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El secreto de la Liebre por lolitasherry

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Notas del capitulo:

Saint Seiya pertenece a sus creadores, lastima.

       Capitulo 38

 

 

 

 

--Llegaron muy temprano en la mañana al pequeño pueblito de pescadores tres extranjeros, una mujer muy hermosa con el pelo color chocolate y unos ojos color miel, acompañada de dos hombres mucho mas altos que ella, uno con la tez morena clara, el cabello color plata y unos ojos verde casi metálico, ese, ese era Daimond, el otro hombre era un poco mas bajo que el primero pero por solo unos dos o tres centímetros, tenia los ojos y el pelo de un color morado muy pálido, su piel era ligeramente mas oscura que el de ojos verdes, ambos muy pero muy atractivos.

 

 

 

 

--Se instalaron en el único hotel de la población, pidieron dos habitaciones una para la mujer y la otra para sus acompañantes, y después de instalarse salieron a dar una vuelta por la playa, al fin que faltaban horas para que llegara la persona a la cual esperaban.

--Considerando que ya había pasado un tiempo pertinente las tres personas abandonaron la playa y se dirigieron al pequeño hotel, en la recepción un hombre de ojos y cabellos tan negros como la noche terminaba de registrarse, no la había visto, pero la sintió en cuanto ella hubo puesto un pie dentro del hotel, ni siquiera se dio cuenta que iba acompañada abordándola de inmediato.

 

 

 

 

--Pamela, susurro su nombre en cuanto la tubo enfrente y ella fue a su encuentro, Shura tenía la rara habilidad de distinguir cuando estaba en su forma original y cuando estaba bajo el hechizo de transformación. No hubo necesidad de mas palabras dirigiéndose directamente a la habitación de el seguidos discretamente de los batleloid y de un no muy contento nepalí a quien no se le presento la oportunidad de abordar a la ojimiel antes y quedando gratamente complacido de ver el rostro de la amazona sin la mascara, era hermosa no había duda, lastima que el caballero de oro llegara puntual a la cita.

 

 

 

 

--Daimond ¿es prudente dejarla sola con esa persona?—comentaba algo ansioso Roy

 

 

 

 

--Esa persona de la que tanto desconfías es nada mas y nada menos que Shura, ya te lo había explicado, ¡que lento eres niño!—dijo con cierta molestia y casi en un susurro

 

 

 

 

--El nepalí no quiso tentar su suerte, procuro salir muy discretamente de la recepción y buscar la forma de enterarse de que estaban conversando esos dos, si lo hacia, podría encontrar información que le sirviera para chantajear a la castaña y hacerse de ella, para su mala suerte la guardia de Pamela ya le había echado el ojo por su comportamiento que aunque fuera muy disimulado no dejaba de ser sospechoso; Mientras todo esto pasaba fuera del hotel dentro de la recamara de Shura, este no se pudo contener y se apodero de los labios de la castaña que no tardo nada en responder a tan demandante beso, mescla de necesidad y amor mal contenido. Cuando se sacio del sabor de su boca procedió a mirarla directamente a los ojos ¿Cuánto tiempo transcurrió desde la última vez que estuvieron así? Frente a frente sin contar las veces que le había poseído cuando su bufanda le hacia el favor de transportar a la castaña hasta su lecho.

 

 

 

 

--¡Te he extrañado tanto!,-- dijeron a coro, no era para menos a los ojos de Pairos la ultima vez que se vieron fue en la convención de la Paz BC alrededor de tres años atrás, en cambio Shura había mitigado la ausencia del castaño con las pocas visitas que le otorgaba la bufanda que este le regalara cuando recién comenzaba a adaptarse a la vida del santuario.

 

 

 

 

--Sin dejar de mirar esos ojos negros Pairos pregunto sin rodeos--¿leíste el libro?—Shura negó con la cabeza y esto entristeció a la liebre quien agacho la cabeza para ocultar su incertidumbre.

 

 

 

 

--No lo he leído porque me ha costado mucho tiempo y esfuerzo hacerme de el,--hiso una pausa—resulta que a nuestro amado y no bien ponderado patriarca se le ocurrió prestar el libro como prueba en el juicio de un alma que al morir formaba parte de la guardia personal de Atenea cuando Shion era caballero dorado, como no encontraba tal ejemplar llegue a pensar que habías inventado lo del libro para deshacerte de mi, pero por azares del destino lo encontré en el lugar mas insólito de todos, el palacio de justicia del inframundo.

Acabo de ponerle las manos encima, pero ni siquiera se como abrir el candado—termino explicando el de capricornio, omitiendo deliberadamente al crustáceo y el juez.

