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TRAICION Y ATRACCION por desire nemesis

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NA:

 

Por Problemas personales estoy actualizando poco. Sepan disculpar.

 

 

………………

El cuerpo del adulto se contorsionó ante las sensaciones de tener al otro sobre él pues creía que estaba enloqueciendo por tanto placer recibido. Sus brazos apresaron la cabeza del otro para que sus labios no se separaran de los de él mientras el castaño pujaba dentro suyo. El clímax los sorprendió y los liberó al descanso pues agotados se quedaron dormidos ahí mismo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

6

 

Se despertó con dolor de cabeza y al abrir los ojos y mirar a su lado se dio cuenta del motivo. La cabeza castaña descansaba a su lado en la mullida alfombra. Sentía frío pues estaba desnudo, solo en una zona sentía un impensado calor y al fijarse se dio cuenta de que la mano del otro descansaba sobre su estómago. Muy próximo a su hombría lo que lo turbó.

 

Con cuidado se deshizo de la mano del barman y se levantó sin hacer ruido. Una vez en pie miró al que estaba recostado en el piso y se turbó sin saber porqué. Recogió su regada ropa y fue al baño donde dejó esta en el canasto para la ropa sucia para después tomar un baño. Miró cuidadosamente su cuerpo mientras lo hacía, buscando marcas dejadas por el sexo. No encontró lo que buscaba. Su cuerpo lucía como antes solo que… se sentía distinto. Quizás más felino. Luego fue a su dormitorio para vestirse. Lo hizo con un traje crema y corbata del mismo color que resaltaban el dorado de su cabello y el azul de sus ojos y con una camisa blanca y zapatos de ante negro.

 

Abrió la puerta de su dormitorio y entonces oyó la voz, un poco opaca por el sueño, del otro que estaba en la casa.

 

¡Lo he pasado con un amigo!—dijo la voz de Marcus y entonces John se dio cuenta de que hablaba con Christine y que esta vez su papel había cambiado pues era él el que le estaba quitando algo a ella. Se sintió extrañado de su situación y odió al otro pues se dio cuenta que estaba acostumbrado a mentir para ocultar un amante.

 

Ni bien el ojos mieles cortó, el rubio hizo su aparición y con lenguaje perentorio dijo al otro—Es hora de que te vayas—

 

Marcus que estaba sentado en la alfombra como nació le miró con media sonrisa y le dijo--¿Así?—se regodeó en el sonrojo que apareció en las mejillas del otro y añadió--¿Sin tomar un miserable café siquiera?—

 

Eto… puedes…--exclamó tratando de concentrarse en otra cosa que no fuera lo nervioso que lo ponía como el otro se paraba y se acercaba a él para tomar de casi sus pies sus calzoncillos.

 

¡No hagas eso!—dijo Marcus  con una fugaz sonrisa sin mirarlo.

 

¿Hacer?—preguntó el otro con voz algo chillona.

 

Los ojos mieles le miraron de pronto lobunamente y el cuerpo atlético se le acercó quizás demasiado. --¿En verdad no te das cuenta de lo que me provoca verte bien nervioso? ¿O te haces el distraído?—

 

¡No tengo porqué hacerme el distraído y ahora vete!—le espetó el contador irisado.

 

El otro le tomo de la muñeca y mirándole de cerca a los ojos le contestó—Recuerda quien besó a quién primero anoche. ¡Tu lo provocaste todo!—

 

¡Fue una equivocación!—habló el rubio tratando de alejarse.

 

¿Por cuánto tiempo vas a escudarte en eso?—preguntó el ojos mieles.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fue a bañarse. Mientras levantaba sus pantalones para ponérselos vio salir despedido de uno de los bolsillos el objeto que llevaba la noche anterior para dárselo a John. A último momento había decidido no hacerlo un poco conmovido por la apariencia del otro pero en ese momento recordó que el rubio lo estaba echando y llamando a todo lo sucedido un  error de nuevo cosa que le enfurecía. Recordó también las palabras del contador en la noche cuando dijera que no había perdido definitivamente a Christine. Jamás se daría por vencido con ella, pensó el ojos mieles mientras dejaba el objeto en el lavamanos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La pregunta que Marcus hiciera estuvo girando en la cabeza del ojos azules por todo el día. De continuo se encontraba a si mismo mirando al cielo y pensando en ello. Recordando como se sentían las manos del otro sobre su piel. El sonido de su voz durante el coito. La sensación de sus pieles rozándose, frotándose y… entonces volvía a la realidad.

 

Llegó a su casa mas temprano de lo habitual y después de cerrar prendió la televisión para tener algo de ruido en su solitaria casa. Puso en el microondas la comida que esa noche comería y preparó la mesa para uno. Se quedó un momento admirando su obra y con una mirada algo perdida se dirigió al aparato después para arrebatarle de las entrañas su comida. Esta noche no se emborracharía. De hecho se preguntaba ahora el porque de negarse a ir con sus amigos al bar cercano a su trabajo y en vez de ello ir a su casa temprano.

 

La respuesta le golpeó de lleno en la cara. Abrió sus ojos con estupor al darse cuenta y su plato casi se le cae de las manos.

 

Esperaba que él lo estuviera aguardando.

 

Comió poco y guardó los restos en la heladera. Luego fue al baño a higienizarse. Iba a tomar el jabón cuando se dio cuenta de que en el lavamanos había algo que no se hallaba antes y con genuina sorpresa miró el reciente y conocido objeto.

 

Tomó con los dedos el aro metálico y lo observó sosteniéndolo de canto.

 

El anillo que le diera a Christine.

 

¿Ella se lo había dado para que se lo hiciera llegar?

 

¿Sabría ella de…?

 

No. Imposible. De ser así no le hubiera dado el anillo a él. Se lo hubiera arrojado a la cara ella misma.

 

¿Pero entonces quería decir que…?

 

Un nudo se le formó en la garganta. Ella lo había elegido a él, definitivamente. Quizás el le dijo que lo empeñaría o que se lo haría llegar de alguna forma que no le viera.

 

Sea como fuere, estaba fuera.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pasaron 3 semanas sin ni una noticia del barman. Las noches se hacían cada vez más eternas para John y una inverosímil idea empezó a hacer presa de su mente.

 

Entró al aparatoso lugar lleno de música y gente gritando pero esta vez no se quedó en la puerta sino que avanzó entre el gentío en pos de su objetivo.

 

Una vez sus ojos se encontraron la expresión del otro pasó de una divertida, pues estaba atendiendo a otra de sus clientes, a una inquisitiva.

 

Nervioso el rubio le miro y no supo que decirle. El barman miró a su compañero y simplemente le dijo--¡Cúbreme! ¿Si?—

 

Salió de detrás de la barra y caminó directo a el rubio que fue tomado del brazo y sacado del local. El ojos azules no entendía nada y miraba como buscando respuestas al ojos mieles mientras este observaba a ambos lados de la calle antes de cruzar arrastrándolo. Lo llevó hasta la puerta del pasajero de un auto azul oscuro y lo puso entre la puerta del pasajero y él.

 

Sus caras quedaron a centímetros la una de la otra y el castaño solo dijo—Más vale que mañana no digas que esto fue un error—

 


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