Capitulo Extra: La cita de Ryuichi.
El día al fin había llegado y él se encontraba ya frente a la impotente estructura que se erguía orgullosa frente a él, el edificio de NG daba mucho de qué hablar, sobre todo por el líder que tenía y el “maravilloso” trabajo que hacía este por personas con talento.
Esperaba paciente a la persona que lo había enamorado con su sola voz, una tarde de Agosto mientras regresaba de hacer las compras, desde el momento en que escucho aquella canción supo que la persona que cantaba era una maravilla y lo comprobó cuando un día mientras aburrido en casa estaba, pasando uno a uno los canales del televisor, fue cuando lo vio por primera vez, cuando quedo prendido por siempre de esos azules ojos y esa casi excitante voz digna de un ángel como aquel que emocionado cantaba para una multitud ansiosa.
Ryuichi Sakuma era para él un Dios, al cual veneraba día con día y al cual quería conocer algún día, tenerlo frente a él, platicar con él, decirle lo cuan maravilloso era, pero Tatsuha no quería conocer a Ryuichi Sakuma, vocalista de Nittle Grasper, el deseaba conocer a Ryuichi como en verdad era, conocer su verdadero yo y ¿Qué mejor que hacerlo ahora que tenía una cita con él?
Cuando lo tuvo por primera vez frente a él en persona sintió que se desmayaría y que no volvería a despertar y mientras estaba inconsciente soñaría un cuento de hadas junto a su Dios. Pero ahora que estaba esperando a que aquel chico saliera de ese edificio sentía que moriría de felicidad, estaba muy emocionado, las manos le sudaban y los nervios poco a poco lo invadían por completo.
Llevaba puesto unos pantalones negros de vestir y una camisa verde obscuro con los tres primeros botones desabrochados mostrando parte de su bien ejercitado pecho, dejando a más de uno con la boca abierta, no cualquier día encontrabas a un chico bastante sexy y atractivo parado frente al enorme edificio de NG esperando por algo.
Miraba atentamente la puerta de cristal frente a él y sus ojos se iluminaron cuando de uno de los elevadores bajo la persona de la cual estaba prendado, como siempre, se veía espectacular, lucia unos pantalones entubados blancos y una ombliguera lila sin mangas con dos cadenas atravesando el pecho. (N/A: Así como la playera del sexy Marik *¬*) Por ultimo calzaba unos zapatos que hacían juego con el conjunto.
Se despidió de la recepcionista con una sonrisa y salió de aquel edificio para encontrarse con aquel que desde hace unos minutos le esperaba afuera de las instalaciones, el de azabaches cabellos estaba recargado en su lujosa motocicleta BMW y cuando le vio le sonrió.
– Hola, vaya… te ves… sensacional. –dijo tratando de ser “cortes”.
–G-gracias. – no sabía porque pero ese comentario le hizo sentir bien, muy bien.
– ¿Nos vamos? – le ofreció un casco extra.
–Claro… – y Tatsuha como todo un caballero ayudo a Ryuichi a abordar el compacto vehículo para después partir con rumbo a un lugar donde prácticamente podía tocar las estrellas.
Una hora y media vagaron entre las calles para después dejar atrás la movida ciudad de Tokio y adentrarse en un frondoso bosque, media hora más y se encontraban ya en lo alto de una colina frente a un edificio de unos tres pisos y una gigantesca cúpula de la cual resaltaba un gran cilindro, estaban frente a un observatorio. Desde ahí podían ver la luminosa ciudad un panorama digno de ver.
Al entrar se vieron rodeados de vitrinas con distintas muestras de rocas espaciales que según habían caído en ese siglo, modelos de telescopios, desde el más antiguo hasta el más moderno, levantaron la vista y lo que vieron los dejo prácticamente con la boca abierta. En el centro de la sala y de todo el observatorio se encontraba una enorme proyección del sistema solar rodeada de distintas plataformas, cada uno de los planetas presentaba sus lunas y todos estos a su vez giraban en torno al sol.
La vista simplemente dejo encantado a Ryuichi, aunque había viajado por casi todo el mundo nunca había visto algo parecido. Miro a su izquierda para encontrarse con el perfil de su acompañante que al igual que él hace unos momentos miraba embelesado aquella vista, admiro su perfecta tez, cada uno de sus rasgos… en verdad ese chico era muy apuesto y pensó en tal vez tocar su rostro.
Con timidez y lentamente acerco su mano aprovechando la distracción del azabache y antes si quiera de tocar aquella aparentemente tersa piel, el moreno estornudo asustando al cantante que alejo su extremidad rápidamente completamente sonrojado volviendo su vista a la enorme proyección.
Tatsuha dedujo que tal vez alguien se encontraba hablando mal de él, volteo a su derecha y vio a Ryuichi sonrojado al tope y algo nervioso.
– ¿Sucede algo?
–E-emm… n-no… no, yo estoy bien… – rió tontamente.
–Está bien, ven subamos a las plataformas. – y sin siquiera meditarlo tomo la mano del mayor (N/A: Una vez más les recuerdo que hablamos de edades :3) quien se puso aun más rojo si se podía convirtiéndose así en la envidia de los tomates.
Subieron por las escaleras aun tomados de la mano y cuando estuvieron en las plataformas se acercaron a la proyección.
–Puedes aparentar tocarlas. – le dijo el menor quien observo como Ryuichi miraba maravillado las pequeñitas estrellas que rodeaban el sistema solar. Ryuichi fijo su vista en los obscuros ojos de Tatsuha y sintió de nuevo aquella extraña sensación de la primera vez. Asintió con la cabeza y toco suavemente una de las estrellas que pasaban frente a él sin embargo solo atravesó la proyección.
