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TRAICION Y ATRACCION por desire nemesis

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Una mano se apoderó de su miembro. –No quiero que te corras hasta que yo diga—le ordenó aumentando su desesperación y gozo.

 

Miró la entreabierta boca del rubio y sus mejillas sonrojadas y una idea morbosa, depravada acudió a su mente.

 

¡Quiero entrar por tu boca!—le dijo.

 

El otro se sintió horrorizado y repelido por la idea y después de un momento le besó para evitar que llevara a cabo lo que planeaba pero el otro no se distrajo y  se separó de él para llevar a cabo su idea.

 

Penetró de lleno en la boca de John que se sentía asqueado por lo que el otro intentaba o al menos… debía estarlo. No sabía si era la forma tan rauda en que Marcus se estaba introduciendo en su boca, sus roncos gemidos de pasión o ese palpitante falo que una y otra vez acariciaba el interior de su boca, tan grande que llegaba hasta la campanilla lo que hizo que su cuerpo no reaccionara de la forma esperada.

 

Además ante sus ojos estaba ese cuerpo erecto que se debatía sobre su cabeza. Era un cuerpo bien trabajado sin llegar a ser grosero y la forma en que estaba gozando entrar en él era claramente visible.

 

Cuando terminó su semen inundó la boca del otro que tragó por completo la leche, aunque un poco resbaló por la comisura de su boca. Ver el líquido blanco que sabía suyo brotar de la boca del ojos azules fue demasiado para el castaño que lo paladeó con la lengua antes de apoderarse de los labios del otro.

 

Jamás me había sentido así con otra persona—le dijo. –Normalmente con ellos una vez me basta pero contigo no termino de reponerme que ya te quiero de vuelta. No lo entiendo—dijo el ojos mieles mientras acariciaba la cabeza sobre su pecho pues estaba recostado hacia arriba con la rubia cabellera enredada en los dedos.

 

Y así. Marcus pensando en lo raro que era toda esa situación. Y John sintiendo los latidos del otro y su rítmica respiración además de la caricia en su nuca se durmieron.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Su celular sonaba. Manoteó infructuosamente la mesa de luz para atenderlo más no encontró otra cosa que aire. Abrió los ojos y recordó que no estaba en su apartamento. Luego miro por la ventana la noche estrellada.

 

Maldición.

 

¿Qué hora sería?

 

Se levanto, llevaba solo una camisa sin abotonar puesta, y dirigió sus pasos a la habitación aledaña en donde este sonaba. Encontró sus pantalones por el sonido y lo sacó del bolsillo donde sabía que estaba.

 

John—dijo una voz que reconoció de inmediato. Era Henry, un compañero del trabajo. --¿Dónde te metiste? El jefe estaba muy enojado porque faltaste sin aviso—añadió.

 

Lo sé. Lo arreglaré mañana. Gracias Henry—contestó el contador.

 

Llamé porque me pareció raro que faltaras y como te dije que…--dijo el otro.

 

No te preocupes. Estoy bien. ¡Adiós Henry!—dijo apuradamente antes de colgar. Henry era el que le había contado de la aventura de Christine con ese barman. Después de colgar se dio cuenta que ni siquiera sabía el nombre del otro y que probablemente el castaño no conocía el suyo.

 

El pensamiento se le hizo triste y profano pero no tuvo mucho tiempo para quedarse parado. Enseguida comenzó a vestirse. Se estaba poniendo los zapatos cuando sintió que alguien se acercaba. Era por supuesto el barman, aceleró lo que estaba haciendo y tomó su maletín.

 

¿Por qué no te quedas a pasar la noche?—le preguntó el castaño.

 

El lo miró casi aturdido pero estaba decidido a que nunca volviera a pasar lo de esa tarde. –No puedo—dijo dirigiéndose a la puerta.

 

A Christine no le importaría. Ella ha estado en tu lugar—fueron las ponzoñosas palabras que le dirigió el ojos mieles al verse dejado. Pensaba que el otro se iría directo con ella y eso le sacaba de las casillas.

 

John encajó el golpe como pudo. Su mano dudó ante el picaporte por el dolor de saberse ante el otro un cornudo consciente y de que con razón se burlara de él. Y es que además eso dolía por el menosprecio y por saberse no mejor que ella.

 

Abrió la puerta y le dirigió al más alto las siguientes palabras—Lo que sucedió hoy jamás se repetirá—luego la cerró tras de sí.

 

¡Eso lo veremos!—dijo sonriente Marcus a la puerta por donde el otro se había marchado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No sabía que hacer con lo que había pasado. Al ver a Christine en casa esperándole se había sentido culpable pese a saber que ella lo había engañado primero pero es que era tan bella y… más vale concentrarse en otra cosa.

 

Estaba disfrutando. Sus labios pedían más caricias como las recibidas mientras sus manos buscaban ansiosas los músculos ansiados. Entonces una voz lo cambió todo.

 

¡Hey John! ¿Qué te ha dado? ¡Estás muy cariñoso hoy!—dijo una voz que él conocía.

