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Corazón Indómito por sue

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Notas del capitulo:

 

Hola a todos mis queridos y adorados!!! :D ya estamos de regreso, contentos y totalmente agradecidos por los rr dejados en el capi anterior, a todos y cada uno que están aquí de nuevo ¡Muchísimas gracias! ^O^ (inner: esto no pinta bien… lo digo yo, esta amabilidad tan extremista no pinta nada bien… Sue…  qué es lo que va a pasar en el fic? ó_o) etto… ^o^Uu Ahora mis mininos, es tiempo de lectura n_n (inner: chia! No me extiendo porque de verdad estoy intrigada 0>.<0) 

 

 

 

Luego de tan intrincados acontecimientos, la relación de Iason y Riki tuvo un evidente cambio. El Mink estaba agradecido, cada día que pasaba se convencía más y más que faltaba muy poco para que Riki terminara de aceptar que lo quería más allá del aspecto carnal… pero para el mestizo las cosas no estaban del todo definidas.

 

 

Era cierto, cada vez que veía Iason o simplemente estaba a su lado, no podía evitar sentir una extraña sensación, le extrañaba de sobremanera cuando no podían estar juntos y cuando sus labios y sus cuerpos se mezclaban en uno, el moreno imploraba porque el tiempo a su alrededor se detuviese; lo invadía entonces y sin misericordia la angustia. Sabiendo que tarde o temprano tendría que alejarse del rubio, su pareja de toda la vida lo estaba esperando pacientemente en Ceres ¿Quién le otorgaba el derecho de abandonarlo a su suerte de un día para otro?

 

 

- “Debería hacerlo. Yo… tendría que contarle a Guy sobre Iason… ”

 

 

Su mente divagaba y lo hacía sentirse sumamente culpable.   

 

- “… ¿Y luego de hacer eso…? ¿Qué haría entonces?... tal vez Guy me perdone… tal vez termine conmigo… ya no estoy seguro…” - Dudaba – “¿Con quién me conviene estar?... ¿Con quién quiero estar?”

 

 

Se recriminaba.

 

 

¿Quieres a mi hijo?

 

 

Las palabras de Amado no lo abandonaban.

 

 

- Yo… - Murmulló - ¿Querer a Iason?

 

 

- ¡Riki!

 

 

- ¡¿Eh?! – Salió fugaz de su trance.

 

 

- ¿Qué tanto murmuras? ¡Ponte a trabajar en lugar de perder el tiempo! – Le regañaba Katze.

 

 

Desperdigarse en sus pensamientos era algo que le estaba pasando muy a menudo. Tanto así, que por primera vez empezó a cometer errores en su trabajo. A sus compañeros tanta distracción por parte del moreno, les parecía raro.

 

 

- Ummm… - Riki despertaba. Su visión difusa por el sueño le entregaba una mancha rubia que poco a poco se le fue mostrando definida.

 

 

Iason le observaba con ternura.

 

 

- Buenos días – Le sonreía.

 

 

El moreno con los ojos achinados se estrujó la cara con una mano y trató de peinarse. Sabía que su cabello era bastante rebelde, en ocasiones había despertado con mechones levantados como si estuvieran luchando contra la gravedad. La manera tan tierna en que lo miró el rubio fue lo que lo motivó a tratar de acicalarse un poco y apartar el aspecto patético/somnoliento que estaba seguro tenía en esos momentos.

 

 

En el pasado nunca le hubo importado su apariencia al despertar. En el pasado se rascaba cuando la comezón se hacía sentir. En el pasado se afeitaba cuando tenía ganas y no le importaba si se notaba que se había cortado. En el pasado se dejaba la misma muda de ropa hasta por tres días consecutivos y se bañaba cuando el tufo ya no podía ser disimulado como fragancia masculina.

 

 

En el pasado. En el pasado hubo transcurrido todo esto que por un momento se volvió hasta rutina.

 

 

Ahora en el presente cuidaba por demás sus modos al comer. Ahora en el presente no salía de la ducha hasta que el cabello no le quedara suelto de tanto aseo. Ahora en el presente evitaba las expulsiones propias del organismo enfrente del rubio y sólo las dejaba “salir” en su presencia, cuando era estrictamente necesario. Ahora en el presente besaba despacio y era más receptivo a los abrazos sin motivo.    

 

 

Ahora en el presente se preocupaba por mostrar su mejor cara, la mejor parte de sí mismo.

 

 

- Buenos días… - Se sacudió la melena negra una vez más – Me quedé dormido – Puntualizó. Se suponía que sólo se quedaría un rato, no toda la noche - ¡Me quedé dormido! – Reaccionó levantándose de golpe - ¿Qué hora es? – Se llevó la mano a la frente, el movimiento brusco le produjo un ligero dolor cerebral - Katze me dará una patada en el trasero.

 

 

- ¿Te has olvidado con quién estás en la cama? – Hablaba tranquilamente el Mink, ver a Riki azorado le divertía.

 

 

Riki se tranquilizó. Estaba con el patrón, evidentemente el pelirrojo no le regañaría si se enteraba de eso… ¿Se lo diría entonces como razón por haber llegado tarde a trabajar? ¿Qué rayos estaba pensando? Llegar y decirle que estaba en la cama del Mink resolvería el problema, pero lo llevaría a cargar con una vergüenza tan grande como su poco entendimiento.

 

 

- No te muevas mucho. Hoy no irás a trabajar – Comentó al notar la intención del joven de marcharse.

 

 

- ¿? ¿Cómo así?

 

 

- A lo que me refiero es que, hoy amanecí con ganas de hacer el amor… - Se acercó para susurrarle –…Todo el día – Cambió el tono de voz -  No aceptaré que pongas excusas. Te lo digo como orden si necesitas un incentivo mayor.

 

 

El pelinegro le entregó una mirada coqueta y una sonrisa un tanto perversa, ya luego las cambió por los ojos entrecerrados y la boca un tanto apretada.

