Riki suspiró, con algo de melancolía. Su ano aún le palpitaba debido a la experiencia sexual que acababa de tener con su pareja. Se mordió el labio. Deseaba todavía más, pero debido a las circunstancias había tenido que conformarse con sólo un poco. Extrañamente, en el instante en que se encontraban realizando el coito, un sonido estruendoso los hizo desenfocarse, al parecer alguien había tropezado las herramientas de trabajo del moreno, porque todas éstas cayeron al suelo provocando bastante ruido y asustando a los caballos.
***Flash Back***
- Guy… ¡Guy!... – El pelinegro se abrazaba con fuerza al cuerpo de su compañero, mientras era embestido de manera salvaje.
Aquellas mejillas en donde en ocasiones se formaba un pequeño hoyuelo cuando ocasionalmente le sonreía – porque Iason había detallado cada una de sus facciones – ahora totalmente ruborizadas; aquella boca tan insolente despidiendo suspiros y gemidos desesperados; aquellos brazos y piernas tan fuertes abrazando con deseo, un cuerpo que no era el de él.
Salió de si. La cólera que se instaló en el Mink fue tal, que no dudó en buscar la manera de interrumpirlos, de detenerlos. Fue hasta donde se encontraba la pila de herramientas y de un manotazo, las arrojó de modo que chocaran entre ellas al caer. Se ocultó deprisa.
- ¡!
Los caballos se espantaron, el ruido había sido demasiado intenso.
Para los hombres en plena acción también fue una gran impresión. Luego de separarse, Riki como pudo tranquilizó a los pobres equinos que no hacían otra cosa que relinchar y moverse de un lado a otro, exasperados.
- Tranquilo… no pasa nada – Acariciaba a uno de los animales.
- ¿Qué ocurrió? – Preguntó Guy.
- Al parecer se cayeron las herramientas… aunque, recuerdo haberlas colocado bien para evitar algo así.
- No creo que haya sido eso.
- ¿Eh? ¿A qué te refieres Guy? ¿Qué más si no?
Riki no había comprendido porqué el pelicastaño había usado aquel tono tan sospechoso en su voz.
- Nada. Olvídalo.
Más el pelicorto no podía dejar las cosas así, al menos no con lo que habían empezado. En cuanto las cosas se vieron calmadas, Riki volvió a provocar a Guy; sus ansías lo llevaban a querer comportarse de la manera más indecorosa, a desatar deseos viles en su compañero.
El pelicastaño trató de reanudar el acto, pero debido a lo ocurrido, su miembro se había dormido de nuevo.
- Lo siento Riki – Musitó el pelicastaño.
Pero Riki no se quedó quieto con esto, no… su sed de sexo era demasiado grande. Se agachó y buscó de despertar la virilidad con sus manos. Guy cerró por unos instantes los ojos, los masajes del pelicorto comenzaban a hacer efecto. De repente, al abrir los ojos de nuevo, fue testigo de cómo dos orbes azules lo miraban fijamente; el hombre sintió un escalofrío, aquella mirada, había algo en ella que lo aterraba.
- Riki… - Llamó cuando el menor buscaba de usar su boca - Riki… lo siento – Guy lo jaló de modo de que se pusiera de pie – Hoy ya no. Lo mejor es que me vaya de inmediato.
- ¿Qué? ¿Ahora?
- Tengo la sensación de que no soy bien recibido en éste lugar – Al decir esto, Guy clavó su vista en el sitio en donde sabía, se encontraba Iason oculto.
- ¿A qué te refieres? - Cuando Riki buscó de girar su rostro, en busca de aquello que observaba Guy, el pelicastaño se lo impidió tomándole del rostro con ambas manos.
- Escucha Riki: Quiero que me esperes, pronto vendré a sacarte de éste lugar. Hasta entonces, prométeme que no cambiarás, que no olvidarás quien eres.
El muchacho no entendía muy bien a que venía todo eso, no comprendía nada, más prefirió mantenerse callado.
- La próxima vez que nos veamos… procuraré que sea memorable… - Mencionó Guy junto a una sensual sonrisa.
