Largo tiempo después de que habían culminado. Mientras la luna aún iluminaba la habitación y Kuran dormía. Kiryu se seguía preguntando en que se había convertido. Pues no podía negar que le había gustado ser de Kaname, es más, quería serlo. El castaño que antes lo irritara tanto y al que creía odiar como a todos los chupasangres lo volvía loco. Deseaba estar en su cama, deseaba estar con él.
Seto salió con su nueva novia de la abarrotada iglesia con una sensación de desasosiego que no conseguía explicarse. Era casi tan avasalladora como el enojo que recorría sus huesos pero como siempre su enojo no tenía parangones. Aunque por fuera lucía muy serio por dentro ardía de rabia y es que Kaiba no podía contener sus ganas de matar al rubio. Cosa que hace tiempo no le pasaba.
Sara le dijo—Tengo que irme. En un rato tengo una sesión fotográfica. ¿Te molesta?—
En absoluto. Que disfrutes de la tarde. Nos veremos en la cena. Más tarde te llamaré para acordar un lugar—dijo el empresario.
¡Me parece bien!—dijo ella sonriente. Luego frunció el ceño mientras miraba detrás de él. –Me parece que a ese tipo no le caes nada simpático—aádió.
Seto miró a sus espaldas y ahí estaba Wheeler con el ceño igual de fruncido.
Tenemos nuestras diferencias—acotó Kaiba.
¡Pues cuídate! Porque se ve que no te quiere nada—dijo la modelo un momento antes de despedirse de él con un pasional beso en la boca. –¡Bye cariño!—dijo antes de desaparecer en la limosina de Seto.
Este miró a la puerta de la iglesia donde un poco antes se encontrara el rubio pero ya no estaba ahí. Luego de observar el lugar logró ubicarlo dando vuelta al edificio y se apuró a alcanzarlo.
¡Oye Wheeler!—le gritó para que volteara. Como el otro no lo hiciera le grito el apodo más cariñoso que se le ocurrió-- ¡Hey perro sarnoso!—
Surtió efecto de inmediato. Enrojecido de la ira el cabecilla del clan Wheeler se volvió-- ¡Te he dicho que…!—
Con que al fin das la cara—le cortó el otro.
¿Disculpa?—preguntó casi consternado Joey.
Me refiero a que desde el ataque no has tenido la intención de…--dijo el CEO.
¿Intención? ¿A que te refieres? Tu y yo no tenemos nada que ver. ¿Qué querías que hiciera? ¿Qué te informara mi estado de salud?—preguntó algo confundido el cazador.
Ahí el castaño se dio cuenta de lo que su insensata furia lo había llevado a hacer y con gesto molesto volteó para irse. Llamaría al auto de seguridad. Sus guardaespaldas lo llevarían a casa.
El ver ese atisbo del interior, esa muestra de interés por parte de Kaiba envalentonó al joven Wheeler que se decidió a pararlo y volteándolo lo miró a los ojos mientras por dentro se hacía una pregunta una y otra vez.
Tanto tardó así que el ojos azules enfurecido perdió la paciencia y dijo—Si no vas a hacer nada perro no me hagas perder me valioso tiempo… ehhh--pero no pudo terminar pues el otro se lanzó sobre él. No era lo esperado terminar los dos en el pasto en un lugar donde pudieran verlos pero…
Perro esto es… ufff—si algo puede hacer estallar la cólera de Seto Kaiba es que le callen y es precisamente lo que el rubio hizo y de la mejor manera, o sea… tapándole la boca y diciéndole-- ¡Cállate estúpido!—
El castaño iba a enterrarle los dientes en la mano y luego demostrarle quién era el idiota ahí pero una sombra le quitó al otro de encima.
Se sentó y luego miró hacia atrás para ver a un hombre de unos cuarenta años con los ojos rojos tratar de morder al otro mientras este con sus brazos impedía que lo atacase.
¿Qué rayos?—se preguntó. Luego recordó que Wheeler había vuelto a ser humano. Se levantó lentamente y se acercó a los combatientes. Parado a un lado de ellos le preguntó al ojos mieles--¿Te ayudo?—
Ni de coña. Puedo con este idiota sin interferencia de ricachones… gracias—dijo el otro mientras se esforzaba en alejar al clase E que parecía una rabiosa bestia desatada.
El CEO puso su sonrisa más engreída y dijo—¡Muy bien! ¡Entonces nos vemos Wheeler! O tal vez no—dijo sonriendo sádicamente mientras se alejaba con elegancia y parsimonia.
¡Oye viejo! ¿En serio vas a dejarme en esta así nada más?—preguntó Joey con un tono algo perplejo.
