Capitulo 39
--Tenían dos días de haber regresado del santuario Isaac e Ikki y las imágenes de Isis e Irken no les abandonaban, ¿seria posible que los niños fueran de alguno de ellos? Y que pasaba con el pequeño pelinegro hermano de los otros dos, si eran trillizos estos no se parecían en nada, ¿Cómo explicar tal situación? ¿Cómo pedirle cuentas a la mujer de la cual se habían aprovechado?, definitivamente no tenían cara para reclamar nada, pero la ilusión de ser padres les planteaba cosas que en su vida les hubiera pasado por la cabeza.
--¿En que piensas?—preguntaba el ave de fuego dirigiendo la mirada donde la tenia posada el marino
--he! Disculpa Ikki, pero… no has notado que salvo los gemelos los demás niños no se parecen entre si, es raro pero se me hacen familiares pero no logro dilucidar de donde,
--Tienes razón no había caído en cuenta hasta que Jabu nos mostro esa foto, pero ahora tenemos otro problema, y ese es mantenernos anónimos para que esos dos no nos descubran, si lo hacen nuestros planes pueden venirse abajo, ¿o tu que piensas Isaac?
--¿De verdad quieres que te de mi opinión?—Ikki solo asiente con la cabeza mirándolo a los ojos—ciertamente el león menor y el unicornio te conocen perfectamente, pero a mi no, si te diste cuenta ni me pusieron atención en la fiesta en el santuario, así que mas bien yo tendré que ayudarte a pasar inadvertido cuando ellos estén en la propiedad.
--Mientras estos dos aguerridos hombres platicaban bastante quitados de la pena sobre la posibilidad de ser padres, a medio mundo de distancia Pairos se entregaba de nuevo con todo el amor del que era capaz al dueño de su corazón, no sin pelear un poco por una verdad que el español intuía pero se negaba a dar crédito,--Los hombres no dan a luz, eso es imposible, ¿o si?—se preguntaba en su fuero interno y sabia de algún modo que encontraría la respuesta dentro del libro que salvaguardaba los secretos de los caballeros y las amazonas que les tocaba portar semejantes orejas.
--Extrañaba el sabor de tu boca y la suavidad de tu piel,-- decía en el oído de la liebre el español, mientras sus manos viajaban por el contorno de su cuerpo desnudo, ¡anhelante!, mientras que Pairos disfrutaba de la firmeza del cuerpo del de capricornio, se conocían tan bien, que sus movimientos resultaban tan naturales que parecían ser amantes de muchas vidas pasadas.
--Te amo-- salía casi en un suspiro esas palabras que surgían del corazón de la liebre—yo a ti precioso—y de esa manera fueron pasando las horas en su entrega entre pequeñas confesiones y secretos de cama.
--Estoy aburrido Daimond, ¿Qué podemos hacer para entretenernos?
--Nada, algo me dice que esta persona no se dará por vencida tan fácilmente.
--¿Por qué le hablaste como si lo conocieras?
--Bueno Roy no lo conozco en persona, pero si a sus hermanos, por eso se me hizo gracioso que aseverara que el padre de los dioses le concedería semejante gracia, si el mayor de todos no pudo obtenerla de ese modo y eso que se de muy buena fuente que Hades intervino de manera muy discreta a favor de su juez mas poderoso.
--Pero aun así es muy tedioso esperar a que terminen de poner todos sus asuntos en orden, aparte que el dichoso Shura no me agrada para nada, aunque tú digas lo contrario.
--Y sin sentir pasaron las horas para los amantes, el tiempo nunca era suficiente, se veían tan espaciadamente que cada encuentro trataban de aprovecharlo y hacerlo lo mas largo posible, fue así que el amanecer los sorprendió tendidos en el lecho abrazados el uno al otro, con la promesa de parte de Shura de encontrarlo muy pronto, y de parte de Pairos de esperarlo y terminar de despejar sus dudas en el siguiente encuentro.
--Debo presentarte a unas personas antes de partir—dijo algo emocionado el de la constelación orejona—bien, se ve que los aprecias mucho—ya en la recepción del hotel Pairos arrastraba de la mano al español hasta quedar frente a dos hombres, uno peli plata y el otro peli morado.
--Shura te presento a Daimon-- señalando a su izquierda-- y este es Roy ahora dirigiéndose al peli morado, ambos saludaron con una pequeña reverencia al caballero de oro e inmediatamente después Roy salió del hotel.
--Daimond ¿tienes idea de que le pasa a Roy?—preguntaba Pamela algo contrariada a un desconcertado oji verde que jamás creyó presenciar los celos tan abiertamente demostrados por parte de un Batleloid.
--Si me permite señora iré a…..—fue interrumpido—déjalo iré yo, ¿podrías quedarte un momento con Shura? —volteando a ver al español que asentía con la cabeza como dándole permiso de marcharse tras un molesto guarda espaldas que no entendía que pasaba con el, ellos no estaban diseñados para manejar ciertas emociones y sentimientos, ahora comprendía lo que acababa de contarle Delta 1, ser un ser humano, aunque fuera uno de mentiras era muy pero muy complicado.
--Estaban solos, la oportunidad perfecta para interrogar a el hombre mas constante en la vida de Pairos, pensó Daimond y decidió romper el incomodo silencio que se había instalado entre ellos.
--Disculpe se que en mi forma actual no me reconoce, pero déjeme presentarme como se debe, yo soy el guardián de Kuroi Tsuki, contenedor de la luna purpura, fuente de poder de loe Batleloid, y mi verdadero nombre es Delta 1.
--Esta presentación con todo el protocolo que le imprimió Daimon dejo muy sorprendido a Shura, el no había estado cuando paso todo el incidente el primer día que le toco a Death Masck el caballero de cáncer tener a Pairos como escudero, pero si bien escucho toda la serie de chismes que se desataron a pesar que estaba penado con la muerte a quien desobedeciera el decreto del patriarca, a parte de que como todo buen enemigo, las cuatro brujas no dejaban de echarle indirectas al pobre muchacho y por consecuencia ganándose la molestia de los otros caballeros, pero allí delante suyo estaba una persona que decía ser el guardián de Pairos y que era nada mas y nada menos que el enorme robot que presentara el castaño a el patriarca y a los caballeros que en ese momento estaban presentes en el santuario.
--Gusto en conocerte yo soy Shura caballero dorado de capricornio y guardián de la onceava casa del zodiaco, supongo ya has oído hablar de mi, ¿o me equivoco? —diciendo esto ultimo con una pequeña sonrisa dibujada en sus labios.
--No, no se equivoca, por eso mismo me atrevo a pedirle que lo proteja, tal vez nosotros seamos muy fuertes, pero hasta los Batleloid tenemos ciertos límites que ustedes los caballeros superan con facilidad, por eso le pido que no le deje solo, si llegáramos a fallar en la misión que se nos encomendó, quiero tener la certeza que quedara protegido por ustedes, ¿puede usted hacerme esa promesa?—mirando fijamente a los ojos al español y esperando una respuesta de su parte.