Capítulo XL.
Mentira.
Del otro lado las llamas se alzaban lamiendo el cielo oscurecido, el castaño conducía a su primogénito al campamento de la luz, los soldados se deshacían en elogios para el pelinaranja que solo les sonreía y se ruborizaba por las muestras de cariño, algunos novatos se aglomeraban a su alrededor y David no pudo evitar recordarlo.
Si el chico estaba muerto, nada de lo que hizo tenía sentido, lo había visto en los ojos del rubio, Bante al final resulto ser solo un inútil, llego al campamento y busco a Mishoto al cual, ya no le podía ocultar la falta del pulso de su bebe. Tan solo entro el vampiro se le lanzo encima gritándole y golpeándolo.
—¡Lo mataste! ¡Mataste a mi bebe! ¡Te odio! —Las lágrimas de sangre ensuciaban el rostro de su perfecto amor—¡No te lo perdonare jamás!
Debido al llanto del vampiro tanto Marck como Hiroka se hicieron presentes cayendo en análogas condiciones, Mishoto se aferró al padre sustituto de su hijo y siguió llorando mientras el moreno se quedaba al lado de David.
—Señor Correlli…—Gimió con el nudo en la garganta imposibilitándole hablar—¿Ese era su plan? ¿Matar a un adolescente?
El castaño sujeto del cuello al impertinente subordinado y lo lanzo al piso.
—¡No! ¡Él debía de estar aquí! ¡Con nosotros que somos su familia!
Abandono el lugar donde estaban los tres confinados y salió, maldito Bante que no se percató de la bomba, maldita suerte que saliera a buscar trampas para su congéneres y se encontrara con un B.P, grito tan fuerte que algunos cristales se reventaron, su hijo estaba muerto, porque ese vampirito que llevaba 18 años cuidado, era su hijo, de él y de Mishoto, donde Mitosh no tenía parte. Golpeo todo lo que se encontró y medio destrozo la estancia hasta que alcanzo a ver algo en el reflejo de su espejo, una bruma rojiza acababa de aterrizar en el jardín principal de su improvisada mansión. Para su asombro era Bante, que con varios pedazos menos cargaba un cuerpo que sangraba por el inexistente costado, le arrebato de las manos el cuerpo del adolescente y se lo llevo de regreso, solo Hiroka podía curarlo y así podrían ser la familia que llevaba 500 años planeando al lado de Mishoto.
Irrumpió como un tornado, dejo el cuerpo de su pequeño hijo sobre la cama y los llamo, Mishoto fue el que se lanzó a su lado y le lleno el rostro de besos.
—Por favor, bebe, soporta, te lo suplico, papá está aquí para cuidarte, estamos tus dos papás… —Y entre el peliturquesa se dispusieron a curar las serias heridas del cuerpo del muchacho.
David estaba que supuraba alegría, su hijito estaba con vida y con los cuidados necesarios bien podría servirle para dentro de dos días, que era el tiempo límite para el inicio de la guerra definitivamente. Además era un poderoso vampiro. Fue llamado cuando el muchacho estuvo consciente, ordeno a los otros tres dejarlos a solas, los espectadores no tuvieron de otra más que salir y dejar al cazador de la luz con el pelinaranja.
—Hola hijo…—Acaricio la frente empapada en sudor.
—Y-yo no soy su hi-hijo…—Susurro el vampiro controlando los dolorosos espasmos en su costado, donde los conjuros de Hiroka surtían efecto.
El castaño giro el rostro hacia el nuevo visitante en la habitación de su nuevo hijo permitiéndole que se ubicara al lado de ambos.
—Pronto lo serás…—El desconocido ayudo a Correlli a girarlo sobre la cama para que quedara bocabajo y ante los ojos llenos de pánico del vampiro extrajo un sello de control muy similar al que descansaba en su nuca—… vas a ser feliz a nuestro lado por siempre…
Ignoro los alaridos de dolor que el muchacho profería al sentir el sello introducirse en su piel y darle, a su cerebro directamente las ordenes que necesitaría para cumplir con el papel designado. Después de una inútil lucha, el vampiro se dejó de mover, en sus ojos amatistas lentamente el violeta hacia su aparición y una que otra veta amarilla rondaba la pupila que dejo de ser rasgada para convertirse en una pupila perfectamente humana, Correlli se acostó al lado del vampiro y lo abrazo cual niño ante los ojos rubíes del extraño.
Suspiro al ver que su hijo se rascaba la nuca por un elogio demasiado efusivo por parte de uno de los soldados, camino hacia el muchacho y le paso el brazo por los hombros.
—Vamos hijo, seguramente Marck, Hiroka y tu papá deben de estar ansiosos por saber cómo nos fue en esta primera batalla.
Escucho una risa florar que combinaba con la enorme sonrisa en ese rostro pálido y algo pecoso, lo apretó cariñosamente y fue directo hacia la mansión.
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Eran tres reyes, cada uno en un lugar diferente pero caminando en círculos a punto de hacer un surco en el piso, Nicolás se abandonó en los brazos de Vialer llorando de nuevo, tanto Seijaku como Linca pensaron que ese chico solo sabía llorar.
—Ya Nico, no es para tanto…—Consoló el vampiro.
—¡¿Qué no es para tanto?! —Y otra cosa, aparte de llorar, el ponerse histérico era una nueva faceta en ese rostro hermoso—¡Esta vivo y en manos del enemigo! ¡Tiene un sello o, o, o, o lo que sea eso en su brazo capaz de aniquilar a todo el regimiento nocturno! ¡¿Y no es para tanto?!
