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Caprichos de Anubis por sora-sempai

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Notas del capitulo:

Hoooola... a todos aquellxs que leen esto a lo que llamo Fic.

bueno la cosa es así...

tiene Lemon, si que tan bueno quedo.... no sé

vamos que no soy muy bueno en eso de escribir el sexo...

yo prefiero ponerlo en practica :) [ok eso sobra xD]

pero hice loq ue pude espero les guste

y pues nada a leer

Aquella noche logró con mucho esfuerzo salvar a Akil de lo que seguramente hubiera sido una situación trágica.

 Gracias a que milagrosamente se abrió la  puerta de la celda, pudiendo salir en busca de agua y alguna que otra hierba medicinal (menta y manzanilla principalmente) para controlar la fuerte deshidratación que sufría el rubi.

Thabit fue feliz.

Al final todo salió de maravilla, bueno casi todo, pues a pesar de que la puerta estuvo abierta toda la noche, no escaparon, puesto que  el estado del escriba  le impedía avanzar con soltura; y obviamente Thabit no lo iba  dejar atrás.

--no debiste hacerlo—susurro Akil en un tono apenas audible para el chico de cabello oscuro.

--Oh por Ra… ¿enserio no lo vas a olvidar nunca? Ya ha pasado un mes desde aquel día… ya supéralo quieres—dejo de arreglar la mesa para voltear a verlo, pero este seguía concentrado fregando el piso del salón.

-- ¿Cómo me pides que lo olvides? Si por mi culpa estamos aquí atrapados… siendo que  tú tuviste la oportunidad de ser libre—dijo aun sin mirar a Thabit.

--Akil mírame—exigió clavándole la mirada en la nuca del muchacho. El cual no se inmutaba en levantar el rostro. —QUE ME MIRES A LA CARA—dijo enojado, sin levantar demasiado el tono. Akil por su parte se limito a levantarse del suelo, pero su mirada aun estaba gacha. —Serás terco—ante la poca colaboración del escriba, decidió tomarlo del mentón y voltear su rostro para que lo mirara directamente a los ojos.

--me lastimas…--

--lo siento…—lo soltó—pero tenía que hacerlo, parece que no entiendes de que trata todo esto—

--no, realmente no entiendo de que trata todo esto… y por eso Thabit te pido una explicación… ¿Por qué no huiste y me dejaste como cualquier persona en su sano juicio hubiera hecho?—la mirada del escriba era dura, exigía una respuesta.

---Pues… veras—titubeo, no sabía exactamente que decir; además la actitud del mas bajo lo desconcertó por completo—como crees que te voy a dejar tirado… eres un persona al igual que yo, un poco arrogante eso sí, pero persona al fin de cuentas…. Pero la pregunta que yo haría es otra…. ¿Akil realmente, te arrepientes de que me haya quedado aquí?—la expresión en la cara del rubio ante la pregunta de Thabit simplemente era indescifrable.

--yo, yo… realmente no…--dijo bajando la mirada de nuevo.—Pero sigo sin entender tus razones--

--pues… sabes ni yo mismo las entiendo a veces—sonrió.

Su conversación hubiera seguido si no es porque fueron interrumpidos por la señora de la casa que los mando a limpiar los establos.

--esto de ser esclavo… como que no es divertido… o sea trabajas todo el día, apenas te dan de comer y mas encima no te pagan…que horror—comento Thabit mientras paleaba  el estiércol de caballo.

--serás idiota…. Se supone que de eso se trata…--respondió Akil lanzándole a la cabeza un puñado de heno.

 

 

Cerca del atardeceré la gran puerta de madera sonó, anunciando que había llegado un invitado, dicho invitado era un mensajero que desde roma traía un carta a nombre de la señora Tita.

--Señora, ha llegado un mensaje para usted… parece que es de Roma—menciono el soldado, a la señora de la casa.

--Quien se cree usted  para decirme de donde vienen mis mensajes, solo limítese a abrir la puerta—espeto con desdén. –Ahora valla, y prepare los baños… en poco ire a usarlos—Thabit dejo a su odiosa “ama” para ir a limpiar los baños que ya por ese día era la tercera vez que los lavaba. 

La señora Tita por su  parte se sentó en una Banca de madera a leer la dichosa carta, pero  no pudo permanecer demasiado tiempo en esa posición pues la emoción la hizo levantarse.

Su querido esposo, el señor Genaro, regresaba a casa después de pasar una larga temporada en la capital del imperio llevando a cabo sus labores como senador.

 Y es que el señor Genaro, esposo de la señora Tita era un hombre honorable, de respeto y gran posición social y por sobre todo una gran cantidad de dinero; lo cual era la verdadera razón por la que su esposa lo amara tanto.

