Solo en su cuarto esa noche el ojos mieles recibio la visita de los recuerdos que se le agolpaban en la mente. Recuerdos de besos. Recuerdos de piel suave y húmeda bañada por el dulce aroma a castañas, rosas blancas y agua de mar. Recuerdos que no lo dejaron dormir en toda la noche.
Joseph intentaba sin éxito olvidar lo que había soñado mientras bajaba las escaleras para ir al desayunador sin saber que se estaba acercando una tormenta que planeaba llevarselo como una víctima.
Su hermana le miro desde debajo de dicha escalera con los ojos llorosos. Su padre le miraba con reprobación y en ese instante supo que se avecinaban los problemas.
--¿Qué rayos te crees Joseph?—preguntó Johan.
--¿Por qué lo hiciste Joey?—preguntó su hermana.
--¿De que hablan?—pregunto el susodicho.
--Tu hermana, no sé. ¿Yo quiero saber como rayos pudiste atreverte a tomar semejante decisión sin consultarmelo?—pregunto su padre.
--¿Cual decisión?—pregunto el rubio.
--Negarle el préstamo a Kaiba—dijo su padre mientras Serenity se acercaba a su hermano y le abofeteaba.
--¿Y que rayos pasa contigo?—preguntó entre consternado y enojado el ojos melados.
--¿Y lo preguntas? Tu le dijiste a Seto que acabara su compromiso conmigo—respondio su hermana con los ojos aun llorosos.
Tras ella apareció el castaño con un semblante nada auspicioso. Su mirada le dijo a Wheeler que esto era lo que debía esperar de el desde ahora.
Joey sintio un nudo en la garganta. En el fondo conservaba una pequeña esperanza de que la inagotable atracción que existia entre ambos le hiciera excusarlo y no desistir de su empeño de estar con el, pero la realidad le estaba causando gran dolor al rubio.
--No veo el porque de este alboroto—dijo el ojos mieles retrucando al otro en su juego—Ya que todo eso es mentira. Sabes muy bien padre que yo no haria una cosa como esa. Lo que pasa es que el señor Kaiba me ha propuesto un negocio a tu espaldas y yo indignandome le he pedido que se retire de esta casa. Lo que a ti te haya dicho Serenity solo pertenece a su imaginación y a sus ganas de dañarme—concluyo dando por tierra con las ansias del otro con esas simples palabras.
Como Joseph se mantenía mirando detrás ellos voltearon para ver la imagen del frustrado Seto quien viendo la batalla perdida prefirio quemar su última nave.
--¿Antes de mentir así no prefieres decirles lo que en verdad pasó?¿No les diras que en verdad todo esto es porque nos acostamos juntos?—preguntó el castaño desestabilizando a todos.
--¿Cómo puede inventar una mentira semejante?—pareguntó Johan Wheeler con mirada furiosa. --¡Largo de mi asa ya!—grito como un poseso.
Ese mismo tanto Seto como Serenity abandonaron la casa de los Wheeler.
Habían pasado 6 meses desde la despedida apresurada en casa de los Wheeler y ninguno de los dos amantes había vuelto a tener contacto. Joseph se dedico a la búsqueda de la verdad y para eso dejo subrepticiamente de tomar las pastillas con que lo habian medicado y había consultado a otro psiquiatra que lo trataba y que había llegado a la causa de sus lagunas de memoria. Una combinación de medicamentos psicotrópicos y de hipnosis.
Gracias a su nuevo tratamiento el rubio había logrado grandes progresos, entre otros recordar la primera vez que estuviera el castaño y así supo verdaderamente cuan manipulador y malvado era su padre. Tambien recordo la primera conversación que con el sostuviera después de volverle a ver y tras la cual el otro lo internara en una clínica particular para ser “rehabilitado” de sus ataques paranoicos.
Entonces el mayordomo de la casa Wheeler hizo un importante descubrimiento que reporto a su jefe. Una receta escrita por un medico no conocido por ellos que Joseph había olvidado en el bolsillo de una chaqueta que se saco antes de tomar un baño, el cual aun estaba tomando.
--Esto puede ser importante—dijo Johan.—¡Investigalo!—ordenó luego lo cual el otro hizo, descubriendo que se trataba de un prestigioso psiquiatra. Después se entero de que el mas joven de sus amos se atendia a escondidas con el susodicho y al saberlo se dio cuenta que tenia la basa de su venganza en la palma de su mano. Solo le costaba decidir que hacer con esa información. Si simplemente darsela a su jefe o usarla en su provecho de distinta manera antes de hacerlo.