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Ojos Azules por Kitana

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Aquella mañana Milo estaba más ansioso que de costumbre mientras en el templo de Aries uno de los guardias repartía las cartas como todos los días.

 

- ¿Te sientes bien?- le dijo Mu al notar que estaba muy pálido.

 - Sí, no te preocupes Mu, es que no me he sentido muy bien, creo que comí algo que me ha hecho daño.- dijo Milo con una sonrisa triste. Mu se preocupó, la ansiedad de Milo había crecido con el paso de los días. Mu lo había atribuido a que Camus no había escrito a Milo ni una sola vez desde que regresara a Siberia. Pero después se dio cuenta de que la ansiedad de Milo tenía otras causas, habría querido compartir sus sospechas con alguien más pero Shaka estaba ausente y no se atrevía a contárselo a Aldebarán.  

Ese día tampoco hubo carta de Camus, Milo se fue casi de inmediato. Mu sintió que debía hacer algo. Siguió a Milo. Poco más adelante del templo de Leo vio a Milo desplomarse al piso. Corrió para ayudarlo, Milo se había desmayado. Aioria ayudó a llevar a Milo hasta su propio templo y ahí fue auxiliado por Mu.

 

- Milo, ¿te encuentras bien?- le dijo Mu cuando despertaba.

 

- Si… creo que estoy más enfermo de lo que creía. ¿Podrían llevarme a mi templo? No quisiera molestar más a Aioria.

 

- Para mí no es molestia. Puedes quedarte cuanto quieras- le dijo un sonrojado Aioria. Mu sonrió.

 

- Creo que deberías quedarte un poco más aquí recostado, no sabemos lo que tienes exactamente, así que quédate tranquilo. Aioria y yo nos encargaremos de cuidarte, ¿cierto Aioria?- el león asintió sin poder articular palabra, la presencia de Milo en su templo le gustaba, Milo despertaba en él una ternura difícil de explicar. – Iré a mi templo a buscar algunas cosas, Aioria no dejes que se levante. – dijo Mu, haciendo uso de su poder de teletransportación se trasladó al templo de Aries en un parpadeo.

 

- Gracias Aioria.

 

- No tienes nada que agradecer, después de todo somos compañeros.

 

- Pero yo no creo merecer tanta amabilidad, yo nunca he sido precisamente cortés contigo.

 

- Olvídalo, yo ya lo olvidé.- Aioria sonrió, Milo le devolvió la sonrisa y  se recostó en la cama. Mientras Mu regresaba, Aioria cuidó de Milo. Se sintió extrañamente preocupado por él. Nunca lo había visto así, sí, en efecto era un tanto delicado, pero jamás había sido débil.

 

- Ya estoy aquí. – anunció Mu. Venia cargado con un montón de hierbas medicinales y otras cosas cuyo aroma produjo nauseas a Milo que corrió en busca del baño.- Debe ser algo que comió.- murmuro Mu no muy convencido. – Shaka no debe tardar en venir, lo encontré cuando llegaba al santuario. Le conté lo sucedido y dijo que en cuanto hablara con el patriarca vendría acá.- Milo salió del baño y se reunió con los otros caballeros.

 

- No se preocupen, estoy bien. Perdonen las molestias, ¿crees que podrías acompañarme a mi templo Mu?- les dijo  Milo.

 - Pienso que deberías quedarte un poco más, al menos hasta que llegue Shaka, Mu le ha contado lo que te sucedió y esta preocupado. Él no tardará.- dijo Aioria haciendo que Milo se sentara en su cama.   

Cuando Shaka llegó, se sorprendió al ver a Milo tan pálido y desencajado, se apresuró a llegar junto a él.

 

- ¿Te encuentras bien?- dijo Shaka con su hermosa voz.

 

- Si, si, solo fue algo que comí. – le dijo con una sonrisa. Shaka lo notó muy triste. – Por favor Shaka, llévame a mi templo, me siento muy cansado.- dijo Milo, Shaka volteó a mirar a Mu quien asintió solamente. Milo se sostuvo del brazo de Shaka y así salieron del templo de Leo. Mu se quedó un poco más.

 

- No creo que sea solo algo que comió.- dijo Aioria.

 - Yo tampoco. Solo espero que no sea lo que estoy pensando.-dijo Mu antes de volver a su templo.   

