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GRECIA VS ROMA por desire nemesis

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Ácato dudaba y eso era visible. Marco Julio levantó su mano y apoyó la palma en el filo del arma para empujarla sin resistencia. El otro dio dos pasos hacia atrás mientras miraba aun intensamente al castaño para luego voltear e irse. El ojos azules se lo quedó mirando muy erguido hasta que desapareció tras la tela de la entrada de la tienda. Después de unos segundos de silencio fue hasta la antorcha que estaba puesta en uno de los porta antorchas y agarrándola con fuerza la miro como si la odiara para luego tirarla al suelo, apagándola.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Quiero que escriba una carta a sus compañeros los senadores romanos anunciándoles nuestra intención de decapitaros si ellos no acceden a proporcionarnos la liberación de los territorios conquistados de Grecia—dijo el joven tricolor que mandara llamar al romano tomándolo por sorpresa.

 

Tulio Aurelio sonrió. --¿Y como sabréis que no escribo otras cosas?—preguntó.

 

Desgraciadamente para vos Senador yo también se escribir en latín. Recordad que hace mucho tiempo Egipto es una de vuestras naciones—le explicó el ojos violetas.

 

Frustrado el de ojos verdes se sentó a la mesa allí dispuesta y tomó la pluma del tintero para escribir.

 

¡Antes de que escribáis nada leed este borrador que yo mismo preparé y copiadlo fielmente!—le instruyó el otro. Tulio Aurelio leyó la hoja que le había sido dada un momento y luego levanto los ojos con incredulidad hacia el otro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Habían pasado semanas desde el día en que fue mandada la carta del Senador prisionero y no habían obtenido respuesta de ninguna especie, lo que ponía nerviosos a los griegos que se sentían enjaulados en ese campamento.

 

¡Debemos irnos de aquí!—dijo uno de los capitanes del joven príncipe. –Mientras nosotros esperamos como reces para el matadero, los romanos de seguro están reforzando sus protecciones y recibiendo refuerzos. Estamos en una trampa, alteza. ¿Es que acaso no podéis verlo?—preguntó exaltado el capitán.

 

Era cierto. Ácato ya no era el mismo. Se había dado a la bebida y parecía a sus tropas esos trágicos héroes que lo han perdido todo. Lo que no comprendían era que había perdido este. Solo Yami sabía la causa del dolor del rubio.

 

Por su parte el castaño no estaba mucho mejor aunque sus ansias de salir de ahí para proteger el destino de su hermano eran mayor que su decaimiento.

 

Pidió a un soldado hablar con el príncipe y cuando lo vio sintió algo de tristeza por su antiguo rival y amante “El león del Leoponto”.

 

El rubio le preguntó a este con beodo acento--¿A que habéis venido?—

 

A saber si aun pensáis que os traicioné—dijo  el de ojos azules.

 

--¿Y por que iba a pensar distinto?—preguntó el de ojos mieles.

 

Pensé que tu “amigo” pudo al fin haberos dicho la verdad—dijo Marco Julio.

 

Mi amigo… como vos le decís siempre me ha dicho la verdad—casi escupió el rubio.

 

Entonces os contó que el que los romanos me atrapasen fue una trampa bien puesta por alguien de aquí que corto la cincha de mi silla y que si me uní a los romanos aquella noche fue para proteger la vida de mi hermano—le dijo el ojos azules.

 

¿Y como podría saber el eso en caso de que fuera cierto?—preguntó con su mente algo menos nublada el ojos mieles.

 

El romano se le acercó para responder—Porque el lo hizo. El cortó la cincha de mi silla--.

 

¿Y por que iba a hacer el eso?—preguntó sorprendido el griego. –Sé que os llevabais mal pero…--dijo después.

 

¿Es que no lo entendéis? El quiere separarnos. Si me odia es porque vos me amáis—dijo el ex Centurión muy frustrado ante lo corto de entendederas que era el otro.

 

¡Os amaba! ¡Ya no más!—grito el príncipe tratando de zafarse.

 

No os creo—dijo el castaño y probó de nuevo el fruto prohibido de los labios de su enemigo. –No estaríais tan mal si no me amarais. Si no me desearais—dijo antes de conducirlo al lecho. El otro se resistía pero no clamaba por ayuda lo cual le daba la pauta al otro de que en verdad seguía sintiendo algo tan especial por –él.

 

En la colina cerca al campamento una figura oscura alzo una antorcha encendida y la llevo a un lado y hacia el otro en una muda señal.

 

Entonces Roma atacó.

 

Con todo.

 

Sin piedad.

 

Masacrando al mal constituido y peor avituallado ejército griego y apoderándose del último recinto rebelde en Grecia.

 

Los prisioneros fueron liberados para ser apresados de nuevo por nuevos captores a excepción de Tulio Aurelio que sonreía triunfal al ver de nuevo a los que consideraba sus molestias mas grandes por fin de nuevo bajo su control.

 

 


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