 

 

 

 

--pero dime ¿Qué ha sido de ti en todos estos años?—pregunto con cierta ansiedad el de capricornio levantando el mentón con su dedo incide y pulgar la cabeza de Pairos para volver a mirar esos hermosos ojos color miel.

 

 

 

 

--¿Qué he de hacerme?—suspiro un poco cansado el de la constelación orejona—seguir con mi vida creyendo que tal vez había dejado de interesarte, haciendo planes para sacar a mi familia adelante,--hiso una pausa--¿sabes?, tengo una familia que me necesita, me quiere y yo los quiero también a cada uno de ellos y haría cualquier cosa para protegerlos, inclusive del santuario si fuera preciso.

 

 

 

 

--Shura no entendía el porque de esta declaración casi, casi de guerra pero no iba a preocuparse por eso en este momento en que lo tenia de frente después de tanto tiempo separados—dejemos ese tema en paz, quiero saber si estas bien, ¿Cómo es que puedes cambiar de forma?, quiero que me digas como puedo abrir el libro y sobre todo que me contestes aquello que te pregunte la ultima vez que nos vimos ¿de quien son esos niños que supuestamente son tus hijos?.

 

 

 

 

--Estaba claro que el de capricornio no dejaría ese tema por la paz, y decidió contesta a sus preguntas lo mas sincero posible—primero que nada, ¿Cómo es que puedo cambiar de forma?, bueno, eso querido Shura te lo debo a ti, sí no me mires de esa forma, deja te explico…..¿recuerdas que cuando recién ingrese al santuario el día que me toco tu templo hacemos limpieza general?—si, si lo recuerdo pero ¿eso que tiene que ver?

 

 

 

 

--Mucho, esa vez que hicimos limpieza general en el templo, yo encontré un libro muy antiguo y al terminar el aseo te pedí que me regalaras el libro y aceptaste, bueno pues ese ejemplar contenía hechizos, pociones y encantamientos, que me han sido muy útiles a lo largo de estos años.

 

 

 

 

--Con respecto a como puedes abrir el libro de la luna de plata, es algo mas complicado, pon mucha atención, necesitas polvo estelar, ese que usa Mu para reparar las armaduras del santuario, cuando lo hayas conseguido llena hasta el tope la ranura del candado y después procede a encender tu cosmos canalizando tu energía atreves del polvo, hasta que este tome forma y se solidifique, se convertirá en una llave que solo tu podrás usar nadie mas, ¿has comprendido todo hasta ahora Shura?

 

 

 

 

--Mientras todo esto sucedía en la recamara del español, un adolorido juez emprendía la graciosa huida, fue pillado infraganti espiando por la ventana el interior de la habitación del hotel donde se encontraban la liebre y la cabra, al principio quiso hacer caso omiso a los dos desconocidos que le hicieron la advertencia de separarse de la ventana, después trato de intimidarlos con su fuerza física sin ningún resultado positivo, cosa que le enojo bastante. Para cuando quiso activar su cosmos el peli plata ya le había asestado dos golpes, uno en el estomago y otro en plena quijada, para esto ya se encontraban fuera de la pequeña población sin siquiera notarlo.

 

 

 

 

--¡Ya me pagaran esta humillación!

 

 

 

 

--Gritaba lleno de cólera Aicos, pero no les produjo ni la más mínima reacción

 

 

 

 

--Sera mejor que no vuelva a atreverse a acercarse a ella o ya vera de lo que somos capaces señor—decía con toda calma quien se había atrevido a ponerle la mano encima

 

 

 

 

--Dices eso porque no eres consiente de que tan poderoso soy, pero ten por seguro que esto me lo pagas antes de irte al infierno—hablaba el juez tratando de contener su furia y no desplegar su cosmos, estaba consiente de que si perdía la calma y cometía una tontería seria severamente castigado por la mano de su dios, porque para empezar se suponía que el estaba en el inframundo haciendo su trabajo, juzgar almas.

Al recordarlo contuvo todos sus impulsos y antes de desaparecer sentencio a los dos desconocidos—ella será mía, no importa si tengo que pedírsela al mismísimo dios Zeus, ¡nadie, ni siquiera ustedes podrán impedírmelo!—y sin mas desapareció.

 

 

 

 

--Casi suelta la carcajada Daimond, pero se contuvo lo mas posible por no hacer enfadar mas al juez, si eso hubiera podido ser, entonces Radamantys desde hace mucho que tendría entre sus brazos a la preciada liebre, pero ni la intervención de Hades pudo hacer algo para favorecer al mas poderoso de sus jueces ante el rey de los dioses del Olimpo, mucho tenia que aprender el mas pequeño de los jueces del dios de los muertos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Mil disculpas por no poder publicar como yo quisiera por su comprencion Gracias.


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