***Fin del Flash Back***
Definitivamente luego de aquel susto, no pudieron reanudar lo que estaban haciendo, simplemente se había “cortado la inspiración”. Terminaron dándose un beso de despedida…Riki no sabía cuando volvería a ver a Guy y su cuerpo lo demandaba con deseo. Todo lo que le había dicho también le hubo dejado confundido ¿Cambiar? ¿Olvidarse de quien era? ¿Sería eso posible? Se pasó la mano por la frente, había algo más importante de qué preocuparse en ese momento. Aquella sensación que tenía en su cuerpo, era en extremo desagradable.
- Señor Riki.
El aludido levantó la mirada, Daryl lo llamaba. Sin saber porqué, vio al chico de una manera diferente a la usual, era como si en aquel instante fuera más atractivo. Riki se levantó.
- El señor Katze no hace más que preguntar por usted y… ¿Se encuentra bien?
El de cabellos claros se extrañó, ya que el moreno no tenía el mismo semblante de siempre; su cara estaba de una tonalidad casi roja. Pensó que quizás, se había excedido en el trabajo, hasta padecer quizás, de insolación.
- ¿Será que está usted enfermo? – Con delicadeza trató de llevar su mano hasta la frente del hombre, más Riki lo tomó con rudeza y lo empujó hasta chocar contra unas tablas - ¡Señor Riki! ¿Qué ocurre? – Un poco de sudor empezaba a salir de sus poros.
Riki no le contestó, sin pensarlo mucho le besó, provocando que Daryl quedara más confuso que antes. El chico trataba de alejarse, pero el otro no se lo permitía, le tomaba fuerte de las muñecas y con sus piernas lo encajonaba todavía más. La lengua de Riki buscó ardua de escurrirse por la boca de Daryl, éste insistía en detenerlo. En el instante en que el pelinegro trató de llevar una de las manos a su hombría, el muchacho sacó fuerzas y lo empujó a un lado, junto a una bofetada.
PLAS!
- ¡Déjeme por favor! – Sus mejillas se hallaban tornasoladas - ¿Por qué… ha hecho eso?
No era la primera vez que alguien de la hacienda intentaba tener contacto de aquel tipo con él, y estando rodeado por hombres, estaba seguro que tampoco sería la última. Pero lo que menos deseaba era que Riki se volviera como ellos, como esos sucios sujetos que intentaban forzarlo simplemente por su apariencia frágil… ¡Dios, no permitas que Riki se vuelva así!
- Daryl… yo - Riki se dio un golpe sonoro en la frente – ¡Chia! Discúlpame… estaba cegado. Así no soy yo – Trataba de no mirarle directamente – Soy un idiota.
- …
El pelinegro salió del establo.
Luego de desahogarse buscó a Katze, quien de nuevo lo puso a trabajar como un burro. El muchacho sabía que el trabajo lo distraería de tanto ajetreo.
Sin embargo, las cosas estaban empeorando de cierto modo, no pasaron sino un par de días cuando Riki se encontró de nuevo a Iason.
- ¡!
Riki sintió que su corazón se aceleraba, sin saber exactamente porqué, aquel hombre lo intimidaba con sólo aparecerse frente a él. El rubio llevaba puesto un traje muy bonito, bastante caro que lo hacía ver más elegante de lo que ya era.
- Katze.
- ¿Si señor?
- Prepara a Blondy.
- Si, señor.
El muchacho permaneció quieto, el ojiazul le había mirado de una forma que le desagradó, apretó los puños, detestaba ver esa mirada, una llena de superioridad, como dándole a entender que su existencia era insignificante… viéndole por encima del hombro. Pero no, Riki no se quedó con esa espinita clavada. Antes de que el Mink pudiera girarse, el pelinegro lo tomó con atrevimiento y rudeza del brazo.
- ¿Cuál es tu problema? – Le escupió aquello como si sus palabras contuvieran veneno.
- Eso mismo te pregunto yo – Iason ni se inmutó - ¿Cómo te atreves a tocarme? ¿A que se deben tantas confianzas? – Intensificó el tono de su voz – Si quieres algo habla con Katze.
Haciendo caso omiso, el ojiazul pasó de Riki. El muchacho lo miró irse con rabia, aquel sujeto no le gustaba para nada.
- Imbécil – Murmuró el pelinegro, desconociendo el motivo de aquel dolor tan agudo que le había provocado la indiferencia de su patrón.
Continuará…