—Es un arma definitiva…—Aclaro Val con varias copas en una charola—… y no es para tanto Nicolás, debe de haber una respuesta lógica a todo esto, lo vimos morir y ahora resulta que es un cazador. —Mientras hablaba iba sirviéndole a los reyes, Linca casi no lo miraba, en cuanto a Seijaku era otra la historia—… y para detener el sello también hay una respuesta—Llego a Nicolás y le entrego el suyo—… no temas, es café, conseguimos un poco para ti…—Aclaro al ver que el rubio desconfiaba del líquido dentro del vaso.
Nicolás se empecino el contenido de un solo trago, necesitaba urgentemente cafeína en sus sistema si quería seguir con el ritmo de la guerra.
—¿Cuál? —Pregunto Seijaku—¿Cuál es la respuesta para detener el sello de Lilith?*
Val abrazo la charola a su pecho y frunció la boca, era una respuesta que ponían en peligro a varias personas, las cuales empezaba a querer mucho.
—La sangre de un descendiente de Adán y Lilith puro.
Tanto a Val como a Nicolás el que los dos reyes restantes y Vialer se lanzaran al piso destornillándose de la risa los asalto, Nicolás le dedico su mirada más desolada al moreno de largo cabello.
—Bien, bien… —Linca recupero la postura y se apoyó en uno de los tantos pilares de la sala principal—… ahora hablemos en serio, que estamos en una guerra.
Val, ofendido grito:
—¡Esto es serio! ¡Hay entre nosotros un descendiente de Adán y Lilith puro! ¡Dos en realidad!
Seijaku aun el piso extendió los tentáculos de oscuridad y atrapo el cuerpo de Val de nuevo, lo sentó en sus piernas y le acaricio la cintura.
—Encanto mío, te hace falta sexo, solo pídemelo y te hare conocer el paraíso.
De inmediato se vio atrapado por la espada de Vialer y la pared.
—Toca a mi hijo y estarás muerto.
Val fue retirado del regazo del pelivioleta y ocultado detrás de un enfadado Vialer. Nicolás suspiro sonoramente y se dispuso a salir para buscar a Noa y entre los tres, es decir, Noa, Val y él la forma de detener ese dichoso sello. Tan solo abandono la estancia la atmosfera de tensión volvió.
—Es Nicolás, la razón por la que Mishogu le diera el cargo fue esa, además, confía lo suficiente en él como para arriesgarse tanto, pero como no cuento con ustedes, nosotros tres nos bastamos.
Y salió detrás de su blondo rey. A su paso Nicolás ya había encontrado a Noa pero una voz delicada, casi femenina les llamo, era Dereck que en acopio de todo su valor había escuchado la conversación sobre el nuevo paso para la guerra.
—¿Estas consiente que esto es muy peligroso? —Val, que apenas conocía al chico tenia cierto recelo por él.
—Si —Respondió sin titubear siguiera—También soy capaz de enfrentar lo que haga falta por la paz.
Nicolás, más abierto, le sonrió ampliamente y le palmeo la espalda en un gesto confianzudo.
—Bienvenido Dereck, será un placer luchar a tu lado.
Mientras tanto en la sala principal, tres hombres habían quedado analizando la posibilidad de salir con vida de todo pero sobre eso, la opción que les daba Val, no entendían del todo como un chico tan pequeño y delicado podía ser el que los salvara de un sello letal del cual se dotaba a todo monarca de sangre pura. Vialer era el más afectado, en caso de que funcionara debían de pagar un tributo al sello y este, bien podía exigir la vida de Nicolás.
—Nos quedamos sin opciones caballeros…—Seijaku miro el techo—… nuestra última carta, es la sangre de Nicolás.
Linca meneo los hombros en un gesto de que le importaba poco, si supiera que ahora Dereck también iba a dar el todo por el todo por la paz al igual que los otros.
—No dejare que mi esposo se sacrifique, mi hijo dijo que había otro descendiente.
—El rubio, el de los ojos rosas…—Linca se estiro—… pero tu esposo no sacrificara a su primo, se le nota.
—Reitero que nos quedamos sin opciones…—Seijaku se froto las manos y camino a la salida—… les aconsejo vivan el tiempo que nos queda de la mejor manera, así que si me disculpa me retiro a follar a su hijo. —Salió al tiempo en que la espada de Vialer viajaba desde la mano hacia su cabeza.
—¡Solo tócale un cabello a mi Val y te mato! —Escucho antes de salir, Seijaku, el típico macho demonio que todos querían en la cama sonrió porque la verdad, le importaba poco el que Vialer le amenazara.
Con las manos en los bolsillos de su largo abrigo negro empezó a caminar por los pasillos de la mansión en pos del guapo moreno de ojos verdes, lentamente el murmullo del cuerpo esbelto y delicado le lleno las fosas nasales, el chico se movía —Aspiro con fuerza—… en compañía de otros tres muchachos, el rey, su primo, la esposa/esposo de Linca, ¿A dónde iban con tanta prisa?
Sin querer apresuro sus pasos, ellos cambiaban de rumbo casi al instante, primero a la izquierda, después a la derecha, le daba la sensación de que escapaban de algo y que al parecer, ese algo, era él.
No dudo ni un segundo en convertirse en una negra sombra que serpenteo sobre los caprichosos arcos del techo y los recovecos oscuros de su arquitectura, los alcanzo casi unos pasillos atrás.
—Tenemos compañía…—Susurro el pequeño rubio de ojos rosas.
—Déjamelo a mí, adelántense ustedes…—Y su presa de la centuria bloqueaba su paso.