasmo, sentía que su sexo aún estaba muy sensible como para soportar otro encuentro – tenía miedo de que le doliera.

La morena lamió la curva inferior del seno derecho de su chica para luego subir a su rostro y plantar en sus labios un beso casto, “¿confías en mí?”

Brittany se lamió los labios y sólo pudo asentir con la cabeza. La latina sonrió complacidamente y fue abandonando un sinfín de pequeños besos a lo largo del torso que poseía un coqueto rubor, prestó atención en un par de lunares que estaban cerca del ombligo, “esto te va a encantar, preciosa.” La voz de la morena estaba llena de lujuria, misma que se dibujó en su sonrisa.

La rubia no sabía qué esperar, aún tenía sus dudas por considerar que aún era muy pronto, pero esas ideas se disiparon cuando sintió un leve roce de cierta lengua húmeda en lo más íntimo de su ser. Experimentó como en esa mis zona se producía una fuerte corriente eléctrica que empezó a correr por toda su columna vertebral y de ahí se extendía a cada parte de su cuerpo.

Santana se alejó con una sonrisa traviesa, “¿quieres que me detenga?”

Brittany había perdido la capacidad de formar palabras coherentes, lo único razonable que pudo hacer fue levantar su cadera, invitando a esa depredadora a seguir con su labor. “Eso lo tomaré como un no,” Santana retomó su labor, cada caricia de esa lengua era casi imperceptible, era perfecto y la rubia sólo pudo aferrarse a lo que tenía a su alcance: su frazada amarilla y el respaldo del sofá; sus ojos azules se fijaron en el techo, el cual sólo era iluminado por el fuego, sentía como la respiración se le dificultaba y podía escuchar claramente como su boca aspiraba grandes bocanadas de aire; su cuerpo empezaba a reaccionar con cada movimiento de esa talentosa lengua y con la caricia de un dedo que jugaba con su entrada. Brittany cerró los ojos cuando ese mismo dedo la penetró con delicadeza, su cuerpo se tensó con la invasión y se relajó con placer con la fricción que ejercía al salir en seguida; la sensación se multiplicó a la enésima potencia cuando dos dedos entraron de nuevo. La lengua de Santana no dejaba de estimularla, las caricias eran más firmes presionando con certera puntería en las zonas erógenas de su sexo, provocando, al mismo tiempo, incansables gemidos eróticos que se ahogaban en el sonido de la lluvia torrencial que aún resonaba a su alrededor. La cadera de la rubia empezó a contonearse al mismo ritmo que le marcaba su amante; los dedos de la morena se deslizaban con mucha facilidad y empezaban a buscar el mágico punto que haría que Brittany perdiera la razón por completo. El orgasmo estaba muy cerca, crecía rápidamente en su vientre, la rubia ya no podía detener sus suspiros audibles y su excitación se incrementó cuando recordó el orgasmo que ella misma le había inducido a la mujer sobre ella, justo cuando recordó como el éxtasis se reflejaba en su rostro, Santana encontró ese punto que Brittany creía inexistente.

La rubia gritó con fuerza y desesperación el nombre de Santana, su cuerpo experimentó el orgasmo más poderoso de su vida y éste invadió cada célula de su cuerpo; sus ojos permanecían fuertemente cerrados pero sus párpados fueron iluminados por una brillante luz, era como si una estrella hubiera explotado frente a sus propios ojos y cuando ese orgasmo alcanzó su máximo, Brittany dejó este mundo, se sintió flotar, era como si todo su cuerpo hubiera tocado el mismo cielo; sentía una total plenitud y lo mejor de todo era que no estaba sola, Santana estaba con ella.

Poco a poco regresó a la realidad, suspiró satisfecha cuando los labios de la morena se fusionaron con los suyos y luego de eso perdió el conocimiento, se dejó caer en un cansado sueño que era arrullado por la lluvia y el cálido cuerpo de la latina.

*****

Brittany despertó a causa del familiar sonido del disparador de una cámara; se sorprendió de estar sola en el sofá y no recordaba haberse cubierto con la manta. La habitación aún era iluminada solamente por la luz de la chimenea, la lluvia se había calmado, no obstante el viento todavía soplaba con fuerza. Escuchó de nueva cuenta ese mismo disparador y fue cuando vio a Santana en el otro sofá con su cámara en mano, usando absolutamente nada, provocando en Brittany una sonrisa coqueta.

“¿Qué haces?” La voz de la rubia era ronca y adormilada.

“Tomándote una foto.”

“Mmm…” Brittany se estiró perezosamente, para luego acurrucarse en su almohada, “¿no crees que eso es algo raro?”

Santana frunció el ceño, “no es raro, es arte.” La morena colocó su cámara en la mesa, justo al lado de la lámpara de lava que había ganado para la mujer que yacía en el otro sofá.

