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El hijo de la luna y el ladrón del libro por Yoshita

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Notas del capitulo:

Disfruten :)

Edit: yo y mis caritas de hace ocho años. En mi defensa, no he corregido porque andaba escribiendo La teoría de Pávlov y créanme que vale la pena, es otro XS.

Seguiré editando esto por partes. Si soy sincera, no recuerdo qué sucede en este capítulo, así que, bueno, aquí vamos.

 

 

Como todas las mañanas, Squalo despertó temprano y, como todas las mañanas, se sintió reticente de salir de las calientes y cómodas sábanas del futon, que se sentían extrañamente más cómodas de lo usual. Abrió los ojos, parpadeando repetidas veces e intentando enfocar su alrededor. Lo primero y único que captó su atención fue el rostro moreno de Xanxus  pocos centímetros del suyo. Los eventos de la noche pasada le sentaron como un balde de agua fría, él se había dormido sobre la enorme bola de pelos que tenía de mascota, ¿cómo había terminado en el futon, junto con Xanxus, y medio abrazados a lo romance?

- Se despertó a mitad de la noche y me vio congelado, estúpido – a su costado, Bester ronroneaba dormido - supongo que no me hará mal quedarme otro rato aquí – se acomodó como pudo entre los brazos del moreno y cerró los ojos, pensando en lo que sentía al estar tan cerca del extraño y agradable hombre - es cierto que se parece a Xanxus – suspiró - siempre sentí una extraña atracción hacia ese personaje, tal vez es por lo que dijo mi madre sobre mi sorprendente parecido con Squalo – en el libro, ellos no están juntos. ¿Qué nos tocará a nosotros? – Creo que es muy temprano para entrar en pánico y la situación es peor si tengo hambre – se separó con precaución de los brazos de Xanxus y se puso de pie, evitando sobresaltar al moreno o al felino. Salió de la cabaña, estirándose cuán largo era y tomando aire fresco.

Squalo escaló las rocas que estaban al lado de la pequeña cascada que caía al estanque y llegó a una larga planicie con un río en la mitad y con árboles a cada lado. Comenzó a caminar sin rumbo, solo para intentar olvidar la sensación que tenía al estar cerca de Xanxus. El rugido de su estómago le recordó que seguía en ayunas. Caminó por el bosquecillo, revisando los árboles en busca de frutas, encontrando fresas silvestres, uvas y granadas. Comió hasta la saciedad y cuando sintió su corazón un poco más apaciguado volvió al rellano frente a su cabaña y se recostó en el suelo, cerrando los ojos e invocando las pupilas carmesíes de su invitado.  

- ¿Te cansaste de dormir adentro y te viniste a dormir aquí, basura?

- ¿Quién está durmiendo? Mejor ven, caminemos un poco, voy a enseñarte el bosque y no aceptaré un no por respuesta - dicho esto se puso de pie – ven conmigo, te daré otra camisa, la tuya sirve de colador – Xanxus siguió al albino al interior de la cabaña, allí, Squalo tomó una camisa holgada blanca y se la lanzó al moreno, luego tomó una de color gris oscuro y se la colocó. Ambos calzaron sus botas y antes de salir, el albino tomó una canasta de frutas y se la dio al moreno.

- No has comido, ¿verdad? Come o te desmayaras de nuevo y se te subirá la fiebre y tendré que...

- ¿Tendrás que hacer qué? Ya van dos veces que dices eso, ¿qué me estas ocultando, idiota?  

- Nada que te importe - apartó la mirada del rostro de Xanxus y se subió al árbol por donde el moreno había llegado el día anterior – asegúrate de no caer esta vez, ¿eh, estúpido? – escuchó a Xanxus soltar barbaridades a su espalda y ahogó una risa.

Antes de que Xanxus pudiera poner un pie en el suelo, sintió las ramas del árbol sacudirse ante el peso del felino que estaba tras de él. Bester saltó agresivamente entre las ramas y cayó al suelo, al lado de su dueño, antes de que el moreno pudiera rechistar.

- Debilucho de mierda – espetó Squalo mientras esperaba que Xanxus, con la mirada afilada llena de odio, llegara al suelo.

Una vez el moreno estuvo a su lado, comenzó a caminar, explicando cosas del bosque, de los árboles y de los animales. Caminaron por más o menos una hora hasta que escucharon unos gritos provenientes de algún lugar del bosque.

