Estaba seguro de que no podría convencer fácilmente al castaño, pues este estaba decidido a convertirlo en una especie de juguete suyo.
Pero era necesario que el entendiera de una vida que no había posibilidades de que ambos se mantuvieran juntos. Por el bien de su hermana, por su propio bien y… por el bien de Kaiba también.
Seto escucho que el rubio llegaba e invento una mentira para que Serenity no lo siguiera. Ella parecía tranquila pero el no quería que su casi pacífica vida se arruinara.
Al verlo Joey supo que había llegado el momento de poner en acción sus múltiples planes.
--¡Tenemos que hablar!—le dijo Seto en tono demandante.
--¡En eso pensaba!—le respondió el otro en tono cortante y dirigio su mano hacia delante para mostrarle el camino hacia donde quería ir. Kaiba entendió y fue hacia la biblioteca que era el camino escogido por el rubio.
Entraron y lo primero que hizo después de cerrar la puerta el ojos mieles fue asegurarla con llave.
--Veo que comienzas a usar la cabeza, perro—dijo el otro acercandose como un gato a un canario. Recibió una mirada que lo hizo detenerse.
--Deja de hablar sandeces y presta atención a lo que te dire porque no pienso repetirlo. Es hora de que tu y mi hermana agarren sus maletas y se vayan. Su tiempo de gracia se acabó aquí—dijo muy firme el ojos mieles mientras vía a los ojos azules del otro con una decisión inamovible.
--¿De que rayos estas hablando?¿De donde sacaste la idea de que puedes decirnos cuando tenemos que irnos?Tu padre es el que nos ha invitado y por lo tanto solo el es el que…--dijo molesto el castaño al ver que el otro intentaba sacárselo de encima de una manera tan burda.
--Deja que te lo diga de una forma más elegante. Es por su bien. ¡Váyanse ya! Mas adelante podrían arrepentirse—dijo el joven Wheeler.
Seto así lo interpretó como una amenaza hasta que se dio cuenta de que el rubio solo intentaba alejarlos de un peligro inminente.
--¿Que sucederá aquí?—pregunto sin rodeos.
--Aún no lo sé pero no quiero a mi hermana aquí cuando ocurra—contesto el otro.
--¿Y a mi?—pregunto para sorpresa de Wheeler, su sorpresa se reflejo en sus ojos por un segundo, luego retornó a su fría modalidad y le contestó mientras volteaba hacia la puerta—¡Deja de jugar esos estúpidos juegos--.
Seto detuvo su andar y obligándolo a mirarlo le preguntó--¿Es que aun no te das cuenta que no es un juego para mi?—Sus labios estaban a milímetros de los de Joseph mientras lo decía y el rubio debio esforzarse mucho para resistir la tentación de tocarlos on los suyos pero estaba decidido.
--Aún no te das cuenta.¿No es así?Esto termina ahora—delaró el rubio.
--No. ¡Estas equivocado! Esto termina cuando yo lo diga—dijo entre molesto y preocupado el ojos azules.
--No es así. Esto termina aquí y no hay vuelta atrás—dijo Joel e intento irse pero el otro lo detuvo, lo rodeó con sus brazos y puso sobre los suyos sus labios en un beso apasionado que por la sorpresa el rubio no correspondió y luego con enojo por el acto cometido empujó a Kaiba y lo abofeteó para luego dirigirle la mas asesina de sus miradas. --Voy a resolver unos asuntos, solo espero que cuando vuelvas te hayas vuelto en alguien mas razonable y decidas marcharte. No deseo que mi hermana sufra y yo tengo cosas por hacer. ¡No te quiero aquí!¡Tu solo estorbas!—añadió antes de irse.
Seto quedó helado. No solo había sido rechazado y golpeado sino que le habían insultado de una forma nunca antes conocida por él. “Me estorbas” se había dado el lujo de decirle. Pasaron quince minutos antes de que el empresario comenzara a moverse de nuevo.
Pero se las pagaría. Y pensar que se había preocupado por ese bastardo. De pronto decidió que el condenado rubio no valía la pena ya sino para vengarse del insulto recibido.
Solo en su cuarto esa noche el ojos mieles recibio la visita de los recuerdos que se le agolpaban en la mente. Recuerdos de besos. Recuerdos de piel suave y húmeda bañada por el dulce aroma a castañas, rosas blancas y agua de mar. Recuerdos que no lo dejaron dormir en toda la noche.