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Ojos Azules por Kitana

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 Era mediodía. Camus se despertó con el peor dolor de cabeza de la historia. Hyoga entró en la habitación llevándole un analgésico.

- Al fin despiertas.- dijo el Cisne.

- ¿Qué hora es? – dijo Camus frotándose los ojos.

- Pasan de las doce,

- ¿Qué te pasa?

- Ay por favor, como si no lo supieras.- dijo Hyoga muy molesto. Salió sin decir nada más. Camus se sentía confundido. No recordaba muy bien lo que había pasado en la fiesta después de la boda, recordaba haber bebido de más y haber tenido una pelea con Milo y Shaka. Le dolía la cabeza. No tenía la menor intención de levantarse de la cama. No quería ver el espectáculo de Milo y Shaka juntos, no quería ver que al fin Milo lo había olvidado.  

Hyoga se dirigió a la habitación que Shun y Shiryu compartían. Estaba furioso y necesitaba hablar con alguien, encontró a Shun solo, lo cual fue muy conveniente para lo que pretendía.

- Hyoga… ¿estás bien? – preguntó el pequeño.

- No, no estoy bien… ¿por qué Camus es tan estúpido? No se da cuenta de que yo soy quien verdaderamente lo ama, sigue enamorado del maldito Milo.

- Pero tú sabías que así era desde el principio y aún así seguiste intentando con Camus, ¿no es cierto? – dijo Shun, Hyoga bajó la cabeza y comenzó a llorar.

- ¿Qué tiene él que no tenga yo? ¡Todos adoran a Milo y a mí solo me ven como el tipo que le destrozó la vida a ese imbécil! Hasta tú que eres mi amigo me ves así…

-  Eso no es cierto Hyoga, tú eres mi amigo y te quiero, y por eso no puedo dejar de decirte que hiciste las cosas mal y que no deberías aferrarte a Camus de la forma en que lo haces, deja que él entienda como son las cosas ahora y tal vez entonces esté listo para estar contigo.

- ¡No! ¿Es que no entiendes nada Shun? Yo lo amo, lo amo como ese infeliz de Milo nunca lo amó… sí lo hubiera amado tanto como decía nunca se hubiera metido con no sé quien para tener a esos gemelos.

- ¿Y no se te ha ocurrido que podrían ser de Camus? – la pregunta de Shun le cayó como balde de agua fría al Cisne.   – Piénsalo bien Hyoga, mira bien a esos niños y piensa bien, esos niños podrían ser de Camus.

- Podría ser… pero ¿entonces por qué no se lo dijo? Habría sido la excusa perfecta para que él volviera a su lado.

- Sí, pero Milo es tan orgulloso que no lo hubiera hecho así, ¿entiendes? Milo es demasiado orgulloso, si tomas en cuenta eso es lógico pensar que sí fue a Siberia era para darle la noticia de su embarazo a Camus, pero al verlo contigo decidió guardarse el secreto.

- Lo que dices suena lógico… pero aún así no creo que esos niños sean hijos de Camus. – dijo Hyoga, sí las conjeturas de Shun eran ciertas y Milo nunca le había sido infiel a Camus, entonces sus posibilidades con el caballero de Acuario se reducían a nada. No quería pensar en esa posibilidad.

- Hyoga, quiero que me expliques ¿qué significa eso de que oficialmente tienes dos meses de embarazo y extraoficialmente tienes tres? – preguntó Shun. Hyoga no sabía donde esconderse.

- Bueno es que… la verdad es que… mi bebé… mi bebé no es de Camus…- dijo el cisne con un hilito de voz.

-¡¡¡¿¿¿Qué???!!!- dijo Shun muy confundido. – Y sí no es de Camus, entonces ¿quién es el padre?

- Pues… el padre es… Dohko…

- ¡¡Dohko¡¡¡ ay Hyoga, ahora si que estas en un problema enorme… sí Camus o Shion se enteran te van a despellejar vivo. Pero ¿cómo se te ocurrió meterte con él?