Mientras tanto, en el templo de Escorpión, Shaka se ocupaba de cuidar de un debilitado Milo. Shaka lo notó desmejorado y ojeroso, también se dio cuenta de que Milo había estado llorando recientemente.

 

- ¿Qué sucede Milo?- preguntó Shaka sentándose junto a él.

 

- Tres meses Shaka, ya han pasado tres meses desde que Camus volvió a Siberia y no he recibido ninguna carta suya, es como si se hubiera olvidado de mí, ni siquiera se ha tomado la molestia de responder las cartas que yo le he enviado y comienzo a creer que ha dejado de amarme.- algunas lagrimas brotaron de sus ojos, Milo se apresuró a enjugarlas y siguió hablando.- No amigo, no trates de justificarlo como siempre lo haces, esta vez no. Fui un tonto… creía que mis temores de que la distancia iba a ser un problema entre Cammie y yo pero siempre me decía a mi mismo que nuestro amor era más fuerte que cualquier cosa. Supongo que me equivoque.

 

- No digas eso Milo, estoy seguro de que Camus tiene una buena razón para esto.

 

- Yo no sé que pensar, además no es solo eso lo que me preocupa.- dijo Milo, se levantó y caminó hacia la ventana, el tibio aire de Grecia le acarició el rostro, Shaka quiso ir junto a él y abrazarlo, decirle que no importaba que Camus no lo amase, que ahí estaba él dispuesto a hacerlo feliz. - ¿Sabes? Tengo un secreto… no sé como decírtelo, tú eres mi mejor amigo y aún así me cuesta trabajo decir esto. Es la noticia más maravillosa que podría darle a Camus, pero no he querido decírselo por carta, en cada carta que le he escrito le he pedido que venga, quiero que lo sepa de mis labios y no de un frío papel. – la sonrisa de Milo podía llenar de paz a cualquiera, se dijo Shaka, pero en esa sonrisa había algo más.

 

- ¿De que hablas Milo?

 

- Cuando te lo diga no vas a creerlo. – le dijo Milo sin dejar de sonreír.- La verdad es que yo tampoco podía creerlo cuando me di cuenta pero es cierto, por increíble que parezca, es cierto y me sucede a mí.- Shaka lo miraba extrañado- Verás, hace más o menos dos meses comencé a sentirme mal… estaba cansado y con sueño todo el tiempo, además todas las mañanas tenía que correr al baño para vomitar. Los entrenamientos eran un martirio, en especial cuando me tocaba entrenar con Afrodita, por alguna razón su perfume me producía náuseas.  Decidí consultar a un médico, no podía seguir así. Una noche escapé a Atenas y ahí visité a un médico de confianza, cuando me dijo lo que tenía creí que estaba loco. Me quedé sin aliento cuando me mostró un ultrasonido que me había tomado. En la imagen se podían ver dos pequeños cuerpos en formación, dos corazoncitos latiendo a una velocidad impresionante. ¿Te das cuenta de porque es importante para mí hablar con Camus? ¡Voy a tener a sus hijos!- dijo Milo tan emocionado que se le escaparon algunas lagrimas.

 

- Esto es… definitivamente debes decírselo de inmediato.- dijo Shaka sin poder recuperarse todavía de la impresión, alguna vez había oído a Mu hablar de un caso semejante pero jamás creyó que podría ver algo así tan de cerca.

 

- Si pero no ha respondido ninguna de mis cartas y comprenderás que esto no es algo que se pueda explicar satisfactoriamente en una simple carta.

 

- ¿Y por qué no vas tu a buscarlo?- dijo Shaka sin pensar.

 

- No sé, él podría molestarse.

 

- Creo que se molestaría más si no se entera.

 

- Quizá tengas razón, pero además, me temo que encontrándome tan débil como estoy no puedo ir solo.

 

- Si me lo permites te acompañaré.- dijo Shaka sintiendo que su corazón se hacia pedazos, ahora si que no tenia ninguna oportunidad de conseguir el amor de Milo.

 

- Pero, ¿cómo vamos a salir del santuario? Siberia esta muy lejos y dudo que nuestra ausencia pase desapercibida.

 

- Por eso no te preocupes, le he pedido al patriarca que me permita ir a mi país por unos días, él ha accedido, lo único que tenemos que hacer es convencerlo de que te permita acompañarme. Sé que te estima y no se negará a hacer lo que le pides. – Shaka se esforzaba por no parecer triste.

