Pasó una semana desde aquel suceso y ninguno de los dos volvió a verse aunque eso no significaba que no lo desearan. En ese tiempo Seto puso en marcha una máquina que no sabía que efectos catastróficos tendrían en su vida y las de muchos.
Había decidido averiguar que había sido de la vida de su hijo o hija. Para ello contrató los servicios de una afamada firma de investigadores que se caracterizaba porque ninguna de sus investigaciones se había filtrado jamás, ni a los medios ni a ninguna otra persona que la que les había contratado.
Pensando en esas ventajas fue que Seto Kaiba contrató a Taifu Investigadores. Un hombre fue enviado a la oficina de Kaiba a recabar los datos necesarios para iniciar la investigación. Sentado en frente del CEO el investigador abrió su libreta y sacó su lapicera.
El empresario lo observó—Un método anticuado—acotó.
Pero no por eso malo. El papel es más fácil de desaparecer que los circuitos—respondió el investigador.
Seto lo miró algo molesto pero no dijo nada más y relató los datos al hombre. –Se trata de la búsqueda de un niño que nació el 23 de julio de 1997 y fue entregado a un doctor y una enfermera para que dispusieran de él—relató.
Un hijo no querido—infirió el hombre.
No los llamé para que investiguen esa parte—dijo el millonario.
Lo siento, solo pensé en voz alta—dijo el profesional mirando al castaño con sospecha. La reacción del otro le decía que el niño era un familiar cercano. El era un veterano, uno de los socios principales. Había tomado esa tarea en vista de la importancia del cliente.
Los nombres de ambas personas y los datos que tengo de ellos se encuentran aquí—dijo el ojos azules extendiendo su mano con un pendrive hacia el otro.
Bien. ¿Qué desea saber exactamente del sujeto en cuestión?—preguntó refiriéndose al descendiente de Kaiba sin saberlo.
Quiero saber todo de él. Donde estudia. Con quién vive. En fin, todo—dijo Kaiba.
El hombre le preguntó--¿Y si ha muerto?—
Seto se mostró impertérrito aunque por dentro sintió el impacto de esa opción. –Donde yacen sus restos—respondió.
Hay algo que no me ha dicho. ¿El sujeto, es hombre o mujer?—preguntó el investigador.
No lo sé—respondió Kaiba y algo le hizo sentir mal. Sabía tan poco y ahora, quería saber tanto.
Joseph estaba feliz. Miraba ante sí su imagen en el espejo. Y es que hoy lo vería de nuevo. Después de aquello había pasado una semana. Una semana sin excusas para ver a su castaño. Pero hoy sería diferente. Tenía en la mano el salvoconducto perfecto.
La invitación al cumpleaños de Mokuba.
Ese 26 de abril el sol brillaba y todo había ya florecido. Era ya primavera y era el día en que el joven Kaiba cumplía sus dieciséis. La fiesta era tranquila pues eran pocos los amigos de Mokuba en Japón. Algunos vinieron de Taiwán donde este había residido hasta ese año. Había una banda pop en el escenario que para ese propósito instaló el cabeza de familia.
Joey saludó a su amigo y después de felicitarlo le dio su regalo, luego charló con él y unos cuantos compañeros que también asistían a la fiesta. Todo el tiempo buscó entre la gente a Seto pero al no hallarlo temió que ese día no lo vería.
¡Oye! ¿Y tu hermano?—preguntó al joven Kaiba.
Debe estar en su estudio. Seto no es muy sociable. Si no me quisiera no me haría esta fiesta—dijo el pelinegro algo burlón.
Voy al baño—dijo de pronto el rubio.
¿Te sientes bien?—preguntó algo preocupado el otro.
¡No exageres, chibi! Solo tengo que ir al baño—respondió algo risueño el ojos mieles.
Moki sonrió incómodamente y vio a Joey partir.
¡Aquí estas!—dijo el rubio después de abrir la puerta y ver al castaño frente a su laptop. –Afuera el sol brilla y tu hermano cumple años. ¿Qué mejores excusas puedes tener para estar disfrutando de la vida?—añadió.
No estoy para tus charlas existencialistas Wheeler—dijo Kaiba sin quitar la mirada de la pantalla del ordenador. Estaba muy preocupado. Tenía nuevos datos que lo conducían a un espía en Kaiba Corp.
Joey se sintió mal. Hacía una semana se habían visto por última vez y él se había comprado esas ropas no solo para asistir al cumpleaños de su hermano sino para que le viera y el otro ni siquiera volteaba para verlo.
Frunció el ceño. Esto no se quedaría así.
Lo siguiente que el CEO vio fue la tapa de su computadora siendo cerrada.
¿Qué rayos crees que haces?—preguntó volcando su fuerte mirada en dirección a –Wheeler.
Quiero saber si eres el mismo al que besé la semana pasada porque no lo pareces—dijo el rubio escandalizando a Seto.
¡No digas cosas como esas en mi casa!—dijo el mayor.
¿Y puedo decir que me gustas?—preguntó inesperadamente Joseph paralizando a Kaiba.
¿Qué?—preguntó despacio el mayor como en un trance.
Suki dayo (Me gustas) —dijo el rubio mientras rodeaba el escritorio y se acercaba, besándolo antes de que tuviera tiempo de reaccionar.
La respuesta del castaño no tardó en llegar. Su boca le correspondió mientras sus fuertes brazos ciñeron su cintura. Lo seducía mas allá de la razón, eso estaba claro. De otra forma no estaría así con él a la 6 de la tarde con la casa llena de gente. Era una locura. Pero esa era la forma en que lo arrastraba el otro.
Me gustas. Te extraño. Quiero estar contigo. Me haces falta—dijo el joven después de separar unos centímetros sus labios de los del otro y cada palabra era un dardo que se clavaba en lo más profundo de Seto atravesando su dura coraza. --¿Tú… sientes lo mismo?—preguntó el joven y escondió la cabeza apoyándola en el pecho del otro ansioso y temeroso de oír la respuesta.
Si—fue la lacónica respuesta del otro que llenó de corazón de Wheeler de felicidad. Fue duro para Seto admitirlo pero el sentir la miel de esos labios y la fuerza con que el ojimiel le abrazaba fue suficiente para alejar de él cualquier mesura.
Los labios se embistieron en un intenso frenesí de búscame y atrápame y los cuerpos como siempre buscaban fundirse.
¡Quiero ser tuyo!—pronunció el estudiante.
No se puede y lo sabes—respondió repentinamente alerta el empresario.
No me importa la diferencia de edad—aseguró el menor.
No. No lo entiendes. No se puede aunque quieras, es… es un delito. Tu eres un menor y yo un mayor. Eso va más allá de lo que tú o yo…—dijo Seto algo escandalizado, pero lo que más le escandalizaba es que… se moría de ganas de tenerlo para sí.
Joey escondió de nuevo la cabeza en el pecho del castaño y preguntó algo de lo que estaba seguro de saber la respuesta pero necesitaba estar seguro.--¿Tú… has sentido lo mismo por otra persona?—
Si—respondió Seto.
¿Quién?—preguntó Wheeler volteando para escudriñar con sus faros mieles esos lagos azules. Deseaba tanto que el otro se lo confiara por motus propio. Deseaba saber todo de él, tener todo de él. Su cariño, su confianza. Sabía que se trataba de ella. La madre de su hijo. Su esposa.
Alguien de mi pasado—respondió el empresario con un agrio sabor en la boca.
Joey se sintió apartado y dolido pero aún así no podía enojarse con Seto por no apartarla de su corazón y extrañamente no podía odiarla a ella porque de alguna manera compartían el mismo sentimiento por ese hombre.