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Ojos Azules por Kitana

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Notas del capitulo: Todos los personajes de Saint Seiya pertenecen a su autor, Masami Kurumada, yo simplemete los uso para crear situaciones absurdas, dramáticas y etc, sin fines de lucro, nadamás por el placer de inventar una buena historia.

 

 

- Hola. Perdona la tardanza.- dijo Shion sonriendo, Camus levantó la mirada del libro que pretendía leer y también le sonrió al patriarca.

 

 

- Hola. – dijo el acuariano cerrando el libro en el que no había podido concentrarse ni un poco a pesar de llevar un buen rato con la misma página. El pelirrojo apartó los cabellos que le cubrían en parte el rostro, Shion notó las profundas ojeras que circundaban sus ojos y eso le preocupó aún más.

 

 

- Camus, creo que te tengo buenas noticias. – dijo con una esplendida sonrisa el peliverde.

 

 

- ¿Buenas noticias? – dijo Camus. Miro a Shion, en las últimas semanas, él parecía ser su único amigo, además, en esas sonrisas que el patriarca le regalaba encontraba cierto consuelo a su abatimiento. Intentó sonreír también, se sentía cansado, demasiado débil. A pesar de la preocupación de Isaac por su maestro, el caballero de acuario continuaba sin dormir y sin comer como era debido. Tres meses y no podía encontrar las palabras exactas para hacerle saber a Milo lo que sentía, lo mal que le tenía haber reconocido sus errores.

 

 

- Sí buenas noticias Camus. – dijo Shion sin que su sonrisa menguase.

 

 

- ¿Él ha aceptado hablar conmigo?

 

 

- Sí… y no solo eso, Shaka también quiere hablar contigo, me pidió que te dijera que quiere disculparse contigo por su actitud, ¿lo ves Camus? Te dije que al final ellos se darían cuenta de que todos merecemos una segunda oportunidad. – dijo Shion con esa magnífica sonrisa, Camus sonrío con tristeza, Shion había sido tan bueno consolándolo y él ni siquiera había tenido tiempo para hablar con él sobre su ruptura con Dohko.

 

 

- ¿Hasta Dohko? – inquirió el aguador. La dulce expresión en el rostro de Shion mudó a una de franca molestia.

 

 

- Ese no merece nada. – dijo destilando furia.

 

 

- Lo lamento, sé que eso te duele, pero…

 

 

- Sí, vas a decirme lo mismo que me dicen todos, que debo olvidar, perdonar y comenzar de nuevo. Se oye bien pero es difícil tomar el consejo ¿sabes?

 

 

- ¿Tanto daño te hizo que es superior al amor que le tienes?

 

 

- Que le tenía querrás decir.

 

 

- Es decir que ya no lo amas.

 

 

- No. Al final me di cuenta de que yo amaba a una persona que no es el verdadero Dohko.

 

 

- Ya veo.- dijo Camus apartando laminada, se sorprendió a sí mismo, pues lejos de preocuparle lo dicho por el patriarca, se dio cuenta de que le daba cierta tranquilidad.

 

 

- ¿Sabes? Eres el único que no insiste en que debo perdonar a Dohko, bueno, tú y Milo, pero él sabe todo lo que pasó entre nosotros. – dijo Shion con cierta tristeza.

 

 

- No importa lo que haya pasado, sí tú no quieres volver con él tus razones tendrás y los demás debemos respetar tu decisión, al menos eso es lo que pienso yo. – dijo Camus sorprendiendo a Shion, la sonrisa de Shion volvió a brillar y Camus sonrió también. Se sentía estúpido, ¿Por qué solo él era capaz de arrancarle la sonrisa que le había negado al resto del mundo? No lo entendía, pero le gustaba más y más estar junto a Shion, maravillarse con cada detalle de esos ojos amatista y la forma en que los rayos del sol hacían brillar la peculiar melena del ariano.