–Es hermoso… – dijo mirando la proyección entera nuevamente.
–Y lo que está ahí arriba– Señalo el techo con el dedo. –Te encantara. – Sin soltarse subieron una vez más para llegar hasta la última planta en la cual se encontraban varias computadoras apagadas y en el centro de la habitación el inicio de un enorme telescopio el cual sobresalía de la cúpula, en esta estaban pintadas a la perfección unas cuantas de las tantas constelaciones. Se acercaron hasta el telescopio y Tatsuha se adelanto para mirar a través de la enorme maquina. Movió unos cuantos torniquetes que tenía aquel blanco accesorio y después de unos minutos llamo a Ryuichi quien miraba curioso las pinturas en la cúpula.
−Sakuma-san, mire esto.
−No quiero formalidades Tat-chan, llámame Ryu. –le dijo con una sonrisa encantadora provocando un ligero sonrojo en las mejillas del menor. El ojiazul se acerco a donde su compañía y miro atreves del ocular, solamente para encontrarse con una de las constelaciones más brillosas, la constelación de Orión, que esa noche en particular se estaba luciendo. Quedo maravillado una vez más, nunca en su vida había pensado que una simple cita podía darte el gusto de ver cosas simplemente grandiosas, definitivamente esa cita había sido la mejor de todas.
Aunque analizando bien… tal vez esta era la primera verdadera cita de su vida, las demás siempre tenían un defecto que le hacía arrepentirse al instante de haber aceptado o en su defecto, invitado. Todas las personas que habían salido con él solo buscaban una de dos, o ser nombrados en una de las más populares revistas de chismes o sacarle dinero. Sin embargo el azabache que ahora se encontraba a sus espaldas simplemente trataba de hacerlo sentir bien y a gusto con esa visita inesperada al observatorio que por cierto le había encantado. Al menos eso pensaba él.
Estuvieron observando desde constelaciones hasta planetas por más de una hora, estaban tan entretenidos que nunca se dieron cuenta que entre ellos ya casi no había distancia y se hablaban con más familiaridad y tal vez amor… sin darse cuenta, estaban cayendo en los brazos del otro.
De pronto, un sonidillo parecido a una campana atrajo la atención de Ryuichi, Tatsuha saco el celular de su bolsillo y presiono uno de los tantos botones de aquel aparato.
−Ven, aún hay algo que quiero mostrarte. – dijo con aire misterioso y divertido, volvió a tomar la mano del ojiazul y fueron escaleras abajo para admirar una vez más la proyección del sistema solar y después salir del observatorio.
Guiado por el moreno atravesaron una pequeña barrera de frondosos arboles para llegar hasta un tipo barranco desde el cual podía admirar la ciudad en su máximo esplendor, la luces de los altos y bajos edificios hacían saber que aún a las 10 de la noche la ciudad de Tokio aún yacía activa. Sin embargo eso no fue todo, un poco más a la izquierda se encontraba una bahía y posteriormente se extendía el inmenso océano azul, en el cual se reflejaban orgullosas las luces de la ciudad.
−Es hermoso… muy hermoso… − dijo fascinado ante tal panorama.
−Si… este es mi lugar favorito, mi lugar secreto del cual solo yo era el que sabía que existía.
− ¿Eras? – ambos muchachos se miraron a los ojos, aún tomados de la mano.
−Si… porque ahora tú sabes que este lugar existe. – Acotó sonriente – Pero que esto sea un secreto entre nosotros. – Con su mano libre, se llevo un dedo al rostro y lo puso sobre su sonriente boca dando a entender que guardara silencio.
−Ok. – Ryuichi imitó al moreno y sonrió tiernamente, ciertamente, esa era la mejor cita de su vida. Repentinamente un estallido llamo la atención de ambos jóvenes. Frente a ellos un hermoso espectáculo de fuegos artificiales daba comienzo, ambos admiraron embelesados la vista, las figurillas de los fuegos, sus colores, era maravilloso. Mientras miraban el espectáculo Ryuichi inconscientemente recargo su cabeza en el hombro de Tatsuha que al sentir el contacto lo único que pudo hacer fue sonreír y seguir viendo aquel bello cuadro.
−Gracias… − fue lo que escucho.
− ¿Perdón?
−Gracias por esta cita tan maravillosa… espero que… no sea la ultima… − ambos se habían separado unos cuantos centímetros del otro para verse de frente, claro que sin perder el contacto.
−Y no lo será. – dijo para después tomar el bello rostro del mayor y acariciar sus labios con los propios, una sensación extraña les invadió, algo que no habían sentido antes, con ninguno de los tantos con los que habían estado porque el moreno de nombre Tatsuha tampoco era un pan de Dios pero… después de esto, tal vez si lo sea. Una vez sus labios juntos, la lengua de Tatsuha pidió permiso para entrar en aquella cálida cavidad la cual le recibió gustosa. Los brazos de Ryuichi rodearon el cuello de Tatsuha y este abrazo al mayor por la cintura para así tener mayor contacto con el. Sus figuras eran iluminadas por el aún activo espectáculo de fuegos artificiales.
La falta del vital oxigeno se hizo presente y el beso tuvo que romperse, sin embargo, solo se separaron centímetros disfrutando de la sensación de el aliento del otro sobre el rostro.
− ¿Quieres ser mi novio? − Fue la cuestión lanzada por el moreno que aun tenía los ojos cerrados imaginando el rostro de su acompañante, como tantas veces lo había hecho.
−Por supuesto… − respondió feliz, para después volver a ser besado por aquellos suaves labios.
−Este será nuestro lugar privado, único para nosotros. – Volvieron a besarse sellando el principio de un amor inigualable.
¿Continuara?...