A la mañana siguiente Joseph se baño en su habitación estudiantil preguntándose que haría con Kaiba de ahora en adelante ya que obviamente la ducha le había refrescado intensos recuerdos.
Su compañero de dormitorio ya se había ido a sus clases cuando él oyó tocar la puerta y abrió.
Los ojos azul intenso tras ella lo sorprendieron y asustaron.--¿Qué haces aquí?—preguntó.
Seto entró sin mediar palabra y, mientras le quitaba la puerta de las manos y la azotaba tras él, beso al rubio apasionadamente.
Joey lo empujó fuerte y le espetó--¡Deja de hacer eso!—
--¡Oblígame!—dijo acercándose el castaño.
Retrocediendo Wheeler preguntó--¿Por qué rayos te crees tan irresistible?—
--Porque lo soy—respondió el presumido Kaiba.
--¡Engreído!—gritó el otro mientras daba su espalda contra la puerta.
--¿Ese es tu dormitorio?—preguntó el castaño señalando la puerta tras de él.
--¿Qué rayos estas pensando?—pregunto el ojos de miel y al mirar sus ojos de mar lo supo.--¡Olvídalo!—advirtió.
--¿Sabes?—preguntó Seto.—Tengo muy buena memoria.No creo que pudiera olvidarlo aunque quisiera—añadió arremetiendo contra sus labios mientras giraba el picaporte. El rubio trato de pararlo y entonces Kaiba lo alzó en sus brazos y lo llevo a la cama.
Allí lo tendió y en pocos movimientos safó bóxers y pantalón mientras lo besaba para después irse hacia abajo.
--¿Qué piensas hacer?—preguntó con mirada preocupada Joey y Seto le miró a los ojos diciéndole sus mas íntimos pensamientos con la mirada.—No te atrevas des…--trató de decir pero el otro lo detuvo con una sensación que provocó un espasmo por todo su cuerpo y las contorciones que siguieron le dejaron sin aire.
Agarrando la almohada bajo su cabeza el rubio gritó--¡Para ya!—
--¿Qué?¿No te gusta?Pensé que lo hacía bien—dijo Kaiba levantando la cabeza y mostrando su ceja alzada mientras se relamía los labios.
--Sí.Lo haces muy bien.¡Se nota que tienes mucha experiencia en esto!—dijo el rubio con tono molesto.
--Si, la tengo.¿Te molesta?—preguntó el castaño con curiosidad.
--¡Para nada!—exclamó el otro falsamente.Su rostro lo delató y tuvo la cara de Seto frente a sí al momento.
--¿Te molesta, no es así?—preguntó el engreído.
--¡Que no!—contestó Joey.¿Pero por que en su interior quería llorar?
La mano de Seto aprisionó su miembro y luego lo acarició intensamente.
--Pero si es lo que me permite hacerte disfrutar—dijo.
--No me importa nada.¡Solo vete!—gritó el rubio debatiéndose entre golpearlo y seguir presa de sus caricias.
--No me digas que estas celoso—dijo con felicidad triunfadora el mas alto.
--¡Ni lo creas!—advirtió el otro con poco éxito.
--¡Así que estas celoso!¿Será porque me amas?—preguntó el ojos azules atacando cuello y entrepierna a la vez.
--¡Jamás engreído!—dijo el ojimiel mientras Kaiba se escurría entre sus piernas y hacía que emitiera de nuevo esos dulces sonidos que lo volvían loco.Después de un rato Seto insistió en que se volteara.
--¡No!—dijo.--¡Déjame ir!—agregó.
--¿Adonde?Tu vives aquí—dijo el castaño aparentando inocencia.
--Sabes de lo que hablo.¡No te hagas el idiota!—exclamó Wheeler con una mezcla de vergüenza y pánico.
--No puedo dejarte ir.Te amo demasiado—expresó el castaño junto a su oído con una voz grave que retumbó en sus oídos.
--No digas esas cosas—dijo Joey.
--¿Por qué si es verdad?—dijo Seto en ese mismo tono.
--¿Por qué haces todo tan difícil?—preguntó el angustiado rubio.
--Porque te quiero para mí.Sólo para mi.He tenido otros hombres y mujeres pero tu eres lo que quiero—dijo Kaiba con inhabitual serenidad.
--¿A ellos tambien les dijiste esto?—preguntó evidentemente celoso el ojos mieles y vió su error cuando el otro sonrió.
--Te tengo.¿No es cierto?—preguntó.
--¡Yo no soy un trofeo!—reclamó el rubio.
--Ni yo he dicho que lo seas—dijo el castaño.
--Apuesto que es lo único que quieres.Que te diga eso para después poder humillarme recordándomelo.No señor Don Juan, no lo haré—exclamó Wheeler desesperado.
--No quiero nada de ti mas que lo que tu quieras darme—dijo suave el otro y Joey lo miro.
--No seré tan idiota de caer en tu trampa—dijo el ojos mieles.
--No seré tan idiota de perderte—exclamó el castaño de ojos de zafiro mientras lo besaba y se introducía en su cálido interior.