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Hermosos y malditos por Kitana

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Notas del capitulo: Hola a todo el mundo¡¡¡ Saludos a todos y todas en especial amis amiguis Crawlingbutterfly, Cyberia_bronze_saint y Torres CJ, gracias por el apoyo en mi crisis existencial y no se angustien más, ya me siento mejor en buena parte gracias a sus palabras de aliento, a modo de corresponderles, les dedico este capitulo, no sé si sea bueno o malo, solo sé que me dedique un buen rato y varias de mis neuronas al hacerlo, espero que les guste, y sí, ya decidí que si va a ahebre mpreg, disfrutenlo
 

Milo y Kanon salían del cine tomados de la mano. Un poco más atrás, Mu y Saga también salían riéndose y muy felices.  Kanon se encontraba tan feliz, creía estar viviendo un sueño y no quería tener que volver a la realidad y saber que Milo tenía que seguir con esa vida que tanto detestaba.

 Caminaron tomados de la mano por el centro comercial. Milo miraba embobado un precioso cachorro que jugueteaba en una vitrina como insinuando que alguien debía comprarlo.

- Está lindo ¿no crees? - dijo Kanon contemplando al rubio que miraba al cachorro con ojitos ilusionados.

- Sí, esta muy lindo... lástima que yo no pueda tener uno.

- ¿Y por qué?

- Mamá es alérgica, siempre he querido un perro ¿sabes?

- Saga y yo teníamos uno, antes de venir al colegio. - dijo Kanon mirando al perrito. - La verdad es que yo no me llevaba muy bien con el animalito, pero Alcestes, mi hermano mayor decía que lo único que tenía que hacer era ganarme su confianza. Y cuando lo hice el animalito me quiso mucho. - dijo Kanon sonriendo.

- ¿Tienes más hermanos además de Saga?

- Sí, Alcestes y Mirtala, él es el mayor de nosotros, tiene 25 años y Mirtala la más pequeña, es una linda chica, tiene 15 años y aunque se un poco cabeza hueca, la queremos mucho. ¿Y tú? ¿tienes hermanos.

- Si. Está Dakota, mi hermana mayor, París, es el siguiente, luego está Sydney y por último yo, soy el más pequeño de la familia.

- Vaya, todos ustedes tienen nombres geográficos. - dijo Kanon un poco asombrado.

- Sí bueno es que... mis padres nos pusieron los nombres de los lugares donde fuimos concebidos. Ya sabes, Dakota en Dakota, Estados Unidos; París, en Francia, Sydney en Australia y yo en Milos, Grecia. - respondió Milo un poco sonrojado.

- Ah ya entiendo. - dijo Kanon con una sonrisa nerviosa.

Las horas transcurrieron tan rápido que no habrían querido que el tiempo siguiese su curso. Habían parado en un café medio oculto entre dos enormes tiendas de ropa. Milo y Mu habían ido al baño, los gemelos los esperaban en la mesa que ocupaban. Saga notó de inmediato la inquietud de su hermano.

-¿Qué pasa Kanon? - dijo Saga al ver lo nervioso que estaba Kanon.

- Pues es que yo...

-¿Quieres besarlo y no te atreves?

 - En parte... es que no sé que va a pensar sí lo beso.

- Si no lo haces nunca lo sabrás. Yo voy por todo con Mu, en cuanto tenga oportunidad voy a besarlo.

- Eres un tonto Saga. Sí lo besas así nada más se va a asustar.

- No es un niño, él tiene claro lo que quiere, o al menos eso es lo que yo creo. - dijo Saga sonriendo al recordar los verdes ojos de Mu.

Mientras tanto, en el baño Milo se quejaba con Mu.

- Ay dioses, es que no es posible, he hecho todo  para que me bese y no se ha atrevido. - decía el rubio mientras Mule sonreía dulcemente.

- Tú sabes que él no es como su hermano, es muy tímido.

- Pues si no me besa él, lo beso yo. - dijo Milo algo molesto.

- Eres muy impaciente Milo.

- Ay es que tenemos tan poco tiempo para estar juntos... y yo no quisiera que esto fuera solo una ilusión.

- No es ilusión Milo, él te quiere... si no te quisiera solo se acostaría contigo como...

- ¿Camus?  Camus es un idiota, eso ya lo sé, Kanon es diferente.- dijo el rubio con una sonrisa en los labios - Sé que él no me quiere solo por mi cuerpo o por como me veo... ¿me entiendes?

- Sí, Saga me hace sentir lo mismo.

- Me alegro por ti corderito.

- Bicho, ¿crees que ellos nos quieran de verdad?