- ¡Nadie perturba la calma de este bosque! ¡Y si digo nadie, es nadie! - gritó Squalo enojado, corriendo hacia donde provenían los gritos, con Xanxus pisándole los talones.

Fue entonces que los vio: un grupo de hombres, posiblemente bandidos, estaban torturando a un pequeño niño de cabello oscuro, vestía muy elegante para ser un niño gitano, pero no lo suficiente como para ser de la nobleza. Los hombres lo golpeaban mientras el pequeño, en vano, trataba de protegerse con dos palos de madera. Lo que más sorprendía al albino era que el pequeño no lloraba o se mostraba asustado, el niño se enfrentaba a ellos con una mirada determinada y seria en su rostro, lo que, seguramente, era lo que provocaba el malestar de los bandidos, quienes esperaban que el niño mostrara alguna clase de debilidad y, al ver que el niño se mantenía firme y sin darles gusto, la ira estallaba en cada uno de los hombres, haciendo que los golpes, cada vez más fuertes y agresivos, se descargaran sobre el niño. 

Vooooi! ¡Deténganse! Nadie perturba la tranquilidad del bosque, y mucho menos ustedes, ladrones inservibles de mierda – Squalo saltó entre los matorrales para encarar a los hombres.

-Vaya, vaya, llegó la madre naturaleza – se burló uno de los hombres – oye madre naturaleza, ¿por qué pareces un hombre? Ven aquí y muestra tus atributos, yo te mostraré los míos – repitió y la pasividad de los demás hombres a su alrededor le dio a entender que era quien estaba al mando. El hombre se acercó a Squalo mientras se quitaba la camisa y el albino se encontró profiriendo maldiciones en voz baja, maldiciendo el momento en que se había lanzado a defender al niño sin un plan en la cabeza o un arma en la mano. Rogó porque sus habilidades de combate cuerpo a cuerpo fueran mejores que las de todos los hombres en conjunto, pero sabía que sus posibilidades de ganar eran bajas. 

- ¡Vooooi! ¡Xanxus, saca al niño de aquí y corre! – No obtuvo respuesta y notó que el moreno no estaba a su lado - ¡mierda! Él no conoce el bosque – miró al pequeño, casi acurrucado al lado de su pierna y le sonrió – no te preocupes, mocoso, estarás bien – antes de poder arremeter contra el hombre, sintió unos asquerosos labios posarse sobre los suyos, el sabor del licor rancio le invadió la boca y sintió ganas de vomitar. Lanzó puñetazos a los brazos del bandido que lo sujetaba, pero uno de los acompañantes del hombre le tomó por las muñecas y las ató a su espalda con una soga.

- Ahora, ¿qué tal si te dejas hacer y gritas para mí, preciosura? – rompió la camisa, los girones de tela cayeron al suelo mientras que los otros hombres hacían de las suyas con el niño, al cual golpeaban y pateaban en el suelo hasta que se desmayó.  

- Vamos a ayudarle con esa presa, jefe - se dirigieron todos a Squalo, que tenía sus manos amarradas, por encima de su cabeza, a un árbol y el hombre al que llamaban jefe lo terminaba de desnudar. Eran 5 hombres en total los que atacaban al indefenso tiburón.  

-Vaya, así que eres hombre - dijo el jefe acariciando el pecho descubierto de su presa - miren lo que tenemos aquí - puso su dedo en la marca en forma de luna del pecho del albino - es como la que describe el mito del hijo de la Luna... – la cara de Squalo se contrajo con una mueca de pánico – oh, tal vez eres tú el hijo de la Luna – la expresión de la víctima le hizo entender que tenía razón - vaya, eso explica la razón por la que eres tan deseable. 

Squalo tragó saliva al notar las intenciones de los hombres. Lo iban a violar. Entre los cinco. ¿No podía tener mejor suerte? Agradecía al menos que hubieran dejado en paz al niño y que se contentaran con agredirlo a él. Comenzó a patear a los hombres, intentando en vano defenderse, pero con una señal del jefe, dos de los hombres le tomaron por los pies y los ataron al tronco del árbol que le sostenía sus manos. Las oportunidades disminuían de forma exponencial, cayendo a cero, y supo que ya no importaba qué hiciera, el resultado iba a ser el mismo. Se rindió ante la situación, dejando caer la cabeza y sintiendo las lágrimas de impotencia caer por su rostro. Agradeció que Xanxus no lo viera en ese estado tan lamentable y vergonzoso.