- No lo planee si es lo que estás pensando…  fue extraño, la verdad los dos estábamos muy mal esa noche, él había peleado con Shion y yo… pues extrañaba demasiado a Camus y el alacrán se había estado pavoneando con Shaka durante todo el día. Había sido un mal día. Salí a un bar y ahí me lo encontré, estuvimos bebiendo juntos y una cosa llevó a la otra y bueno… tú sabes… cuando Camus llegó yo ya sabía que estaba embarazado. Cuando se acostó conmigo supe que podía usar mi embarazo para retenerlo, solo que no resultó. Él cree que mi bebé es suyo… pero aún así sigue sin prestarme atención. Para él tiene más valor un calcetín sucio de Milo que toda mi persona y eso me enfurece, por eso jamás le voy a decir que este bebé no es suyo.

- Hyoga…  yo creo que estás cometiendo un error, ¿le has dicho a Dohko que tu bebé es suyo?

- ¡Claro que no! ¿Sabes porque pelea tanto con Shion? Pues porque nuestro querido patriarca quiere convertirse en mami y Dohko cree que es demasiado pronto para ser papá. Ni loco se lo digo, y por favor, por nuestra amistad no lo comentes con nadie, ni siquiera con Shiryu, por favor Shun, júrame que no se lo dirás a nadie.

- Está bien… no voy a decir nada, solo espero que te des cuenta a tiempo de lo equivocado que estás. No puedes obligar a Camus a que te ame.

- Lo sé, lo sé... pero estoy desesperado… voy a hacer cualquier cosa para que él esté conmigo.

- Ojala que no te arrepientas. – dice Shun   

Mientras tanto, en la cocina se encontraban Shion y Shura. El caballero de Capricornio conversaba con Shion sobre los planes que había de no regresar al santuario. .

- Buenos días. – dijo Saga lanzando un enorme bostezo.

- Buenos días Saga.- dijo Shion.

- Buenos días.- dijo Shura.

- Por lo que veo somos los primeros en levantarse.- dijo Saga sentándose en un banco.

- No,  Shiryu, Shun, Milo y Shaka se levantaron  muy temprano. – le dijo Shura.

- Apuesto a que tu amiguito el congelador será el último en levantarse. Jamás lo había visto tan borracho como anoche.- le dijo Saga a Shura. La sonrisa cínica de Saga le molestó a Shura.

- Él no acostumbra beber tanto como tú y ese hermano tuyo que serían capaces de acabarse solos las reservas de vino de esta mansión.

- Oh vamos, Kanon y yo bebemos por el puro placer de ponernos completa y absolutamente borrachos, pero tu amiguito bebe porque esta despechado, celoso, envidioso, ardido y etcétera.

- Mejor cállate Saga. – le dijo Shion.

-Pero ¿por qué quieres que me calle? Ah sí, es cierto, ¿cómo va el refrán? sí la verdad no peca, pero incomoda. – Saga se rió estrepitosamente. Shura estaba furioso, tanto que  si no hubiera sido por Shion, hubiera golpeado ahí mismo a Saga.   – Bueno chicos, y me voy, pienso disfrutar lo que queda del día… por cierto Shion, Dohko esta planeando una fiesta, será mejor que le recuerdes que te invite o terminará por olvidarse por completo de que tú también estás aquí. Adiosito nenas.- dijo Saga desapareciendo de la habitación. Tanto Shion como Shura estaban furiosos.

-¿Pero que se cree ese idiota?- murmuró Shura

- Déjalo, los dos sabemos que es una bestia, pero creo que tiene razón en cuanto a porque Camus se comportó así anoche.

- Me temo que es cierto, se puso así porque todavía ama a Milo. Sin importar que Milo ya lo haya olvidado, Camus continúa amándolo.

- Pobre Camus… debe ser muy difícil para él ver a Milo tan feliz junto a Shaka, y ahora que van a tener otro bebé pues no es extraño que él este así de mal.  ¿Qué te ha dicho al respecto?

- Pues no mucho, tú sabes como es él, no dice las cosas tan fácilmente. Pero sí que le afectó saber que Milo está embarazado de nuevo. Casi me atrevería a decir que esa fue la gota que derramó el vaso.

- ¿Por qué lo dices?

- Porque el día que llegó a Japón hablamos. De alguna manera extraña él creía que Milo aún sentía algo por él y que bastaría con cortejarlo para que volvieran a estar juntos. Pero se equivocó. Y eso le dolió como no tienes una idea. Le advertí que Milo no lo perdonaría jamás y que no regresaría con él. El bicho es un ángel pero lo que Camus le hizo fue lo peor que pudo hacerle.