Seto miró su reloj. 5 segundos. Eran 4 más de los que esperó. --¿Por qué no? Tu eres un cazador experto y dijiste que podías con él—respondió.
Y si yo dijera que puedo subir el Empire State de un salto. ¿También lo creerías?—preguntó algo angustiado el otro.
Extrañaba algo al perro ladrador con sus quejidos y verlo con la cola entre las patas. Sonrió y se volvió. Caminó hacia la pareja forcejeante y propinó una colosal patada de karate al idiota de arriba. El idiota de abajo lo miró un segundo y entonces lo ayudó a levantarse.
Si tu eres de los que nos mantienen a salvo, estamos perdidos, perro—dijo el millonario.
¡Te he dicho como mil veces que… (se acerca el vampiro y Joseph saca una daga de su manga que inserta, sin mirar, en el corazón del E que se hace pedazos al momento con cara de extrañeza) …que no me digas así!—dijo el cazador. Luego se volteó y caminó tratando de alejarse del otro pero se dio cuenta de que el ojiazul sin esfuerzo le alcanzaba y caminaba a la par.
¿Qué quieres?—preguntó.
Nada—respondió el otro.
¡Entonces no molestes!—le dijo con un mohín el ojos mieles.
¡Tú no molestes, perro!—contestó Kaiba.
¡Te he dicho que…!—dijo volteándose el rubio y Kaiba aprovehó esa oportunidad para probar esos labios de locura nuevamente.
El ojos mieles se derrumbó en sus brazos de manera paradójica porque su mente le gritaba a todo pulmón que le hiciera picadillo. Pero como es bien sabido pocas veces Wheeler hace caso a su mente pues él es puro corazón.
Seto disfrutaba de la sensación como siempre que conseguía lo que quería porque era bien sabido que el CEO no solo era inteligencia sino que se movía por puro instinto y ego. No soportaba no tener lo que deseaba, que algo se le escapara o ser ignorado y en ese momento Joey encabezaba para él las tres listas.
Su sabor era dulce y amargo a la vez. Era contradictorio como siempre. Porque el rubio era cariñoso y desagradable, tonto y muy listo, sincero y mentiroso en lo que se refería a Kaiba pues a veces parecía el más tonto del universo y otras decía cosas que lo dejaban pensando. Era cariñoso con su hermana y desagradable con él. Y era capaz de dar su vida por una sincera amistad pero en lo que se refería a los vampiros había mentido y ocultado por años su verdad de todos.
Tal vez sea humano—dijo el rubio una vez sus labios se alejaron—Pero la ley aún me busca. Además tengo cosas que arreglar—añadió.
¿Vas a hacer el mundo más seguro para los que amas?—preguntó el millonario.
Otra vez el otro frunció el ceño. –Si lo vas a tomar a coña—dijo Joseph tratando de alejarse.
¡Lo decía en serio, cachorro!—dijo Seto con una sonrisa divertida que tomó desprevenido a Joey que no sabía que el castaño podía hacer eso. Luego iba a protestar por el apelativo pero se dio cuenta de que era uno cariñoso. Mientras procesaba eso sus labios le fueron arrebatados de nuevo.
Empujó al empresario de pronto con toda su fuerza dejando al otro fuera de su eje por un momento que le miró extrañado—Tú tienes noviaa. No tienes que andar besando a la gente por ahí. ¡Pórtate como un buen novio o…--dijo el ojos mieles limpiandose la boca con la manga.
¿O qué cachorro? ¿Qué me harás?—dijo el CEO con un tono juguetón que sorprendió al otro.
¡Hablo en serio!—gritó tratando de poner distancia Wheeler.
Yo también—le dijo en voz grave desde muy cerca el otro poniéndole los pelos de punta.
¡Le diré!—amenazó el cazador.
No si le digo primero—contraatacó el millonario. –Sé que a Sara no le importará. Nos divertimos juntos—añadió.
¿Sólo eso fue para ti? ¿Una diversión?—preguntó el rubio con algo de pesar sin que el engreído lo notara.
Si—respondió el otro.
Y lo mismo soy yo. ¿No?—preguntó el otro con rabia honda en su voz y luego volteó intentando alejarse pero esta vez unos brazos lo rodearon por atrás.
No. No es igual y tu lo sabes—dijo el castaño en su oído estremeciéndolo.
¿En serio?—preguntó con amarga voz Wheeler volteando.
Estoy arriesgando mucho para estar contigo—dijo el ojos azules.
¡Uyy! Supongo que debería sentirme favorecido—dijo con sarcasmo el ojos mieles.
¿Qué diablos quieres Wheeler?—preguntó cabreado Seto.
Nunca lo entenderás—dijo el cazador antes de alejarse ante la mirada ceñuda del otro.