 

 

- Miren al señor. Pretendiendo que me quede a joder con él un día entero… - Mencionó a modo de burla -  Oye… no soy un juguete – Se quejó con tono infantil – Necesito descansar ¿Sabes? – Le dio un leve golpecito en el hombro - No te hagas el súper hombre. Tú también necesitas un chance para que se vuelvan a subir los ánimos ¿O no?

 

 

Las gesticulaciones exageradas del muchacho era una de las cosas que Iason amaba de Riki. Y el que actuara de manera un tanto infantil junto con ellas, era motivo necesario para arrebatarle una sonrisa al ojiazul.

 

 

- Podemos hacer otras cosas mientras eso pasa – Se acercó para abrazarle por detrás.

 

 

- Me dejarás caminando como alicate ¿Qué quieres reírte de mí? – Imaginarse caminando como jinete novato le resultó vergonzoso.

 

 

La risa del Mink llenó al pelinegro de una sensación gratificante. 

 

 

- Oh no... Por más que me divierta dejarte en vergüenza, ese no es mi plan. Seré muy tierno contigo, así tu cuerpo no te reclamará el esfuerzo.

 

 

- Está bien – Se dejaba abrazar. Su delicioso aroma lo embriagaba –  Quedémonos a coger.

 

 

- Mi morenito. Creo que debemos empezar a trabajar con tu vocabulario – Le hablaba con dulzura, por más que adoraba que utilizara palabras escabrosas en la cama, anhelaba que se refiriera a sus encuentros íntimos de una manera más romántica. O por lo menos más afectuosamente - ¿No te gustaría conocer palabras nuevas? Encontrarías que hay formas muy bellas para expresarse.

 

 

- Mmm… ¿Tú me entiendes no? - Disfrutaba de cada segundo el abrazo en que era acogido - ¿Para qué tantos adornos? Disculpa que te lo diga pero… siempre he pensado que hablas de más.

 

 

- ¿Quién? ¿Yo?   – Abrió los ojos de par en par.

 

 

- Ah vaina ¿Quién más? Claro que tú – Le acariciaba el brazo blancuzco – Parloteas demasiado cuando quieres decir alguna cosa… - Se burló un poco – Sabes, hay veces en las que no te presto atención porque no entiendo un cuerno de lo que estas diciendo.

 

 

La confesión no le molestó, extrañamente le enterneció aún más. Claramente estaba enamorado de aquel joven.

 

 

- Así que según tú. Digo cosas innecesarias.

 

 

- Dices muchas cosas – Aseguró – Pero está bien. No me molesta. Además, sé como hacerte callar.

 

 

Riki se giró lo suficiente para alcanzar los labios del rubio.

 

 

Ese día el Mink se dedicó a transmitirle todo su amor, no sólo de manera física.

 

 

- Oye Iason – Se dejaba mimar por el mayor - ¿Qué se siente ser rico y poderoso?

 

 

La pregunta le hizo darse cuenta de que jamás se lo había cuestionado.

 

 

- Mmm. No es tan grandioso como crees – Le acariciaba – Puede ser un tanto amargo – Pensó mejor – No. De hecho puede ser muy amargo… y hasta doloroso.

 

 

- ¿Bromeas verdad? – Exclamó el muchacho – Puedes hacer y tener todo lo que desees sin el mayor esfuerzo – Alzó un poco las cejas – Opino que vas al cielo y vas llorando. No te quejes. Admite que eres bastante afortunado.   

 

 

Iason tuvo deseos de liberar una sonrisa burlona. Pero la ironía no era tan fuerte como para superar la tristeza de lo que era cierto ¿Realmente tenía todo lo que quería? Su fortuna era poca comparada con lo que verdaderamente deseaba. Un amor. Un corazón que por más que tratara parecía inalcanzable.

 

 

- No pienses que soy un busca fortunas. Sería bueno tener tanto dinero… pero eso no es algo que siempre me haya interesado – Comentó luego de pensarlo detenidamente – ¿Sabes qué? Te contaré algo ya que me he dado cuenta que eres de fiar – Sonrió un poco.   

 

 

- Eso es un comienzo – Agradeció enormemente el avance. El grado de confianza que le tenía el moreno había aumentado.

 

 

- Seguro crees que yo no pienso en el futuro y eso no es verdad. Te confieso que me gustaría tener una granja. Una pequeña con un par de animales. Tú sabes, caballos, unas cuantas vacas, cabras y gallinas…– Mientras hablaba sus ojos brillaban – Tendría una parcelita donde sembraría de todo, un poco de papa, un poco de zanahoria... ah, también sería bueno sembrar algo de manzanilla, toronjil y malojillo, ya sabes, para curar los males – De pronto del futuro Riki se fue al pasado  - Mi abuela tenía una siembra de plantas medicinales atrás de su casa, me hacía arrancar alguna mata cuando alguien se enfermaba. Recuerdo que mis manos quedaban olorosas – Sonrió - Pienso que si tuviera todo eso en mi granja podría obtener lo necesario para sustentarme y vivir como me gusta ¿Qué te parece? Eso es lo que quiero.

 

 

Ante el silencio que se produjo, el joven echó su cabeza para atrás, hallándose con el rostro del Mink.

 

     

- Te cuento algo muy preciado para mí, algo que nunca le he confiado a nadie y no dices nada – Bufó - ¿Qué debería pensar?

 

 

- Discúlpame – Reaccionó al instante – Es un sueño hermoso.

 

 

- Je je No es un sueño. Será mi realidad. Ya lo verás.

 

 

- Eres indetenible. Seguro lograrás tener eso que deseas.

 

 

El rubio se había perdido en su relato. Aquellos anhelos del muchacho eran tan simples para Iason que tenía haciendas con enormes terrenos y centenares de animales productores. Era un deseo común que anidaba en la mayoría de los jóvenes que vivían en el campo y no se sentían atraídos por la vida aparatosa de la ciudad, para ellos estudiar y volverse grandes e importantes era algo que no les importaba mucho. Y sin embargo, el Mink percibió aquello como lo más preciado, ya que siendo parte de los anhelos de Riki sonaba esplendoroso, tanto que se le henchía el corazón de sólo escucharlo.

