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SOMBRAS DEL PASADO por desire nemesis

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Iba a escapar y era algo que el castaño no pretendía que hiciera. Era como la tercera vez ese día y estaba cansado de esa actitud del rubio.

 

¡Oye Wheeler!—le  gritó. El otro no dio visos de haberle oído y caminaba muy deciso por detrás de la iglesia. --¿Acaso a parte de tonto eres sordo?—preguntó para hacerlo enfadar pero solo logró que el otro apurara el paso. Corrió hacia él y se puso frente al ojos mieles.

 

¿Cuál es tu problema? Ya te dije…--trató de insultarle pero el ojos azules le cortó.

 

Me importa muy poco lo que dijiste—dijo Kaiba.

 

Claro. Siempre te importó un bledo el resto—respondió Joey.

 

No me importa porque no es cierto—dijo Seto antes de que abrazándose al otro le besara con pasión. –Desde que estuvimos en esa cama… no dejo de pensarte. Te necesito Wheeler y no lo diré dos veces. Así que ve que vas a hacer con eso porque no voy a dejar de perseguirte hasta que seas mío—añadió después de un momento.

 

Se llevó a Joseph de la mano hasta el auto de sus guardaespaldas que le esperaban afuera del transporte. –Yo tomaré el auto ustedes vayan en taxi a la mansión—dijo antes de entrar con Wheeler e irse.

 

Pero… pero… mi billetera estaba ahí dentro—decía uno de ellos mientras lo veía partir.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Les llevó 45 minutos llegar a la mansión Wheeler y otros dos llegar a la habitación en que todo pasara tan solo unas semanas antes.

 

Ni bien cruzaron la puerta empezaron a besarse, acariciarse y sacarse la ropa con la intensidad de un huracán. Un dedo entró en la cavidad más preciada del rubio mientras este se mordía los labios acallando un grito. El castaño era un amante cuidadoso ahora. Mientras su dedo recorría el mismo  trayecto para delante y para atrás sus labios acariciaron primero el cuello y luego la clavícula del joven de cabellos dorados para deslizarse por su tórax. Su mano izquierda acaricio la curva detrás de la rodilla del otro relajándole mientras su lengua pasaba del vientre hacia abajo.

 

Wheeler exhaló de pronto al sentir el tibio contacto de la lengua de Kaiba sobre la punta de su pene erecto. –Por  favor detente—dijo como entresueños y ese ruego palpable fue para el pleno disfrute del castaño.

 

Me gustas más cuando te pones así—dijo con voz ronca y sexy Kaiba, dejando por un momento de lado el miembro para mirar el rubicundo rostro del hombre tendido en la cama. Joey trató de taparlo pero las manos del castaño alejaron de la cara los brazos del otro. –He dicho que me gustas más así—repitió antes de que sus labios poseyeran al del otro que no se resistió en lo absoluto.

 

Las manos del millonario se dedicaron al disfrute de Joey y a prepararlo debidamente pues esta vez no dejaría que nada saliera mal. El semen de Joey se esparció en él y en la cama anunciando que ya estaba listo y relajado. Mientras Seto repartía besos en su cuello penetró en Wheeler de forma lenta y suave pero los gemidos que generó en el otro fueron tales que se sintió estremecer.

 

Las embestidas aumentaron de intensidad mientras que los labios de ambos se debatían en una danza que parecía no tener fin. Las manos frenéticas se clavaban en la carne buscando que el otro no pudiera alejarse. Mientras las perladas pieles se frotaban y buscaban ansiosas de contacto.

 

La nuca de Kaiba estaba húmeda al igual que la punta de sus cabellos, su rostro estaba sonrojado por el esfuerzo y el calor que dos cuerpos haciendo el amor emanan y sus gemidos roncos como el ronroneo de un gato estaban enloqueciendo a Joseph que abrazado a él, mantenía su cara al lado de su cuello.

 

De pronto oyó una orden que jamás pensó que oiría— ¡Dime que me amas!—

 

Estás loco—respondió él ante la absurda idea de pronunciar tales palabras a Kaiba. No, como comprendió, porque no fueran ciertas sino porque decirle a Kaiba eso era como darle un arma con la cual apuntarle.

 

¡Que lo digas!—dijo con imperiosa y ronca voz el ojos azules mientras continuaba sus frenéticas embestidas. El ojos mieles ya no veía su rostro pues estaba abrazado a él con la cara a un lado de la suya pero lo que siguió lo tomó también por sorpresa—Lo necesito—admitió Seto.

