Estaba preparándose para dormir cuando el susurro de la tela lo hizo volverse y ver la figura parada en las sombras que se acerco rápidamente parándose muy cerca de él.Paralizándolo.
Una mano rozó su mejilla y esta se ruborizó de inmediato.
El intruso se lo quedó mirando mientras confuso el abría algo la boca.
Cosa que el intruso aprovecho para robarle el primer beso mientras le abrazaba con fuerza.
Cuando sus labios se separaron la tímida voz pregunto--¿Po… por que?—
--No lo permitiré—dijo la voz posesiva.—No dejaré que esté con nadie mas—añadió dejando helado al otro.
Trato de deshacerse del abrazo pero el otro no lo permitio mientras que sus labios eran atacados nuevamente. Y su cuerpo colocado sobre el futón destendido.
El moreno desvistió el hombro y con parsimonia paso los labios sobre la piel desnuda.
--Sé que no debiera.No me esta permitido pero eso no me importa.No permitiré que se case—dijo antes de sellar los labios del principe mientras una de sus manos abría el kimono del real.
Susa manos hici9eron incontables caricias en la parte interna del kimono mientras el cuerpo bajo el intruso se estremecía sin poder contenerse.
Llegado al final el peligris sintio como su ropa era quitada exponiendo su frágil cuerpo.
Amaba el sabor de su piel.
Touya estaba embelezado por la miel que emanaba de ese joven de mirada dulce y de alto grado de nobleza.
Miro aua ojoa.
Estaban cerrados.
El quería verlos en el momento en que ambos cuerpos se fundieran.
Acarició suavemente su mejilla mientras se colocaba en posición para tenerlo.
--Abre los ojos dulce príncipe—le susurro y este cumplió su deseo.
Eran tan dulces y frágiles esos ojos.
Sentía un gran deseo de proteger a ese ser para siempre.
De que permaneciera consigo hasta que la misma tierra dejara de existir.
Su quejido hizo que su alma se conmoviera al ver que le causaba dolor.
Lo abrazó muy fuerte.Comoi si temiera que alguien se lo arrebatara en ese momento.
La cabeza del joven príncipe descansaba sobre el pecho de aquel que se había apropiado de su primera vez.
Extrañamente no se sentía despojado sino que una extraña paz lo embargaba.
Su puño se cerro sobre la tela a un lado de su cara.
--¿Qué haremos ahora?—preguntó en su desesperación, pensando en su próxima boda, sin esperar respuesta.
--No permitiré que te cases.Ya lo dije—dijo el moreno.
--Pero yo… --dijo y levantó la cabeza para mirarlo asustado el príncipe.
La mirada pétrea del otro se clavó en sus ojos.No había duda en ellos.
--He dicho que no te casarás.No te cederé a nadie jamás—dijo la voz dura y fría como el mármol.
No podía hacerle frente a esa mirada así que miro a un punto al lado del futón mientras sus cuerpos aún permanecían en contacto.
--¿Es que no entiendes que sucederá si eso sucede?La guerra.Yo… --dijo confundido el príncipe.
Por un lado no deseaba la boda porque había descubierto que casandose perdería a ese ser que de pronto había aparecido en su vida y que lo había arrasado todo cual tormenta de verano.
Pero su parte profesional dictaba que no debía escuchar a su corazón si quería evitar una tragedia.
Tanto tiempo invertido en conseguir una frágil paz se iría por el caño con el solo acto de ceder a sus deseos.
Su rostro fue tocado nuevamente.
Fue obligado a enfrentar de nuevo esos ojos de ébano.
--¿Me amas?—preguntó el shinobi.
El rehuso permanecer así y quito su rostro de la mano del otro para decir después con voz forzada--¿Cómo puede preguntar algo así?Apenas os conozco y yo… --
Touya lo obligo nuevamente a mirarlo a los ojos.
Se veía claramente, aun en las sombras, el rubor en sus mejillas.
--Me amas—dijo el moreno.No era una pregunta.
Las primeras luces ya se colaban por las rendijas de la ventana cerrada.
--No se debe guiarse por los sentimientos.Esos son los peores… --dijo alejandose el frágil pero decidido príncipe.
Sentía que cada palabra le lastimaba pero la renuncia era necesaria.
Una mano lo tomo del brazo mientras acomodaba su ropa sobre su cuerpo, obligandolo a voltear.
--No estarás con nadie.Salvo conmigo—sentenció Touya.