 

 

 

Por un instante se imaginó él mismo en la historia de Riki ¡Como deseó el Mink poder cambiar toda su riqueza por la oportunidad de que el moreno lo metiera en sus sueños de futuro! No le importó tener que verse trabajando directamente en la tierra ni perderse para siempre lo que era degustar un caro vino importado, nada de eso le importaba. Compartir junto a Riki su vida sin una moneda en el bolsillo le pareció más valioso que vivirla sin él y con los bolsillos colmados.

 

 

- Te visitaré ¿Te parece bien?

 

 

- Claro. Podríamos ir a cabalgar o a cazar. Si no estás muy ocupado – Quiso decir “Si no estás muy ocupado con tu familia”, pero una sensación angustiosa le quitó el ánimo.   

 

 

El rubio asintió. Se sintió esperanzado al lograr meterse en sus planes y más esperanzado aún cuando no escuchó nada sobre Guy involucrado en ellos ¿El hecho de que Riki no lo mencionara significaba que no se imaginaba compartiendo con Guy un futuro? ¿O acaso no había necesidad de mencionarlo ya que el Mink tenía que dar por sentado que Riki y Guy si vivirían juntos en esa encantadora granjita? El ojiazul dejó de hacer cavilaciones, no quería que aquel hermoso sueño de Riki se convirtiera en su espantosa pesadilla.  

 

 

Pero en la hacienda Am lo que quisiera Riki era algo que muy poco importaba. Si hubiese estado en la disposición de Raoul, el pobre moreno y su triste casita se hallarían en el lugar más recóndito de la tierra; mientras que el ojiverde se encontraría viviendo en el sitio más caro y extravagante junto a su amado Iason.

 

 

Su deseo de posesión por ojiazul era algo que dictaba muy poco de ser amor. El Am veía a Iason como ese “algo” que quería tener por el simple hecho de que no podía tenerlo. No era muy diferente a aquellas pertenencias que una vez hubo anhelado hasta el grado de hacer hasta lo imposible por poseerlas. El Mink era una joya que deseaba tener en su mano. Una pieza faltante en la colección ostentosa en que se había vuelto su vida.

 

 

Cuando la joven apareció por la puerta, Raoul no pudo evitar mostrarse ansioso. Se acercó hasta ella.

 

 

- ¿Y bien?

 

 

- Todos positivos – Mostraba entre sus manos varias pruebas de embarazo caseras.

 

 

Sin perder tiempo, Raoul tomó uno y cada uno lo examinó. No había duda, Mimea estaba embarazada.

 

 

La mujer estaba desalentada, todos los cuidados a los que el Am la había sometido, no eran otra cosa que parte de su destructivo plan para acabar con Riki. Y eso la consumía por dentro.

 

 

Queriendo que todo fuera perfecto, el ojiverde no sólo le consiguió las más confiables pruebas de embarazo, sino que la hizo viajar horas para realizarle una prueba de sangre y así obtener una respuesta más fidedigna ¡Que bajo caían los seres humanos por sus egoístas propósitos!

 

 

El rubio sonrió con malicia.

 

 

- Pasaremos a la siguiente etapa del plan… - Mencionó más para sí mismo - Es hora Mimea. Debes dar tu mejor actuación.

 

 

- No lo defraudaré mi señor.

 

 

El Am no le dio más tiempo a los amantes y decidió jugar la carta más importante y destructiva de todas. Sin siquiera insinuarlo, hizo acto de presencia en la hacienda Mink.

 

 

- ¿Raoul? – El Mink se sorprendía ante la llegada del hombre a su hacienda – Cuanto tiempo… ¿Y eso que andas por aquí? – Pero el Am no venía solo.

 

 

Verle llegar no era lo que le extrañaba, anteriormente el rubio le visitaba con tanta frecuencia que para los sirvientes ya era natural verle ahí. Mimea, la protegida de Raoul venía con él, le perturbó sus expresiones, la joven se veía algo preocupada mientras que el ojiverde realmente lucía enfadado ¿Qué pretendía Raoul apareciéndose con Mimea en su hacienda?

 

 

- Lamento tener que venir a incomodarte. Sé que tus asuntos te tienen muy ocupado – Comentó el Am hoscamente.

 

 

Iason comprendió a que ser refería con ese comentario.

 

 

- Para nada. Siempre estaré dispuesto a atender las peticiones de un viejo amigo – Con aquella expresión, buscaba dejar en claro el tipo de relación que tenían. El Mink miraba de tanto en tanto a la joven que tenía apariencia de que lloraría en cualquier momento – La joven Mimea…  ¿Ocurrió algo?

 

 

- Bien… iré directo al grano – Vociferó en un tono bastante medido -  Quiero que me traigas al bastardo que llaman Riki. Tiene asuntos pendientes conmigo.

 

 

- ¿Qué clase de asuntos? – Iason puso cara de no comprenderle – Raoul ¿Qué quieres con Riki? – Preguntaba, ya que se sentía con la suficiente autoridad como para conocer todo lo referente al muchacho.

 

 

El ojiazul miró a la pelicastaña.

 

 

-  Mimea… ¿Hay algo que quieras decir?

 

 

La misma le dirigió una mirada fugaz que pronto fue acompañada por una expresión más aguda de pesar.

 

 

- Señor Iason… - Exclamó desgarradoramente llevándose la mano al pecho.

 

 

- Como ves… Mimea ha sido victima de ese vulgar de tu sirviente. Me siento completamente ofendido, no sólo se atrevió a cortejarla sino que me la ha embarazado. Y como tal quiero que se haga responsable de su descaro – Usó un modo de hablar bastante dramático.

 

 

Las palabras golpearon a Iason sin ninguna clase de piedad. El hombre abrió los ojos al máximo.

 

 

- ¿Qué dices…? – Emitió el Mink sin creerlo.