 

 

- Tengo que irme Camus, solo vine a traerte noticias, tengo que seguir con los asuntos que Athena me ha encargado. – dijo el ariano poniéndose de pie, Camus dejó unos billetes sobre la mesa y siguió a Shion. Le divertía que Shion fuera el único que seguía refiriéndose a Sahorí como Athena a pesar de que la diosa les había pedido que le llamaran por su nombre.

 

  

- ¿Te molestaría sí te acompaño? – dijo Camus, Shion se sorprendió pero asintió con la cabeza.

 

 

- Claro que no… de hecho me serías muy útil en este asunto, te confieso que sé más que suficiente de arte, pero de contabilidad se lo mismo que de física quántica.  – los dos se rieron por el comentario y salieron juntos a la calle. Shion se sonrojó al  pensar que le agradaba mucho estar con Camus, más allá del deber como patriarca y como amigo, se sentía bien con él, a su lado se olvidaba del dolor y de Dohko, del mismo que ya le había olvidado en brazos de uno de los generales de Poseidón.  

 

 

 

Pasaron el resto del día juntos, al parecer ambos se sentían mucho mejor y no parecían recordar a sus ex parejas con tanto dolor cuando estaban juntos. Ya en la tarde, Shion le dijo que era hora de encontrarse con Shaka. Camus se puso de lo más nervioso, no quería repetir lo sucedido en su último encuentro con Shaka. Se puso todavía más nervioso cuando el auto de Shion se detuvo frente a la casa de Milo y Shaka.

 

 

- ¿Te sientes bien Camus? – dijo Shion al notar la creciente inquietud de Camus. – No debes preocuparte tanto, yo estaré contigo. – dijo Shion tomando la mano de Camus. A Camus le agradó la sensación de aquella pálida y fina mano sobre la suya, dándole apoyo se quedó quieto sin saber que hacer, no quería romper tan placentero contacto. – Creo que será mejor que entremos. – dijo Shion después de un rato, retiró su mano  de entre las de Camus, quien sin darse cuenta había aferrado la suave mano de Shion entre las suyas.

 

 

- Sí… tienes razón. – bajaron del auto  y se dirigieron a la casa. Camus sintió que todos los recuerdos de aquel nefasto día le venían de golpe a la memoria y sintió ganas de llorar.

 

 

- Calma, yo estaré contigo, ¿recuerdas? – dijo Shion con una voz suave que logró calmar la inquietud de un Camus que se limitó a asentir mientras sentía que sus rodillas temblaban. Su corazón dio un vuelco al ver que la puerta se abría y aparecía el caballero de Virgo, se sorprendió mucho cuando el rubio le dejó pasar con una sonrisa. Habría querido decir algo, pero las palabras no salieron de su boca. Repentinamente todo se volvió negro y sintió que ninguno de sus miembros le respondía. El propio Shaka se acercó a socorrerlo.

 

 

 

- Camus, Camus, vamos reacciona. – decía el rubio dándole palmaditas en el rostro, pero Camus no reaccionó, al final su cuerpo estaba pasándole la factura después de días y días de no comer y no dormir.

 

 

-Llevémoslo adentro. – dijo Milo que había observado todo desde la escalera. Shaka tomó a Camus en brazos y lo llevó a la habitación de Shion. No pudo evitar sentirse preocupado por su compañero de armas.

 

 

- ¿Cómo está?-  preguntó Shaka a Shion después que este último terminó de revisar al acuariano.

 

 

- Pues esta débil, demasiado débil, es obvio que no ha dormido ni comido en días. – dijo Shion lleno de tristeza y preocupación.

 

 

- Tenemos que hacer algo. – dijo Shaka. – No podemos dejar que se vaya así como así. – dijo Shaka mirando a Milo.

 

 

- Que se quede esta noche, ya mañana podremos enviarlo a su casa. – dijo Milo bajando el rostro. Shaka asintió mientras Milo se alejaba.

 

 

- Esto se esta poniendo difícil para Milo. – murmuró Shaka.

