Otra cosa que lo atormentaba era la sensación de que había olvidado algo muy importante y algunos sueños, que catalogaba de raros, en que estaba frente a Lulu y él lo miraba intensamente causándole unas extrañas sensaciones.
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Por su parte Lulu se veía envuelto en una encrucijada pues sus hombres estaban cansados de ser las niñeras de los rehenes y el no podía culparlos pues nada habían obtenido con capturarlos mas que su libertad y los dolores de cabeza mas intensos.
La peliverde lo atosigaba con celos absurdos haciéndole escenas cargadas de paranoia y Kallen y la princesa japonesa estaban molestas con él por las atenciones que le prodigaba a la primera que dormía en su habitación.
Todas las noches la bruja intentaba sacarle de la cabeza lo que ella sabía muy bien que el de ojos amatistas les ocultaba a todos. Su amor por Susaku.
Estaba estudiando unos mapas y papeles que su inteligencia y la de algunos países aliados habían logrado reunir sobre las redes de abastecimientos de la colonia britana cuando escuchó el estrépito afuera y salio corriendo del salón para ver como las paredes del edificio se derrumbaban y una de las mejores armas de combate del enemigo entraba por ahí con pasos de elefante.
Ni bien lo vio apunto sus armas contra el pelinegro que corrió a ocultarse en el salón del que había salido. Las balas no alcanzaron a rozarle pero casi.
Mientras tanto en su celda el castaño oía la conmoción y los disparos y ya se aprontaba para su liberación.
Los caballeros negros que les custodiaban pelearon con todo lo que tenían pero fueron abatidos y los prisioneros, liberados. Por lo que Susaku tomo un arma y se fue directo a buscar a Zero.
El polvo y la intensidad de los disparos dificultaban su búsqueda por lo que tardo en llegar a lo que el sabía era el escritorio del pelinegro. Cuando sus ojos se adaptaron pudieron ver a una figura tirada en el piso. Podía haber sido cualquiera pero él supo al verlo que se trataba de su ex amigo. Fue hasta él y le levantó el torso.
Re… recuerda tu promesa—dijo el de ojos amatista con mucha dificultad. Un hilillo de sangre bajaba desde la comisura de su boca. –Nunally esta en la habitación conti… cof cof contigua a la mía—añadió escupiendo algo de sangre. –Ella no me perdona por lo que no me habla. ¿La cuidarás?—agregó. Ante el mudo asentimiento del otro sonrió y cerró los ojos. Susaku sintió una opresión en el pecho al ver a su amigo así. Con su mano libre, pues había dejado su arma en el suelo acaricio la mejilla del caído. Pero luego se repuso. Tenía que ir por la princesa. Esa había sido su promesa. Dejó muy despacio el cuerpo de Lulu ahí y se fue para ponerla a salvo.
No lo podía creer. Estaba con su superior y la orden que le estaba dando y la idea de lo que estaban por hacer le parecían pasmosas. Pero sabía que no debía ni negarse ni advertir nada. Ellos eran los superiores y él no lograría nada porque no lo escucharían.
Nunally había vuelto con su familia después de que la batalla terminara y el a su vida de soldado con el Lancelot. Después de la desaparición de Zero la resistencia era un chiste y ya casi estaba acabada. Por eso lo que le contaban le parecía tan atemorizador.
Entro al aula de clases sabiendo que el solo recordaba lo acontecido durante el cautiverio y la identidad de Zero ya que a los demás les habían borrado sus recuerdos por seguridad y se sentó en su asiento de siempre. Rato después entro el alumno estrella de su curso, Lelouch Lamperouge con su pequeño hermano al que sonreía y platicaba con él amenamente mientras se despedían para ir a distintos cursos. También les habían implantado a todos menos a el los recuerdos fabricados de un hermano que no existía para que ese soldado novato vigilara al enemigo Zero muy de cerca. Todo maquiavélicamente planeado por el Emperador de Britania que no quería deshacerse de un heredero tan valioso como Lelouch VI Britania.
¿Cómo estas Suzaku?--pregunto divertido el de ojos lilas y recibió una sonrisa falsa en contestación.
¡Bien Lulu!—respondió y volvió su vista al frente ya que el profesor estaba entrando.
¿Estas seguro?—pregunto con mirada preocupada el pelinegro poniendo una mano sobre la suya causándole una descarga eléctrica a Kururugi que le obligo a retirarla en el acto.
Las clases siguieron sin más y el otro intentaba de vez en cuando entablar conversación con el castaño pero el ojiverde estaba esquivo en extremo para los intentos del príncipe.
Lelouch se sentía mal y Susaku también ya que no consideraba correcto lo que hacían. Lulú era un ser siniestro y darle otra oportunidad era jugar con la suerte y si algo sabía bien Susaku es que en el caso de Lelouch no era buena idea jugar contra él.
También estaba eso de las raras sensaciones que sentía cada vez que el otro le tocaba o le miraba y esos sueños donde sus ojos parecían desnudarlo. Debía admitir que su ex amigo le causaba escalofríos.
Por otro lado estaba su princesa. Linda, sabia, cariñosa y bondadosa para la que solo tenía sentimientos protectores y aunque sabía que jamás podría estar a su lado como otra cosa que un servidor no le importaba en lo absoluto con tal de estar a su lado. Tan fuerte se había hecho el lazo entre él y la princesa.
Esa noche se acostó con su pijama verde que hacía juego con sus ojos y pensó en su princesa antes de acostarse deseándole buenas noches. Cerró sus ojos y la vio toda hermosa en un prado florido donde ambos empezaron a correr. De pronto una bomba explotó a su lado y el desvió la vista hacia esta para luego volverla a su princesa que ya no estaba. En su lugar estaba Lulu con su traje de Zero pero sin el casco que le extendía las manos y le hablaba aunque él no lo oía. Debía ser por efectos de la explosión se dijo.
El otro le hablaba rápido y parecía histérico y de pronto su cara hizo un rictus de dolor y sorpresa. De su boca brotó un hilillo de sangre y con los ojos fijos en él cayó de rodillas. Tras este pudo ver al que se hacía pasar por su hermano con un arma humeante y una sonrisa sádica. Junto a él apareció el emperador que le sonrió al asesino de su hijo. Él estaba pasmado.
Corrió hasta Lulu y tomándolo en sus brazos trato de decirle algo al moribundo pelinegro pero nada se le ocurría. Entonces el ojiamatista lo tomo con fuerza de una manga y lo obligó a acercarse a su rostro. Pensó que quería decirle algo y el trató de decirle que nada oía pero sus labios se vieron de pronto sellados por los del otro en un beso que lo conmocionó porque lo hacía sentir sensaciones que él no debía tener.
Lo separó de un empujón y de pronto se dio cuenta que en verdad él estaba en el suelo y el otro sobre él, a horcajadas y sonreía de una forma seductora mientras observaba su rostro. Para su horror el castaño descubrió que estaba desnudando al príncipe y luego sintió como introducía sus dedos en la entrada de este. Sentía que no podía dominar su cuerpo. Este no le obedecía. Reconoció el lugar como en el que se habían peleado la última vez con Lelouch y también supo porque no recordaba como había terminado esa pelea. El Geass.
“¡Hazme el amor!”
Era la voz de Lelouch.
Era su orden.
Su cuerpo sabía que eso era lo que había hecho bajo el mando de ese poder malévolo. Que bajo había caído el otro. Lo miro con desagrado para luego sorprenderse y arquearse al sentir que su miembro entraba en la estrecha cavidad del de ojos amatistas.
Se sentía tan bien. Tan intenso.