- Xanxus – murmuró quedo.  

- ¿A quién llamas, preciosura? ¿A tu amante? Lo siento, pero no va a oírte – el hombre paseó su lengua llena de licor por el pecho del albino y con violencia, comenzó a marcar la piel blanca con sus dientes. Squalo soltó un sollozo con asco y desespero –  logramos nuestro cometido, señores – le habló a sus hombres, dejando la piel del albino por un momento – no fue con el niño, inesperadamente conseguimos a una presa mucho mejor. Ahora, haré mío al hijo de la Luna – miró los agresivos ojos platinados de Squalo que lo apuñalaban con furia – me bañaré en tu sangre, una y otra vez – le dijo mientras los demás bandidos lamían su descubierto pecho. El jefe desabrochó el cinturón del albino - ¿por qué no gritas? ¡Quiero oírte! – con la furia pintada en el rostro, clavó un puñal en el abdomen del albino, quien gritó de dolor y no pudo evitar que las lágrimas salieran sin parangón. El grito resonó en todo el bosque, haciendo que Xanxus reaccionara. 

- ¡Squalo! Maldita sea, ¿dónde te metiste? – el grito lo hizo entrar en desesperación, buscando sin éxito al albino.

- ¡Gao!

- ¡Bester!

- ¡Gao! – el felino corrió entre los matorrales, guiando al moreno entre el denso follaje hasta el paradero del albino.   

 

La sangre escurría por el cuerpo de Squalo mientras le besaban y arañaban el pecho. El jefe lamía y chupaba su herida provocándole un dolor inmenso, mientras que con la mano sobaba su intimidad por encima de la ropa. Squalo estaba bañado en saliva, sangre y sudor, de su boca salían gritos ahogados de dolor que eran callados por los besos violentos y desesperados de sus atacantes. Tenía la vista vidriosa por culpa de las lágrimas, le preocupaba que los bandidos acabaran con él y siguieran con el chico que estaba inconsciente. Estaba a punto de perder el conocimiento cuando vio un rostro conocido y una voz retumbó por todo el bosque. 

- ¡Squalo!- la mirada preocupada de Xanxus, llena de desesperación, se presentó ante él como un espejismo esperanzador, mirada que duró poco para luego volverse una llena de ira y rabia incontenibles. No aguantó y aunque hubiera podido, no lo habría hecho, esos hombres se habían atrevido a tocar y hacer llorar a la persona que él se había jurado proteger.  

Un puño fue a parar en el rostro del hombre que besaba a Squalo, después siguieron dos patadas a quienes manoseaban abusivamente su pecho y por último agarró al jefe por los cabellos y lo tiró a un árbol cercano, estallando su rostro y dejándolo bañado en sangre, mientras que los otros estaban inconscientes.  

- Cometiste un gran error al meterte con él. Al meterte conmigo –  pateó la cabeza del hombre con todas sus fuerzas, logrando matarle. 

- ¿Por qué…? – Soltó entre jadeos – ¿por qué lo mataste? – logró decir. 

- Cállate – le soltó los amarres que tenía y le sostuvo antes de que se estrellara con el suelo.

- El niño… – murmuró con sus últimos alientos.

- Lo tiene la bola de pelos. Ahora calla - fue lo último que escuchó de los labios del moreno antes de desmayarse.  

 

El día se había nublado y pequeñas gotas caían del cielo mientras Bester guiaba a Xanxus a través del bosque hacia la cabaña. Al llegar a los árboles, subieron y Xanxus dejó el cuerpo herido del albino sobre el césped.

- ¿Dónde guarda este idiota los vendajes?

- Gao – rugió el animal, dejando al pequeño niño en el suelo, recostado al lado del cuerpo de Squalo y se acercó a la cabaña – gao – Xanxus se acercó.  

- ¿Aquí? – señaló el armario. 

- Gao - le asintió el felino. 