 

 

- Para ti también.

 

 

-Si Shion, para mi también, no puedo creer que estemos pasando por esto, es decir, hasta hace unas semanas yo sentía que francamente lo detestaba y ahora me siento obligado a ayudarlo como a cualquier otro que estuviera sufriendo como él lo hace. No sé… no sé que voy a hacer, no sé como le voy a explicar a los niños cuando llegue el momento que yo no soy su padre sino él, pero sé que tendré que hacerlo. Después de todo, merecen saberlo… - dijo Shaka, se puso de pie y salió para ir a buscar a Milo.  

 

 

 

 Lo encontró en la habitación de Savitar con el bebé en brazos.

 

 

- Hola. – dijo Shaka acercándose.

 

 

- Hola.- dijo Milo, sus ojitos tristes hicieron que Shaka lo abrazara con fuerza. – No me siento bien con él.

 

 

- Lo sé, yo tampoco.

 

 

- Ya no sé que decirles a los niños… demasiadas preguntas y la única respuesta a ellas es esa que está en la habitación de Shion y es la que no quiero dar, al menos no por ahora. – dijo Milo meciendo al bebe en sus brazos. – Ya no puedo más con esto Shaka, creí que podría que era lo mejor, pero ya no puedo más.

 

 

- Supongo que quieres decírselo a los niños. – Milo asintió.

 

 

- No puedo más Shaka, entiéndeme, todo ha ido de mal en peor, quizá sea lo mejor.

 

 

- De cualquier forma un día teníamos que decirlo, ¿cierto? – dijo Shaka besando la frente de Milo.

 

 

- Entonces hay que decirlo.

 

 

- Pero no hoy… será mañana, mañana les diremos a los niños que él es su padre y ruego a los dioses  que no desatemos con ello una tormenta aún peor que la que ya vivimos. – los rubios se abrazaron, Milo lloraba, pidiendo desde sus adentros a todos los dioses que su felicidad con Shaka no se esfumara de la misma forma en que se había esfumado la que creyó tener junto a Camus.  

 

 

 

A la mañana siguiente, mientras todos dormían, en la habitación de Shion, Camus se encontraba siendo observado por dos pares de ojitos azules.

 

 

- Si, si se parece a nosotros. – decía Egisto sosteniendo una fotografía de ambos hermanos a la altura del rostro de Camus.

 

 

- Yo creo que no. – decía Cassandros, el pequeño se resistía a creer que ese pelirrojo que dormía en la cama del tío Shion fuera el padre del que habían escuchado hablar a Shaka y a Milo.

 

 

- Pero mira su cabello. Es como el nuestro. – dijo Egisto levantando la voz y sosteniendo en su manita un mechón de los rojos cabellos de Camus.

 

 

- Espera. – dijo Cassandros, tomo un mechón de su cabello y lo comparó con el de Camus, en efecto, era exactamente el mismo tono de rojo, con esos brillos tan especiales que solo él y su hermano tenían. Camus abrió los ojos y se sorprendió al encontrarse de frente con la carita sonriente de Egisto.

 

 

- Hola… papi. – dijo el pequeño algo cohibido. Camus se sorprendió muchísimo y volteo a ver a ambos pequeños, Egisto le dirigía una franca sonrisa, mientras que Cassandros lo miraba con el recelo propio de la personalidad del pequeño que no era tan abierto como su gemelo.

 

 

- Shion dijo que no viniéramos a verte. Dijo que debías descansar. – dijo Cassandros bajando sus azules ojos al sentir la mirada curiosa de Camus sobre él. El aguador sonrió al ver a los pequeños sentados sobre la cama.

 

 

- Pero nosotros queríamos saber… sí tu eres nuestro papi. Anoche papi y mami hablaron, nosotros escuchamos todo… sabemos que esta mal escuchar las conversaciones de los grandes pero lo hicimos. Cass y yo sabemos que papi Shaka no es de verdad nuestro papá, porque él y mami no siempre vivieron juntos, los papas viven juntos. Y nosotros recordamos cuando vivíamos con mami y tía Cora en la casa grande. – dijo Egisto.