 

 

La chica se arrojó hacía el Mink en un acto desesperado. Comenzó a jalarle.

 

 

- Compréndame ¡Él dijo que me amaba!... – Lloraba haciendo pausas para calmar los sollozos - …Me… enamoré de Riki, aunque sabía que no podía ser mío… estuve con él…

 

 

¿Aquello de lo que estaba siendo testigo era real? El Mink no podía salir de su asombro. Observaba atónito a su amigo ¿De donde conocía Riki a Mimea? No recordaba habérsela presentado, mucho menos que ella fuese a la hacienda a visitarlo… entonces ¿Cómo era posible que todo aquello se hubiese dado? Pero lo peor de todo era la situación de la muchacha ¡Estaba esperando al hijo del que amaba! Su corazón empezó a dolerle cómo si cada palabra le hubiese perforado.

 

 

- Por favor… no quiero que mi hijo crezca sin un padre… - Le tomó de la mano y le suplicó.

 

 

- Mimea... – No sabía que decirle.

 

 

Era tanto lo que quería preguntar, tanto lo que quería saber que las palabras se le atoraron en la garganta.

 

 

- Sabes que Mimea es una de mis más preciadas sirvientas – Afirmó - Más que eso. Es como una hija para mí y por tanto, está bajo la  protección del apellido Am. Merece respeto absoluto – Hizo una pausa para que Iason escuchara los sollozos de la joven – Ese impuro la ha mancillado y debe pagar como un hombre.

 

 

- ¿Estas seguro de que está…? – No pudiendo creérselo.

 

 

El ojiverde se mostró claramente ofendido y lo expresó facialmente.

 

 

- ¿Te atreves a dudar de mi palabra? – Mencionó con enfado fingido.

 

 

- Por supuesto que no – Se excusó deprisa - …Claro que no… - Esto último fue susurrado.

 

 

Iason frunció el seño. Estaba demasiado herido y confundido. Había llegado al límite. Quería escuchar lo que Riki tuviera que decir.

 

 

- ¡Katze! – Llamó.

 

 

- ¿Si señor? – El hombre corrió cuando el potente llamado llegó a sus oídos. No se había apartado de la puerta cuando había visto llegar a los visitantes, sabía que algo estaba pasando.

 

 

- Tráeme a Riki. De inmediato – Ordenó -  Tráelo a rastras si es preciso… - Habló para alguien más - Quiero escuchar lo que tiene que decir.  

 

 

- Si, señor.

 

 

El nuevo plan de Raoul le atizaba el orgullo. Tanto que se había tomado más tiempo del usual en escoger las ropas adecuadas y de peinarse los rizos. Su melena ostentosa le daba aquel aspecto de león con el que pretendía desgarrar hasta el último trozo de carne mestiza.  

 

 

- “Te has metido con una bestia.  De ti no quedará ni un hueso para dárselo a las aves carroñeras” – Se mofaba el ojiverde.

 

 

Katze fue como alma que lleva el diablo a buscar al moreno.

 

 

- El señor Am está como fiera embravecida y el señor Iason de tener un arma cerca, estoy seguro que ya la habría descargado. ¿Qué diablos es lo que has hecho? – Le preguntó el pelirrojo al tiempo que le daba zapes en la cabeza.

 

 

- ¡Y yo qué se! – Trataba de alejarse lo suficiente para que dejara de mortificarlo - ¿Por qué rayos piensas que todo lo que pasa en ésta maldita hacienda es culpa mía?

 

 

- Porque eres como una plaga. Desde que llegaste las cosas han ido de mal en peor – Apuró el paso -  Es que deberían cortártela para que escarmientes – Tuvo que contenerse para no agarrarlo de los cabellos.

 

 

Al llegar, Riki no se esperó que la mujer fuera directamente a abrazarlo.

 

 

- ¿Tú? – Expresó al ver a la pelicastaño -¿Qué haces aquí?

 

 

Se le aferró con fuerza de la camisa y no dejaba de llorarle, el muchacho estaba preocupado y confundido por lo que estaba pasando. No entendía para nada la escena de la que estaba siendo participe.

 

 

- Pero…– Tomó a la muchacha del rostro buscando de tranquilizarla - ¿Por qué estas llorando? Dime ¿Qué te hicieron? – Le preocupó verle en aquellas condiciones.

 

 

- ¡Ay Riki! – Lloraba.

 

 

Ante lo visto, Iason no tuvo ninguna duda de que Mimea y Riki se conocían.

 

 

- ¿Te has acostado con ésta mujer? – Preguntó el Mink directamente y sin rodeos.

 

 

El muchacho no sabía a que venía todo eso. Recordó la mañana en que había despertado junto a la chica y lo que dedujo, habían hecho. De repente ella le tomó de la mano.

 

 

- Riki… - Su rostro se hallaba húmedo por las lágrimas – No me dejes sola… por favor…

 

 

Riki la miró con ternura y asintió.

 

 

- Tranquila. Todo estará bien – Le afirmó.

 

 

Iason y Raoul esperaban la respuesta del moreno.

 

 

- Si. Lo he hecho – Mencionó con extrema seguridad.

 

 

Raoul esbozó una sonrisa satisfactoria por lo bajo. Tanta perfección lo extasió ¡El muchacho se había lanzado de cabeza en su trampa!

 

 

Ciertamente Iason no se esperó que lo admitiera tan vilmente. Sin embargo y a pesar de todo el caos que se estuviera produciendo en su cabeza y en su corazón, el ojiazul fue lo suficientemente sagaz para mostrarse cómo si nada importante estuviera pasando. Ante todo él se consideraba un hombre férreo, que no podía perder los estribos de un sólo golpe.

 

 

- Comprenderás entonces que todo hombre debe hacerse responsable de cada uno de sus actos. Mimea está esperando a tu hijo Riki… - Mencionó Raoul.

 

 

El joven se dio cuenta  de que aquel nombre Fleea, era un nombre falso.