La rubia dejó salir una risita traviesa, “no, eso es porno.” Brittany se destapó, invitando a la latina a regresar a su lado, en ese estrecho sofá.

Santana sonrió ante esa declaración al mismo tiempo que caminaba hacia la rubia, se dejó caer suavemente sobre ella, para luego sentir el ligero peso de la frazada sobre su espalda. “Te equivocas,” la morena besó la nariz de la mujer bajo ella, “porno sería que mi cámara tomara una secuencia de fotos de mí, entre tus piernas, mientras tú, mi vida, gritas mi nombre con vehemencia,”

Brittany sonrió, aceptando esas palabras porque de hecho eso había pasado hace unos minutos u horas – la rubia había perdido el sentido del tiempo – y había sido el mejor sexo que pudo haber experimentado, “tal vez la próxima vez podríamos intentar eso,” susurró la rubia mientras empezaba a mover su cadera en contra de la de la morena.

Santana besó a la rubia, para luego juntar sus frentes, “esa es una idea sucia.” Su pulgar dibujó el labio inferior de su amante con mucha delicadeza; la morena suspiró pesadamente cuando Brittany la empezaba a envestir justo en el lugar indicado, “me gusta,” susurró Santana y la rubia no sabía si esas palabras eran acerca de su idea de hacer una sesión de fotos de ellas teniendo sexo o de lo que ambas estaban haciendo en ese preciso momento. De cualquier manera, ambas cuestiones la estaban acalorando bastante.

Los suspiros no se hicieron esperar, sus miradas se perdían y no se percataron cuando la electricidad volvió. El placer crecía poco a poco y ambas estaban conscientes de que este sería su primer orgasmo compartido, las dos lo deseaban y ya no faltaba mucho antes de alcanzarlo.

Justo cuando el ritmo se descontrolaba y se unían en otro beso romántico, ambas escucharon un motor familiar muy cerca.

“¡Son ellos!” Exclamó Brittany en voz baja, pero con pánico en los ojos.

La morena saltó en seguida buscando su ropa y la de la rubia. “Vístete rápido, yo voy a arriba.”

Santana corrió escaleras arriba con su ropa y toalla entre los brazos, mientras Brittany se vestía a toda velocidad. Sus ojos azules miraron a su alrededor, buscando alguna pista de su encuentro – fabuloso encuentro – sexual, mientras se acomodaba el cabello.

El primero en entrar fue Kurt, seguido por Tina y los demás.

“Hey Britt ¿cómo te sientes?” Preguntó Artie cuando vio a su amiga acostada en el sofá, enredada en sus mantas.

La rubia sonrió ampliamente, “mucho mejor.” Su mirada azul observó a cada persona recién llegada. “¿Dónde están Rachel y Quinn?”

“La última vez que hablamos con ellas fue porque la tormenta las obligó a detenerse en la carretera. Cuando la lluvia se detuvo tratamos de hablar con ellas, pero no nos contestaron.” Respondió Kurt con desdén.

“Tal vez debamos ir a buscarlas,” intervino Tina con sincera preocupación.

“Ugh, estoy seguro que están bien.”

*****

La patrulla 23 de la policía del condado se detuvo justo delante de un Chevrolet Camaro de color azul eléctrico, con matrícula de Columbus, Ohio, que al parecer llevaba mucho tiempo aparcado a la orilla del camino.

La lluvia había obligado a todos los conductores a detenerse, pero la tormenta tenía cerca de hora y media que se había detenido, lo cual hacía a este automóvil algo sospechoso. El oficial bajó de su vehículo y observó a su alrededor, tal vez el dueño andaba por ahí, sin embargo el lugar estaba prácticamente desértico, a excepción de uno que otro automóvil. Se acercó y le fue difícil ver a simple vista el interior, los vidrios estaban empañados; sacó su linterna y apuntó al lugar del conductor y copiloto, notando que estaban vacíos; dio un par de pasos e iluminó el asiento trasero, no le fue difícil adivinar que más de una persona estaba ahí. El hombre sonrió, al fin había una buena anécdota que contar en la cafetería.

Quinn se despertó cuando escuchó un golpe en la ventana del auto. Se sintió desorientada, pero en seguida recordó lo que había ocurrido, miró que Rachel yacía bajo ella, profundamente dormida; lucía exhausta, pero eso era normal, es decir, lo que hicieron esa tarde fue un tremendo desgaste físico. La rubia se sorprendió de la comodidad de su asiento trasero, a pesar de lo reducido que era para ella; la mujer volvió a escuchar un par de golpes en la ventanilla, lo que la obligó a incorporarse y con la palma de su mano limpio un poco la ventanilla, descubriendo con horror que ahí había un oficial de policía.