 

 

– Entonces papá no era papa era tío Shaka.- dijo Cassandros en voz baja.

 

 

- ¿Quién les dijo todo eso?- preguntó Camus incorporándose en la cama.

 

 

- Nadie. Nosotros sabemos cosas que mami piensa que olvidamos. Pero Cass y yo no olvidamos, ¿verdad Cass? Cuando vivíamos en la casa grande papi no vivía con nosotros, aunque a veces se quedaba ahí.

 

 

- Además mami tenía esto. – dijo Cassandros sacando de entre su ropa un dije, el mismo que años atrás Camus le había dado a Milo. – Aquí dice tu nombre, es un copo de nieve y a papi no le gusta la nieve. – dijo Cassandros mostrándole el dije a Camus. El pequeño lo miraba con dolor. No podía creer lo que estaba pasando, los niños sabían y estaban ahí confrontándolo, fue demasiado para él. Cassandros lo miraba de una forma que hacia que su corazón doliera, se sentía extraña aquella sensación agridulce, por un lado Egisto que le sonreía y por el otro Cassandros que lo miraba retador. En verdad había mucho de Milo en esos niños, pensó Camus, pero también había algo de Shaka, y ¿de él que había además de esos cabellos rojos?

 

 

- ¿Eres o no nuestro padre? – dijo Cassandros con una decisión que tomó por sorpresa a Camus.

 

 

- Sí. Yo soy su padre.- dijo Camus acercándose a ellos. Intentó abrazar a ambos pero Cassandros rehusó el contacto.

 

 

- No me importa si tú le diste la semilla a mami, yo no voy a decirte papi. – dijo el mayor de los gemelos llorando, echó a correr fuera de la habitación. Egisto se quedó sin  hacer nada, pensando en lo dicho por su hermano.

 

 

- Mami se va a enojar. – dijo el pequeño, Camus lo abrazó.

 

 

- Yo lo convenceré de no estar enojado, ¿sí? Ahora ve con tu hermano, él te necesita. – Egisto levantó el rostro y sonrió de nuevo, abrazó a Camus y le dio un beso en la mejilla.  Camus se levantó de la cama para ir a buscar a Milo. No recordaba mucho de lo que había sucedido, solo que se había desmayado apenas llegar a la casa de los rubios.  

 

 

 

Después de lavarse la cara recorrió la casa buscando a Milo. Lo encontró en la cocina llorando mientras abrazaba a Cassandros, Shaka estaba arrodillado frente a ellos tratando de calmar al pequeño pelirrojo que lloraba aferrado a Milo.

 

 

 -¡No! ¡Yo no quiero que él sea mi papi! ¡Yo solo quiero a mi papi Shaka! ¡Quiero que él se vaya! – decía el pequeño entre llantos. - ¡Yo no quiero estar aquí! ¡Quiero que vayamos a casa con Minos y mis amigos! – gritaba el niño. Se sintió muy mal, sabía que todo era por su culpa, por haber admitido ser el padre de los niños cuando estos le preguntaron.

 

 

- Será mejor que vayamos a dar un paseo mientras ellos se arreglan, no lo crees. – era Shion quien le hablaba.

 

 

- Supongo que eso es lo mejor. – dijo Krishna quien estaba detrás del patriarca.

 

 

- Si, eso debe ser bueno. – dijo Camus sin poder hilar una oración más coherente, de inmediato le saltó a la vista la forma en que el general marino miraba a Shion, no era precisamente con fraternidad. Le molestó aunque no supo definir porqué, de hecho no podía definir bien como era que clasificaba a Shion, no solo era el  patriarca, además era un amigo, en realidad era algo más que un amigo, pero ¿qué? No podía definirlo aún, solo sabía que él había sido el único en creer en su arrepentimiento y en lo que estaba sufriendo, él había  sido el único en acercarse a él cuando los demás le miraban como a un apestado, incluso Shura, su mejor amigo había cambiado su trato hacía él. Pero no Shion, el había estado cerca en todo momento. Camus supo que no era solo agradecimiento por acompañarlo en los malos momentos. Se dio cuenta de que Shion estaba empezando a tomar  un significado especial en su vida.  

