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TRAICION Y ATRACCION por desire nemesis

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Notas del capitulo:

espero perdonen la tardanza

4

 

Christine se veía feliz con el anillo en su dedo. Lo había decidido. Si quería arrancar al castaño de sus vidas esta era la mejor opción. Lo abrazó emocionada. Era un gran paso. Pero su expresión cambió una vez que dejó de abrazarle.

 

¿Tienes una amante?—casi le gritó. –Con razón estabas tan cariñoso y me lo pediste. Te sentías culpable—le dijo antes de aventarle el anillo que se había sacado.

 

¿De qué hablas?—preguntó John desconcertado. ¿Cómo podía saberlo?

 

Ella le señalo el cuello con el dedo y el rubio comprendió. Tenía un mordisco.

 

¡No        quiero volver a verte!—le gritó antes de desaparecer tras la puerta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estaba recién llegado de la universidad e iba a tomar un baño cuando alguien tocó a su puerta, abrió y una fugaz persona pasó a su lado para después pararse en medio de la sala. Al verla llorando supuso lo que pasaba.

 

¿Qué sucede?—preguntó haciéndose el desentendido.

 

John me engaña. Yo sintiéndome mal por esto y él tiene a otra—dijo Christine al borde de  un ataque de nervios.

 

¡Ven!—dijo el castaño abrazándola. –Tomemos un café y conversémoslo—añadió mientras la conducía a la cocina.

 

¿Cómo pudo hacerme esto?—preguntaba la chica mientras él la observaba aparentemente conmovido.

 

¿Has pensado que vas a hacer?—preguntó el ojos mieles.

 

No sé… yo…--decía aturdida ella cuando Marcus intervino.

 

Si quieres puedes quedarte aquí—le dijo.

 

¿Enserio?—preguntó la pelinegra. Él asintió y ella lo abrazó. --¡Sabía que podía contar contigo Marcus!—agregó.

 

Marcus sonreía pero no era por la felicidad de tenerla en su apartamento.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Volvía del trabajo. Nada había sabido de ella. No le contestaba las llamadas ni los mensajes. Debía estar muy enojada. Eso lo entendía. Pero por otra parte…

 

Llegó frente a su casa y sacó las llaves de su bolsillo. Entonces una voz le dijo--¿Qué? ¿Muy preocupado por Christine?—

 

Volteó. Era su amante.

 

¡Tu lo hiciste a propósito!—le gritó el rubio.

 

¿El qué?—preguntó haciéndose el desentendido Marcus.

 

¡Tú lo sabes! ¡Mordiste mi cuello para que ella viera la marca y supiera que estuve con otra persona!—argumentó el ojos azules.

 

Mordí tu cuello porque en ese momento estabas muy apetitoso—le dijo el castaño acercándose y poniendo a John nervioso. De un movimiento le quito las llaves y abrió, entrando luego. El rubio le siguió tratando de impedir que se quedara dentro. --¡Vaya es lindo!—dijo el barman.

 

¡Vete! Christine puede volver en cualquier momento—mintió el contador.

 

¡No lo creo!—contestó sin mirarlo el de ojos mieles.

 

¿Cómo…?—trató de preguntar John. Se sentía confuso y algo le estaba advirtiendo de la respuesta a tal pregunta.

 

Esta vez el otro volteó a verlo. –Porque desde que se fue está conmigo—respondió.

 

¿Tú?—preguntó el rubio desconcertado porque su amada se había ido a refugiarse en los brazos de su amante.

 

Estaba tan lindo así que el otro no resistió las ganas de saborear la entreabierta boca. Empujó el cuerpo de John hasta la mesa del centro del living mientras lo abrazaba. De pronto comenzó a frotar su entrepierna con la del otro. Tal acto hizo que el rubio sin pretenderlo gimiera y se asiera a la chaqueta de Marcus que con sus ojos mieles muy fijos en los del otro cambio la forma de su mirada por una más fiera y prepotente y de un tirón bajo la chaqueta del otro hasta sus codos.

 

Pero el rubio no reaccionó como lo había hecho hasta entonces. De un empellón lanzó hacia atrás a Marcus y le dijo--¡Tu! ¡Siempre sales favorecido! ¿Cierto?—con furia en la mirada que parecía un raudo fuego inextinguible prosiguió—La tienes a ella y pretendes que me acueste contigo—

 

Yo no me quejé cuando eras tu el que dormía con ella—dijo con una sonrisa de lado el más joven. Parecía tranquilo y su mirada era sobradora o así lo vio el contador quien lo empujó con renovadas fuerzas hasta que la espalda del más alto dio contra la puerta.

 

Le ayudó el que el otro estuviera sorprendido de su repentina reacción. Lo creía sumiso de nuevo cuando de pronto el otro en un arrebato no solo le dijo todo aquello sino que utilizó su fuerza contra él. Por lo inesperado de la situación y la confusión del menor el ojos azules logró sacarlo de su casa antes de que el otro se diera cuenta de lo que estaba pasando.

 

Jamás se había sentido tan ofendido. Marcus no estaba acostumbrado al rechazo. A quedarse con las manos vacías habiendo deseado y trabajado tanto en algo y ese insignificante soquete se atrevía a echarlo de su casa por amor a una arpía que le había traicionado ya con él.

 

Pero ese diminuto contador iba a pagarle ese desaire…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Era tarde en la noche cuando llego de trabajar pero aún así Christine le esperaba. Estaba soñadora y algo sexy debido al camisón que usaba en seda negra con encaje con un desabillé de la misma hechura.

 

Estaba en la cocina calentándose algo y al verlo le ofreció un café.

 

Si. Gracias—le dijo él. Le dolía la cabeza por la furia que le había avasallado antes de ir al trabajo. Estaba tan furioso que no volvió a su apartamento aunque faltaban unas horas para ir y se mantuvo dando vueltas por la ciudad. El paseo y el trabajo habían disipado su enojo. Parte de su corazón entendía al soquete muy someramente. Después de todo para un soquete como ese no debía ser fácil perder a una mujer que le había prestado atención, aunque le engañara.

 

De pronto Marcus vio que ella después de servirle su taza y sentarse a su lado miraba y jugueteaba con un anillo en su dedo anular y sus ojos se abrieron con estupor al comprender lo que ese anillo en el anular dígito significaba.

 

Christine le miro a los ojos y comprendiendo que él lo había entendido le dijo--¿Puedes creerlo? Me lo propuso. Creí que era el momento justo. Iba a decirte que no nos viéramos más. El es serio y se que me daría todo lo que le pidiera y creí que era lo suficientemente confiable—

 

La furia tornó a la mente del barman. Después de lo que había pasado el otro le había pedido casamiento a ella. Debía estar muy enamorado para perdonarle su traición e intentar arrebatársela a él.

 

Se sintió desdeñado.

 

Siempre lo habían preferido a él, siempre había sido el objeto codiciado. Ahora habían preferido a alguien más por encima de él.

 

¿Qué rayos pensaba ese estúpido contador? Ese inútil. Ese poca cosa… le había dado la espalda y había intentado hacer su vida con alguien más.

 

¿Vas a devolvérselo?—preguntó intentando disimular todo su interés en ello.

 

Ella pareció pensárselo y luego respondió—Aún no lo decido—

 

“Quiere que siga enganchado a ella”, pensó el barman sopesándola con la mirada. Quería mantener al joven contador a su merced por si no se presentaba algo seguro para ella. Christine no contaba con él, sabía de su naturaleza licenciosa.

 

Pero eso estaba por cambiar.

Notas finales:

mata ne y quiero saber que piensan

^^


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