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Abtra-erel, la joya de sangre por LaYoska

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Notas del capitulo:

no habia tenido tiempo, pero ya esta aqui, actualizado espero les guste, besos

9.

 

Nabeun caminaba por los pasillos del santuario, era un lugar increíblemente tranquilo, miraba a las sacerdotisas y doncellas cortando flores y frutos de los fértiles jardines del lugar, que serían usados en el festival de esa noche, él había estado fuera organizando la seguridad del evento, miro al cielo y camino hacia una de las enormes salas del santuario, la sala de audiciones, donde la diosa había estado escuchando peticiones de nobles que querían ser el nuevo Rey, el sonido del metal contra el suelo le hizo correr, encontrándose con Abriena, que miraba y tiraba presentes al suelo

 

-¿su alteza?

- nh- levanto su mirada fría, que se suavizo en cuanto lo vio- Nabeun- dijo extendiendo sus brazos, el guerrero se acerco y abrazo el frágil cuerpo

- ¿qué sucede su alteza?- pregunto el más alto, acariciando el cabello de Abriena

- los nobles son idiotas, piensan que por hacerme regalos caros los elegiré- dijo con frialdad- me molesta

 

Nabeun miro entonces los regalos en el suelo, frutos exóticos, joyas y tesoros decoraban los grabados del piso de la sala de audiciones, Nabeun sabia cuan codiciado era el trono, pero no podía creer que aquellos hombres intentaban ganarlo con regalos como esos

-          Deberían mostrar el valor de sus corazones y mentes, esto solo demuestra su idiotez- menciono Abriena

-          No se preocupe su alteza, se que encontrará a alguien lo suficientemente bueno para estar en el trono

-          Tal vez, pero yo me haré cargo hasta entonces- menciono y Nabeun le miro algo sorprendido

-          Esta seguro su alteza?

-          Si… ¿Qué es ese aroma?

-          Ah, se preparan para la fiesta de cosecha, es el aroma de los frutos y flores

-          Huele bien… iras a la fiesta conmigo ¿verdad?- dijo ya sin la molestia anterior y una sonrisa dulce y sensual

-          Claro su alteza- dijo sonriendo y besándolo suave y dulcemente, saboreando esos dulces labios, que eran una adicción, tenían el mejor sabor de todos, eran un afrodisiaco poderoso para él, sintió a Abriena pegarse más a su cuerpo y él no lo impidió, acariciándole la espalda, bajando hasta tocar sus nalgas, lo sintió vibrar contra su cuerpo y acaricio delicadamente entre estas, haciendo que la diosa levantara su rostro y gimiera, gemido que le regreso un poco la cordura sobre el lugar en que se encontraban, por lo que regreso sus manos a la delgada cintura y beso sus labios brevemente- debe ir a que le prueben las túnicas para la fiesta

-          Ahhh si- dijo Abriena embelesado y sonriente, tomándose del brazo de Nabeun se dejo llevar hacia donde las doncellas lo esperaban y le pidieron al guardián que esperara fuera, por lo que el hombre solo se despidió de la diosa con una inclinación y se fue también a preparar, usando una armadura que habían hecho especialmente para él, una armadura plateada, llena de símbolos dorados además de una capa color azul noche, que era bastante elaborada, camino hacia la entrada del santuario, donde su corcel ya estaba preparado, con flores en su crin y una elegante silla

-          Mira lo que te hicieron Lueret- dijo a su caballo que relincho quedito, sacudiendo un poco la cabeza, en ese momento comenzaron a  salir las doncellas con sus mejores túnicas, Nabeun las miraba sin mucho interés, después las sacerdotisas, que flanqueaban el camino que seguirían la Diosa y el Guerrero hasta la plaza principal de la ciudad, cargando una canasta con frutas y flores distintas, Nabeun revisaba que la silla de su caballo estuviera bien cuando al voltear vio a Abriena caminar hacia él, llevaba un arreglo de flores blancas en su largo cabello, una túnica delgada y larga dejaba ver su hermosa silueta, además de que tenía una abertura al frente que dejaba ver sus piernas hasta medio muslo, Nabeun trago grueso y tomo aire, ayudando a Abriena a subir al caballo y subiendo después él, rozando la cintura de la diosa desde atrás, para poder tomar las riendas e indicar que estaban listos, al salir del santuario la gente alegremente saludaba a la Diosa, que movía su mano delicadamente a modo de saludo

-          No entiendo del todo las celebraciones- dijo Abriena a Nabeun

-          Bueno, es un modo de salir de rutina, de compartir la alegría por un buen año y en este caso, una gran cosecha, las celebraciones son buenas, alegran y alivian el espíritu- finalizo sonriéndole a la Diosa

-          Mmm- murmuró Abriena, mirando la plaza que estaba adornada con antorchas, flores y donde se reunían los ciudadanos, Nabeun bajo del caballo y ayudo a Abriena a hacerlo