El hombre le hizo una señal para bajar la ventanilla, lo cual hizo la rubia, no sin antes tomar su playera y cubrir su pecho desnudo, “buenas noches oficial,” dijo Quinn con una sonrisa avergonzada, “¿en qué le puedo ayudar?”

“Señorita, está prohibido aparcar en la carretera, pero veo que usted está incurriendo en un delito mucho más serio…” los ojos del oficial miraron con curiosidad que la otra persona en ese auto, que también estaba desnuda, era una mujer.

“Hey, hey, ¡HEY!” La voz de Quinn gritó con enfado cuando vio que el oficial miraba a su al fin novia.

“Modere su tono de voz si no quiere que a su lista de agravios se le sume agresión en contra de un oficial. Como le decía, es un delito mayor la falta a la moral. Así que le voy a pedir a usted y a su…” Rachel ya había despertado y miraba con vergüenza la escena en la que estaba envuelta, “amiga que salgan del auto, no sin antes vestirse.”

Quinn dijo entre dientes un ‘sí, oficial’, para luego cerrar la ventanilla.

“Estamos en problemas. Dios, nunca he sido arrestada Quinn, mi buena reputación se verá manchada por un delito absurdo como falta a la moral, ¿cómo es que Brittany nunca fue arrestada? ¡Oh por Dios! ¿Qué van a decir mis admiradores? Y tu madre,” los ojos de Rachel se abrieron de par en par, sabía que no era la mejor manera de iniciar su relación.

Quinn dejó salir una carcajada, para luego besar la sien de su novia, “valió la pena ¿no crees?”

Rachel miró a la rubia de manera avergonzada y le ofreció una sonrisa tímida, “sí, cada minuto valió la pena.”

*****

Brittany vio con complicidad a una Santana fresca, por lo que no cabía duda de que acababa de salir de la ducha. Por un breve instante se miraron y sonrieron, recordando lo sucedido, en silencio prometiéndose que no sería la última vez. La vista de la rubia fue obstaculizada por una ancha espalda masculina, “¿me extrañaste?” Preguntó Puck, abrazado la cintura de su novia.

“¿Quieres que te sea sincera?” Santana descansó sus manos en el pecho de Noah, no era una muestra de confort, sino todo lo contrario, la latina se veía incómoda por esa repentina cercanía y sus manos eran una barrera.

Noah dejó salir una carcajada, “tú y yo sabemos que lo hiciste.”

La morena desvió su mirada con fastidio, pero un segundo más tarde, se sorprendió cuando un par de labios se inclinaban para robarle un beso. Santana colocó dos dedos en los labios de Puck. “Necesito hablar contigo y realmente es muy importante.”

El hombre soltó la cadera de Santana abruptamente, “estoy harto de las charlas serias. Si no quieres besarme entonces no hay nada de qué hablar, estoy cansado y ve voy a dormir.” Puck empezó a subir las escaleras cuando su consciencia le remordió, “mañana si quieres hablamos de lo que tú quieras. Discúlpame San.”

Brittany presenció la escena y se molestó por ese primer comportamiento de su amigo, sin embargo, sabía la razón de dicha conducta. La rubia se acercó a una latina sumamente confundida. “¿Qué le pasa?”

“Tuvo un mal día, supongo,” Brittany sintió un par de ojos oscuros sobre ella, esperando por la historia completa, sus ojos azules enfrentaron a los cafés, “Rachel y Quinn ya confesaron que están enamoradas, que siempre han estado enamoradas y bueno, Puck y Finn se molestaron.”

“¡¿QUÉ?!” Santana prácticamente gritó, logrando captar las miradas de las personas que estaban en toda la planta baja. La morena tomó el codo de Brittany y la guió al rincón más alejado del lugar, “Britt ¿sabes qué significa eso para nosotras?”

Brittany asintió, “Puck se va a volver loco,” pero aún sabiendo eso, la rubia ya no sentía temor, porque no dejaría a Santana sola.

Antes de seguir con la conversación, el móvil de Santana timbró. De mala gana lo extrajo de su sudadera con las iniciales NYU y miró la pantalla con confusión, al parecer no reconocía el número.

“¿Hola?... ¿Quinn? ¿Cómo es que sabes mi núm-… OK, dime qué necesitas…” la morena dejó salir una leve carcajada, “¿cómo es que-?... sí, estaré ahí lo más pronto posible. Pero antes, quiero que estés plenamente consciente que acabas de venderme tu alma y la de tu enana.”

Santana regresó el aparato a su sudadera, “debo irme, Britt,” la chica tomó las llaves de su auto y estaba a punto de salir cuando la rubia la detuvo.

“Espera, ¿qué pasó? ¿Quinn y Rach están bien? ¿Dónde están?”