Y como ella amaba las contribuciones económicas y la posición social que esto le permitía debía complacer a su marido en todo; así que como buen romano, la señora Tita ordeno a los esclavos que prepararan la cena, y no cualquier cena una cena de proporciones enormes, para ella, su esposo y la cantidad ridícula de invitados que estarían en la casa el día de mañana.

 

Anubis se había entretenido de lo lindo en el último mes viendo como sus dos juguetes eran humillados por cualquier ciudadano de Roma, en especial por la señora de la casa que a falta de su marido, había desfogado su ira con los egipcios, obligándolos a hacer una misma cosa hasta siete veces en el mismo día.

Y pues el pequeño chacal no podía estar más contento; y ahora en su forma humana sentado en las ramas de un pino, planea como hacer su siguiente jugada.

--se puede saber el por qué de esa sonrisa picara—pregunto una lechuza recién posada en la rama vecina a la cual estaba Anubis.

--¿Isis?... jo ¡vamos! que casi no te reconozco…. ¿Qué te tare por aquí?—ignoro la pregunta del ave.

--no me cambies la conversación… eso es lo que te debería estar preguntando yo a ti—tenia tanto que preguntarle y reclamarle que simplemente no sabía por dónde empezar.

 --heheheh ¿yo, qué hago aquí? Hahaha…. No mucho solo divirtiéndome un poco con los humanos…--sonrió, para luego mirar al ave fingiendo inocencia.

--aff—suspiro cansada—creo que no voy a lograr nada…. Mejor prométeme que no te meterás en muchos problemas—

--No te prometo nada… ahora si me disculpas tengo que ir y afanar la llegada de un hombre con deseos sexuales reprimidos—canturreo, seguido dio un pequeño salto sobre la rama para desaparecer en el aire.

--y ahora que se supone que haga yo lidiando con este…--abrió su s alas y despego el vuelo; aun pensando cómo hacer para detener la locura que estaba cometiendo el chacal.

 

El palacio estaba casi al punto del holocausto.

Toda la servidumbre, la guardia eh incluso la faraona estaban exaltados; de izquierda a derecha, subían, bajaban… simplemente le movimiento no cesaba; hasta se podría hacer la analogía de una colonia de hormigas recolectado provisiones para el invierno.

Y la razón no era otra  más que la visita del  Lugarteniente romano, Marco Antonio.

--Mi Faraona  ya esta lista la mesa para recibir al  invitado—declaro la consejera real.

--Bien, Asenet encárgate de que los sacerdotes estén presentes, para el espectáculo de magia—

--¿tengo que ir al templo?—dijo exaltada.

--obviamente—la miro irritada—¿algún problema?—

--eh… ¡no! ninguno… solo que estoy un poco exaltada por esto de que todo este perfecto, ya mismo acato sus ordenes—dijo la primera escusa que se le ocurrió.

Ciertamente estaba preocupada por la vista del dichoso romano.  Pero lo que de verdad la exaltó es la idea de tener que ir al templo y verla a ella; aun no estaba preparada psicológicamente para enfrentarla.

--entonces que esperas…. Ve, ve—puyo Cleopatra, ya un tanto irritada por la actitud torpe de su “sabia” consejera.

Sin esperar a que la faraona se terminara de irritar, salió corriendo a dar la noticia en el templo.

 Al llegar, rezó cuanta oración se sabía dirigida a todo el panteón para que no tuviera que afrontar sus desdichas, o sea no estuviera su tormento en esos momentos.

Cosa que obviamente no ocurrió pues todos los dioses estaban demasiado ocupados para escuchar los lloriqueos de una humana más.

--¡Asenet!... qué… ¿Qué te trae por el templo?—la verdad ella tampoco esta prepara para ver a su amiga, pero siendo sincera deseaba verla y de algún modo aclarar todo lo que le pasaba por la cabeza.

Y es que después del incidente el mar de emociones, fue vencido frente al meteoro de confusión; ocasionando que ambas callaran,  abrumadas solo atinaron a montarse de nuevo en los caballos y  regresar a sus labores diarias. Y desde ese entonces intentaban evitar cualquier tipo de contacto.

--Yo… yo—“Asenet vamos no te pongas nerviosa”—yo… venia a dar aviso de que todos los clérigos deben estar en la sala comedor para la demostración de magia—todo lo dijo a una velocidad tan alta que la sacerdotisa creyó no entender.

--¡YA OYERON… TODOS A LA SALA COMEDOR!—grito Meriry, para hacer saber la noticia.