 

Abrió los ojos y vio a quien pertenecía esa voz.

 

Christine le miraba acostada de lado en la cama con una enorme sonrisa y una mirada traviesa, de la que él se había enamorado. ¿Le dedicaría esa mirada a él? Pensó por un segundo y luego su mente volvió a la cuestión principal.

 

Ella no era la persona a la que pretendía estar acariciando y besando.

 

Eso lo perturbó. Y luego pensó que se encontraba paradójicamente en la misma situación que ella.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pasaron dos días de relativa calma en que hizo su rutina normal. Estaba decidido a no volver a ver al otro cuando impresionantemente extraño sucedió en su trabajo.

 

Estaba volviendo de llevar unos expedientes a tesorería cuando se encontró con el barman parado ante él.

 

¿Tú… tu que haces aquí?—preguntó azorado.

 

Marcus le tomó de un brazo y lo arrastró a los baños. -¿Creíste que sería fácil deshacerte de mí? Ya ves que no—dijo.

 

¡No tienes nada que hacer aquí! ¡Más vale que te vayas o…!--dijo el rubio.

 

¿O si no qué?—preguntó acercándosele más de forma intimidante el de ojos mieles.

 

¡Debo volver al trabajo!—exclamó John con la clara intención de irse pero el otro le retuvo de un brazo nuevamente y lo arrastró hasta uno de los cubículos.

 

¿Crees que te dejaré ir como si nada? Me tomé muchos trabajos para encontrarte—dijo el joven alto.

 

El de ojos azules iba a responder pero sus labios no tuvieron oportunidad de articular palabra, fueron sellados, ahogados por un beso abrasador. Unos brazos fuertes rodearon su cintura llevándola hasta el otro que le agitaba de arriba abajo de tal manera que encendía la mecha de un fuego difícil de extinguir.

 

El cuerpo del ojos azules estaba atrapado entre el de Marcus y la cisterna y el trono. El espacio era pequeño para dos lo que fomentaba que cada movimiento fuera con extrema fricción y por ello los gemidos del más bajo no se hicieron esperar lo que excitaba sobremanera al barman que sentía que tenía al contador contra las cuerdas. Con una de sus manos tiró de la corbata hasta que esta cayó al suelo para luego dedicarse a desabotonarle los primeros botones, casi arrancándolos en el proceso.

 

Quería dejarle marcas bien visibles. Marcas de sexo en el cuello que luego el otro no sabría como explicar ante Christine, quería que supiera que él aunque no quería admitirlo respondía a otro dueño.

 

Sintió la carne toda estremecerse cuando sus dientes, cual si fuera un vampiro, se hincaron en la piel descubierta junto a la carótida. Mientras una de sus manos se colaba por la cintura del pantalón de John y uno de sus dedos acariciaba profundo el espacio que dividía las nalgas haciendo que escapara un jadeo del rubio con esa voz tan particular de este.

 

Marcus llevado por el deseo que le provocaba los sonidos del otro quiso introducir su lengua dentro de esa jadeante boca pero el otro se lo impidió y como pudo preguntó-¿Qué  pretendes hacer?—

 

A lo que el otro respondió con una sonrisa para nada santa-¿Tu que piensas?—Su mano  deslizó un sutil dígito por la ranura y llegado a la entrada la acarició suave y circularmente.

 

¡Estas bromeando!—dijo con pasmo el otro. ¿Ahí? ¿Ahora? Era impensable. El dedo comenzó a deslizarse dentro de él, suave pero decididamente como una serpiente que va en pos de una presa. Trató de contener un gemido pero su expresión delataba a leguas que estaba a punto de entregarse a esa locura. ¿Cómo había llegado a ese punto?, se preguntó.

 

Entonces su mente mandó todo al diablo y se entregó a la locura de ese tipo que apenas conocía y que se había convertido en su acosador.

 

A partir de ahora cada vez que vengas a este baño te acordarás de lo que hicimos aquí—le dijo al oído el castaño mientras el otro enrojecía porque era cierto.

 

¡Deja de hablar!—casi le ordenó el rubio pero sonó más a ruego.

 

¿Qué? ¿Te pongo nervioso?—preguntó el otro y sonrió cuando el otro puso la cara de lado para ocultar su sonrojo cuando el alejó la suya para verle. -¿Sabes? Eso es lo que más me gusta de ti—añadió con una mirada zorruna antes de atacar sus labios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un rato después salieron del cubículo y Marcus intentó de nuevo besar a John pero este lo impidió con un brazo extendido.

 

¡Pueden vernos!—anunció como si el otro no lo supiera.

 

¡Eso no me molesta!—dijo el ojos mieles antes de tomar por asalto la fortaleza de sus labios y sonreír triunfal. Decididamente ese tipo tenía un sabor distinto a los que había probado.

 

Estaba escandalizado y miraba hacia todos lados con alarma. –No te ofusques que nadie nos vio—dijo el barman abriendo la puerta del corredor.

Notas finales:

gracias y mata ne

^^  espero mas revs


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