Xanxus buscó entre las cosas, tomó las vendas y el ungüento que sabía Squalo había usado para curarle y salió a curar al albino. Al acercarse al cuerpo de Squalo, detalló que estaba lleno de tierra, sudor, sangre y saliva, así que lo alzó y lo colocó al lado del estanque para que fuera más fácil limpiarlo. 

- Gao – el rugido del animal lo sobresaltó al sentirlo tan cerca. El felino le había traído un canasto con lienzos limpios y un cuenco para que pudiera bañar el maltrecho cuerpo de Squalo. 

- Gracias, bola de pelos – le acarició la cabeza al animal y volvió la mirada al albino.

Xanxus empezó a limpiar el cuerpo del hombre que lo había curado una vez, limpiando con el lienzo humedecido las cortadas que tenía al igual que el tajo en su abdomen, donde el hombre había encajado la daga.

- Si no me hubiera perdido, esto no le hubiera pasado, ¡mierda! - susurró, agachando su cabeza y permitiéndose llorar ante su debilidad e incompetencia. Una lágrima tocó la mejilla de Squalo, haciendo que sus ojos revolotearan por un momento, sus orbes plateados enfocaron el moreno rostro acongojado y sacando fuerzas de donde no sabía que tenía, acarició con suavidad la mejilla de su acompañante. 

- No te culpes, idiota – murmuró con una ligera sonrisa de suficiencia – fue culpa mía por lanzarme sin pensarlo y…

- ¡No me lo recuerdes! – Exclamó hecho una furia, el grito lo sobresaltó. Xanxus supo que había obrado mal al elevar el tono de voz, así que lo suavizó - ¡crees que está bien así como estás! ¡Eres un imprudente! Si yo no hubiera llegado...- se calló, no soportaba pensar que hubiera pasado si se hubiera demorado un poco más. No le agradaba hacerse la idea de ver el cuerpo del albino inmóvil e inerte.

- Ya lo peor pasó – bromeó – es decir, me apuñalaron – acarició con suavidad la mejilla del moreno – no podía pasarme ya nada peor – le sonrió – además, viniste por mí.

 Xanxus se incorporó lentamente y le dio la espalda. Squalo sintió el calor del moreno abandonar la palma de su mano como el aliento de un moribundo. Intentó no llorar.

- ¿Y yo qué? – confrontó el moreno.

- ¿Disculpa?

- ¡¿Y yo qué?! ¡¿No iba a preocuparme?! ¡¿Pensaste que me haría gracia dejarte a la suerte con esos matones?! ¡Como si no me preocupara yo también, maldita sea! – Intentó calmarse un poco antes de seguir hablando – maté a ese hombre porque se atrevió a hacerte sufrir – admitió con la voz en un hilo –  y a hacerte llorar. Y me juré que eso no pasaría de nuevo. Ni tu sufrimiento ni tus lágrimas. Esa fue mi determinación.

Squalo intentó incorporarse y decirle algo, pero no pudo hacer ni lo uno ni lo otro. El poderoso hombre que se erguía frente a él acababa de jurarle seguridad y protección y él estaba ahí, haciéndose el idiota. Él estaba enamorado de ese malhablado moreno que le daba la espalda desde que había leído ese absurdo libro de donde venía su nombre.

- Te amo – profirió con determinación y sintió un alivio posarse en su pecho. Agradeció haber sido capaz de decirle esas dos palabras.

- ¿Qué? – El moreno se giró para enfrentarlo.

- No me hagas repetirme, mierda – el enojo le estaba dando energías para seguir hablando, ¿cómo se atrevía a decirle disculpa? ¿Es que era sordo el miserable? - Me enamoré al leerte, me atrajo ese hombre violento, indiferente y lleno de cicatrices que eras, o eres, como sea – tosió y se detuvo de hablar para poder recuperar el aliento y la energía. – Creí que por vivir aquí, solo, estaba destinado a enamorarme de mis libros, pero, al parecer, soy alguien rodeado por la mala suerte y tuve el infortunio de conocerte, estúpido –  Squalo dejó de hablar. Volvió a recostarse sobre el césped y miró hacia el firmamento – gracias, mamá – susurró antes de perder el conocimiento de nuevo.  