- Le fue infiel, ¿cierto?

- Sí, con Hyoga mientras estaban en Siberia. El propio Camus me lo confesó cuando fue a buscarlo al santuario. Y lo peor de todo es que Milo no se enteró por boca de otro sino que los vio con sus propios ojos. El pobre bicho lo pasó muy mal. Estaba enfermo y solo, imaginó que por eso se enredó con Shaka en un principio, pero ahora veo que de verdad está enamorado de él y que mi amigo no tiene ninguna oportunidad.

- ¿Enfermo?

- Sí, antes de viajar a Siberia el bicho no se sentía nada bien, se desmayaba y estaba bajando de peso, ni siquiera tenía energías para entrenar, tú sabes lo dedicado que era a los entrenamientos, en aquella época se la pasaba sentado mirándonos porque si hacia algún movimiento brusco se mareaba. Supongo que quiso estar cerca de Camus, aunque nunca entendí porque fue a Siberia exactamente. – Shion se quedó pensando, atando cabos… ¿podía ser que…? – Recuerdo que después de eso se escondió un tiempo, para cuando regresó al santuario parecía haberlo superado, aunque también sé que estaba muy deprimido todavía. Aún no me explico como es que no mató a Hyoga cuando se enfrentaron en su templo. -“Después de parir debió ser difícil para Milo estar en forma como para enfrentar a alguien como Hyoga” pensó Shion.

- Así que todo fue por una infidelidad de Camus, ¿quién lo diría de él?

- Camus no sabe estar solo aunque afirme lo contrario. Mi amigo no quiso llevar con él a Milo porque sabía que las condiciones de Siberia no eran para alguien como nuestro bichito.

- Él se habría esforzado por adaptarse, conozco a Milo, él habría hecho lo necesario.

- Pero Camus no lo vio así, él creyó que Siberia era demasiado para él y que no lo toleraría.

- Pues se equivocó  y vaya que lo esta pagando caro. – dijo Shion.

- Sí… y por si fuera poco se le ocurrió meterse con Hyoga de nuevo y el pato está esperando.

- Así que Camus será padre.

- Sí, hasta donde sé el chico lleva dos meses.

- Ja, Camus no perdió su tiempo ¿verdad? Te dejó, quisiera hablar con Mu antes de ir a ver sí Dohko ya se ha levantado.- dijo Shion saliendo de la cocina.    Shion no dejaba de pensar, de atar cabos, ¿cómo no se le había ocurrido antes? Los gemelos eran pelirrojos no por la absurda explicación que Milo daba siempre, sino porque su padre no era otro que Camus. Milo era perfectamente capaz de guardar semejante secreto si había sorprendido a Camus siéndole infiel, pero ¿Shaka? ¿Amaba tanto a Milo que mentía por él? Shion decidió que se guardaría sus sospechas para él mismo. No quería causar más problemas, estando las cosas como estaban ya era suficiente para todos los involucrados, además él tenía sus propios problemas con Dohko.   - ¿Te encuentras bien amor?- dijo Shaka sosteniendo la mano de Milo que miraba a sus hijos jugar en el parque, había cierta tristeza en su mirada.

- Si… no te preocupes demasiado por mí… tú siempre tienes que cuidarme y eso me apena un poco.

- No tienes porque apenarte por eso, yo te amo y mi mayor deseo es que estés feliz, y veo que no estás feliz ahora.  – Milo se abrazó a él y comenzó a llorar.- Milo, dime ¿qué te pasa?

- Es que no lo entiendo Shaka… yo soy feliz contigo, he olvidado el pasado, creí que él también, pero ahora viene y me hace quedar como un cualquiera frente a todos, frente a ti… tú sabes que yo nunca lo engañé, siempre le fui fiel y le di todo lo que podía dar… pero él me engañó y ahora no solo me lastima a mí, también a nuestros amigos, a Cora, a Aldebarán y a mis niños… no puedo creer que sea tan vil.

- Entiéndelo amor, está despechado.

-Ay querido, tú siempre piensas en los demás antes que en ti, como si no te hubiera fastidiado a ti también la fiesta anoche. – dijo Milo con una triste sonrisa.

