Capítulo XXVII
¡Sorpresa!:
El rubio mayor se removió incomodo por estarse asfixiando con el abrigo, aun le costaba creerlo, Noa, su adorado primito estaba allí y… ¿Estaba allí?... Noa estaba allí, se quedo estático, petrificado por completo al comprender el significado de que su primo se encontrara en ese lugar y las lagrimas le bordearon los ojos.
Noa se tardo un poco más en comprender la presencia de un familiar que no fuera su padre y al igual que el otro rubio se lanzo a llorar en los brazos del pelinaranja, su efímera felicidad se convertía en lágrimas saladas de dolor.
—Esta es la pregunta más idiota que he hecho…—El pelinaranja se apartó de Noa y abrazo por la cintura a Val —… ¿Ustedes se conocen?
El rubio menor miro a la pareja con estupefacción para luego volver la vista al otro rubio y contestar con un ligero cabeceo que si se conocían.
—¿Noa que haces aquí? —Lo voz de Nicolás parecía rota en miles de pedazos aun con la capacidad para cortar a quien se atreviera a interrumpirlos.
—Yo…—El menos de los rubios se abrazó a si mismo—… yo soy un cazador de vampiros igual que mi padre…
A Nicolás no le parecía gracioso, aun así se rio como un desquiciado sosteniéndose de Vialer, ahora todo el mundo pertenecía al mundo de la noche y él pobremente dormía en la idea de que los humanos eran únicos.
—¿Y que haces tu aquí Nico? —Noa se froto los brazos, sentía frio, la fría indiferencia de esa mirada violeta y su posesivo abrazo al moreno de largo cabello.
Nicolás volvió a reír apartándose de Vialer con un empujón, su humor comenzaba a empeorar y no sabía como decirle a su primito cazador que ahora era un vampiro.
Sin más se acercó a Noa y le mostro el cuello aun con las mordidas frescas en la carne, no necesitaban más palabras, siempre se comprendieron sin ellas de niños y Noa tuvo que contenerse para no hacer ninguna tontería con el resto de vampiros que acompañaban a Nicolás.
—Bueno…—El de cabello naranja se alejó de Val y miro a los otros—… es hora de irse…
Nicolás tomo la mano de su primo y salieron a la superficie, el aire limpio se metió en sus pulmones sacando el asqueroso aroma de la cloaca y como la noche estaba a punto de acabar y aun no activaban la esfera, se dividieron en grupos para ello.
Al separarse del resto, estaba aterrado, Noa se había marchado con el rey a regañadientes que aseguraba que el único que podía activar la esfera era precisamente él, Vialer, Val, Chia y el resto de la familia del moreno se negaban a dejarlo ir solo y él se encontraba en la punta del monumento a la paz, Vyaron lo nombro de esa forma pero sabia que ese solo era un edificio viejo que en sus buenos tiempos fue un teatro de los más hermosos y aunque conservaba su vieja gloria, ya nadie tan siguiera le prestaba atención.
Entro por la maltrecha puerta y subió lentamente a la azotea del lugar, la luna brillaba aun en el cielo, pero a lo lejos se notaba el fulgor de un día próximo, reviso todo a su alrededor, el lugar inspiraba temor, soledad… tenia en cada esquina una estatua de león alado que fingían gruñir a los cuatro puntos cardinales, miro hacia el centro, allí donde otra estatua se alzaba imponente, era un león igual que los otros, solo que este tenia los ojos cerrados en un mutis de sufrimiento y estaba sentado al estilo de un perro altivo con la cabeza en alto.
Nicolás puso la esfera en la boca de la estatua tal y como le había explicado el pelinaranja que lo hiciera, se apartó unos pasos para ver que pasaba pero nada, golpeo con el pie el concreto de la terraza y se acercó moviendo una vez más la esfera por si la hubiera movido más de lo necesario, suspiro soplando el polvo del rostro de piedra, entonces, la boca del león se cerro apresando fuertemente el objeto y abriendo los ojos que mostraban un vacío total de oscuridad, lentamente lagrimas tan negras como la brea descendieron de los ojos abiertos completamente, la sustancia a pesar de haber caído hacia el suelo se elevaba, haciendo ver el suelo como el techo de algo.
Escucho un repiqueteo constante, giro sobre sus talones y abrió mucho los ojos al notar como las lágrimas negras nacían de la piedra a borbotones y volvían hacia el cielo.
El rubio trastrabillo confundido, sintiendo que estaba parado de cabeza, las lágrimas negras se enredaron en sus piernas, estuvo a punto de vomitar en el instante en que el mundo parecía haber dado un giro completo y la luna brillaba alta, enorme y eterna en un firmamento plagado de estrellas.
—Al fin…—Escucho, la percepción de su entorno era diferente, se trataba de la vieja cuidad donde él había vivido siempre pero había algo en el aire que era completamente disímil—… bienvenido a la ciudad de la noche Nicolás…
Se giro de inmediato, el rey descansaba su peso sobre una de las estatuas, fumando un casi extinto cigarrillo. Volvió la vista a la ciudad.
—Todo se ve igual…
El adolescente detrás de él lanzo una columna de humo.
—Pero no es igual…—Tiro la colilla hacia el vacío—… aquí la noche nunca acaba.
—¿Y eso como nos ayudara a ganar una guerra?