 

 

Una sonrisa desmedida estuvo a punto de formarse en los labios del futuro padre, pero debido a que el resto de los presentes no se veían muy contentos que se dijera, prefirió controlar ésta vez su lenguaje corporal.

 

 

- ¿Es eso cierto? – Se dirigía a la pelicastaño - ¿Tú… estás…? – Las palabras se le atoraron.

 

 

- Así es Riki… éste hijo que espero es tuyo y sólo tuyo… - Se arrojó de nueva cuenta a sus brazos.

 

 

Se dejó abrazar, todo lo que le estaba pasando, era difícil de digerir.

 

 

- Bien. Creo que lo mejor es dejarlos solos – Mencionó Raoul. Necesitaba hablar en privado con Iason.

 

 

El ojiazul no quería dejarle a solas con esa mujer, no quería que volviera a acercársele. Más terminó yéndose con el Am.

 

 

- Ven.

 

 

Riki llevó a Mimea hasta uno de los muebles, la acompañó sin soltarle de la mano. Cuando estuvieron sentados, se dedicó a observar a la mujer sin hablar. La pelicastaña se sintió incómoda al instante, no le gustaba que el moreno la mirase de aquel modo. Se sentía mal.

 

 

- ¿Por qué me miras así Riki? – Se atrevió por fin a preguntar.

 

 

No supo porqué, pero tuvo pavor, pánico de que el muchacho le dijese que ese hijo no era de él, que tratase de salvarse y de librarse de tan gran responsabilidad como acostumbraban a hacer muchos hombres; que la imagen de un Riki amable y generoso se perdiese, que le mostrase con aquella actitud mezquina que no se apartaba a ser igual a aquellos irresponsables que dejaban a mujeres indefensas y a hijos sin padres.

 

 

Por primera vez desde que había iniciado todo, sintió miedo, tanto miedo…  

 

 

 

Porque a pesar de todo – sobretodo de que lo hubiera estado utilizando - en el corazón de Mimea había nacido cariño por el muchacho.

 

 

- Lo siento Riki – Sin saber porqué, Mimea bajó la mirada.

 

 

- ¿Por qué?

 

 

- Porque por mi culpa ha pasado todo esto - ¿Por qué? ¿Por qué se sentía tan mal de verdad? – Fue un error… un terrible error – Iba a llevarse las manos al rostro más el moreno se lo impidió.

 

 

- ¿De qué estas hablando? – La miraba con cariño – Vas a darme un hijo. Eso no es un error.

 

 

La mujer se atrevió a mantenerle la mirada. Captó entonces, como se encendía la emoción en el muchacho.

 

 

- ¡Voy a ser padre! – Saltó Riki en una alegría que ni Mimea misma entendió.

 

 

- Riki… - Ahora era ella la que estaba perpleja. Su reacción la había tomado por sorpresa.

 

 

 

- Nunca había pensado en que algo así sucediese – Hizo una pausa – Un hijo. Vaya, no puedo creerlo – Se giró a verla. Se llevó la mano a la boca como un niño pequeño ante algo que desconoce - ¿Puedo tocarlo?

 

 

¡Y sonreía! ¡Por Dios, Riki realmente se veía feliz!

 

 

Mimea tardó un par de segundos en salir de su asombro. Lo que estaba viviendo parecía completamente irrazonable, impensable… jamás se imaginó que el muchacho tendría una reacción similar.

 

 

- No creo que lo sientas Riki. Tiene muy poco – Le explicó. A pesar de ello le dejó que le acariciara el vientre. El simple conocimiento de la existencia del bebé era más que suficiente para el chico.

 

 

Cuando Riki extendió aún más su sonrisa, Mimea sintió como si le estrujaran el corazón. El pelinegro estaba completamente emocionado ante la noticia de que iba a ser padre. La pelicastaña sabía que nada de lo que viniese ahora le traería felicidad. Por su culpa el muchacho tendría evidentemente que sufrir ¿Quién era ella? ¿Con qué derecho se creía para hacerle pasar por tantas penurias? 

 

 

- ¿Por qué me mentiste? – Fue lo que mencionó Riki en un tono más serio.

 

 

- … ¿A que te refieres Riki?

 

 

- No me dijiste que te llamabas Mimea. Mucho menos que trabajabas para los Am – Se escuchaba claramente decepcionado.

 

 

- Eh… - La mujer desvió la mirada. Mentirle había sido parte de su plan, una orden de su señor. Aunque admitía que últimamente su corazón le dolía con cada mentira que le decía – Yo… pensé que si sabías quien era realmente, no querrías tratar conmigo…

 

 

- ¿Por qué creíste eso?

 

 

- Porque el señor Am… ¡!

 

 

La tomó de las manos.

 

 

- Tú eres tú. Te hubiese tratado aún si no me hubieses mentido.

 

 

- Riki… yo…

 

 

- Bueno… eso ya no importa – Mencionó un poco melancólico -  No debes preocuparte ni llorar más – Con su mano palpó las mejillas en donde habían corrido las lágrimas de cocodrilo - Todo va a estar bien – Aseguró. Le regaló una leve sonrisa que Mimea correspondió - ¡Ven acá!

 

 

- ¡!

 

 

No se lo esperó. Riki le había jalado y la abrazaba con fuerza. Fue testigo de cómo su corazón aumentó frenéticamente el ritmo de sus palpitaciones.

 

 

- Riki… ¿Por qué?... – Sus mejillas se habían ruborizado por completo, su sangre le hervía y no sabía porqué.

 

 

- Gracias Mimea.

 

 

- ¿?

 

 

- Es una muy buena noticia – Le abrazó aún más. La idea de volverse padre lo había enamorado – Gracias, gracias…

 

 

No creyó que fuera posible pero lo fue… Mimea se sintió como si hubiese tomado la peor decisión de su vida.

 

 

Mientras tanto, Raoul y Iason tenían su conversación aparte.

 

 

- Espero que puedas disculparme Raoul – Iason trataba de mantener la compostura ante el ojiverde – Definitivamente Riki responderá por lo que ha hecho.

