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El hijo de la luna y el ladrón del libro por Yoshita

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Notas del capitulo:

Segunda entrega (y obvio las notas del capítulo las he editado). Gracias y disfruten.

El joven de cabello negro despertaba temprano de mañana, como todos los días. Su hogar no era más que una casa en el árbol que había construido con su viejo 15 años atrás. Era lo suficientemente grande para él y su padre. Todo estaba en desorden, la dañada cama y la improvisada mesita de noche, el suelo y el armario, la cocina, todo, con excepción de la repisa de la esquina, llena de libros que había comprado, le habían regalado o había robado. Ese era el único lugar en ese desordenado cuarto y ese sucio ambiente que estaba limpio, sin polvo y completamente organizado.

-Tsk, tendré que ir a buscar el desayuno - se paró de su cama, calzó sus viejas botas de cuero café, acomodó el suelto pantalón negro, ajustó la correa y se puso la camisa blanca de botones, dejando los dos primeros abiertos.

Saltó fuera de la casa del árbol que quedaba a las afueras del pueblo y se integró en la plaza, pasando desapercibido. Robó un pan, un poco de queso y jamón y una taza de té caliente y se sentó en el borde de la fuente en el centro de la plaza. Comió en silencio pensando en los planes que tenía para ese día: ninguno. No había nada interesante, ya había leído todos los libros de la biblioteca y se había recorrido todo el pueblo, cada estatua, cada rincón y cada secreto habían sido descubiertos por el joven Xanxus.

Pasado su desayuno y su indecisión, comenzó a deambulas por las calles adoquinadas sin un objetivo específico. Soltó un bostezó de completo aburrimiento, como usual, no podía esperar algo extraordinario de un pueblo que lo único que hacía era ruido. Camino a la plaza a intentar robar algo más, dio vuelta por el frente del castillo de los reyes y vio a un guardia con una caja, siendo escoltado por otros 10 guardias más, ¿qué habría dentro de esa caja y por qué era tan importante?

-¡Llegó! ¡Llegó Las mil y una noches! ¡Llegó! ¡Llegó! – el príncipe gritaba desde el torreón del castillo.

Las mil y una noches.

-Parece que es mi día de suerte – era el libro que había deseado conseguir hacía mucho tiempo, el único libro que había logrado esquivarlo por unos 7 años. Había escuchado maravillas acerca de esa obra, pero no había tenido la oportunidad de leerlo, simplemente porque no había un solo tomo en el pueblo. Él podía dar garantía de ello. Era su oportunidad.

Observó con cuidado su alrededor y contó la totalidad de 13 guardias: el que cargaba la caja, los 10 que lo custodiaban y los dos de la puerta.

-Manos a la obra- tronó sus dedos y movió la cabeza de un lado a otro y se lanzó contra los hombres armados.

Uno, dos, tres puños y se fueron los tres primeros guardias.

-Escorias - les dijo cuando vio que los guardias sacaron sus espadas - ¿es miedo? ¿Incompetencia? ¿Me importa? No – habló con calma y con unos cuantos golpes, dejó a otros cinco fuera de combate - van ocho, faltan cinco - pateó a los dos guardias de la puerta lo más lejos que pudo, golpeó a los guardias restantes, se limpió la sangre de las varias heridas hechas con la espada y recogió la caja justo en el momento en que el príncipe y su guardia abrían la puerta. La sonrisa de satisfacción que se dibujó en su rostro le causó un escalofrío al príncipe.

-¡Detengan al ladrón! ¡Se lleva mi libro! – Exclamó con su dedo alzado, señalando al moreno.

Comenzó a correr en dirección al bosque aledaño al pueblo, al menos era el único lugar donde sabía que los guardias no tendrían la facilidad de moverse, además, las miles de escapadas anteriores le daban la ventaja. Miró a su espalda y torció el gesto, ¿era el príncipe un caprichoso mimado? Lo era, pero, ¿tantos guardias por un libro? Internado en el bosque, se fijó que, aunque la cantidad de guardias había disminuido, aún tenía unos cuantos pisándole los talones.

- ¿La basura no se cansa de molestar? – murmuró y dio una curva cerrada luego del filo de una piedra. Se enfrentó con un largo bosque de árboles con denso follaje – la mierda no persigue ni escala árboles – se adentró en el campo de árboles y al encontrarse con un muro rocoso al final, escaló un árbol.

-Esto es lo que merezco – comenzó a leer luego de limpiarse las heridas.

 

 

Llevaba un buen tiempo leyendo cuando escuchó un estornudo.

- ¿No ves que leo? Cállate, joder - pero luego cayó en cuenta de que eso no debería suceder porque se suponía que estaba solo en el bosque.

Se asomó hacia abajo, buscando el origen del estornudo y se quedó mudo: debajo de él había una pequeña saliente de tierra de la montaña, una en la que no había reparado desde la superficie por el follaje de los árboles. Al parecer la única vía de acceso era por los árboles que la rodeaban. Era una simple planicie con césped verde que crecía bajo, un pequeño estanque al cual caía una cascada y una cabaña al lado izquierdo, pero no fue eso lo que le impresionó y distrajo, sino la persona que había estornudado: sentado cruzado de piernas, yacía un muchacho leyendo bajo el sol mañanero, sus largos cabellos blancos, que le llegaban a la cintura, estaban sueltos y brillaban al sol, su piel blanca se confundía con la camisa blanca que llevaba. Absorto por el muchacho, fue el sonido de un ronroneo gutural lo que lo hizo percatarse del depredador que lo asechaba. El felino se hincó sobre sus patas traseras y saltó hacia el desprevenido muchacho, acto que casi arrancó un grito al espía. El muchacho del prado recibió de lleno el ataque del felino, cayendo sobre su espalda, sus brazos empujaban el hocico del animal lejos de su rostro.

-¡Vooooi Bester! Te dije que te esperaras, pero vale ya, que impaciente – el chico agarró la espada que estaba a su lado y la blandió frente al felino - ven, bola de pelos.

Xanxus vio como se enzarzaron en una pelea de práctica el humano y el felino y no podía apartar la mirada del albino, detallaba cada movimiento, cada estocada, cada esquivada del zarpazo del felino, estaba embobado por los movimientos fluidos del muchacho. Se acercó un poco más al borde de la rama, pero esta cedió ante su peso y lo hizo caer sobre el prado, sorprendiendo tanto al espadachín como a su mascota.

Notas finales:

De nuevo editado. Siendo sincera, no recordaba absolutamente nada de esta historia, así que es como si leyera un fic nuevo para mi, o casi. En fin, mejor redacción, puntuación, signos, tiempor verbales, sintaxis... casi todo. El capítulo original tenía 880 palabras, el capítulo editado tiene 1092. Hands up.


Gracias por todo.


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