--Gracias…--desvió la mirada a la izquierda—creo que estoy un poco nerviosa por lo de la visita del romano--

--Si, todos lo estamos… pero yo… yo no creo que sea solo eso—

--¿ah… no? Y entonces por qué más podría ser—

--bueno yo creo.—Dudo un segundo—No, yo no creo…. Yo quiero, necesito que sea por otra cosa—estaba sonrojada y era muy notorio a pesar de su tono oscuro de piel.

--Oh…--sorprendida—dime acaso tu también quieres, que…--definitivamente ni ella misma sabia como habían salido esas palabras de su boca.

--¡Sí!, si quiero—miro alrededor, cerciorándose de que no hubiera nadie.

 Entonces la acerco y por segunda vez desde que se conocieron, se besaron, solo que esta vez sin que nadie las estuviera forzando.

--¿Crees que esto esté bien?—pregunto la consejera aun con una tonta sonrisa en sus labios

--Que importa… nadie tiene por qué enterase—hablo la sacerdotisa mientras acariciaba la mejilla de su compañera.

--Bueno…  eso se dará con su tiempo –sonrió dejándose querer—bien, ahora señorita será mejor que vayas a la sala; o si no la Faraona me matara  por no hace cumplir sus deseos—palmeo suavemente el hombro derecho de la sacerdotisa para animarla a ir.

--Está bien, está bien… pero no me empujes—avanzo a paso presuroso hasta estar en el marco de la puerta, donde se detuvo en seco.

--Y ahora ¿Qué se te olvido?—pregunto Asenet.

--Esto—corrió para darle un pequeño beso en los labios, luego huyó y desde la puerta le lanzo una mirada llena de picardía.

--Idiota—susurro, con la cara más roja que las telas que adornaban el templo.

 

En la sala comedor la situación estaba animada, los soldados que acompañaban a Marco Antonio disfrutaban tanto de la comida como de las mujeres egipcias que habían sido destinadas como damas de compañía.

Así también los sacerdotes y magos ejecutaban actos; como cambiar de color el agua o convertir simples ramas en serpientes.

Como común denominador tanto Egipcios como Romanos estaban bastante divertidos, y con más razón la Faraona que ilusionada, empezaba a creer que esta reunión por fin daría como resultado un acuerdo de paz con  los romanos; y quizás si estaba de suerte, algún tipo de de trato comercial.

--Cleopatra, querida… necesito que hablemos—dijo serio el general, quien era la única persona que actualmente no se divertía.

--Antonio… ¿no te divierten los magos, si quieres puedo pedir que traigan otra cosa?—

--No, no eso… mira seré directo… Roma quiere tu cabeza y tus tierras—soltó, mirando a la faraona a los ojos.

¿Sorprendida? Claro que lo estaba, pero no como se supondría debería estar en una situación como esta; ya se esperaba algo así de los romanos.

“que tonta fui al confiar, que llegaríamos a un acuerdo” eran su único pensamiento en ese momento.

--Explícate—exigió en tono serio.

--Octavio…—susurro—Octavio, descubrió nuestro romance y que por consecuencia de ello le he sido infiel a su hermana, mi prometida, así que decidió eliminar la tregua que teníamos—explico él en ese entonces lugarteniente romano.

--entiendo—maldecía, la existencia de todos los romanos en ese momento. De nada había servido engatusar a ese estúpido; si al fin de cuentas iban a ser invadidos por un emperador caprichoso.

Y es que la Inteligente y bella Faraona, bien sabía que su infantería no podía competir con el ejército romano, así que convenció de una manera  más personal al  líder de la tropa romana, de parar el ataque e intentar un acuerdo de paz.

¡PERO NADA HABIA FUNCIONADO!

--Antonio… te pido de manera cortes que salgas de mi palacio—definitivamente no quería ver más a ese enano, paliducho y crespo remedo de hombre.

--¡¿pero qué dices mujer? Si he vendió a ponerte sobre aviso; las tropas romanas están sobre la frontera de Turquía. En dos semanas estarán en Alejandría… acabaran  con tu reino en menos de un mes!—grito exaltado, logrando que todos en la sala escucharan la tan desalentadora noticia.

--Egipto no se rendirá… por la madre Isis así será… y Horus nos velara en cada batalla. Así que con todo el respeto que usted se merece Lugarteniente o como sea el cargo que tenga le pido expresamente que se retire, no quiero usar la fuerza—su porte estaba en alto, su orgullo intacto; ejemplo para todo su pueblo.

--como quieras…--enojado tomo su casco en dirección a la salida, siendo seguido por sus soldados.