 

¡Te amo!—dijo a su pesar y en voz baja el rubio mientras sentía los músculos pegados a él tensarse. Alejó su rostro para ver el de su amante lo que le causó gran impresión por lo tenso a la vez que hermoso de su semblante. – ¡Ahora dímelo tú!—ordenó.

 

Vio la mirada del otro llena de recelo. --¿Cómo piensas que yo…?—preguntó Kaiba.

 

Si no lo haces me saldré—amenazó Wheeler.

 

Acercando su boca a la del otro Seto pronunció—Me vuelves loco—

 

Lo sé. Pero solo así seré tuyo—dijo el ojos mieles mientras esperaba esas palabras de parte del castaño al cual le costaba más pronunciarlas.

 

Te… amo—la primera palabra costó pero la siguiente casi fue un  grito de liberación pues Seto llegó al clímax dentro mismo del rubio.

 

        Toda la noche se acariciaron y amaron despacio hasta que la luz del alba interrumpió por los ventanales.

 

Aún con sopor el rubio se frotó los ojos y se sentó. –Creo que es hora de irme y tú deberías hacer lo mismo—dijo.

 

¡Quédate un poco más!—ordenó Seto mientras el otro lo miraba atento.

 

Kaiba. ¿No te das cuenta?—preguntó Joey mientras los azules faros lo miraban ceñudo desde detrás de unos mechones castaños. –Todo fue muy lindo anoche pero no podemos seguir con esto. Por más que cambies y todo. Cosa que no creo. Tu y yo no podemos andar juntos—el castaño iba a replicar y él se adelantó a ello—Que no sea un vampiro no significa que no sea un hombre buscado por la ley—aclaró.

 

Pero tu padre…--dijo algo confundido el millonario.

 

Ellos lo abrieron y lo enterraron. ¿Cómo explicarías que aparezca vivito y coleando? No. Pasará el resto de su vida en las sombras. La Asociación de Cazadores tiene los recursos para ello—explicó Wheeler.

 

En tanto tu…--dijo molesto Seto.

 

En tanto yo continúo siendo un prófugo. Así que tú vuelve a la buena vida que yo seguiré con la mía—dijo el rubio.

 

Mientras el otro se vestía, Seto lo miraba enfurruñado desde la cama como un niño al que le han quitado su juguete por portarse mal pero aún así lo considera injusto.

 

De pronto Joey vio que el otro se levantaba muy decidido. –Así que así termina todo—dijo. El otro se encogió de hombros. –Pues no me gusta—dijo acercándose a milímetros de Joseph.

 

Pues tendrás que resignarte. No veo otra forma—dijo el ojos mieles.

 

Eso es porque no eres ningún genio—dijo el ojos azules con media sonrisa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Caribe. Lugar de temperaturas tropicales. De bancos que aceptan cualquier dinero y grandes hoteles.

 

El hotel “Episodian” recientemente vendido a un inversor extranjero luce como el Taj Mahal y el Ceasars Palace a la vez. En el predominan el lujo y el blanco. Es uno de los hoteles más caros de Bahamas.

 

Su piscina de proporciones gigantescas estaba bastante solitaria gracias a que la gente en su mayoría disfrutaba de la playa. En la esquina nordeste de esta un solitario veraneante disfrutaba de una bebida cola con  mientras veía a un niño de cabello negro disfrutar del agua. Estaba tostado por el sol como todo turista y las gafas negras que llevaba solo acentuaban su aire misterioso. Una figura se paró al lado de su poltrona eclipsando el sol que le bañaba.

 

Como siempre estás fuera de lugar—dijo el turista mirando de arriba abajo al recién llegado. –Sólo tu Kaiba puedes llevar traje en un lugar así. Avergüenzas a Moki y a mí—dijo el rubio.

 

En lo que respecta a mi hermano no te metas y sobre lo de avergonzarte a ti no me preocupa—contestó el susodicho mientras pasaba a su lado mientras una siniestra sonrisa se apoderó de la cara del turista ojos mieles que se lanzó y empujó al castaño antes de que este pudiera reaccionar y que cayó a la piscina rotundamente.

 

Mokuba y Joey no paraban de reír y Seto de blasfemar y amenazar de muerte al bronceado rubio pero a este no le preocupaba la amenaza. Desde que estaba con Seto ya nada le preocupaba.

 


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