- No quiero odiarlo… esa es la verdad, aunque se haya ganado todo mi desprecio por lo que te hizo y por lo que nos hace ahora, me niego a odiarlo porque eso significaría desperdiciar la energía que puedo invertir en ti en algo que no vale la pena. – dijo Shaka besando la frente de Milo.

- Tú sabes que hubo un tiempo en que lo amé… lo amé como no había amado a nadie, claro antes de enamorarme de ti.  Pero ahora… no hay lugar en mi vida para nadie más que tú, ni siquiera porque él es el padre biológico de Cass y Egi voy a permitir que se acerque a mí.

- ¿Sigues odiándolo?

- No, ya no lo odio… es que me molesta su actitud. Es como si quisiera hacer que yo fuera el único culpable de nuestra separación. Pero fue él quien me cambió por otro, no yo. Además está el pequeño detalle de que Hyoga va a darle un hijo, eso me molesta más, si va a darle un hijo al menos debería respetarlo y no hacer lo que hizo anoche, pobre chico, la forma en que le habló fue horrible.

- Ay bichito, de verdad que eres increíble, ese chico te odia y tú te preocupas por él.

- No puedo evitarlo, lo que pasó entre Camus y yo no es culpa suya, y la verdad es horrible pasar un embarazo sabiendo que el padre de tu bebé no te quiere. Por suerte para mí, eso no pasará esta vez, porque sé que tu me amas y me veneras por sobre todas las cosas.- dijo Milo con una hermosa sonrisa.

- Bichito engreído… pero ¿sabes? tienes razón, te amo y te venero por sobre todas las cosas.

- ¡Papi, papi¡- Egisto corrió hacia la pareja. - ¡Papi, mami ayuden a Cass no puede bajar del árbol y está muy asustado¡- gritaba el niño con el temor dibujado en su rostro. Shaka se levanto de inmediato para correr hacia donde el pequeño Cassandros se encontraba trepado en un árbol del que no podía bajar.  Cuando llegó hasta él se sorprendió muchísimo al ver que Camus ya estaba ayudando al pequeño Cassandros a bajar. Shaka prácticamente se lo arrebató de los brazos.

- ¿Estás bien Cass?

- Si papi… quiero irme a casa. – dijo abrazando a Shaka y sin dejar de llorar.

- No te preocupes, volveremos a la mansión de inmediato.

- Al menos deberías dejar de besuquearte con este para cuidar a tus hijos.- le dijo Camus lleno de rencor a Milo. Él ni siquiera respondió, se dio media vuelta y se dirigió de vuelta a la mansión.

- Gracias Camus.- dijo Shaka más por cortesía que por verdadero agradecimiento. Se  apresuró alcanzar a Milo y dejó atrás a Camus. El caballero de Acuario los miró desaparecer en una esquina y luego echó a andar en dirección opuesta. Se sentía extraño… no podía evitar sentir la ternura que esos niños despertaban en él y eso lo exasperaba. Se metió en el primer bar que encontró abierto y pidió una cerveza, tenía resaca y estaba de un humor horrendo. Además debía poner en orden sus ideas. Había salido de la mansión para poder pensar, para no tener que enfrentar a los demás después de la escena que había hecho la noche anterior. Se sentía apenado, se sentía dolido y humillado. Había querido ofrecer una disculpa a Milo y a Shaka, pero el verlos juntos y besándose lo había sacado de sus casillas y se había olvidado de sus intenciones.  

Bebió su segunda cerveza de la mañana y sintiéndose más calmado, decidió volver a la mansión. Mientras caminaba de vuelta a la mansión se puso a pensar en cual era la razón de que siguiera en Japón, la verdad es que a pesar de que hacia unos días que Hyoga le había confirmado que estaba embarazado, no sentía que el bebé que el cisne iba a darle fuera la razón de su permanencia en Japón. Estaba seguro de que no era nada más por la intención de recuperar a Milo. Al fin reconoció que quería descubrir el por qué de su interés en esos gemelos. Se imagino que si pasaba algo de tiempo con ellos tal vez encontraría la respuesta a su pregunta.  

 Milo se recostó en la cama esperando poder dormir un poco, la noche anterior apenas si había podido dormir un poco. Le preocupaba que Camus terminara por descubrir que los gemelos eran sus hijos. Le preocupaba lo que estuviera sintiendo Shaka, le preocupaban tantas cosas en ese momento que se sentía abrumado. Estaba furioso con Camus, furioso porque estaba a punto de destruir su vida de nuevo, ¿es que no había sido suficiente con romperle el corazón?