 

-¿De verdad harías eso por mí?- Milo se aproximó a Shaka y lo abrazó, Shaka respondió al abrazo apretando con fuerza a Milo – De verdad que eres mi mejor amigo.

 - Y tu el mío. Debemos ir cuanto antes con el patriarca y pedir que te autorice a viajar conmigo. – la sonrisa dulce de Shaka fue suficiente para levantarle el ánimo a Milo.   Los dos amigos se dirigieron al palacio del patriarca, no le fue nada difícil a Milo convencer al patriarca de permitirle viajar a la India junto a Shaka, él era hábil con las palabras y el patriarca tenía sus razones para tener contento a Shaka, uno de los caballeros más poderosos.    Dos días después Shaka y Milo abandonaron el santuario. Mu no había podido hablar con Shaka para comentar con él sus sospechas sobre el estado de Milo. Shaka lo había estado evadiendo, no quería traicionar la confianza de Milo y tampoco quería mentirle a Mu. Milo le había pedido que guardara su secreto, él mismo se lo diría a todos cuando Camus volviera al santuario. El pobre Milo estaba convencido de que en cuanto lo supiera Camus regresaría de inmediato junto a él al santuario, no se imaginaba lo que encontraría en Siberia.   Después de varios días de penoso viaje, Shaka y Milo arribaron a Siberia. El clima era horrible y a pesar de llevar gruesos abrigos de pieles, el frío era atroz. Las mejillas de ambos lucían enrojecidas por el intenso viento helado que azotaba sus cuerpos.   

Pero el corazón de Milo estaba feliz, estaba ya muy cerca de encontrarse con su amado Camus.

 

- En verdad este es un lugar terrible.- murmuro Milo.

 - Si, solo los más fuertes pueden tolerar la vida en este lugar.- añadió Shaka arrebujándose aún más el abrigo. Él no estaba acostumbrado a un clima semejante pero sabía que no podía dejar a Milo solo. El caballero de Escorpión se sostuvo del brazo de Shaka y siguió adelante, según el mapa que venían siguiendo, se encontraban a escasos dos kilómetros del lugar donde Camus entrenaba a sus discípulos.  Milo a cada instante pensaba como iba a decirle a Camus de su embarazo, seguro va a alegrarse con la noticia, pensaba él.    

Al fin alcanzaron la cima de la colina detrás de la que se encontraba la cabaña de Camus.

 

- Será mejor que te espere aquí, no quiero causar problemas. – le dijo Shaka quedándose en la colina. Milo asintió y echó a correr rumbo a la cabaña de Camus. No escuchó ruido alguno, abrió la puerta suavemente, no encontró a nadie ahí, siguió su camino hasta la habitación de Camus, la recordaba a pesar de haber estado ahí solo un par de veces.  Supuso que Camus se encontraría durmiendo y pensó que sería buena idea sorprenderle, escuchó algunos ruidos provenientes de la habitación, eran ruidos inconfundibles, asustado se dirigió a allá, abrió la puerta sin hacer ruido, lo que vio le partió no solo el corazón, sino también el alma. Ahí estaba Camus, poseyendo a ese discípulo suyo, el que lo había acompañado al santuario. Al verlos en la cama haciendo lo que él y Camus habían hecho tantas veces no pudo contener el sollozo que le desgarró la garganta, como tampoco pudo evitar ser oído por Camus y su joven amante que se separaron de prisa, Milo estaba petrificado aferrando sus manos a la puerta por la que se había asomado, de sus ojos brotaban silenciosas lágrimas.

 

- ¡Milo!- gritó Camus, se puso en pie de un salto y tomó una sábana para cubrir su desnudez, se acercó a Milo, el pobre Escorpión solo retrocedió al ver a su amante aproximarse a él. Tropezó con una mesa y cayó al suelo.  – Milo yo… déjame explicarte…

 

- ¡Cállate! ¿Cómo pudiste?- dijo Milo, se levantó a toda prisa y echó a correr, Camus corría detrás de él. Camus consiguió darle alcance y lo sujetó de la muñeca, Milo giró el rostro para mirarlo, lloraba a mares pero la expresión en su rostro había cambiado, ya no era confusión, tampoco decepción lo que reflejaba, simple y sencillamente era dolor y furia lo que encontró Camus al verse en esos profundos ojos azules.