 

 

- Me parece estupendo – El Am no abandonaba su sonrisa de los labios – Ahora, no me importaría llevármelo de una vez a mi hacienda…

 

 

- ¿Llevártelo? ¿Para qué? No será necesario.

 

 

- ¿? ¿Cómo?

 

 

- Riki se hará cargo del niño. Pero no tiene porqué salir de la hacienda Mink. Con que pague los gastos de Mimea y de su hijo, está bien.

 

 

- Pero Iason… ¿No crees que lo mejor sería que estuviesen juntos? – Raoul se encontraba desesperado por sacar al muchacho de la hacienda – Ya escuchaste a Mimea ¡Está enamorada de ese muchacho! No seré yo quien esté en contra. Moveré cielo y tierra cuando se trate de su felicidad. 

 

 

- ¿Y por qué crees que vale más su amor que el mío? – Escupió defensivo.

 

 

– Por favor Iason. Mimea es muy joven, y como mujer necesita del apoyo de Riki… al menos hasta que dé a luz.

 

 

El rubio de ojos azules se notaba molesto con aquella situación.

 

 

- Está bien… se irá contigo a la hacienda Am. Pero no ahora…

 

 

- ¿Por qué no?

 

 

- Dame tiempo.

 

 

- ¿Para qué? – Su evasión lo molestaba.

 

 

- Necesito tiempo para despegarme – Expresó – Tengo que acostumbrarme a la idea de dejarle ir – Suavizó su expresión – No puedes quitármelo así como así…

 

 

- ¡Por favor Iason! Ese mugriento animal no pensó en ti cuando se revolcó con mi Mimea – Alzaba las manos y abría por demás sus verdes ojos – Deberías echarlo a patadas sin pensarlo ni por un momento. Las raíces que ha echado tu obsesión por él te están asfixiando la razón.

 

 

- ¡Tiempo Raoul! Sólo te estoy pidiendo un poco de tiempo – El modo en que se lo pidió estaba lleno de enojo reprimido.

 

 

El ojiverde se mordió el labio de la rabia. Evidentemente la suplica se disfrazaba angustiosa.

 

 

- ¿Cuánto tiempo?

 

 

- Lo mandaré en un par de semanas – Concluyó – También te daré a Daryl… como compensación.

 

 

- Bien – Lo del mayordomo no se lo esperó, pero le vino como anillo al dedo. Ansiaba desde hacía tiempo el tener al muchacho a su disposición – Aceptaré porque es una muy buena oferta.

 

 

Raoul se fue de su oficina con una sonrisa, más el ojiazul no supo de ella.

 

 

Riki se dio la vuelta cuando sintió al Mink entrar al establo. Sabía que el hombre llegaría hasta allí para reclamarle semejante afrenta a su honor. Sólo era cuestión de espera.

 

 

El joven no tenía un plan consistente que le ungiera la defensa y es que en sí no estaba seguro de la dimensión del problema. Decidió que actuaría acorde con la reacción que tuviera el ojiazul. Pensar en que haría si ocurriese tal o cual situación, lo hubiese dejado agotado y lleno de elucubraciones. 

 

 

Cuando estuvieron frente a frente, el moreno trató de descifrar aquella inexpresividad del rubio, más luego, una fuerte bofetada  ladeó su rostro de tal forma, que no le quedaron dudas.

 

 

- ...Veo que la noticia no te alegró tanto como a mí.

 

 

Iason sintió una ira terrible al escucharlo, pero no la mostró facialmente.

 

 

- ¿Cómo pudiste tocarla?

 

 

Podía entenderlo. Había traicionado la confianza de su patrón. Su falta era considerada muy grave. Si lo echaba de la hacienda lo comprendería.

 

 

- Sé que es algo terrible que alguien como yo se acerque a alguien como la señorita Mimea. Pero créeme, en ningún momento mi intención fue ofenderte a ti o a al señor Raoul – Evitaba mirarle a los ojos, la docilidad era la mejor manera – Discúlpame. Yo sé que tu reputación podría verse afectada con esto…

 

 

El Mink estalló en una cólera indescriptible.

 

 

- ¡Esto no se trata de ese tipo de ofensas! ¡No tiene nada que ver con el honor de Mimea, ni la reputación de nadie!

 

 

- ¡!

 

 

La situación dio un giro inesperado. Riki reculaba. Iason caminaba hacía él. Su estatura lo intimidaba, su voz iracunda lo aterraba.

 

 

- ¿Cómo te atreviste? ¿Cómo te atreviste a embarazar a esa mujer?

 

 

El moreno estaba exaltado, observaba como el ojiazul se mordía el labio, enojado. Con brusquedad el rubio le jalaba, lo zarandeaba y lo tironeaba de un lado a otro.

 

 

Aquella reacción tan impropia de su parte lo tenía desconcertado.

 

 

Riki fue arrojado con rudeza sobre la paja.

 

 

- Es lo que te mereces, que te trate así… - El rubio lo miraba serio – Te atreviste a engañarme… a mí… ¡A IASON MINK!

 

 

A pesar de que el ojiazul lo estuviera intimidando con su brío. Riki era un hombre de armas tomar. Con el pecho abultado por el valor, tomó la decisión de defenderse.   

 

 

- ¿De qué hablas? ¿Engañarte? ¿En dónde carajo te engañé? ¡¿Eh?!

 

 

- ¡Lo sabes muy bien! ¡¡ERES DE MI PROPIEDAD!!

 

 

Ante la declaración Riki se sintió aún más abrumado. El muchacho tenía que admitir que estaba algo asustado, era la primera vez que el hombre le gritaba de ese modo, la primera vez que veía a Iason tan fuera de sí. El moreno mantuvo como pudo su bravura. 

 

 

- ¿A qué te refieres? No me vengas con esas… así como me meto en tu cama, puedo meterme en la de otros ¡Soy un hombre libre y no le pertenezco a nadie! ¡Maldición!

 

 

PLASS!!

