--Yo que tu no me alegraría, perro. Recuerda que tu estas encerrado conmigo—dijo el castaño cerrando la boca del otro de inmediato.
Joseph miro un escritorio mientras Seto intentaba sin éxito llamar para que le rescataran ya que los teléfonos de su corporación eran eléctricos. Cuando vio al rubio levantar una silla cercana y acercarse a una de las puertas vidriadas de la oficina el ojos azules se puso algo nervioso—Oye Wheeler. ¿Qué pretendes hacer con esa silla?—preguntó con un tono para nada amigable.
--¿Tu que crees? ¡Pienso salir de aquí!—anunció el otro.
Seto se puso entre él y su objetivo—Sobre mi cadáver—dijo muy serio.
Joseph sonrió--¡Encantado!—contestó e iba a tirarle la silla por encima pero Kaiba ni lerdo ni perezoso la atrapo antes de que lograra arrojarla y ambos terminaron forcejeando por ella. En algun momento la silla cayó y terminaron peleandose cuerpo a cuerpo. En otro momento terminaron sobre el escritorio que cerca había y la fuerza superior de Seto vencio el animo de Joey que se dio por vencido muy a su pesar.
--¡Muy bien sueltame!—exclamó el rubio.
--Eso sonó a orden. Ruegame Wheeler y lo pensaré—le contestó Kaiba.
En la obscura noche poblada de agua, viento y relámpagos Joey acercó su rostro al de Seto y le dijo desde muy cerca--¡Púdrete!—
Seto se acercó desde todo aspecto al otro y le dijo con voz muy fría pero a la vez con cierto dejo de disfrute—No me importa quedarme así toda la noche--.
A Wheeler le pareció un alivio que no hubiera luz porque sintio sus mejillas arder.—Ya dejate de tonterías Kaiba.¡Libérame!—le dijo.
--Ya te dije que no me gusta que me ordene un perro como tu—dijo el castaño.
Sin querer el rubio se acercó demasiado al otro y lo beso sin darse cuenta. Kaiba rodeo su cintura y se metio entre sus piernas. Estaba experimentando cierto frenesí incontrolable que el otro tratando de zafarse de él solo aumentaba.
--¡Kaiba para!—pidio el rubio entre el éxtasis y la vergüenza.
--¿Qué pare dices?¿Sigues queriendome dar órdenes Wheeler?—preguntó el castaño con voz ronca desde al lado de su oído.
Wheeler se sintio estremecer mientras la escurridiza mano del otro se colaba entre su cintura y su pantalón y se arrastraba hacia abajo acariciando la sensible piel de la nalga que de pronto apretara consiguiendo con ello un movimiento que le satisfizo.
Despues de un tiron el ojos azules despojo al otro de lo que ocultaba su desnudez y con fuerza y diligencia logro ubicarse enfrente de su entrepierna para proporcionarle un beso que hizo al otro jadear.
--¡De… deten… te!—trato de articular el rubio.
--Trato de enseñarte algo perro. Pero parece que no te has dado cuenta. Cuanto mas intentes ordenarme—dijo acercando su rostro al del otro con una mirada predadora en sus hermosos ojos azules.—Mas te hare sufrir—termino después de mirar detenidamente por unos segundos a las mieles orbes que le observaban.
Seto se disponía a entrar sin mas dilacion en el torneado cuerpo de Joey cuando este se percato en el acto le grito que no lo hiciera.
--No importa cuanto intentes detenerme no lo lograras Wheeler—dijo el otro con una sonrio con una sonrisa macabra.
--No intento detenerte idiota. Intento evitar morir desangrado. Si entras sin preparación me lastimaras—dijo el rubio.
--¿Y como sabes tu eso?—pregunto desconcertado el castaño y Joey agradecio que no hubiera luz en el lugar porque sintio sus mejillas arder.
--Alguien me lo dijo—dijo el rubio con pena.
--¿Y como es que se hace?—preguntó el castaño.
El rubio le explico algo incomodo—Introduce primero un dedo hasta que haya espacio, luego un segundo, y después un tercero, luego lo sacas y…--
--…y entro—termino el ojos azules sonriente.
Cuando todo concluyo el rubio miro hacia la puerta mientras se reponían y se vestian.