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GRECIA VS ROMA por desire nemesis

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Entonces Marco Julio y los demás tuvieron la certeza de que el otro había hipotecado su futuro por el bienestar de los tres.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En su celda Marco Julio miro hacia el cielo como tantas veces antes lo hiciera en los tres años que estuvo encerrado en aquel lugar.

 

Esta vez no serán tan complacientes con nosotros—dijo Mássimo Antonio a su lado.

 

Ellos no fueron complacientes conmigo—aclaró el castaño. El ojiverde intento defenderse. El castaño sabía lo que iba a decir y se adelantó—Esto es una batalla contra seres nada dignos que usarán cualquier artimaña para matarnos. No bajéis la guardia jamás y quizás sobreviváis—

 

Su hermano le miro decidido desde detrás del hombro del pelinegro.

 

Los días que subsiguieron fueron duros para los cuatro. El circo romano era algo sangriento hasta el punto de lo soez. Se obligaba a jóvenes y viejos a pelear por igual. Mássimo Antonio fue delegado a las carreras de cuadrigas mientras los hermanos Plineas se fueron a las luchas de gladiadores donde el mayor tenía gran fama y este procuraba siempre proteger al menor. Por su parte el griego también pasaba amargamente sus días bajo el yugo de Tulio Aurelio que disfrutaba enormemente de su venganza.

 

La mente enferma del Senador no podía evitar la necesidad de querer ver a su enemigo derrotado en su calvario y de presenciar como sufría su orgulloso sirviente por lo que lo llevo un día al circo.

 

Cuando Marco Julio levantó ese día la mirada y se encontró con esos ojos mirándolo su corazón latió con más fuerza por saberlo a la vez suyo y a la vez lleno de desgracia por su causa. Su hermano vio que algo le interesaba entre el público y miró en la misma dirección que el mayor para encontrarse a cierto rubio con la mirada igualmente clavada en el castaño.

 

Apretó fuerte el brazo de su hermano y le dijo—Algún día volverán a estar juntos. ¡Os lo prometo!—

 

Marco Julio le miro sin esperanza en la mirada y se volvió a la arena sin decir nada. César Augusto clavó la vista un momento en la espalda del otro y luego la fijo en el griego, parecía triste y su mirada ya no tenía el mismo brillo. Lo miro un momento a él y luego volteó hacia su lado donde Tulio Aurelio sonreía triunfal. Su mirada se lleno de odio hacia aquel que había arruinado sus vidas.

 

 

 

 

 

 

 

Los victoriosos en el circo luego de los enfrentamientos eran agasajados con vino y prostitutas o efebos. Los romanos creían que eso les envalentonaba para futuros encuentros en donde el pueblo disfrutaba de ver sangre y entrañas.

 

Fue así que en uno de tales agasajos como siempre Marco Julio se dedicaba solo a la bebida pensando en aquel que a lo lejos debía estar sufriendo peores cosas que él. Solo el pensar que Tulio Aurelio colocaba sus manos sobre el níveo cuerpo del griego le hacía querer derribar las paredes e ir en su busca. Pero sabía que no podía y eso lo tenía así.

 

Las mujeres y hombres que se le acercaban eran rechazados sistemáticamente. Uno se le acercó encapuchado y el le gritó que se fuera más el otro no le hacía caso y se lo quedó mirando.

 

¡He dicho que os vayáis! ¡No insistáis! ¡No os quiero aquí!—grito fúrico. Al decir la última frase levanto sus ojos para mirarlo hacia la cara y fue cuando el otro se despojó de su capucha dejando ver su cabello dorado y esos ojos mieles que el otro adoraba con pasión.

 

El otro se arrodilló frente suyo.

 

Decidme que no estoy soñando—dijo el ojos azules.

 

¡No soñáis!—dijo el rubio con una pequeña sonrisa.

 

Era su voz. Estaba tan feliz y a la vez extrañado. Sus ojos lo demostraron.

 

He dado una hierba para dormir en el té al Senador—le explicó.