 

- Milo… yo nunca quise hacerte daño.

 

- ¡Cállate!- gritó Milo al tiempo que estrellaba su puño en el estomago de Camus obligándolo así a soltar su muñeca. Camus cayó al suelo sin aire, entonces Milo echó a correr en la dirección en que Shaka lo esperaba. Shaka lo había visto todo desde la colina, él también corrió para encontrarse con Milo, cuando se encontraron, Milo se lanzó a sus brazos llorando desconsolado.

 

- ¡Vamos de aquí inmediatamente!- dijo escondiendo el rostro en el fuerte pecho de Shaka – Sácame de aquí por favor, ¡llévame lejos de aquí por favor!- Shaka no dijo ni una palabra, no sabía exactamente lo que había sucedido pero si sabía que lo que sea que hubiera pasado, había herido profundamente a Milo.

 - ¿Quieres volver ya al santuario?- le preguntó Shaka con voz suave.

- No, aún no. Por favor Shaka, llévame contigo a la India.- dijo Milo sin poder dejar de llorar.

 

- Esta bien, creo que ir allá te ayudará a olvidar tu dolor, al menos un poco.

 

- No Shaka, nunca voy a olvidar este día ni el dolor que Camus me produjo.- el gesto de Milo se endureció.- Jamás debí confiar en él, jamás. Quiero pedirte un favor Shaka, sé que tú no acostumbras decir mentiras pero quiero pedirte que no le digas a nadie que los bebés que espero son de Camus, no quiero que nadie lo sepa, no después de lo que vi en esa maldita cabaña.- dijo Milo lleno de furia.

 

- No deberías pensar eso, después de todo él es el padre y merece saberlo.

 

- Pero nunca lo sabrá, Camus no es más que un despreciable traidor que solo merece ser odiado. Mis hijos no tendrán más padre que yo.

 

- Milo, no dejes que todo ese rencor que sientes envenene tu alma, en lo único en lo que debes pensar es en tu futuro, en tus hijos.

 

- No sé como no me fijé en alguien como tú Shaka, estoy seguro que tu jamás me cambiarias por uno de tus alumnos.- dijo Milo limpiándose las lagrimas del rostro. Shaka lo miró un momento, sonrió y puso sus manos sobre los hombros de Milo.

 

- Deja de hablar con tanto rencor Milo, quizá algún día podrás olvidar tu dolor y ser feliz.

 - No Shaka, yo ya no podré ser feliz… Camus acabó conmigo y ni siquiera tuvo que tocarme para hacerlo.   

Los dos caballeros dorados abandonaron Siberia. Camus no pudo alcanzarlos. Creyó que Milo habría regresado al santuario, así que decidió ir en su busca, no iba a dejar que las cosas quedaran así. Se marchó al día siguiente. Hyoga estaba muy molesto por su partida.

 

-. Camus no entiendo por que tienes que ir a buscarlo.

 

- Tú no sabes como es Milo, él es capaz de cometer alguna locura, en especial si se siente traicionado. Debo ir y hablar con él, quizá si aclaramos las cosas él se sienta mejor y pueda perdonarme.

 

- ¡Eres un tonto Camus!- le gritó Hyoga- ¿No te das cuenta de que era inevitable que se sintiera así? ¿Qué habrías hecho sí él te hubiera cambiado por otro? – Camus se quedó helado, no, Milo no sería capaz de algo semejante, el escorpión le amaba profundamente, él no sería capaz de algo semejante.

 - Hablaremos cuando vuelva, ahora tengo que partir o perderé el tren.- Camus le dio un rápido beso dejando a su joven aprendiz lleno de temores y celos.   

Después de varias horas de viaje, Shaka y Milo llegaban a la India, el escorpión estaba fascinado con la exótica tierra de la que procedía Shaka.

 

- Tu país es maravilloso Shaka. – dijo Milo mientras recorrían las calles de la ciudad.

 

- Ven, me gustaría que visitáramos un lugar antes de ir al Ganges. – Shaka lo tomó de la mano, Milo se dejó llevar, sus largos cabellos flotaban al viento mientras se esforzaba por seguirle el paso al guardián de Virgo. Llegaron hasta un antiguo templo budista, era hermoso, a Milo le pareció que era el lugar más hermoso y pacífico de la tierra.