- Eso espero... no soportaría otro engaño como el de Camus. Por más que finjo que eso ya no me afecta, la verdad es que aún duele, y el hecho de que él siga queriendo acostarse conmigo no ayuda a que lo olvide. Jamás hubiera creído que se atreviera a hacer algo semejante... lo odio.

- No pienses en eso, al menos no en este momento.

- Tienes razón,  Kanon es muy diferente a él, me lo ha demostrado.

- Y yo espero que Saga no resulte ser como Aldebarán...

- Es un buen chico, lo sé, confía en mí, ¿sí?

- Lo haré, siempre lo hago. - los amigos se abrazaron y luego salieron para reunirse con los gemelos. Después del café a Milo se le antojo ir a los videojuegos. Mu y Milo se aferraron a la máquina de baile, mientras que Saga hacia pedazos a cualquiera que le retaba en KOF, Kanon por su parte, se limitaba a contemplar al sudoroso Milo que se frustraba cada vez que no conseguía un perfect.

- Creo que ya tenemos que irnos. - dijo Saga mientras contaba un montón de billetes que le había ganado a algunos chicos que lo retaron en KOF. Kanon miro el reloj, eran las cuatro y media.

- Tienes razón. - dijo un poco preocupado, aún les quedaba tiempo para regresar, así que i Milo ni Mu tendrían problemas.

- ¿Qué les parece si tomamos un taxi? - dijo Saga.- les gané lo suficiente a esos idiotas como para otra salida como esta. - la sonrisa de Saga se ensanchó aún más, Kanon bajo el rostro y negó con la cabeza, su hermano nunca dejaría de apostar. Alcestes era quien les había enseñado a jugar videojuegos, y él mismo le había enseñado a Saga a hacerlo más interesante según sus palabras, y eso solo se conseguía poniendo dinero de por medio. Además de las apuestas los gemelos tenían otro negocio aún más peligroso. Pero habían acordado no contarle nada a Mu ni a Milo, al menos no hasta que tuvieran la plena certeza de que el saberlo no les causaría más daño. Sí ellos se enteraban de que hasta ellos eran parte de la complicada maquinaria que Arles había montado para poder hacer sus negocios tranquilamente, con seguridad no confiarían en ellos.

Decidieron volver en autobús, Milo no quiso que los chicos gastasen más, y Mu lo apoyó. Estaban sentados esperando el autobús que les llevaría a las cercanías del colegio. Mu y saga se apartaron un momento para hablar, milo estaba sentado mirando a Kanon, el rubio estaba desesperado, necesitaba con urgencia besar esos labios que se le antojaban deliciosos. No recordaba la última vez que se había sentido así, o más bien lo recordaba y se sorprendía a sí mismo mirando a Kanon con ese interés que creyó nadie más despertaría en él.

-¿En qué piensas Milo? - dijo Kanon sacándolo de sus pensamientos, lo miraba de ese modo tan suyo, esos ojos parecían atravesarle y dejar al desnudo su alma. Esos ojos eran lo que le había cautivado de Kanon. A pesar de que Mime se burlara de él diciéndole que los ojos de Kanon eran idénticos a los de Saga, Milo seguía pensando que aquello era cierto a medias, sí, los ojos de Kanon eran idénticos a los de Saga en color, en forma y quizá en ese deje melancólico, pero había una tremenda dulzura en la mirada del menor de los gemelos que no podía encontrarse en los de Saga. A pesar de ser idénticos, Milo podía detectar cuando intercambiaban papeles, aunque no se lo había dicho a Kanon. Y no era solo por la actitud tímida de Kanon, cuando se decidía a interpretar a su hermano mayor, Kanon era perfecto, pero esa mirada suya le traicionaba. - Milo, ¿estás aburrido? - dijo Kanon contemplando el rostro ensimismado de Milo.

- Eh... no por supuesto que no, en realidad me lo he pasado bastante bien. ¿Y tú?

- Ha sido perfecto... Milo....

- ¿Qué pasa Kanon?

- ¿Tú... tú... te ofenderías si yo te... besara....? - dijo un sonrojado Kanon. Se sorprendió a sí mismo preguntándole eso a Milo, había soñado con rozar esos labios sonrosados desde que lo viera hacía dos años pero jamás se había atrevido a nada pensando primero que el chico estaba con Camus, y después porque pensó que para el hermoso rubio él era simplemente inexistente.