 

 

 

Los tres hombres abandonaron la casa de los rubios y se dedicaron a caminar en silencio y sin rumbo simplemente se dedicaron a caminar.

 

 

- No se ustedes pero yo me muero de hambre. – dijo Shion- ¿Qué les parece si entramos ahí? – dijo señalando un pequeño restaurante que se alzaba justo en el otro lado de la acera.

 

 

- Por mí no hay inconveniente. – dijo Krishna.

 

 

- ¿Qué dices Camus? – preguntó Shion al ver que a Camus no le interesaba demasiado la idea.

 

 

- Está bien. – dijo el acuariano en un murmullo.  Los tres entraron en el restaurante. En realidad nadie quería hablar. Cada uno estaba sumergido en sus propios pensamientos. Camus se debatía entre la preocupación por saber lo que ocurriría en la casa y su interés en Shion. El general marino se preguntaba si la razón por la que Shion le había rechazado apenas el día anterior sería Camus. Shion simplemente se dedicaba a contemplar a Camus con preocupación, sabía que todo lo que sucedía estaba lastimando al pelirrojo.

 

 

 

- Tengo que dejarlos, iré a supervisar algunos detalles en el centro de descanso; se suponía que Shaka iría conmigo, pero en vista de las circunstancias me iré solo. – dijo Krishna después de desayunar.  En realidad era solo un pretexto, no quería seguir ahí, si sus sospechas eran ciertas, Shion era muy bien correspondido por Camus. Se dijo que lo mejor era desaparecer de ahí cuanto antes.

 

 

- Camus, ¿qué les dijiste a los niños? – preguntó al fin Shion.

 

 

- Te juro que yo no les dije nada, sé que cometí un error al confirmarles que yo era su padre cuando me preguntaron, debí esperar a hablar con Milo. – dijo Camus llevándose las manos al rostro.

 

 

- ¿Quieres decir que ellos ya sabían?

 

 

- Sí, son unos niños muy inteligentes, creo que ojos azules los subestimó. – dijo Camus con una sonrisa orgulloso de sus pequeños.

 

 

- No entiendo, ¿cómo fue que se enteraron?

 

 

- Escucharon a Shaka y a Milo mientras hablaban de mí y de ellos. No sé que fue exactamente lo que escucharon pero fueron a buscarme a mí para preguntarme si de verdad yo era su padre. Aunque no entendí eso de la semilla. – dijo Camus.

 

 

- Eso es por una historia que Milo les contó sobre como nacen los bebés.

 

 

- Entiendo. Creo que lo mejor será olvidarme definitivamente de hablar con ellos, ahora si que deben odiarme, ellos no pensaban decirles nada. Una vez más lo arruiné. – dijo Camus con resignación.

 

 

- No te desanimes. Ellos se los habrían dicho tarde o temprano, solo que no de esa forma.

 

 

- De cualquier forma Milo no querrá volver a verme.

 

 

- No estés tan seguro. – Camus reconoció de inmediato la voz de Milo, no pudo evitar sonreír al ver que Shaka, Milo y sus hijos estaban ahí.- Sí no les molesta, preferiría ir a casa. – dijo Milo. – Este no es un buen lugar para hablar de lo que tenemos que hablar. – su delicada mano se aferraba a la de Shaka. Cassandros aún miraba a Camus con esos ojos furiosos y se aferraba a Shaka. Egisto, fiel a su naturaleza se apresuró a acercarse a Camus, para él todo aquello era sencillo, sí era bueno tener un padre, entonces sería doblemente bueno tener dos. Tomó la mano de Camus y lo jaló hacia donde sus padres esperaban por ellos.   