 

- Este lugar es… sencillamente maravilloso.- murmuró el caballero dorado cuando llegaron ante la estatua de Buda. No pudo más, sintió que su espíritu se derrumbaba, cayó al suelo en medio de una crisis de llanto, Shaka se arrodilló junto a él. Milo recargó su cabeza en uno de los hombros de Shaka y siguió llorando en silencio, era como si quisiera que el llanto limpiase de todo el rencor y dolor su alma.

 - No te detengas Milo, deja que tu dolor salga, lo necesitas para poder sanar tu alma. – le dijo Shaka, Milo no le escuchaba, en su mente solo aparecía la imagen de Camus sobre Hyoga haciéndole el amor. Milo se llevó las manos al vientre, sintió la energía de los pequeños seres que crecían en su interior y una energía que lo envolvía por completo haciéndolo sentir mejor, no tardó en darse cuenta de que esa energía no era otra cosa que el cosmos de Shaka. Era un cosmos cálido y protector, quizás Shaka no podía pronunciar las palabras que Milo necesitaba escuchar en ese momento pero su cosmos era suficiente para confortar al desdichado Milo.  

Lentamente Milo salió del abrazo de Shaka, en su rostro se reflejaba una serena tristeza.

 

- Aún duele… pero un día dejará de doler.- murmuró mirando a Shaka.- Gracias amigo mío. – dijo volviendo a abrazar a Shaka.

  

Mientras tanto, Camus llegaba al santuario. Había viajado sin descanso esperando poder alcanzar a Milo lo más rápido posible. Se apresuró a ir al templo de Escorpión, corría a toda velocidad por el camino de las doce casas, estaba por atravesar el templo de Cáncer cuando se encontró con Death Mask, el caballero de Cáncer le cerró el paso.

 

- Si te diriges al templo de Milo pierdes tu tiempo, él no está ahí.- le dijo con gesto amenazador.

 

- Entonces se encontrara entrenando con los otros.- dijo Camus dándose media vuelta para volver sobre sus pasos y dirigirse al sitio donde los demás caballeros dorados entrenaban. De nuevo Death Mask le cerró el paso. – Apártate de mi camino.- le dijo Camus perdiendo lo poco de paciencia que le quedaba.

 

- Tampoco allí lo encontrarás.

 

- Si sabes donde está, dímelo, si no quítate de en medio para que pueda ir a buscarlo.- Death Mask soltó una sonora carcajada que irritó aún más a Camus- ¿De qué te ríes estúpido?

 

- ¿No es obvio? Me río de ti. Milo fue a buscarte a Siberia… así que te encontró ¿no es cierto? Ja, ja, ja, por tu cara debió ver lo mismo que yo vi durante tu visita al santuario. Lo que hubiera dado por ver la expresión de tu rostro cuando te pescó disfrutando de tu lindo discípulo.- Camus le lanzó un golpe, Death Mask apenas pudo esquivarlo.- Si yo fuera tú mejor me volvería a Siberia y me olvidaría de él. No va a perdonarte.

 

- ¿Y tú como sabes que no me perdonará o que vine a buscar su perdón?

 

- ¡Oh vamos Camus! Eres tan predecible, tú y tu estúpido código ético. Eso es algo que compartes con el pobrecito Milo. Dale gracias a los dioses que no esta en su mejor forma si no tú no habrías sobrevivido.

 

- ¿A que te refieres Death Mask?

 

- A que esta enfermo, ha estado enfermo desde que te fuiste la última vez. Debe sentirse realmente mal como para ir a buscarte, nuestro pequeño Milo apenas puede estar consciente unas horas. Las últimas semanas ha pasado más tiempo visitando el suelo que entrenándose.

 

- Pero… ¿por qué nadie me dijo nada?

 

- Por favor Camus note hagas el tonto, te habrías enterado si te hubieras tomado la molestia de leer alguna de las cartas que te enviaba el propio Milo o las que te enviaban Afrodita y Aioria para abogar por su amiguito.- Camus bajó la cabeza, a petición de Hyoga no había abierto ninguna de esas cartas y las había destruido una a una.- ¿Piensas ir a buscarlo? Yo no te lo aconsejaría, es más sería mejor para ti que desaparezcas de la faz de la tierra, no quiero pensar lo que va a suceder cuando Shaka o Aioria se enteren de lo que le hiciste a Milo, eso sin considerar a Mu y Aldebarán, quizá hasta yo me decida a darte una paliza… no me mires así, tu noviecito es tan hermoso… tan dulce que se gana a cualquiera. Lo que no daría yo por tenerlo al menos una vez en mi cama. - Camus lo miró con odio, ¿cómo se atrevía a hablar así de Milo en su cara?- Aunque es seguro que Shaka ya lo sabe, él fue con Milo a buscarte.