-          Espero disfrute la celebración- dijo Nabeun con una sonrisa y conduciéndolo a su lugar, un trono elevado que estaba enfrente de lo que parecía un escenario, que fue ocupado por los sacerdotes, que agradecían a la diosa la cuantiosa cosecha de ese año, Abriena sonreía pero parecía algo aburrido, por lo que en lo demás del discurso estuvo algo ausente, fue la música lo que volvió a llamar su atención, una danza dio inicio, con mujeres embarazadas, que hacían una danza suave, después niñas tomaban su lugar, siguiendo los pasos que mujeres mayores les enseñaban, esas niñas se “convertían” en mujeres fértiles, que después eran reemplazadas por las embarazadas de nuevo, dejando claro el ciclo de vida, la fertilidad, Abriena sonreía en especial a los niños, Nabeun lo había notado antes, que los niños alcanzaban más fácilmente su corazón y le hacían sonreír, por lo que incluso bajo el mismo del altar para recibir una canasta de frutas y flores de parte de un grupo de niños, agradeciendo y bendiciendo el reino, era como si de Abriena saliera un calorcito, un aroma embriagante y hermoso, hechizante, que hacia descansar el corazón, el pueblo enmudeció, para después empezar a cantar, la diosa regreso a su lugar, teniendo a Nabeun a su lado, le sonrió

-          Tenias razón… las celebraciones son buenas- dijo mientras miraba al pueblo bailar y cantar, Nabeun sonrió con cierto orgullo. Después de un rato de ver a los súbditos bailar Abriena estiro su manita delicada a Nabeun- dígame su alteza?- dijo inclinándose hacia él

-          Baila conmigo- dijo con seguridad, Nabeun le miro sorprendido

-          Ah her

-          ¿no sabes?

-          Ah, claro, pero…

-          Entonces llévame a bailar- dijo levantándose, ante ese acto la gente volteo a verle, abriéndoles paso a los dos cuando Nabeun finalmente le ofreció su mano a la diosa y la llevo al centro de la pista de baile, suspiro suavemente, escuchando como la música se retomaba, tomo la delgada cintura con mucho cuidado, comenzando a bailar con la Diosa, los habitantes vieron eso algo sorprendidos, pero poco después más jóvenes se unieron al baile, dejándoles un espacio al guerrero y Abriena, que sonreía, feliz de la cercanía con el otro, de sentir la calidez de su cuerpo, Nabeun se calmaba y miraba alrededor para no perder la calma, ya que tener al otro tan cerca le estaba volviendo loco, sentía su cuerpo ondular contra el suyo, su calor y aroma no ayudaban mucho, asi que suspiro cuando la canción acabo-gracias- dijo Abriena con sus ojos brillantes

-          D de nada su alteza- articuló al final, regresando a su alteza a su lugar, pero no estuvieron mucho tiempo ahí, ya que Abriena pidió irse, los súbditos la despidieron haciendo reverencias y agradeciéndole por las cosechas, en el camino Nabeun beso la nuca de Abriena- por favor deje de hacer eso

-          No quiero- dijo sensual, ya que cubriendo un poco con su túnica su mano estaba en la entrepierna del guerrero, acariciándole suavemente pero logrando su cometido de excitar al otro- pasa la noche conmigo Nabeun- dijo con ojos deseosos y los labios húmedos, él le miro y se rindió, no se podía seguir retardando lo inevitable, así que solo le sonrió y asintió haciendo sonreír al Dios, al llegar a la residencia fueron recibidos por sirvientes que Abriena despacho, caminando seguido de Nabeun a su habitación

 

Al entrar el caballero cerró la puerta con seguro, abrazando el delicado cuerpecito desde atrás, besándole la nuca, el Dios volteo, abrazándose, casi colgándose del cuello del más alto, besándole profundamente, temblando de emoción al saber que por fin podría consumar con el guerrero, al terminar el largo y dulce beso Abriena uso sus delicados y largos dedos para ir quitando la pesada de elegante armadura, debajo de esta Nabeun tenía puesta una delgada camisilla y un pantalón grueso, Abriena paso sus manos por el pecho y el abdomen marcado por los arduos entrenamientos, entonces su guerrero le tomo el rostro y le hizo ver hacia arriba, besándole de nuevo, larga y apasionadamente, rodeando la delicada cintura con sus fuertes brazos, levantándolo con facilidad para llevarle al lecho, donde le recostó con sumo cuidado, besando brevemente sus labios, para después pasar a devorar el cuello largo y elegante, dejando una de sus manos dibujar la silueta de Abriena, por su costado, por su cadera y su pierna izquierda, apretando un poco el muslo moreno, a Nabeun le encantaba la piel tocada por el sol del Dios, que soltaba jadeos suaves al sentir como el otro besaba sobre sus clavículas, dejándole un par de marcas, poco a poco fue acariciando ese cuerpo que por tanto había deseado, todo su autocontrol dijo adiós esa noche pero el Dios no se quejaba, le gustaba, incluso gimió cuando sintió una mordidita en su hombro, sintió las delgadas telas abrirse dejando su pecho al descubierto, Nabeun se alejo un poco para quitarle la cinta en s cadera, deleitándose con el cuerpo desnudo frente a él, Abriena sintió su corazón acelerarse ante la atenta mirada del otro qu ele recorría deseosa, se lamio los labios y sonrió

