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TRAICION Y ATRACCION por desire nemesis

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Marcus sabía como preparar al otro, mientras lo desvestía con una mano introdujo uno a uno tres dedos de la otra provocando sensaciones nuevas en el que estaba debajo. Sus gemidos continuos lo impulsaban a ir por más aumentando el ritmo de sus embestidas hasta que el otro estuvo listo y cuando se introdujo dentro no pudo evitar que el estremecimiento que recorrió el cuerpo del otro y su mirada asustada le provocaran mucho más placer del que había sentido nunca porque le recordaron que para el otro era la primera vez.

 

Lo hicieron por horas en aquella sala, en más de una posición. El castaño se complació marcando débilmente el cuerpo del otro con mordidas mientras oía como sus grititos aumentaban y su mano se movía sobre el duro miembro de aquél buscando que como él alcanzara la gloria.

 

John no sabía como había llegado tan bajo, gozando en las expertas manos del otro que lo hacían sucumbir al más depravado de los placeres para él pero no podía evitar gemir y hasta gritar del placer cuando sentía los dientes del otro clavarse en su piel. Cuando podía se abrazaba al otro y le besaba de la más osada de las formas mientras su lengua se divertía danzando con la otra frenéticamente. Jamás lo había hecho de esa manera tan apasionada, con tanto frenesí. Gimiendo dentro de la boca del otro sin parar.

 

Al final se quedó dormido.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Despertó y miro a su alrededor para ubicarse. Entonces se dio cuenta que el otro lo había llevado a la cama, ni bien supo donde estaba los labios de Marcus se apoderaron de los de él.

 

¿Qué  tienes que me hace seguir deseándote tanto?—pregunto el ojos mieles al que estaba debajo. --¡Eres tan bueno en la cama!—agregó.

 

El rubio se sintió agredido. – ¡No necesitas mentir!—

 

¿Quién te dijo que estoy mintiendo?—preguntó el castaño. –No necesito seducirte. Esa parte ya la cumplí, creo—añadió mirando su cuerpo de arriba abajo lo que provocó otro sonrojo en el ojos azules.

 

¡Yo sé que no soy bueno en la cama!—exclamó John.

 

Si yo digo que eres bueno es porque lo eres—afirmó Marcus. –En realidad lo que no entiendo es que puede haber de diferente en ti. Eres hasta más grande que yo, un tipo normal y corriente—agregó.

 

No necesitas mencionarlo—dijo el contador. El otro retuvo su mano porque él quería levantarse.

 

--¡Eso es lo que no entiendo! Porque me atraes tanto siendo un tipo tan normal. No eres muy apuesto ni nada fuera de lo común, salvo quizás por tus ojos—dijo el barman.

 

Otra vez esa palabra: común, corriente. El sabía que lo era, no tenía porque seguirlo mencionando una y otra vez.

 

Y sin embargo eres tan sensible. Las mujeres por lo general lo son pero en un hombre es raro—dijo frotando con un dedo de la mano que lo tenía aprisionado la mano que el apretaba. El otro se estremeció por el contacto.

 

¿Ves? ¡Eres tan sensible! ¡Y tus gemidos! ¡Deberías haber sido mujer! ¿Nunca te dijeron que tu voz suena… suena dulce en la cama?—dijo el castaño desde muy cerca de su rostro.

 

¡Vaya que se lo habían dicho! El podía modularla cuando estaba conversando pero cuando llegaba a los actos siempre le decían que su voz sonaba casi como la de una niña. Trataba de disimularlo pero no podía.

 

Eso es lo que me gusta de ti—dijo Marcus. –Tus gemidos. La forma en que te sonrojas. Creo que eso es lo que más me atrae de tí—añadió. Aprisionó de nuevo sus labios y su cuerpo y entró en él otra vez, tan fácil, tan rápidamente.

 

Su cuerpo parecía abrirse tan solo con su simple cercanía. Su miembro se frotaba contra el vientre del ojos mieles mientras éste lo embestía. Nunca hubiera llegado a imaginar que disfrutaría de tal situación.

 

¿Cuántos amantes has tenido?—le susurró al oído el castaño.

 

Se sintió en la obligación de responder—Tres—le dijo.

 

¿Solo tres?—preguntó sorprendido el barman ya que el otro era al menos cinco años mayor que él que había tenido muchos más. Con razón estaba tan enamorado de Christine. Ella era simplemente la tercera. El debía estar muy ilusionado. Un tipo como él, tan común no debía atraer a muchas chicas. Para él debía ser todo un logro tener a Christine que era muy bella. El pobre estaba muy enamorado.

 

¿Y tu?—le `preguntó el rubio.

 

Yo he tenido muchos—respondió el castaño.

 

¿Has tenido… hombres?—preguntó el contador.

 

Sí—respondió el barman y algo se le vino a la mente. – ¡Así que yo soy tu primer hombre!—le dijo mientras entraba de nuevo en el después de haber acabado hacía un rato. No sabes como eso me pone—le dijo al oído mientras pujaba dentro suyo.

 

¡Eso es, entrégate!—le dijo mientras se sentaba en la cama con el ojos azules a horcajadas sobre él y lo obligaba a subir y bajar. --¡Vamos! ¡Entrégate tú! Si—añadió mientras el miembro del otro se frotaba más y mas fuerte contra él y sus gemidos iban en un crecendo. –Voy a vestirte de mujer. Te verás lindo así—agregó.

 

 

Siempre había ansiado ser el primero de alguien pero nunca se le había dado la oportunidad. El otro pese a ser mayor que él para el era un joven siendo sometido por primera vez, por él. Era una sensación desquiciante. Le daba ahora la razón a todos los que una vez le comentaron eso y a los que no les creía mucho.

 

¡No!—dijo el otro tratando de apartarse.

 

Deberías haber nacido mujer. Te verías tan lindo. Quiero que te vistas de mujer—le dijo el de ojos mieles.

 

De nuevo trato de apartarse sin lograrlo. –No quiero—dijo el rubio escandalizado por lo que el otro proponía.

 

Pero yo sí—dijo demandante Marcus. –Quiero que hagas en la cama todo lo que yo desee. Te quiero dulce, sumiso, obediente—añadió al borde de perder la razón por ese rubio que gemía cada vez que entraba en él ayudado de sus manos clavadas en sus caderas. Su mirada penetraba también en el interior de John como si de una navaja se tratara. Le provoco algo de miedo la idea de haber caído en manos de un degenerado y también le provocaba… intriga y… deseo. Deseo de conocer hasta donde podía gustarle todo aquello. El otro era como las sirenas que seducían tanto a hombres como a mujeres y los vuelven locos.

 

Una mano se apoderó de su miembro. –No quiero que te corras hasta que yo diga—le ordenó aumentando su desesperación y gozo.

Notas finales:

GRACIAS POR LEER

ESPERO LES GUSTE

POR FAVOR DEJEN REVS

JA NE


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