El otro se paseo por la terraza con esa elegancia de muerto en vida.
—Puede que no nos ayude a ganarla, pero evitara que inocentes mueran…
Y salto hacia la calle llevándose consigo a un aterrado Nicolás.
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Linca se encontraba abrazado a Dereck cuando algún demente activo la noche eterna, la guerra estaba ya fijada en un campo de batalla que no les daría descanso a ninguna de las especies involucradas.
—Dereck despídete de tu novio, su majestad nos ha llamado…—Interrumpió el pelirrojo de cabello largo—… no hay tiempo que perder…
El castaño intento separarse del rubio de ojos rubíes sin lograrlo ya que su cintura se encontraba aprisionando por los fuertes brazos del lobo.
—Linca suéltame…—Se quejo girando para encararlo ganándose un beso apasionado—… eso no va a funcionar, déjame, me están esperando…
—Me importa poco cariño quien te espera, tu eres MI hembra y te VAS a quedar al lado de tu macho. —Le había tomado del rostro con cierta rudeza, sus ojos rojos lanzaban una muda advertencia.
Dereck se estaba preocupando, Ezequiel tenia paciencia pero…
—¡QUE TE APURES MOCOSO! ¡Las guerras no se ganan solas! —Raúl era otra historia y si alguien podría compararse con el carácter impertinente, impetuoso y necio de Linca era precisamente Raúl. —¡Ya deja a Dereck, pulgoso! No se esta yendo para siempre…
Y Linca, como un macho orgulloso de su clan no iba a dejar que nadie le llamara de esa forma tan irrespetuosa soltó al castaño y se lanzo contra el moreno de ojos claros dispuesto a morderlo hasta la muerte, este, también dispuesto a pelear más por placer que por orgullo se lanzo contra el lobo, Linca sabia que los cazadores de la orden Celestial eran especial, pero aun no entendía hasta que punto el linaje podía ser tan peligroso.
En un inicio peleaba a muerte como un licántropo adulto con un cazador y al otro estaba luchando con otro licántropo mucho más adulto que lo termino sometiendo en el piso como si se tratase de un cachorro recién nacido.
—Y queda te allí si no piensas ayudarnos…—Raúl aparentaba los 30 años, mientras Ezequiel los 25, la realidad era nefastamente contraria, ambos tenían ya 500 años de edad y sus cuerpos jamás se iban a marchitar.
Linca gruño en respuesta, herido y derrotado pero con todo su orgullo completo, estaba de más reconocer que los cuñados que le habían tocado harían más divertida la situación.
—¿Quién dijo que no ayudaría? —Ezequiel sonrió con la misma dulzura de Dereck—… si el rey vampiro gana esta guerra nos quera de mascotas por nuestra inactividad, no pienso servirle a ese tonto…
—Cuando conozcas al rey de los vampiros vas a tener que lavarte el hocico pulgoso, ese hombre no es nada parecido a sus antepasados… —Raúl sujeto de la mano a Dereck y desapareció rumbo al punto de reunión acordado.
El rubio lanzo un bufido al aire mientras el pelirrojo lo observaba.
—Si claro… otro vampiro que se cree mesías…
—Con todo respeto, el nuevo rey no es tan malo como su antecesor… —Sonrió mirando el horizonte oscuro—… y esta vez las cosas si se harán bien.
Linca negó con la cabeza convirtiéndose en un lobo de pelaje rubio, tomo la mano del pelirrojo y lo obligo a subírsele en el lomo, a Ezequiel le pareció tierno por que el rubio pensaba hacer puntos extras con quien era accesible. Si supera que en cuanto Raúl los viera llegar así volvería a quedar sometido en el piso.
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—Señor…—Un hombre de cabellera café oscuro entro en la habitación seguido de otro con el rostro cubierto por una capucha y que llevaba sobre los hombros a dos personas más, completamente inconscientes—… la base esta establecida en el limite de la cuidad nocturna y…—Miro de reojo al encapuchado—… hemos traído a las tres personas que pidió estuvieran aquí.
—Perfecto…—Respondió el castaño desde su sillón donde contemplaba la belleza cautiva que mantenía sedada desde hacia algunas centurias—… envía al sujeto 1 por mi nuevo hijo…
El cazador asintió con la cabeza en un gesto solemne, escribiendo un papel y entregándoselo al encapuchado que dejo en el suelo a los otros dos y salió listo para cumplir la misión encargada.
El cazador castaño se levanto de su sillón después de haber expulsado al cazador de la habitación, miro el rostro del que dormía y sonrió con malicia, sus deseos… eran indudablemente ordenes que el destino se vería obligado a acatar.
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Miro su reloj de pulsera y suspiro, habían convocado la reunión hacia unos 10 minutos atrás y al parecer ningún representante de las especies de la noche iba a parecer para luchar.
—Majestad…—Nicolás se sentó a su lado—… ¿Y si no vienen?
Los ojos verdes de Vialer se dilataron al máximo, no solo por la cercanía mantenido entre los otros dos, si no por el terror de que la guerra se prorrogara más de lo debido.
—Calla Nicolás, ese montón de cobardes van a venir… y aunque tarden, no están dispuesto a perder la libertad ante los cazadores…
—Estoy de acuerdo con eso…—Murmuro el de cabello naranja—… van a venir.