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GRECIA VS ROMA por desire nemesis

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Notas del capitulo:

ESte cap me costo traerlo a la vida

espero les guste

por cierto me vi ayer inmortales para estar mas fresca

^^

 

 

Ácato quería decir las palabras que Marco Julio tanto esperaba pero algo lo detenía, quizás el presentimiento de que cuando lo admitiera algo terrible sucedería que los separaría para siempre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un ejército romano se acercaba al campamento de los griegos según supo Ácato  de boca de uno de sus exploradores y este se encontró en un dilema porque los príncipes griegos que se oponían a la Gloriosa Roma habían quedado en reunirse en dos días en cierta ciudad a dos días de donde el rubio acampaba.

 

¡Debéis ir!—le dijo su mejor amigo. – ¡Es vital para nosotros, pues de ellos podremos recibir los abastecimientos que tanto necesitamos!—añadió el egipcio.

 

¡Es cierto!—concordó a su pesar el castaño. --¡Debéis ir que nosotros nos encargaremos!—agregó luego.

 

¡Esta bien! ¡Eso haré! ¡Confío en  vosotros!—dijo mas animado el ojos mieles.

 

Al salir de la tienda el tricolor miro la espalda  del ex Centurión que se alejaba. “Si, yo me encargo, me encargaré de desapareceros”, pensó.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El enfrentamiento llego a su punto álgido y el castaño y sus hombres se vieron envueltos por un mar de doradas corazas pero sus corazones no temblaron al igual que sus manos.

 

La espada corta de un romano rozó el caballo en el que luchaba Marco Julio y este se encabritó pero no solo eso sucedió. Cuando el animal se paro en dos patas la cincha de su montura se rompió derribándole entre ese furioso mar de soldados romanos.

 

Yami a cierta distancia vio la caída del ojos azules y estrechó su mirada para luego gritar--¡Retirada!—

 

¡Pero señor… estamos venciendo!—dijo un soldado a su lado. El ojivioleta le vio con enfado y grito nuevamente la orden que cundió por el campo de batalla.

 

Cuando el romano oyó la orden se enfadó con el que de seguro la había dado. Trató de volver con los suyos pero de pronto se dio cuenta de que estaba rodeado de enemigos y se quedó peleando como una fiera sabiéndose de repente traicionado. Se juró que en cuanto sus caminos volvieran a unirse mataría al muy bastardo.

 

Atemu se fue de ese lugar sintiéndose victorioso a pesar de irse en retirada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El ojos azules peleó como una fiera pero aun así fue herido y hecho prisionero. Fue llevado al campamento romano donde sus heridas fueron curadas apenas pues a nadie le importaba si sobrevivía o no.

 

Estuvo el primer día atado como un perro al sol pero eso no le importó. Se sentía tan furioso por la inmerecida traición que sus venas querían estallar. Con nadie habló y nadie le habló por creerlo griego lo que le facilitó la vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mientras en el campamento griego el príncipe Ácato regresaba y mientras era recibido cálidamente por su amigo oteó a su alrededor buscando los ojos azules del romano cosa que desagradó al egipcio. Al no encontrarlo preguntó por él recibiendo una cara de fingido pesar de Atemu.

 

En la última batalla que tuvimos con los romanos le hemos perdido—le dijo.

 

¿Dónde esta su cuerpo?—preguntó después de unos segundos de inacción el rubio.

 

No lo tenemos. Quedó en el campo de batalla—dijo dramáticamente el otro.

 

¡O sea que le dejasteis allí! ¡Puede que esté con vida pero no lo sabéis! ¡Le abandonasteis!—grito furioso el ojos mieles. E intentó subir de nuevo a su caballo para ir en pos del castaño.

 

Lleno de temor el tricolor lo detuvo de un brazo y le dijo--¡No vayáis! ¡Nada podéis hacer por él!—

 

¡Soltádme!—ordenó el príncipe. Al ver que no le obedecía con su mano libre se afirmó en la empuñadura de su espada.

 

¿Estáis dispuesto a empuñar vuestra espada contra mí por ese griego?—preguntó su amigo de la infancia.

 

¡He dicho que me soltéis!—grito el otro y pasmado el tricolor le soltó. El rubio fue a su caballo, se subió y salió al galope para dedicarse a revisar los cuerpos en el campo de batalla. Lo hizo con un nudo en la garganta pero sintió un gran alivio al comprobar que su castaño no estaba entre los fallecidos.

 

Solo había una deducción posible. Había sido aprisionado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Entonces al otro día llegó otro ejército al lugar y ambos Centuriones se encontraron saludándose.

 

Mientras se adentraban en el campamento ya establecido conversaban. El Centurión de ojos verdes dijo al que cabalgaba a su lado—He sabido que los griegos os han causado grandes bajas--.

 

Si—contesto el de ojos negros apesadumbrado por ser reconocido por perder muchos hombres. –Y no se dejan atrapar fácilmente. De ellos solo hemos logrado hacer un prisionero—dijo dirigiendo su diestra hacia el individuo sentado al sol. –Y no hemos podido hablarle porque no hay nadie aquí que sepa griego aunque eso no importa mucho porque no creo que sea alguien importante—añadió arrugando su rostro con desprecio por el dañado ropaje que el prisionero traía.

 

El ojiverde paro su caballo. – ¡Tengo que verle! ¡Creo que le conozco!—el Centurión dijo y se apeó de su tostado para ver mas de cerca al adormilado castaño que reposaba atado a un poste.

 

De pronto sintió una intensa mirada sobre él y abrió los ojos pero el intenso sol le cegaba y no podía ver al    que le observaba así que hizo visera con su mano como pudo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tengo que hablar con el prisionero a solas pues él es uno de los sicarios que sirvió a mis órdenes en Iberia—le dijo el pelinegro a su colega. ¿Me prestáis una tienda para hacerlo?—preguntó luego.

 

El otro asintió y señaló una cercana. El castaño fue liberado y conducido a la mencionada tienda. Allí quedaron a solas y Marco Julio pudo ver al que le había traído allí.

 

¡Mássimo Antonio!—exclamó incrédulo.

 

¿Me queréis decir que hacéis peleando contra Roma?—preguntó encrespado el pelinegro.

 

¡Ese no es vuestro asunto!—dijo en contestación el ojos azules y pretendió salir de la tienda.

 

¡No!—grito el otro. Marco Julio le miro mientras el otro lo sostenía por el brazo.

 

¿Por qué no?—preguntó Plineas.

 

No, porque vuestro hermano pudiera veros y sería muy triste que su hermano le decepcionara nuevamente—dijo Mássimo.

 

¿A que os referís?—preguntó el ojos azules montando en cólera.

 

Sé que no sois culpable de asesinar a un senador romano pero para todos los que no os conocen lo sois. Para vuestro hermano ha sido muy difícil sacarse el estigma de ser vuestro hermano. ¡Comprendedlo de una vez! ¡No le deshonréis ahora haciendo ver que os habéis convertido en enemigo de Roma!—le dijo su comprensivo ex colega.

Notas finales:

gracias por leer

es un placer entreteneros mis fieles vasallos

un saludo 

mata ne


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