- ¿En donde está esa hermosa cabecita tuya cariño? – dijo Shaka sacándolo de sus pensamientos. Milo sonrió y miro a los ojos a su amado Shaka, estaba a punto de llorar.- Bichito, dime que te pasa, por favor, tú sabes que no soporto verte así.- Shaka tomó sus manos sin dejar de mirarlo.

-Lo sé angelito… es que… nunca pensé que esto iba a pasar. Pensé que él me iba a dejar en paz, pero se empeña en acosarme. – dijo Milo, sacó de su bolsillo una carta que le entregó a Shaka.

- ¿Irás?- dijo Shaka después de leerla. Reconoció de inmediato la letra de Camus.

- ¿Tengo otra opción? Dice que si accedo a hablar con él me dejará en paz y volverá a Francia.

- No sé si debas…

- No lo hago porque quiera hablar con él… lo hago por nosotros, por nuestra familia. Quiero que nos deje vivir en paz. Y no pienso ir solo. Quiero que tú me acompañes. No confió en él, además tú y yo no tenemos secretos, yo sé todo de ti y tú todo de mí.

- Sí es lo que quieres… yo estaré a tu lado. – se abrazaron, Shaka se sintió tranquilo y feliz, no había razón alguna por la que debiera dudar del amor que Milo sentía hacia él.  

Hyoga se encontraba sentado bajo la sombra de un árbol leyendo un libro que le había prestado Mu. Cuando vio a Dohko acercarse pero no le prestó atención.

- Hola.- dijo Dohko sentándose a su lado.

- Hola.- respondió Hyoga, se puso nervioso. - ¿Qué quieres?

- Hablar… eso es todo.

- ¿Y de qué tenemos que hablar tú  y yo?

- De lo que no pasó entre nosotros, ¿sabes a que me refiero?

- Si, lo sé.

-Entonces sabrás que a ninguno de los dos nos conviene que alguien se entere de lo que pasó después de esa noche en el bar, ¿cierto?

 - Cierto.

- No me malentiendas, me lo pasé muy bien contigo, tanto que hasta lo repetiría. Pero amo a Shion y sé que él no me perdonará si se entera, en especial estando tú como estas. ¿Me entiendes?

- Claro que te entiendo. Para ti no fui más que alguien con quien calmaste tu calentura, lo mismo fuiste tú para mí.

- Me alegra que entiendas como son las cosas, y por cierto, respecto a eso que estas gestando no esperes nada de mí.- dijo Dohko y enseguida se fue dejando a Hyoga solo. Dohko no le interesaba para nada, ni siquiera lo encontraba atractivo después de tenerlo, pero sabía que en lo sucesivo tendría que tener más cuidado con él.  

A la hora de la comida todos los caballeros dorados estuvieron presentes, también los de bronce. Milo, Shaka y los gemelos se sentaron en el extremo opuesto de la mesa a donde se sentara Camus. Aldebarán y su familia también, Mu y Aioria estaban muy cerca de ellos.  Mu estaba preocupado por las miradas asesinas que le dirigían a Camus tanto Aldebarán como Aioria.  

Kanon fue el último en sentarse a la mesa. Se le veía realmente mal. Con cierta dificultad tomó asiento. Saga no tardó en comenzar a burlarse de él.

- Una noche movida, ¿verdad hermanito?

- Cállate Saga.

- Oh vamos, como si nadie en la casa se hubiera dado cuenta de cómo gritabas, “¡no así no, duele, duele¡” – la mayoría de los presentes se rió de buen grado.

- Tú también hubieras gritado si te hubieran hecho lo que me hicieron a mí.

- Vaya, nunca creí que llegaría el día en que te toparas con alguien que superara tus “habilidades”. – dijo Death Mask burlón mientras mecía a su bebé.

- ¿Y quién es nuestro héroe?- preguntó Saga.

 

- No te lo diría ni por todo el oro del mundo.-murmuró Kanon bajando la cabeza. Kanon no dijo nada más en toda la comida. Pero a Death Mask no le pasaron desapercibidas las miradas que el general marino y el Pegaso intercambiaron, ni la forma lasciva en que Seiya contempló el trasero de Kanon cuando éste abandonó la mesa.

 

 


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