 

-¿Shaka esta con él?

 

-Sí, Milo estaba tan mal que no podía viajar solo. Ese chico sí que es inteligente, ¿no me digas que no te has dado cuenta de que el angelito esta enamorado de Milo?- Camus no pudo contenerse, le golpeó en el rostro derribándolo, Death Mask reía desde el suelo.- Puedes golpearme todo lo que quieras pero Milo no volverá a ti, lo has perdido por ese insignificante niño que con todo placer mataría si Milo lo pidiera… pero sé que no lo hará es demasiado noble. No puedes cambiar las cosas Camus de Acuario, seguramente el pequeño Milo estará buscando consuelo en la cama de Shaka y Shaka será un tonto si deja escapar la oportunidad. - Death Mask volvió a reír, pero Camus no se quedó a escucharle, se había ido corriendo hacia el templo de Aries, tenía que hablar con Mu y averiguar si era verdad lo que Death Mask le había dicho.

  Pronto divisó el templo de Aries, entro sin siquiera anunciarse, pero Mu no estaba ahí. Decidió esperar a que el guardián del templo volviese. Se sentó a esperar a Mu en las mismas escaleras del templo. Se sentía desesperado y no sabía que exactamente hacer. Se hallaba en un grave conflicto, por un lado estaba preocupado por la salud de Milo, pero también le preocupaba lo que Hyoga pensara, seguro que no le iba a creer que hacia eso solo por ser un gran amigo. Su aprendiz era extremadamente celoso.   

Mu se acercó a su templo acompañado de Aldebarán de Tauro, los dos conversaban animadamente, el primero en notar la presencia de Camus, fue Aldebarán.

 

- Hey Mu, ¿ese que esta ahí no es Camus?- dijo el enorme caballero.

 

- Si, me parece que es él. Eso si que es extraño. Se supone que debería estar en Siberia, ¿qué hace en el santuario?

 

- No sé, tal vez haya decidido regresar con Milo y Shaka. – Aldebarán estaba al tanto de los planes del escorpión, pero aún así le pareció extraño encontrarse ahí con Camus.

 

-¡Mu!- gritó Camus al verlos, los dos caballeros notaron la desesperación en su voz y en su rostro.

 

- Camus, ¿pero que haces aquí?- le dijo Mu aproximándose.

 

-He venido a buscar a Milo… pero Death Mask me dijo que no lo encontraré en el santuario. También me ha dicho que él esta enfermo.

 

- Sí… él no se ha sentido bien.- dijo Mu bajando el rostro.

 

- Pero, ¿qué es exactamente lo que tiene?

 - No lo sabemos, él no ha querido decir absolutamente nada… creo que ni siquiera Shaka lo sabe, a pesar de que él y Milo se han vuelto muy cercanos. – Camus lo miro confundido, no sabia que pensar, no tenía idea de que podía estar pasando entre Milo y Shaka. Se sentía celoso y dolido, ¿por qué tenía que estar con Shaka? Pero Milo no se atrevería, no, Milo lo amaba demasiado como para ir a refugiarse inmediatamente en los brazos del caballero de Virgo. Pero… ¿y si Death Mask tenía razón y Milo estaba tan herido como para enredarse con Shaka? La sola idea era demasiado para Camus, no se entendía a sí mismo, si ya no amaba a Milo, ¿por qué le preocupaba lo que él hiciera?   

No pudo conseguir información de Mu, si sabía algo, era obvio que no quería decírselo.  Ni siquiera Aldebarán quiso decir algo, le pareció que todos apoyaban la decisión del escorpión de esconderse. Ni siquiera le confirmaron la enfermedad de Milo, lo único que pudo sacarle a Mu fue que él había estado algo débil pero nada más. Intentó hablar a solas con Aldebarán, el caballero de Tauro no era dado a ocultar cosas importantes, pero esta vez no pudo conseguir nada de él, por lo que se imaginó que lo que sea que Milo ocultara debía ser grave.

