--¿Qué estas haciendo?—dijo el ex rubio empujando a Kaiba.
--Ya te lo dije—dijo el castaño muy decidido.—Me gustas—añadio y se acercó de nuevo al azorado asesino que sintió como era abrazado de nuevo.--¿Qué haras al respecto?—preguntó luego.
Empujando de nuevo a Seto exclamó--¿Qué quieres decir?Yo no tengo porque hacer nada. Tu eres el del problema—dijo furioso el ojos mieles.
¿Por qué estaba tan nervioso?
Joey no lo comprendía.
Era una sensación rara. No podía decir que le resultaba antinatural. Ya había estado con algunos chicos de mas joven y sabía que le gustaban los chicos pero esto era distinto. La piel le hervía y de pronto sus labios fueron atacados mientras su mente se ocupaba en buscar respuestas.
Cerró los ojos y sin querer se encontró disfrutando de los labios del otro que apoyo la espalda de Wheeler contra la pared y después ambos cuerpos se deslizaron por ella hacia abajo mientras el asesino tomaba entre sus manos la cara del otro.
Seto colo sus manos con nerviosismo y ansias entre la ropa y la piel de Wheeler y este se erizo un poco al sentir su caricia.
--Para. Esto va para mal—dijo en un susurro y de pronto oyo un movimiento proveniente de la ventana al otro lado de la habitación.
Sin esperar actuó por instinto separando el cuerpo del otro de sí y parándose de golpe para investigar. Agarró del brazo a su protegido y lo llevo a la habitación lindera asegurándose de que lo ponía en una posición en que no estuviera visible para cualquier ventana.
--¡Quédate aquí!—le ordenó serio y el ojos azules agarro su brazo para pedirle luego—No me dejes solo--.
--Volveré enseguida. Sólo voy a investigar—dijo el asesino para tranquilizar a Kaiba y desenganchó la mano de este.
Joey deambulo por la casa con las luces apagadas y de pronto se fijo en la puerta de entrada. Estaba cerrada sí. Pero no como él la dejara.
El panel a un lado de la puerta. El del código de seguridad de la alarma estaba cerrado y el recordaba muy bien haberlo dejado abierto.
Despacio camino hasta él y abrió para mirar el panel interno.
La luz estaba en verde y todo parecía en orden pero él sabía que no era así.
--Sabía que esto te atraería—dijo una voz desde el vano de la puerta cercana.
Era Takahiro.
--¿Qué pretendes?—preguntó el rey.
--Quiero esos diez millones. Contigo o sin ti. Por tu culpa he perdido mi vida. Me lo debes—dijo el pelinegro de ojos celestes.
--Creí que tu vida era aburrida—dijo el más joven.
--Y yo creí que eras más profesional. Aunque entiendo que tengas debilidad por tu novia—dijo con una sonrisa sardónica en los labios el otro.
--¿De que rayos hablas Takahiro?—preguntó molesto el asesino rey.
--Te enseñe esta profesión cuando apenas eras un crío. Te di mi titulo y ahora te atreves a dártelas de justiciero. Me abochornas. Ese dinero es mas del que veras en tu vida y tu lo desperdicias por ese… por ese… engreído. ¿Pero que pasó contigo? Tendría que serte fácil. Tu siempre lo odias… --dijo el mayor.
--Eso no te incumbe y yo jamás odie a Kaiba. Me caía mal. Eso es todo—dijo el de ojos mieles.
--Has matado gente que te caía grandiosa asi que no se donde esta el problema con el. Salvo… salvo…--dijo el antiguo rey.
--Salvo ¿Qué?—preguntó el nuevo.
--Salvo que te hayas enamorado de él. Pero eso es imposible que tu…--las palabras murieron en la boca y de pronto oyó un ruido.
Ambos miraron al vano de otra puerta por la que había pasado antes el rey.
Seto los miraba.
--Joey—dijo en un susurro y estiro su mano hacia el ojos mieles.
--¡Apártate de aquí!—le dijo Joey.
Takahiro vio su oportunidad y se lanzó hacia él.