Su ánimo se hallaba apagado después de haberle dado a proporcionarle a Sebastián lo que le había exigido.
Bajo las escaleras con animo abatido y se encontró a su padre al pie de estas con cara de pocos amigos.
--¿Padre que pasa?—preguntó con inocencia.
--No te hagas el inocente. Sabes muy bien lo que sucede—dijo Johan alargándole un papel.
Era la boleta que encontrara Sebastián en el bolsillo de Joseph. Al verla éste supo que el otro le había traicionado.
El rubio cambio su mirada y su padre supo que estaba viendo al joven que años antes atrapara.
--¿Con que derecho tu…?—trato de preguntar el enojado padre.
--No. ¿Con que derecho tu me hiciste esto?—pregunto su hijo a su vez subrayando el pronombre. – ¡He recordado lo que me hiciste! Y ni tu ni tus esbirros podrán hacer lo que quieran por mas tiempo—exclamó el joven. Dentro de un pequeño rango se sentía vencedor.
--¿Que has hecho Joseph?—preguntó su padre.
--Me has enseñado demasiado bien padre—le dijo el otro. –Y créeme que vas a lamentarlo—añadió luego—El cachorro del lobo ha sacado a su padre de la manada--.
--Te pregunto de nuevo. ¿Qué has hecho?—preguntó de nuevo el mayor.
Sebastián que como siempre se hallaba cerca oyendo la nerviosidad de su jefe apareció en escena.
Joseph lo miro sonriendo lobunamente—He convencido al directorio que lo conveniente es retirarte de tu cargo y del banco ya que por tu edad y por tu historial medico no podrás seguir mucho tiempo en él—dijo el hijo.
--¡No puedes hacer eso!—exclamo Johan.
--¡Ya lo hice!—respondió Joseph.
--¡No te saldrás con la tuya! Iré ante el consejo y les diré… --dijo el ojos azules.
--Padre, no quería llegar a esto—dijo el ojos mieles pero era evidente que esta era la frutilla de la torta para él y que sus dichos eran mentira. —El consejo se ha enterado de que puedes ser acusado de un grave delito y no desean que el banco se vea mezclado en un escándalo—agregó.
--¿Grave delito?—preguntó su padre. No entendía de qué hablaba.
--Tu y tu fiel sirviente—dijo el joven apuntando a Sebastián—Han cometido graves delitos sobre mi persona que entre yo y un especialista atestiguaremos en un tribunal si no te tranquilizas y corres a este bastardo. Porque a el si pienso acusarle de chantaje--.
--¿Chantaje?—preguntó Johan volteando a ver a su asistente que se puso blanco.
--El me chantajeó para no darte los datos que ahora te dio y lo peor no es que no cumpliera su palabra. ¿Por qué no le dices a mi padre lo que me pediste a cambio de mi silencio?—explicó Joseph.
5 meses pasaron antes de que castaño y rubio volvieran a enfrentarse. Los ojos de ambos de nuevo se encontraron en el lugar más impensado.
Joseph como director general del GTB debió asistir al congreso del banco mundial que se celebró en las oficinas de la ONU en Nueva York, Estados Unidos. Debido a una urgencia fisiológica debió disculparse para ir al baño.
Seto Kaiba era el renombrado dueño y presidente de una de las corporaciones más grandes del mundo abocadas a la tecnología y tenía una reunión con la comisión de energía del mismo organismo. Sufriendo también una emergencia cuando uno de los meseros asistentes le derramó una taza de café encima. Por lo que fue al más cercano de los baños en el edificio.
Joey tardo un segundo en pestañear cuando se vio de frente con sus ojos azules. Kaiba un momento después se dio cuenta que en realidad estaba ante el ojos mieles y que no eran imaginaciones suyas.
--¿Qué rayos haces aquí?—pregunto el rubio con titubeante voz.