- No... al contrario, creo que me ofendería si no lo hicieras. - dijo Milo acercándose a él. Con tal cercanía Kanon notó el leve aroma a vainilla que el rubio emanaba, le pareció que si en ese momento alguien le preguntara a que olía el paraíso, la única respuesta sería a vainilla, justo como la piel de Milo. A ambos les tomó un momento acoplarse lo suficiente para hacer que el beso fuera mejor de lo que ellos pudieron imaginar. La boca de Milo recibió gustosa a la tímida lengua de Kanon, pronto Milo le mostraba lo bien que podía sentirse un beso. Los delicados brazos del rubio subieron de los hombros de Kanon a su cuello y se aferraron a él haciendo que Kanon quisiera tenerlo más cerca. Pronto sus cuerpos estaban tan cerca que habrían podido fundirse en uno solo, Kanon abrazaba la breve cintura de Milo, uno solo de esos fuertes brazos bastaba para rodear tan minúsculo trecho, y la otra mano del gemelo no queriendo estar ociosa, se había detenido en la mejilla del rubio.

A lo lejos Saga contemplaba la escena abrazando a Mu, el pequeño castaño se refugiaba en los brazos del moreno sintiéndose aún más protegido que cuando Milo le abrazaba. Por un momento pensó ¿cómo se sentirá besar a Saga? Levantó el rostro y contempló los masculinos labios de ese chico que le abrazaba, era mayor que él por solo un año y ya parecía todo un hombre, se lo imaginó de adulto y pensó que Saga sin duda llegaría a  ser un hombre extremadamente apuesto y sensual.

- ¿Sabes que eres lo más hermoso que mis ojos hayan visto? Y he visto muchas cosas. - dijo Saga girándose un poco para quedar frente a Mu, el pequeño solo le miraba sin saber que decir, definitivamente se quedó sin palabras cuando los labios de Saga llegaron hasta los suyos, el tibio aliento del chico, su respiración suave y acompasada, las manos fuertes del gemelo mayor ciñendo su estrecha cintura... Mu entreabrió los labios abandonándose a aquél beso, el primer beso que había dado en su vida por voluntad propia.  Por un momento tuvo miedo y quiso escapar de los brazos de Saga, pero éste se lo impidió abrazándolo con mayor fuerza, no quiso insistir en el beso, sabía que no debía presionar demasiado a ese niño que le estaba robando el sueño y el corazón. - Lo siento... no quise ser un idiota. - dijo Saga en un murmullo luego de separarse del pequeño castaño pero sin dejar de abrazarlo.

- No es tu culpa... tuve miedo... pero no de ti...

- Entonces ¿de qué?

- Tú sabes... de que esto no fuera real.

- Es tan real como yo, como tú mismo, dame una oportunidad y no te fallaré, lo prometo.

- No lo prometas... la gente promete muchas cosas, pero no las cumple, solo hazme sentir que eres sincero, aunque no me lo digas, solo hazlo y yo podré confiar en ti. - dijo Mu y se refugió en los brazos de Saga, se sentía tan bien estar así que no habría querido separarse de él jamás. Pero el autobús estaba llegando y no podían darse el lujo de perderlo.

Ambas parejas subieron al autobús tomados de las manos, Milo sonreía y Kanon solo lo miraba pensando que debía existir alguna forma para sacarlo del infierno en que vivía, y de haberla, él la hallaría.

La parada de autobús estaba algo apartada del colegio. Sabiendo que tenían que atravesar un tramo de bosque para llegar al colegio, Saga lo había planeado así desde el principio, confiaba en que Milo no iba a permitirle a Kanon derrochar dinero en un taxi así que tendrían que ir en autobús. Saga sonrío pensando que todo salía conforme él lo había planeado.

- Nunca había estado aquí. - dijo Milo mirando a su alrededor sin dejar de tomar la mano de Kanon.

- Nunca sales ¿verdad? - dijo Kanon con una mirada curiosa en sus ojos azules.

- No, papá y mamá no me soportan en casa, dicen que soy muy ruidoso y desobediente, todo lo contrario a mis hermanos que son tan bien portados, por eso me quedo aquí, además, en casa todos me ignoran, hasta mamá. Prefiero quedarme aquí, Afro y los demás no salen tampoco, solo Mime y eso de vez en cuando, cuando su hermano está en la ciudad.

- Te llevas muy bien con Zlatan, ¿verdad?

- Sí, es como mi hermano mayor. Cuando llegué al colegio... te imaginarás lo que me pasó, no me  fue muy bien, me encerré en mi mismo, solo Afro supo ayudarme a superarlo lo suficiente como para poder  seguir viviendo... tenía que salir de aquello, por mí y por Mu, él es como  mi hermanito, desde que lo conocí siento que debo protegerlo.

- ¿Y a ti quien te ha protegido de todo esto?

- Nadie... he tenido que cuidar de mi mismo, pero por lo que se ve pues no lo he hecho muy bien, permitir que me hagan esto...

- Es obvio que no te agrada, pero... sé que tu padre es demasiado rico y poderoso, ¿no sería suficiente con pedirle que te cambie de colegio? Así dejarías de sufrir esto.