 - Lo siento Camus, pero creo que eso es algo que tienes que tratar con el propio Milo, aunque supiera alo no podría decírtelo, solo se que debió ser grave como para que fuera a buscarte hasta Siberia estando en el estado que se encontraba.- fue todo lo que el guardián de Tauro le dijo. Camus se alejó del templo de Aries con más dudas que al principio. No sabía a quien acudir para saber de Milo. Entonces se le ocurrió ir en busca de Afrodita, él y Milo eran buenos amigos así que él podría saber algo más que Mu, él podría decirle si era cierto que Shaka y Milo estaban juntos.   

Mu y Aldebarán lo vieron ascender por las escaleras de los doce templos, de inmediato supieron a donde iba.

 

- ¿Crees que deberíamos ir a prevenir a Afrodita para que no le diga nada?- le dijo Aldebarán a Mu.

 

- No, Afrodita puede ser demasiado vanal pero sé que no traicionaría el secreto que le confió Milo, ni siquiera se lo ha dicho a Death Mask, no creo que se lo diga a Camus. Lo que me preocupa es que le diga que Shaka y Milo se dirigían a la India.

 - Lo dudo, Afrodita es tan cabeza dura que le dirá que no tiene idea a donde han ido después de Siberia.   

Camus llegó muy rápido hasta el templo de Piscis. Ahí se encontró a Death Mask. En cuanto lo vio Afrodita supo a que iba, le murmuró a Death Mask que no interviniera, de mala gana el caballero de Cáncer se quedó un poco atrás mientras Afrodita se hacia cargo de la situación.

 

- ¿Qué quieres aquí?- le dijo muy molesto, sabía de la relación de Camus con Hyoga porque Death Mask terminó contándole lo que había visto y oído durante la visita de Camus al santuario.

 

- Necesito que me digas donde esta Milo.

 

- ¿Por qué te lo diría? Él es mi amigo y si no quiere que lo encuentres yo no te voy a decir nada.

 

- ¿Es verdad que está con Shaka de Virgo?

 - ¿Y si así fuera qué? Tú no eres el más indicado para reprocharle nada. Ahora lárgate, tengo cosas más interesantes que hacer que hablar contigo infiel estúpido. – Afrodita se dio media vuelta dejando a un Camus furioso, Death Mask solo se reía.    Ahora sí que no sabía que hacer, aparentemente nadie sabía donde encontrar a Milo y quienes lo sabían no querían decirlo. Imaginó que si iba al palacio del patriarca encontraría a alguien a quien poder sacarle la verdad.    Se dirigió al palacio del patriarca y ahí se encontró con un viejo sirviente que no tardó nada en decirle lo que necesitaba saber, con una sonrisa de satisfacción en los labios, abandonó el santuario.    Muy lejos de ahí, Shaka y Milo se disponían a abandonar la India, apenas habían estado ahí un par de días pero a Shaka se le ocurrió que si Camus se lo proponía les encontraría, no faltaría quien le informase de su destino. Habían decidido hacer una parada en la isla de Milos, el país natal de Milo.   A pesar de todos los esfuerzos de Shaka, Milo continuaba sumido en una profunda tristeza, más de una vez lo sorprendió llorando en silencio. No sabía que hacer para consolarlo, lo había intentado todo y nada resultaba. Al menos Milo había entendido que en su estado no era sano no alimentarse debidamente y con la nada débil insistencia de Shaka se estaba alimentando bastante bien.    Shaka se preguntaba hasta cuando podrían guardar su secreto, él había acudido a Mu pidiéndole consejo, y sabía que Afrodita estaba enterado de la situación de Milo. Lo que no sabía era que había alguien más que sospechaba que la supuesta enfermedad de Milo no era otra cosa que un embarazo, ese alguien era Aioria. El caballero de Leo se había sentido profundamente conmovido al darse cuenta de lo que sucedía con Milo. No imaginaba nada más hermoso que Milo, y ahora que iba a tener un bebé se lo imaginaba mucho más hermoso todavía. Él estaba tan enamorado de Milo como Shaka pero a diferencia del caballero de Virgo, Aioria no era muy bueno para disimularlo, así que medio santuario lo sabía incluido Camus. De cualquier forma, esperaba poder ver a su amado Milo después de que regresara de la India para decirle que aunque sabía de su secreto no le diría a nadie y que tendría su apoyo incondicional.
Notas finales: rewiews por fa¡¡¡¡

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