 

 

Imprevisto. La cara de Riki se hizo a un lado, el rubio le hubo abofeteado con más fuerza que la anterior. Bajó la vista y se mantuvo callado, como quien acepta la reprimenda por sus actos. El rubio volvió a abofetearle hasta que sus mejillas se pintaron completamente de rojo.

 

 

Fue entonces cuando el moreno vio una faceta en el Mink que nunca imaginó que existiera.

 

 

- ¡¡¡No!!! ¡¡Claro que no puedes!! ¡Eres mío y de nadie más! ¡¡¿Qué eso no te ha quedado claro?!! – Estalló. Le tomaba del cuello de la camisa - ¿Cómo te atreviste a embarazar a aquella mujer?… - Bajó la mirada, rabioso - ¡¿Cómo te atreviste?! – Se arrojó sobre él - ¡¡¡¿CÓMO TE ATREVISTE?!!!

 

 

- Iason… tranquilízate – Riki trataba de quitárselo de encima. El mayor buscaba de desvestirlo. Se estaba volviendo presa del pánico – Escúchame… no estás pensando… no…

 

 

- ¿Acaso pensaste tú cuando me hiciste esto?... Dudo mucho que así haya sido – Buscaba de quitarle los pantalones.

 

 

- Iason… ésta no es la manera… Iason… vamos… vamos a hablar… - Trataba de apaciguarlo, el hombre estaba demasiado alterado y sus fuerzas para pelear se estaban agotando. Si lo tomaba con aquella rabia estaba seguro de que terminaría haciéndole daño.

 

 

- No… - Se llevó la mano a la cabeza, como soportándola – No. No quiero hablar.

 

 

- Escú…

 

 

- No.

 

 

- Escú…

 

 

- ¡¡No!!

 

 

- ¡Escúchame aunque sea un momento maldición! – Trató de apartar las manos de su cintura - ¡Estás actuando por rabia! ¡Hablemos!

 

 

- ¡No hay nada de qué hablar! – Afiló la mirada - ¿Desde cuándo me ves la cara de idiota?

 

 

- ¿De qué diablos…? – Se oía alarmado.

 

 

- ¿Desde cuándo te ves con Mimea? – El miedo… el miedo de quizás se hubiera enamorado de ella lo mortificaba – Te veías con ella a escondidas. No me mientas. Eso hacías, si. Seguro que era lo que hacías. Te veías con ella, se revolcaban y se burlaban de mí –  No se lo permitiría, definitivamente no dejaría que esa arpía se quedara con su hombre – Confiésame que eso hacías… ¿Desde cuándo lo haces con Mimea? ¡¡¡¡Contéstame!!!!

 

 

- ¡Ni siquiera sabía que ese era su nombre! ¡Nunca me lo dijo! ¡Ella me engañó! – Riki trataba de hacerse oír.

 

 

- ¡Ah! ¡Pero admites que te veías con ella! – Exclamó – Cuánto descaro el tuyo. Dime ¿Desde cuándo? ¿Dime cuánto tiempo llevas acostándote con Mimea? ¿Desde cuándo te burlas de mí? – Exclamó con mayor ímpetu - ¡¡¡¡DÍMELO!!!!

 

 

- ¡¡Con Mimea sólo lo hice una vez!!

 

 

- ¡¡Eres un mentiroso!!

 

 

- ¡Es la verdad! ¡Tienes que creerme!

 

 

- ¡Eso no importa! – Negó fuertemente con la cabeza - ¡Una o cien veces!... Te acostaste con Mimea y eso es más que suficiente para mí.

 

 

El Mink se arrojó sobre el pelicorto, lo besaba con desespero y hasta lo mordía. Quería marcarlo, marcarlo como fuera, de modo que el que lo viera supiera que ese cuerpo era suyo.

 

 

- ¡Iason! ¡No! – Se retorcía como gusano bajo sus brazos –… Haré lo que me pidas pero a las malas no por favor – Lo trataba con salvajismo - ¡¡No!! – Trató de pedir socorro, más el Mink le tapó la boca.

 

 

- Voy a hacer que te arrepientas de por vida el haberte acostado con Mimea.

 

 

Las pupilas de Riki denotaban que ahora, estaba realmente asustado.

 

 

Lo embestía sin misericordia, el pelinegro estaba en problemas, sabía que de resistirse lo lastimaría aún más, pero su cuerpo no lograba relajarse por el grado de salvajismo con que lo trataba. Buscaba de dañarlo, de herirlo… era la rabia que lo hería, era la rabia que lo maltrataba.

 

 

Trató de aguantar. Pero el dolor era inmenso, no aguantaba el corazón.

 

 

- Ya no lo haré… no lo volveré a hacer… por favor… ya… déjame… ir…

 

 

Las suplicas de Riki lo llenaban del deseo de tratarle peor y no se contuvo de ello.

 

 

Mientras lo agredía, Riki trataba de hacerse a la idea de que todo terminaría pronto.

 

 

Más luego, una sensación húmeda le hizo enfocar la vista y se halló con una escena que lo dejó sin palabras: Los ojos azules soltaban gruesas lágrimas. El pelinegro se sorprendió, era la primera vez que veía al Mink llorar de aquel modo.

 

 

- Iason… - Se sintió morir.

 

 

 ¿Acaso… era su culpa que el Mink se sintiera tan mal como para llegar al extremo de llorarle? No lo sabía, pero se sintió culpable porque la noticia del bebé en cierto modo le había alegrado ¿Por qué Iason no podía compartir su felicidad? ¿Por qué la noticia le afectaba tanto? ¿Por qué se hallaba llorando y buscando de hacerlo sufrir?

 

 

- …Tú…me prometiste que no me harías daño… entonces ¿Por qué hiciste esto…Riki? ¿Por qué? – Se cubrió el rostro con ambas manos y empezó a sollozar.

 

 

Ante el llanto del rubio el moreno fue capaz de olvidar su propio dolor.

