El cerró una carpeta que estaba sobre su escritorio y con semblante repentinamente cansado apoyó ambas manos en él pensó en que era lo que realmente sentía por el ojivioleta.
Pronto tendría respuestas a esa pregunta.
Joseph tenía un mal presentimiento, es por ello que lo llamó. Tal vez él supiera. Alguien levantó el auricular. Sabía que no sería él. No atendería personalmente.
¡Quisiera hablar con Kuran!—dijo.
¿Wheeler?—preguntó la voz al otro lado.
Si. ¿Quién eres?—preguntó repentinamente alerta el rubio.
Soy Hanabusa Aidou. Es esencial que vayas a la Academia Cross. Zero está en problemas—le respondieron.
¡Voy para allá!—dijo levantándose de su asiento el ojos mieles. Tenía razón. Algo andaba mal.
Aidou aún meditaba lo que había hecho sin la autorización de su rey. Una conclusión llegó a su mente. Era por el bien de Takuma. Eso era lo único que importaba. Cuantos más mejor.
Joey dijo a sus primos lo que pasaba y fue hacia la puerta cuando de pronto por ella apareció alguien a quién le sorprendió ver.
¿Qué haces aquí?—preguntó parándose en seco.
¿Qué? ¿Tampoco puedo estar aquí?—preguntó el joven rubio con las mejillas marcadas.
¡Eto! ¡No! Es solo que no te esperaba—dijo Wheeler.
¿Van a algún lado?—preguntó Uzumaki al verlos muy abrigados con capas pues fuera llovía.
Zero necesita nuestra ayuda—dijo Alexa con semblante decidido.
¿Entonces que esperamos?—preguntó Naruto y luego volteó y salió por la puerta.
¡Naruto kun!—salió gritando de la casa el otro rubio. El shinnobi volteó a verlo. --¿A dónde vas?—preguntó el duelista.
Eto… ¡Jeje!—dijo rascándose la cabeza Uzumaki al darse cuenta que no sabía a donde tenía que ir.
No sentía miedo. Mientras caminaba por el sendero que conducía desde la entrada al terreno de la Academia hasta la puerta del edificio principal de esta ordenaba sus emociones y pensamientos.
Tal vez era un traidor pero dejaría todo lo mejor posible al irse. No tenía dudas de que Cross podía con él, sobretodo gracias al vigor que había obtenido al convertirse en vampiro. Eso lo dejaba todo tranquilo para él pues su futuro era claro y tenía la convicción de que nada podía hacer al respecto. En cuanto a Zero, lo intentaría, aunque no estaba seguro de poder hacer algo por el joven que a esas alturas ya estaría a merced de su sed.
Empujó una de las hojas de la rechinante puerta principal y caminó con pasos laxos hasta la escondida entrada del sótano donde sabía que el peliplateado estaba.
Bajó sin miedo de ser escuchado. Con esa confianza que sólo otorga el saberse en los últimos momentos de su vida.
Llegó a la puerta de la desolada celda y la abrió. Entró despacio para encontrarse con unas brasas que lo miraban desde la oscuridad. Se oía en el callado espacio un leve jadeo animal. En ese lugar la luz eléctrica no existía pero para ambos no era necesaria ya que sus ojos podían ver claramente en la oscuridad.
De la boca entreabierta del que normalmente ostentaba ojos amatistas estaba enmarcada por la saliva del nivel E, esta escurría por su pera y caía al suelo. Kiryu estaba hincado de rodillas con los brazos hacia atrás por las cadenas que lo sostenían que eran demasiado cortas para dejarle poner ambas manos en el suelo.
Los colmillos sobresalían en evidente desafío y con ansias, ansias de sangre.
Sin miedo se acercó a la criatura que le miraba atentamente sin perderle pisada. Se hincó a unos centímetros de esta y de inmediato Zero tiró de las cadenas intentando zafarse de ellas para morderle.
El de ojos verdes le miró tranquilo y sonriente.
¿Sabes? El vendrá por ti. Espero que consiga revertir tu condición. Sólo el podría—le dijo al que le miró de pronto sorprendido y ladeó la cabeza.
¡Vaya que tienes fe en Kuran Kaname!—dijo una voz de mujer a sus espaldas. Volteó, Hio le observaba desde la puerta. –No te preocupes querido. No me siento traicionada ni nada por el estilo. Contaba contigo para divulgar la noticia—añadió.
Y ahora que lo he hecho ya no sirvo para tus planes—dijo el joven secretario.
Eres un chico listo. Siempre lo he dicho—dijo la sangre pura mientras pasaba por su lado Kaien Cross.
Aidou fue el primero en oír el retumbar de las espadas porque estaba buscando ese sonido. De inmediato él, como su corazón, galopó hacia el lugar desde el que provenía el sonido, siendo seguido por Kuran y los demás.
De pronto un olor inundó las fosas nasales de todos.
Sangre.
Miraba su mano empapada en sangre mientras retrocedía con pasos pocos seguros y desde la comisura de su boca el mismo líquido bajaba por su barbilla. Tragó un poco del carmesí fluido con gusto metálico para que este no le ahogara y levantó la vista para ver a los ojos del que ahora se acercaba.
¿Cómo puedes?—preguntó con un hilo de voz entrecortado.
La princesa Hio lo ha ordenado. Es lo que debe hacerse—dijo el de larga cabellera dorada.
¿Has pensado en lo que le hará a… Yuki?—preguntó con el rostro en paz pero el ceño fruncido.
¿Yuki?—preguntó el otro aparentemente desconcertado con el nombre.
“¡No puede ser! Ha borrado sus recuerdos” pensó el joven Takuma un segundo antes que el ex director de la Academia Cross descargara su legendaria espada contra él.