- No es tan fácil... papá es, ¿cómo decirlo? Chapado a la antigua, él cree que los hombres deben ser fuertes y enfrentar sus problemas y resolverlos a como de lugar, cuando le pedí que no me enviara aquí se puso furioso y me golpeó, dijo que debía aprender a plantarle la cara al mundo y salir adelante, resolver yo mismo mis problemas y que un grupo de chicos revoltosos no iban a ser obstáculo para un Scouros, no quiso escucharme, además que no iba a confesarle la verdadera razón de porque no quería regresar al colegio.  De haberlo hecho seguramente se habría burlado de mi por ser tan débil. Se niega a aceptar que yo soy lo que soy y  no puedo cambiarlo por más que él lo desee.

- ¿A que te refieres con eso? mi padre sabe que soy homosexual y no le importa, lo mismo que mi madre.

- Ojala fuera tan simple... además de ser homosexual, soy fértil... detesta la idea de tener un hijo que pueda parir, desde que lo supimos se comportó distinto. Verás, hasta los doce años mi relación con él era la de todo niño con su padre, pero... tuve una caída al montar, me llevaron al hospital y entonces se enteraron de que su pequeño era fértil y debían cuidarlo más que a un chico o chica normales, ¿te das cuenta? Para ellos soy un fenómeno. Cada seis meses me llevan con el médico de la familia para que me aplique una inyección anticonceptiva porque les aterra la idea de que pueda quedar en cinta. A estas alturas les empiezo a agradecer lo de las inyecciones pues los dioses saben que podría embarazarme en cualquier momento y lo último que quiero es quedar embarazado de algún idiota de los que le pagan a Death por acostarse conmigo... ¿ahora entiendes porque soy como soy? No tolero que nadie me toque, no tolero que nadie se acerque demasiado a mi porque tengo miedo... mucho miedo de que empiecen a verme como lo hacen ellos. Entenderé si no quieres volver a verme... sé que no soy normal, que no soy como los otros chicos. Pero no es mi culpa ser lo que soy. - dijo Milo llorando, se había volteado dándole la espalda a Kanon, el gemelo encontró demasiado triste, demasiado cruel la actitud de la familia de Milo, ellos no eran los únicos con un chico fértil en la familia, sabía de buena fuente que el hermano menor de Aldabarán era fértil y que la madre de Isaac era nada más y nada menos que un hombre, pero al parecer esos hechos no cambiarían nada, Milo se sentía fatal en ese momento. Kanon solo podía pensar en consolarlo, pero no atinaba a decir algo lo suficientemente bueno como para lograr el efecto deseado. Se acercó despacio al sollozante Milo, rodeó la breve cintura de Milo con ambos brazos y le abrazó como si la vida le fuera en ello. Apoyó su rostro en la nuca de Milo, sintió las manitas del rubio aferrarse a las suyas así como sus lágrimas derramándose sobre  sus manos.  Milo dejó de llorar cuando sintió que por sus cabellos despeinados se filtraba algo húmedo: el llanto silencioso de Kanon. - Kanon...

- No quiero que llores más, no quiero que sufras más... te amo Milo, no sé si tu me ames ahora pero te prometo que me ganaré tu corazón y una vez que lo tenga no te dejaré ir. Te prometo que nadie te hará llorar de nuevo si no es de felicidad, te prometo que junto a mí todo será mejor y que no tendrás que hacer nada que no quieras hacer. No quiero volver a verte tan triste Milo.  De ahora en adelante yo voy a cuidarte, tienes mi palabra. - dijo Kanon sin dejar de llorar. Milo se giró y estampó un ferviente beso en los labios húmedos de Kanon, probando las lágrimas de ese chico al que ahora veía como todo un hombre, como un hombre de verdad, dispuesto a darlo todo por él. Lo abrazó y no quiso decir nada, aún  no estaba listo para decir te amo, pero sabía que sentía algo hermoso por Kanon. Algo que no podía describir con palabras, algo que le hacía pensar que podía olvidarse de todo lo que había sufrido en el pasado y comenzar de cero al lado de Kanon.

Llegaron al colegio y tuvieron que despedirse, había que volver a la realidad, había que hacer como sí nada hubiera pasado, pero para esos cuatro corazones al borde del enamoramiento aquello era materialmente imposible. Pero estando como estaban a actuar, fingieron tan bien que hasta se hubiera creído que nada había pasado. Pero las promesas intercambiadas, los besos, eso había sido muy real y era material suficiente para atizar las flamas del amor, el amor tan esperado y tan temido porque nos hace perder el poco control que como débiles humanos tenemos de nuestro mundo.


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