 

 

- Iason… “No… te equivocas… yo nunca…”

 

 

Nada de lo que le dijera podría enmendar lo que había hecho y es que era cierto, Riki le había asegurado que no estaba en sus planes hacerle daño ¿Había mentido? Frente a sus ojos estaba la respuesta.

 

 

Llevado por el cese de la agresión y el silencio del llanto, el pelinegro trató de tocarlo pero no pudo, rápidamente el rubio le tomó de la  muñeca y apretó con rudeza. La mirada ahora penetrante de Iason, le hizo tragarse su queja.

 

 

- ¿Por qué…? ¿Por qué lo haces Iason?... todo esto… - Sentía que la cabeza le iba a estallar - …no lo entiendo – Murmulló.

 

 

- Sólo hay una cosa que debes entender: Eres sólo mío Riki – Mencionó con una voz fría y profunda -  Y dado que no lo entiendes, voy a hacer que esa idea se te meta hasta el tuétano de los huesos.

 

 

Cuando los corazones se lastiman no vuelven a ser los mismos.

 

 

****

 

 

Iason se acomodaba la ropa luego de haber castigado al muchacho.

 

 

- Que no se repita. No me vuelvas a dejar en ridículo de esa manera - Le mencionó de modo sombrío.

 

 

- …

 

 

- Contesta cuando te hable.

 

 

Ordenó y Riki se sintió angustiado. No quería que le tratase tan fríamente. Pero tampoco quería hacerlo enojar más. Decidió contenerse.

 

 

- No se preocupe señor - Sus ojos negros conteniendo las lagrimas, estacionados en un punto distante. No quería ver aquellos ojos azules llenos de desprecio - No volverá a pasar.

 

 

- Eso espero.

 

 

Iason le dirigió una última mirada cargada de enfado antes de abandonarle.

 

 

Dolía. Dolía mucho que le mirase así.

 

 

Como pudo se sentó y auto abrazó.

 

 

Daryl al escuchar el alboroto se había acercado. Vio salir al rubio totalmente iracundo y pudo deducir que había sucedido dentro. El mayordomo se asomó y se halló a un Riki acurrucado en una esquina.

 

 

- Riki ¿Estás bien?

 

 

- Vete – Le pidió – No quiero que me veas así…

 

 

- Pero ¿Qué dices? No te dejaré aquí solo - Se agachó y llevó la mano hasta su cabeza, retiro los mechones de cabello buscando su rostro y lo encontró golpeado  - ¿Qué te ha hecho el señor? - Le preocupó – Riki.

 

 

Más cuando Riki se abrazó a él con fuerza, Daryl quedó destrozado.

 

 

El muchacho se había arrojado hasta su cuerpo, buscaba de abrazarse a Daryl con todas sus fuerzas. Instintivamente, el pelicastaño respondió al abrazo. Fue entonces cuando Riki estalló en sollozos.

 

 

- No me mires. No me mires.

 

 

Era tan desgarrador que Daryl por más que intentó, no pudo evitar llorar también, pero procuró de hacerlo de manera silenciosa.

 

 

Tanto dolor en su pecho. Aquella era la primera vez que lloraba tanto.

 

 

Todo en la mente de Riki era un revoltillo, al enterarse de que iba a ser padre, sintió una enorme alegría, pero luego su dicha cayó en picada. Había terminado traicionando a los dos hombres que realmente quería.

 

 

Plap! Plap! Plap!

 

 

Raoul aplaudía.

 

 

- ¡Bravo Mimea! ¡Bravo! Has estado realmente estupenda. Una actuación de primera.

 

 

- Gracias señor Raoul – Hizo una reverencia – Ahora lo importante es traer a Riki acá a la hacienda para que no vuelva a interferir en sus planes.

 

 

- ¡Mimea! ¡Mi Mimea! – El rubio la alababa, la tomaba del rostro y le besaba las mejillas una y otra y otra vez – ¡Eso es estupendo!... Yo me encargaré de Riki con gusto… nadie se molestará por la desaparición de un don nadie.

 

 

La joven estaba maravillada ante los halagos y la manera en que el hombre le mostraba su gratitud. Por esa vez, no se sintió arrepentida y haber cometido su pecado.

 

 

- No tiene de qué preocuparse. En cuanto Riki esté conmigo yo me ocuparé de él. Usted no tiene porqué molestarse – Mencionó sin ninguna emoción.

 

 

Se desconocía, nunca esperó que lo ocurrido le afectara tanto. Entonces, en la chica nació un deseo, el deseo de cuidar del muchacho, estaba convencida de que si Riki era obligado a quedarse a su lado ella sería capaz de protegerle. Lo había decidido, capturaría a aquella ave salvaje y la mantendría segura bajo sus alas maternales.

 

 

El ojiverde sonrió, aquel plan era infalible.

 

 

- “Aunque… es una lastima que aquel muchacho tan bueno, haya caído en la mira de mi vengativo señor” – Lamentó Mimea – “Que vida tan desdichada la tuya… pobre de ti… Riki”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Continuará…

 

 

(Onegai, seguir los links para ver los fanarts del capi):

 

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http://i540.photobucket.com/albums/gg346/sue_zoe/ank_Iasoncegadoporsussentimientos_zps307b8316.jpg

 

 

 

Notas finales:

 

(inner: O______________O …OMG!!!! Qué es lo que ha pasado?! TwT) Podría decirse que luego de la calma llegó la tormenta (inner: cínica!!!! Has acabado con el pobre de Iason!! x_____x) son los altibajos de una relación >w< además esto hace las cosas más interesantes (inner: nou! Sólo las hace más dramáticas T-T) Adoro el drama jo jo jo muy bien mis queridos y adorados ¿Qué sucederá ahora? ¿Raoul y su plan triunfarán o acaso el amor se impondrá de nuevo? ¿Se verá la relación de Iason y Riki afectada? Tendremos que averiguarlo en el próximo ansiado capi, ya saben como llegar, no se me pierdan ^-* besitos de amor y paz! Los quiero un montón!! Bye Bye!!      

 

 


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