-          ¿te gusta lo que ves?- dijo coqueto e insinuante, estirando una mano al rostro del guerrero que tomo su mano y la beso

-          Sí, mucho- dijo volviendo a unir sus labios en un delicioso beso, las caricias siguieron y el guerrero bajo sin vergüenza al pecho, donde lamio y chupo los pezones del más pequeño con especial gusto, hasta dejarlos bien erectos y lubricados, Abriena gemía, sintiendo las manos de Nabeun entre sus piernas, acariciando con lentitud y adoración sus muslos e ingles, aun sin tocar su pene algo delicioso pero a la vez frustrante, sintió los besos ir bajando por su vientre, donde más marcas y mordiditas se unían a las anteriores ¿Dónde había quedado su penoso y controlado guerrero? No lo sabía, pero realmente poco importaba en ese momento, abandono esos pensamientos y arqueó su espalda al sentir la lengua de Nabeun en su miembro, caliente y húmeda recorrerle, se aferro a las sabanas de la cama cuando su amante le trago por completo, subiendo y bajando en una deliciosa tortura, gimió descontento cuando esta acabo,  viendo como Nabeun se incorporaba para quitarse las ligeras prendas, por lo que él también lo hizo, besándolo, sintiendo su propio sabor en esos labios, mientras le quitaba la ropa, besaba el pecho, el abdomen de Nabeun, hincándose frente a él cuando le bajo los pantalones para besar y lamer el miembro que ya deseaba en su interior, lamiéndolo y succionándolo con gusto mientras el guerrero enredaba sus dedos en las largas y oscuras hebras, soltando gemidos graves, teniendo que alejar a la Diosa ya que lo que quería era poder correrse en su interior, una fantasía que había llenado por semanas su cabeza, lo abrazo desde atrás, besando y lamiendo su nuca mientras con sus manos pellizcaba los sensibles pezones, condujo a Abriena hacia la cama, le hinco a un lado, haciendo que recargara su pecho en esta, quedando su caderita bien levantada y expuesta, por lo que se inclino a lamer entre las nalgas de la deidad, introduciendo un poco su lengua, mientras él se agarraba de las sabanas, pidiendo más en jadeos y gemidos armónicos, Nabeun se entretuvo y deleito en eso un buen rato, hasta que se puso sobre el cuerpo del otro, que levantó la cadera al sentir el pene de Nabeun rozar sus nalgas, dejando claro lo que deseaba, pero no le fue dado aún ya que el guerrero le dio sus dedos a lamer, para después llevarlos a la entradita del Dios, metiendo uno por unos, disfrutando de ver como el delicado cuerpo temblaba y se estremecía con cada intrusión

-          Aaahhh nnnh Nabeun… ya mmmh –dijo no es suplica, sino casi a modo de orden, después de todo era un Dios, el guerrero beso su nuca y saco sus dedos con cuidado, para después tomar la cadera del mas pequeño e irse introduciendo lentamente en su cuerpo- aaaaaaah- el oji dorado arqueo bellamente su espalda, recargándose de nuevo en el lecho, abriendo sus piernas y levantando la cadera, sonriendo y disfrutando de sobremanera el tener la carne ardiente en su interior, las manos de Nabeun se aferraban firmemente a su cadera, le sintió jadear en su nuca, sabiendo por la tensión en su cuerpo que disfrutaba esa sensación tanto como él, después de unos segundos sintió como empezaba a moverse, haciéndole gemir con los ojos cerrados y las manos fuertemente sujetadas de las sabanas, volteo al sentir los besos en sus hombros, reclamando un beso que se profundizo y extendió, sin dejar de lado las placenteras embestidas, que en un principio lentas y calmadas fueron acelerándose más y más, al igual que los gemidos, sus voces se unían en un coro lleno de placer, mientras sus cuerpos y corazones encontraban un mismo ritmo, un mismo palpitar, repitiendo sus nombres en susurros y gemidos, hasta que sus cuerpos explotaron en un orgasmo largo y delicioso, Nabeun evito dejarse caer sobre Abriena, lamiendo su nuca un poco con culpa ya que le había dejado una significativa mordida ahí, que de hecho había desencadenado el orgasmo del Dios, que sonriendo calmo su respiración, sintiendo otros besitos tiernos en sus hombros y espalda, el guerrero salió con cuidado del cuerpo tan adorado, tomandolo en brazos para meterse a la cama, donde Abriena le envolvió con su cuerpo, se dedicaron besos y caricias antes de quedar dormidos.

Y afuera, la fiesta continuaba…


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