 

Marco Julio no quiso contenerse más y beso con pasión los labios de su adorado “León”, luego bajó al cuello de este.

 

¡Voy a borrar a ese hombre de vuestra piel!—dijo el castaño mientras envolvía a Ácato entre sus brazos y giraban para él terminar sobre este. –Decidme que sigueis siendo mío—le dijo el ex Centurión dejando de besarlo y enfrentando sus rostros.

 

Solo vuestro—dijo el rubio antes de recibir un demoledor ósculo del de marrón cabellera. Cuando sus labios por fin se separaron en busca de aire añadió—Esta noche olvidemos todo. Es solo para nosotros. No sé si volveremos a tener otra—dicho esto se entregó a los brazos del amor como ya lo había hecho el romano que le desnudó con el deseo quemándole las entrañas y beso cada centímetro  de su venerada piel. Vio las cicatrices que ya conocía y unas muy recientes. Entre otras, unas sonrosadas junto al miembro del ojos mieles que el castaño sabía muy bien que eran correspondientes a mordeduras.

 

Al descubrirlas miro al otro a los ojos desde donde estaba y Ácato entendiendo la muda pregunta le dijo—He sido un esclavo demasiado rebelde--.

 

El ojos azules miro de nuevo el miembro medio inflamado y erecto, inspirando profundamente cerró los ojos y pensó en cuanto estaba soportando el otro por él.

 

De nada os culpo—dijo el griego algo preocupado al ver la expresión en los ojos del otro. Los lagos congelaron su respiración al fijarse en él. Lentamente la lengua de Marco Julio bajo hasta el miembro del rubio y lo acariciaron tal como un gato haría con sus heridas, provocando en el otro que se arqueara atrás por la deliciosa sensación de esa húmeda lengua posándose en su mas delicada piel.

 

En cuanto pudo con una de sus manos tomó los cabellos castaños y atrajo su cabeza a donde pudiera besar esos labios que le traían la locura y regodearse en esa lengua que le proporcionaba tales caricias.

 

Las manos del romano tomaron sus posaderas y las apretaron con furor mientras sus labios bebían la dulce miel que le proporcionaban esos hermosos y sonrosados labios griegos. Luego acariciaron su espalda y una termino levantando una de sus piernas para introducirse entre ellas y con la otra ir preparando su dulce entrada que respondió a sus caricias como si no hubiese un mañana. Lo hizo suyo como un tornado que asola una aldea que se sacrifica gustosamente ante tal acto natural. Algo nada raro entre amantes que se desean tanto y sin embargo las circunstancias han dictaminado que vivan separados.

 

Al terminar todo Marco Julio le preguntó algo que le había inquietado con voz ansiosa--¿Cómo habéis logrado entrar, si solo entran los traídos por los tratantes de esclavos?—

 

He usado oro. No os preocupéis. Aunque sin duda haría lo que fuera por veros—exclamó el rubio antes de besar de nuevo al de fruncido ceño.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Al día siguiente Mássimo Antonio y César Augusto tomaban su desayuno calentado por los guardias en una hoguera. Era una mañana muy tranquila debido a los estragos ocurridos la noche anterior y de pronto el más joven vio salir un encapuchado de la celda de su hermano.

 

Parece que por fin tu hermano ha conseguido olvidar a ese griego—dijo Mássimo.

 

César no se sentía para nada contento ante lo que veía como una traición a aquel que les salvara y miro con desagrado al encapuchado que al sentirse observado le miro.

 

O tal vez no—dijo el de ojos verdes al ver la identidad del encapuchado.

 

El de ojos azules no supo si sentirse feliz por su hermano o triste por lo que el destino les obligaba a sufrir.

Notas finales:

ESPERO LES GUSTE

ME TOMARA MAS DE UN CAPI TERMINAR ME TEMO

PERO TRATO DE TERMINARLO BIEN

SE QUE NO LES MOLESTARA

 

JA NE

Q TE RECUPERES PRONTO PHANTA

BESOS


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