- Squalo... – se acercó de nuevo hasta el cuerpo malherido y procedió con curarle las heridas que tenía – te amo – soltó con un gruñido de molestia. No podía soportar que el albino le hiciese decir semejante cosa, pero le enojaba aún más que el miserable receptor de sus sentimientos estuviera disfrutando en la inconsciencia mientras él hacía el tonto y le decía que lo amaba – me enamoré del irracional, rabioso, estresante y gritón espadachín. Y ahora estás aquí, soltando moribundo que me amas y luego me dejas con estas palabras de mierda – le curó la enorme herida que tenía en su abdomen – mataría por ti todas las veces que fueran.

- Oye – el sonido de una voz infantil lo sobresaltó y se giró para encarar al niño que habían traído. 

- ¿Qué quieres, renacuajo?

- Nada – le dijo de manera grosera y seria – no sé dónde estoy ni como regresar, así que me quedaré aquí hasta que pueda volver. 

- Eres rebelde, pequeñajo, ¿cuántos años tienes?

- Eso no te interesa. 

- Claro que no – le dio la espalda.

- Oye. 

- ¿Qué quieres, niño? – soltó con molestia.

- ¿Tu amas a ese tipo? – le preguntó el pequeño señalando a Squalo.

- Eso a ti no te interesa.

-Tal vez a mí no, pero a ti sí – contestó mientras jugaba con el césped – se quién eres – le dijo sin siquiera voltearlo a ver – tú le robaste el libro a mi primo, el príncipe, ¿verdad? Los guardias te están buscando, piensan acabar con todo lo cercano a ti.  

- ¿Eres el hijo del hermano del rey? – Soltó una sonora carcajada – ¿ahora qué vas a hacerme? ¿Me vas a arrestar?

- No te haré nada. Odio al príncipe.  

- ¿Odias también a los reyes?

- No odio al tío Takeshi, él es bueno. Y aunque no conocí a la reina, el esposo del rey es un buen hombre también.  

- ¿Quieres decir que el rey es homosexual? – eso lo tomaba por sorpresa.

- Sí, no te molesta, ¿verdad? Digo, también tú lo eres.  

- ¿Por qué habría de molestarme? No me importa lo que haga el rey con su trasero, con tal de que no le pase nada al pueblo, está bien.  

- Hayato hace muy feliz a mi tío y eso es lo que importa. 

Vaya selección de nombres de mierda, pensó, ¿qué los padres de todos habían leído el mismo libro?

- Eh, renacuajo – lo llamó, le picaba la curiosidad realmente – ¿cuál es tu nombre?

- Soy Kyoya. 

- Me lo esperaba – soltó con una carcajada – ¿y de casualidad tu padre se llama Tsunayoshi o algo así? – cuestionó.

-No, el nombre de papá es Dino.

- Creo que he debido suponerlo. 

- Me voy a dormir – el niño se metió a la cabaña y se acercó a Bester, acomodándose en el costado cálido del animal y conciliando el sueño. 

- Molesto renacuajo. 

Tomó al albino en volandas de nuevo, procurando no molestar ninguna de sus heridas, y siguió al niño al interior de la cabaña. Por fortuna, el futon donde habían dormido la noche pasada estaba acomodado en el suelo. Recostó con cuidado el cuerpo de Squalo y se acomodó a su lado. El tranquilo rostro del espadachín se le antojó un buen augurio con respecto a su estado de salud, se curaría pronto.

- Duerme, maldito tiburón – susurró – y no te atrevas a morirte. No cuando te tengo tan cerca.

Notas finales:

Gracias a sesu_chan, a kokoroo, a amudoki, a arianna kamizake y a isadi22 por sus reviews, espero sigan dejando. 

PD: con respecto al lemon, aun no lo pondré, pero espérenlo :)

EDIT: bueno, en cuanto al lemon, realmente tengo que darme la razón, porque esta es la primera historia donde me atreví a hacer uno, además tenía 15 años y cero experiencia sexual, tengo que darme crédito, el lemon que logré escribir fue gracias a lo que leí aquí (a muy buenos lemon, por cierto).

EDIT 2: la edición quedó. No tan bien como esperaba, pero no puedo hacer más sin dañar la historia (por ahora). El capítulo original tenía 2328 palabras y este nuevo tiene 3280. Hands up, again.

EDIT 3: he cambiado mucho de la línea original, sobre todo cosas OOC y medio manga shojo que me inquietaban, porque ninguno de estos dos son caballeros ni nada parecido.

Gracias por leer, de nuevo.


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