Una vez el romano abandono la sala de banquetes, la Faraona tomo su cetro y su cayada cruzándolos sobre su pecho.

--¡pueblo de Egipto!… la desgracia está en nuestras fronteras. Los romanos quieren tomar la tierra del Nilo, la tierra protegida por el abrazo de Ra, la tierra de los Faraones, NUESTRA TIERRA… intentamos dialogar con ellos y hacer las cosas de manera pacífica—callo un momento para evaluar la reacción de su pueblo, que en ese momento eran soldados, sacerdotes, magos y algunos nobles.  

--pero ellos se han negado al dialogo…. Y no queda otra más que las armas. Pueblo alzad vuestras espadas y lanzas, defended a la hija de los dioses a vuestra Faraona… !Si los Romanos quieren guerra eso tendrán!—sentencio su discurso.

Las personas que se encontraban en ese momento escuchándola, estaban sorprendidos, asustados incluso confundidos. Con todo lo que hasta ese momento había ocurrido; pero también estaban motivados y darían su vida por proteger la de su faraona.

Hasta la última gota de sangre que se derrame en el desierto habrá valido la pena.

 

--que se prepare la infantería; los romanos están más cerca de lo que desearíamos—dijo a su consejera—ahora necesito meditar todo esto—salió del salón para dirigiste a sus habitaciones.

¿Asustada?.... ¡claro que estaba asustada! Simplemente Asenet no sabía en qué momento una supuesta cena de paz, se había convertido en una declaración de guerra; pero ciertamente lo que si sabía es que esto sería una masacre hacia su pueblo.

Pero por ahora solo le quedaba una opción y esa era dar aviso a los generales de las diferentes infanterías para que se preparen para la guerra.

¿Angustiada?.... no la palabra correcta seria desesperada, o quizás desconsolada; si quizás esta ultima describía mejor lo que Meriry sentía en ese momento; el solo imaginar como el desierto se teñirá de rojo la tenía en su límite.  Necesitaba orar, orar toda la noche y todo el día si es de ser necesario.

Y es que como sacerdotisa…. No sabía hacer otra cosa.

La noche había caído sobre la isla de Siracusa, en la casa de la señora Tita ya todo estaba calmado, todos los preparativos estaba hechos; solo faltaba que llegara el elogiado.

Por su parte los esclavos estaban encerrados ya en las barracas, listos para descansar pues el día de por si fue uno de los más pesados. Pero si se evaluaban las situaciones ser un esclavo en una casa de familia era uno de los más grandes privilegios, para una persona no ciudadana.

--Bueno espero que mañana, no nos pongan  dar tantas vueltas—suspiro cansado Akil.

--Eres un flojo—lo miro con picardía—Flojo, flojo~--canturreo.

--¿A quién le dices flojo? Si fuiste tú el que se la paso todo el día quejándose—fingió enojo.

--pues a ti…--lo empujo con el dedo índice.

--Idiota—

--Oye Akil… he estado pensando…--hablo Thabit.

--Oh valla que sorpresa… ¿ahora también piensas?—Si Akil también podía tener sentido del humor.

--Me alegra, que yo sea tu centro de diversión—sonrió melancólico.

--Estas raro… ¿Qué tienes?—si, estaba preocupado.

--Si, no me interrumpieras ya lo sabrías—lo volvió a empujar con el dedo índice—bueno como te decía, he estado pensado y…. tengo creo que tengo la respuesta a la pregunta que me hiciste esta mañana—

--y que pregunta fue esa—se hizo el desentendido.

--no te hagas el idiota… lo sabes muy bien—

--si bueno, no es como si tuvieras la obligación de responder—

--oh genial… ahora no quieres la respuesta, cuando esta mañana casi me la sacas a golpes—

--no seas exagerado—

--no lo soy—lo miro fijamente—y la diré, quieres o no... Akil, la razón por la cual me quede a tu lado aquella noche es… es… es—“vamos Thabit ¿eres hombre o gallina?”

--¿es?—se hizo una idea—sabes que mejor no continúes…. Y, y déjalo así—Si Akil se acobardo a último momento.

--es…aff… tu rubio odioso…--lo miro enojado—creo, no, estoy seguro TÚ me gustas—callo un segundo—vamos di algo—

--Y… que quieres que diga—suspiro—primero me sales con que… no sabes… y luego con que sabes…dices cosas que deseo oír pero que no quiero oír… sabes me confu… --Thabit cansado de escuchar los alegatos de su compañero, decidió callarlo con un pequeño beso.

--¿Sigues confundido?—sus rostros estaba a milímetros de distanci.