La latina sonrió, “vamos, de seguro esto va a ser divertido.”

*****

Brittany y Santana llegaron a la comisaría en menos de 30 minutos; preguntaron por sus amigas y la morena maldijo cuando escuchó que eran 2, 500 dólares de fianza por cada una. A la rubia no le gustó la manera en cómo el oficial miraba a su chica, sus ojos iban de arriba abajo inspeccionando a la latina, porque aún en esa enorme sudadera, la chica se veía muy bien. Brittany tomó la mano de Santana, clamando su territorio y vio complacida como el tipo fruncía el ceño y murmuraba ‘no puede ser ¿más lesbianas?’

Cuando la morena recibió su tarjeta de regreso, Rachel y Quinn salían cabizbajas del área de celdas. En seguida se dirigieron al estacionamiento y las cuatro mujeres se introdujeron en el Jeep de Santana. El viaje fue silencioso hasta que llegaron a un restaurant de 24hrs.

“¿San?” Preguntó Brittany confundida.

“Estoy hambrienta, no me puedes culpar,” Santana sonrió seductoramente, provocando en la rubia una sonrisa similar. “Además,” la morena miró al asiento trasero, “ustedes dos nos van a invitar la cena y nos van a decir si el moretón que tiene Rachel en el cuello tiene que ver con su arresto.” La castaña de inmediato se cubrió el pequeño y enrojecido moretón

Las carcajadas se escuchaban en todo el establecimiento, “¿las arrestaron por tener sexo en el asiento trasero?” Brittany parecía que se ahogaría, su rostro estaba ruborizado por la falta de oxígeno, “a mí nunca me arrestaron por eso.”

“A mí tampoco,” añadió Santana entre risas, “porque el punto del sexo en el auto es hacerlo y luego acelerar. ¿Qué pasó? ¿Acaso se quedaron dormidas?”

“Eso es tonto y lo digo yo, lo cual sería algo muy serio,” Brittany observó que sus amigas miraban a sus platillos sin responder a sus preguntas, la rubia se empezó a reír y las apuntó con su cuchillo, “OH.POR.DIOS. ¡Se quedaron dormidas!” Su vista se desvió, haciendo contacto visual con Santana, “y luego dicen que la tonta soy yo.”

La risa burlona de la latina fue remplazada por una tierna sonrisa, “no eres tonta, eres maravillosa.”

Brittany se perdió en la mirada de Santana, ambas poseían una sonrisa torpe que expresaba todo lo que sentían.

“No sé por qué nos critican. Ustedes también lo hicieron, no me engañan,” dijo Quinn con algo de veneno en su voz.

Santana miró a la rubia que estaba sentada frente a ella, “pero nosotras no fuimos arrestadas por falta a la moral.”

“¡¿QUÉ?!” Exclamó Rachel con incredulidad, “¡¿No lo niegan?!”

“Tranquila Rach.” Brittany le dio un sorbo a su soda, “fue mi culpa, no pude resistirme…”

La morena tomó la mano de la rubia, cortando su discurso, “no fue culpa de nadie, las cosas sucedieron ¿ok?”

“No me opongo a que ustedes estén enamoradas, en serio. El punto es que tú, Santana, sigues siendo novia de Noah, debes terminar esa relación porque las cosas se pueden salir de control.”

“¡Ya lo sé! El punto era terminar con todo hoy pero cuando intenté hablar con él, me dijo que no estaba de humor, de hecho estaba molesto y ¿por qué? Porque hoy se enteró de que Quinn siempre estuvo enamorada de ti.” Santana apuntó a la castaña con algo de frustración.

“Supongo que las cosas no están saliendo del todo bien,” dijo Quinn con algo de culpa en la voz, “lo siento.”

Entre las cuatro mujeres surgió un momento de silencio, que fue destruido por Rachel, “después de todo esto, ¿saben de qué me he dado cuenta?” en su rostro había una sonrisa que contrastaba con su anterior actitud. Nadie le respondió, lo cual fue una luz verde para que continuara, “esta es nuestra primera cita doble.”

Quinn y Brittany sonrieron ante esas palabras, mientras que Santana, desvió su mirada con fastidio al mismo tiempo que se recargaba en el asiento con los brazos cruzados.

 

Notas finales:

¿Qué opinan? ¿Les hice justicia?

Como ya les dije, sólo nos restan tres capítulos más para el FINAL.

¿Qué sucederá con Brittany y Santana?

¿Santana le dirá a Puck que todo se ha terminado porque se ha enamorado de su amiga, Brittany?

¿Cómo va a reaccionar Puck?

¿Habrá futuras dobles citas? Esta pregunta sólo es de relleno XD

Nos estamos leyendo pronto. No olviden dejar sus comentarios, me hacen feliz. Hasta la próxima!!!!


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