El castaño no respondió limitándose a ir hacia él y besarlo en un apasionado arrebato. Había sido demasiada la espera para él.
--¡Espera!—le pidió Wheeler.
--¿No crees que ya he esperado demasiado?—preguntó Seto separándose un milímetro de su boa para mirarlo intensamente, luego volvió a besarlo para no separarse de el por varios minutos.
--No respondiste a mi pregunta—dijo Joseph después de recuperar el aliento.
--No vine por ti si es lo que quieres saber—dijo el otro y observo cierta tristeza en el ojos mieles al oír eso. –Pero lo hubiera hecho de haber sabido que estabas aquí—añadió después. –Estoy aquí en una reunión. ¿Tu?—preguntó luego.
El banco mundial se reúne—dijo el otro en contestación.
--Entiendo. ¿Te queda mucho?—pregunto el castaño.
--Apenas un par de horas. ¿Por qué?—pregunto el otro.
--Debemos hablar. ¿No ges?—preguntó Kaiba.
--¿Y mi hermana?—preguntó el rubio.
--No tenemos que ver hace 5 meses—respondió el ojos azules.
Mientras tomaban un café no encontraron las palabras para remediar todo lo ocurrido y todo hubiera acabado así si Seto no se hubiera enfurecido. Joseph también enfureció en consecuencia. Los dos se encontraban frustrados por lo mismo sin advertirlo. Joseph se paro de la mesa y dejo el café tomando un taxi y Seto le siguió en un impulso.
Wheeler sintió una presencia mientras abría la puerta de su habitación de hotel de hotel y volteo para ver quien era. Unos brazos lo atraparon y giraron su llave para abrir la puerta y lo empujaron dentro.
--Tú me lo arrebataste todo. Ahora yo haré lo mismo—dijo Sebastián con una navaja en la mano.
Joseph estaba asustado para que desmentirlo. Sebastián era un tipo peligroso.
Justo cuando se lanzaba contra él mientras el rubio se preparaba para luchar contra la misma muerte como fuera la dichosa puerta se abrió. Sebastián volteo distrayéndose pero no fue lo suficientemente rápido y el recién llegado lo nockeó.
--Ya es la segunda vez que te salvo de este tipejo. Mas vale que me pagues por ser tu guardaespaldas—dijo Seto con su mirada de superioridad y su apariencia cínica.
--La primera vez creo que te pagué—dijo el ojos mieles.
--Exijo el mismo pago entonces—respondió Kaiba acercándosele para besarlo apasionadamente.
Sus labios se exploraban lentamente, intensamente, saboreando cada milímetro como si fuera la última vez que se encontraran. Deseaban tanto estar juntos que sería imposible separarlos en ese momento.
Las manos viajaban súbitas y fuertes haciendo suyo el territorio que exploraban. Un dedo furtivo entro en la más secreta de las recámaras y exploro de manera concisa el lugar antes de invitar a sus compañeros por turno. Guando todo estuvo listo la unión se hizo completa.
Seto miro el rostro hermosamente húmedo del ojos mieles y su intensidad le embrujo de nuevo. Era en ese momento y sólo en ese momento en que el castaño se permitía dejar fluir no solo su cuerpo sino la intensidad de los sentimientos guardados por mucho tiempo en su corazón y es que siempre se había sentido atraído por ese rubio que lo retaba, que se le trataba de imponer y que a sus espaldas siempre lo había apoyado como supo por conocidos en común.
Es que el castaño no solo lo deseaba intensamente, no solo lo hesitaba como al aire, en el fondo de su alma, donde muy pocos lograban acceder, le quería, le adoraba. Era tanta la necesidad que sentía de el que se propuso raptarlo para sí, para que jamás volviera a abandonarle.
Después de todo se trataba de su cachorro.
“Su cachorro de lobo”, pensó con una sonrisa gentil antes de que el clímax se llevara toda razón en los dos y primaran los sentidos mas primitivos y el placer.