--Cállate, tarado—esta vez fue el rubio quien tomo la iniciativa tomando al pelinegro  para besarlo; su mano izquierda en la nuca para atraer el rostro mientras su mano derecha acercaba las caderas.

Thabit obediente, no pronuncio palabra en cambio decidió que sus acciones hablaran en su lugar.

Acercándose más al rubio, empezó a tomar control de la situación, logrando que el beso llegase a un nivel más atrevido, húmedo y deseoso; jugando con la lengua del contrario, saboreando cada parte del paladar, mientras  las manos del soldado  viajaban desde la nuca del escriba hasta perderse en la tela que cubría  la cadera, entreteniéndose  allí con el trasero del chico.

Akil más animado por las olas de placer, decidió que el también participaría; y con ahincó empezó a despojar al pelinegro de la falda de lino, y la suya propia, logrando ahora  mas contacto entre ellos, poso las manos en los costados de su acompañante, subiendo y bajándolas por toda la ancha espalda de Thabit.

Los gemidos no se hicieron a la espera, cuando ambos miembros se frotaron entre sí.

Ya no había vuelta atrás, ambos estaban excitados, necesitados y ansiosos…  la cordura incluso el lugar donde se encontraban poco les importo, ahora se deseaban mutuamente.

Terminarían lo que hicieron tiempo atrás en aquel pueblucho en el delta del Nilo.

Cansado de estar de pie, Thabit guio al amargado rubio a un montón de paja ubicado en una de las esquinas de la celda, allí lo recostó; una vez más cómodo  repartió besos por el rostro, cuello y pecho del mayor saboreando la piel y las ligeras gotas de sudor que se empezaban a formar sobre el blanco torso; deleitándose a su vez con los pequeños jadeos que soltaba el rubio.

Con la meta de hacerlo gemir con más fuerza como entre sus dientes el pezón del oji-claro, chupándolo mordiéndolo, delineándolo con la lengua, hasta ponerlo totalmente erecto.

Akil por su parte solo se dejaba hacer, no en ese momento no tenia mente para pensar en otra cosa que no fuera disfrutar de lo que le hacia su soldado, sin embargo su mente recobro algo de lucidez cuando sintió humedad sobre su miembro, instintivamente cerro las piernas.

--¿Qué… qu… qué est… haciendo?—jadeante, sudado y por sobre todo muy, muy excitado, logro articular media frase.

----Cállate y disfruta—acto seguido, volvió abrir las piernas de Akil posando sus manos en la cara interna de los muslos, para tragarse de un solo bocado el pene del rubio.

Primero succiono, provocando un grito de placer por parte del rubio. Seguido hizo gala de su maestría en esos temas; usando la lengua, los labios eh incluso un poco los dientes. Simplemente Akil veía la gloria; elogiando mentalmente la diestra boca que le practicaba la felación.

--Thabit… quita… mee corro…--anuncio, a lo que su acompañante detuvo toda acción.

La mirada de reproche del rubio, era todo un poema.

--Tranquilo… esto lo disfrutaras mas así paciencia—dijo suave, para luego dedicarse a besar el cuello del escriba.

Akil sabía lo que seguía, no era tan inocente, la cosa es que si le daba un poco de nerviosismo; sin embargo se hizo a la idea rápidamente, por dos razones: la primera estaba demasiado excitado como para detenerse en ese momento, y la segunda es que si es con Thabit, todo estaría bien.

Lo que ocurrió luego, no se lo espero ni en el más loco sueño, ni siquiera en su más retorcida fantasía. Thabit se había ubicado a horcadas  sobre él, tomo su miembro y se auto penetró. Iba a reclamar, cuando recordó que no tenía nada que reclamar, así que simplemente se dedico a disfrutar como el pelinegro soldado cabalgaba sobre él.

Pronto, y después de acostumbrase a tal bestial acto de haberse empalado, por propia voluntad y mas encima sin ningún tipo de lubricante, empezó a moverse a ritmo pausado, siendo acompañado por la cadera del rubio que parecía estar disfrutando de lo lindo pues gemía bastante alto.

Me mantuvieron así cerca de diez minutos antes de que Akil llegara a su límite y finalizara con un gutural gemido, anunciado así la llegada de un monumental orgasmo.

Thabit se dejo caer al lado del escriba; para poder descansar. Hoy definitivamente había sido un día agotador.

 

 

 

 

Notas finales:

bueno eso es todo, por hoy espero les sea de su agrado...

y pues de verdad espero sus RW

 

por cada RW que me llegue se detendra en un 5% el calemtamiento global....

así que si quieren un planeta verde dejen RW

jajajajajaja ok no con eso no se juega :)

bueno bye bye


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