Estaba en frente del portal de esa gran mansión blanca y azul.
Paso por el panel al lado de este una tarjeta como las de crédito y la puerta hizo un sonido metálico. Joey agarró del brazo a su acompañante y lo introdujo en la propiedad con ligereza.
Dentro de la casa el castaño miro con recelo el interior mientras el otro iba directo a la cocina.
--¿Esta es tu casa?—preguntó acercándose de a poco el ojos azules y el otro que se servía un vaso de jugo de naranja negó con la cabeza pensativo.
--No seas idiota. No me iría a esconder de Mokuba a mi casa. No es lógico señor inteligencia—dijo el de ojos melados.
Seto acuso el golpe pero no como lo hubiera hecho el CEO sino simplemente como un humano mas y cuando quiso acordar Joey, Seto no estaba ahí.
Salió para encontrarlo sentado en la sala con los brazos rodeando sus piernas.
--¿Qué te sucede?—preguntó el asesino algo contrariado. Algo raspaba su garganta. ¿Acaso era la culpa?
Los ojos azules le miraron desde el asiento.
--¿Era tan malo así?—preguntó el CEO con tono infantil.
--¿De… de que hablas Kaiba?—pregunto algo consternado Wheeler y Seto desvió hacia abajo su mirada.
--Tu me odiabas y mi hermano quiere matarme—dijo explicando sus palabras el otro y Joseph montó en cólera.
--Tu hermano quiere matarte porque es un desgraciado ambicioso y desagradecido. El te debe todo a ti. Tu lo sacaste del horfanato y trabajaste duro para tener lo que tienes. No diré que me agradabas pero eso lo respete siempre de ti. Ese enano debería estar agradecido por el hermano que tiene—dijo furioso el de ojos melados mientras Seto lo miraba con ojos grandes. Al verlo así el pelinegro se arrepintió de decirle lo que pensaba y chasqueando la lengua volteó para irse pero entonces sintió un tirón que lo obligo a voltear y al hacerlo vió esos ojos azul profundo a un centímetro de los suyos.
Iba a hablar pero solo carraspeó dominado por el azul intenso que le hacía desear tomar un baño en la playa.
Poco a poco los labios del otro se acercaron a los suyos hasta que por un fugaz momento estos estuvieron a punto de unirse pero el otro se detuvo de pronto y clavó sus orbes azules en las café de Wheeler.
El rey solo lo miraba sin reaccionar cuando Seto colocó de improviso su cabeza en su hombro. La respiración del castaño chocaba con la piel sensible del cuello del otro.
Intento empujarlo pero el otro no se movio.
--Kaiba no seas infantil y sepárate ya—dijo Joey asustándose el mismo de lo que la cercanía del otro le producía.
--Dijiste que no te agradaba—le recordó el castaño.
--Si y también dije que te resp… --respondió el de ojos café.
--No quiero tu respeto—dijo el castaño.
--¿Huh?—se sorprendió el asesino.
Los ojos de cielo lo miraron de muy cerca.
--Me gustas--dijo el ojos de cielo y pudo sentir como un temblor se apoderaba del cuerpo del otro y entonces sus labios se apoderaron de los del asesino y sus manos le abrazaron con ahínco.