 

 

 

Volvieron a la casa sin decirse nada. Camus ni siquiera se dio cuenta de que él y Shion iban tomados de la mano.

 

 

- Niños, vayan arriba, quiero que se queden allá. – dijo Shaka con voz firme, los niños sabían que cuando su padre empleaba ese tono debían obedecer sin chistar y así lo hicieron.

 

 

- Entiendo que ustedes querrán una explicación de lo que pasó. – dijo Camus.

 

 

- No te preocupes por eso… ellos ya nos dijeron como sucedieron las cosas.- dijo Shaka con su característica paciencia. – Eso no es de lo que queremos hablar.

 

 

- Nosotros queremos aclararte que aunque ellos sepan que tú eres su padre biológico pues nada va a cambiar, y que si quieres un lugar en sus vidas tendrás que ganártelo. – dijo Milo sosteniendo la mano de Shaka.

 

 

- Sabemos que tú quieres acercarte a ellos, para ser sinceros con Egisto no habrá mayor problema pero Cassandros es otra historia, él no quiere verte. – dijo Shaka. – Nosotros trataremos de hacerle ver que tú mereces convivir con él, pero no podemos prometerte nada, nuestro niño es muy terco. – dijo Shaka, Camus se sintió miserable una vez más, Shaka era el padre de ese pequeño, no podía competir con eso. – Solo te pedimos que tengas paciencia con él y trates de entenderlo. Es pequeño pero sabe lo que quiere.

 

 

 

- Yo quisiera… pedirles a ambos que me perdonen por lo que hice, por todo lo que hice. – dijo Camus mirando a Milo.

 

 

- Deja de pensar en eso, nosotros queremos olvidarlo tanto como tú y si eso te tranquiliza… pues estás perdonado, ahora debemos intentar llevarnos bien por ellos, ¿no  lo crees? – dijo Milo con una sonrisa a medias, no estaba muy convencido pero Shaka se había encargado de darle bastantes buenas razones para llegar a la conclusión de que lo mejor era que se olvidara de lo sucedido y siguiera adelante. No tenía caso revivir el pasado y seguir lastimándose con aquello que ya había pasado.

 

 

- Podrás venir a visitarlos cuando quieras, siempre y cuando nos avises para que yo esté presente. – dijo Shaka. Camus no protestó, quizá el rubio no confiaba en él pero después de lo sucedido no podía reprochárselo.

 

 

- Gracias… gracias a los dos.

 

 

- No nos agradezcas nada todavía, estás a prueba. – dijo Shaka con una sonrisa que habría dado paz a cualquiera. En ese momento Camus supo que no podía considerar a Shaka un enemigo, que quizá en algún momento podrían llegar a ser amigos, cuando él llegara a perdonarse a sí mismo por todo lo que había hecho. Sintió la mano de Shion sujetar la suya con fuerza. Shion lo miraba con esos bellos ojos amatistas clavándose en los del aguador.

 

 

- ¿Lo ves? Ahora todo estará bien. – le dijo Shion. Camus solo sonrió, decidió que no esperaría más y le diría al patriarca las emociones que despertaba en él, no sabía como iba a responderle Shion, pero sí sabía que no iba a callar ese sentimiento. Por su mente cruzó la imagen de Hyoga, tenía que pedirle perdón a él también, de alguna manera también a él lo había lastimado con su indecisión y sus actos egoístas.

 

 
Notas finales: Uy este cap me salio algo cortito pero tenía que ser así, no quería dsarle más vueltas al asunto ce la paternidad de los gemelos, en fin, ojalá que les guste, esta historia no se extenderá más que un par de capitulos más y que tal Camus? supongo que lo hice sufrir demasiado así que en los siguientes ya no sufrirá el pobrecillo , nos leemos después, Bye¡¡¡¡

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